- Legitimidad divina
- Clero shiíta
- Política y religión
- Velayat-e-Faqih
- Estructura e instituciones
- Estado republicano
- Debate Estado-religión
- Reformas intrasistémicas
- Conclusiones
- Bibliografía
Uno de los acontecimientos de mayor relevancia mundial a fines del siglo XX, es la revolución islámica de Irán, liderada por el ayatollah Ruhollah al-Musawi al-Jomein (más conocido como el Imam Khomeini), figura destacada del escenario político iraní desde la "Revolución Blanca" del shah en 1963. A partir de la caída de la dinastía Pahlevi en 1979, el mundo presenció una revolución de características muy peculiares, pues a diferencia de los numerosos cambios revolucionarios que tuvieron lugar en el presente siglo, lo ocurrido en Irán terminaría llevando al poder al clero shiíta y a toda una visión del mundo determinada por los mandatos del Islam. La modernidad se ha caracterizado por la toma del poder de parte de grupos políticos definidamente laicos como consecuencia del proceso de separación entre religión y política operada a partir del siglo XVII. A diferencia de este proceso de "desencantamiento del mundo" que Max Weber atribuía al racionalismo moderno, la revolución islámica impulsa la instalación política del mensaje islámico, tiñiendo los patrones de acción política de contenido religioso.
Las diferencias que colocan al Irán al margen de otros estados de tipo teocrático, como lo fueron las monarquías de inspiración religiosa, o como lo es hoy el estado monacal del Vaticano, es que: en los primeros gobernaba el rey por "mandato divino", mientras en la república iraní es un cuerpo sacerdotal quien detenta el máximo poder del estado; en tanto que en el segundo caso, no se trata de una unidad político-territorial con el tipo de organización política, social y económica propios de un estado nacional. En otras palabras, la república islámica proclamada por Khomeini instituye un régimen político teocrático para un estado nacional, de ahí su particularidad.
El hecho fundamental de un gobierno conducido por una organización clerical constituida por ayatollahs, ulemas y mollahs del shiísmo duodecimano, lo distinguen de otros estados llamados "repúblicas islámicas" y en aquellos donde se aplican los preceptos de la Shari´ah (Mauritania, Pakistán, Arabia Saudí, Marruecos, Sudán), puesto que en ellos no se da tal situación. La definición eminentemente teocrática del sistema político iraní consiste precisamente, en que la conducción política del estado recae en manos de clérigos, mientras en los otros casos mencionados no es una "iglesia musulmana" la que gobierna, aunque el derecho islámico sí es aplicado por el sistema judicial.
Las antiguas monarquías se caracterizaron por una indiferenciación entre lo político y lo religioso, situación que se verá abruptamente alterada por las corrientes racionalistas del siglo XVIII. Hoy en el mundo occidental, la religión y la política ocupan espacios separados, y las creencias religiosas quedan relegadas al ámbito individual. Y es en este contexto que la concepción khomeinista de la política y la sociedad en general, es hostilmente contemplada, pues el Islam político se resiste a ingresar en ese proceso racionalizador de lo sagrado, en el desencantamiento weberiano.
En el marco institucional de naturaleza teocrática, los impulsores del cambio en Irán, han podido implementar medidas que alentarían a vislumbrar el inicio de una era de importantes transformaciones en el seno de la sociedad y el estado. No obstante, la persistencia de contenidos fundamentales del sistema político, nos indican que la magnitud de las reformas emprendidas quedan enmarcadas dentro de los límites estructurales del régimen islámico.
Página siguiente |