Hace 4500 años hubiese sido posible alquilar en India un piso independiente o un departamento con cuarto de baño y cocina anexos, y escalera independiente desde la calle. La casa de ladrillos que hubiésemos elegido habría tenido amplias puertas y ventanas y su altura tal vez hubiese sido la correspondiente a sus dos o más pisos. No había instalación de agua, pero era posible sacarla de un pozo con filtro situado junto a la casa, y un canal procedente de la cocina hubiera servido para enviar de manera muy práctica al depósito situado en la calle los residuos procedentes de la cocina.
Se necesitó de todo un milenio (1500 y el 500 a. de C) para poner las bases del hinduismo. No fue sino hasta 1922 cuando un arqueólogo que hacía excavaciones en lo que hoy es el Paquistán occidental dio con un puñado de ladrillos y sellos de piedra y dedujo la existencia de esta civilización. El descubrimiento de la civilización harappana o del valle del Indo, Mohenjo Daro y Harappa, en la provincia del Punjab.
El pueblo harappán ocupó un triángulo gigantesco; cuyos lados medían 1500 kilómetros. Su vértice se encontraba en la parte superior del sistema del río Indo o quizá hasta el Ganges; su base se extendía a lo largo de la costa, desde el extremo superior del mar Arábigo, en la frontera actual entre Irán y Paquistán, hasta el golfo de Cambay, cerca de la actual Bombay.
Entre estas ciudades hay una distancia de seiscientos kilómetros, es decir: una distancia continental si se tiene en cuenta que había de ser recorrida en carretas de bueyes, existiendo vestigios de la misma civilización en otros lugares situados a kilómetros al este y al sur de las dos ciudades citadas. Estas no constituían por lo tanto simples oasis de civilización ni colonias extranjeras aisladas, sino que formaban parte de una cultura muy extendida y que comprendía buena parte de la India. Fue hacia la India, dotada de una vieja civilización, a donde se desplegaron tribus en busca de pastos para sus ganados.
Estas tribus llegaron en bandadas, como emigrantes y no como invasores, acompañados de sus familias y transportando escasos enseres. Eran gentes de piel clara, que hablaban un lenguaje altamente desarrollado e iban dirigidas por jefes de tribus acompañadas por sacerdotes y bardos que propiciaban a los dioses y cantaban las hazañas de la tribu. Se llamaban a sí mismos "arios". El profesor Max Müller, (orientalista alemán, tradujo completamente los Rig Veda usando los manuscritos que había en Inglaterra) inventó la palabra "ario", la utilizó para establecer clasificaciones lingüísticas y no clasificaciones raciales. El idioma de aquellas gentes era indudablemente indo-europeo, pero los idiomas usados por personas de ramas étnicas muy diferentes pueden, sin embargo, estar estrechamente relacionados entre sí.
Otro hombre de ciencia alemán, prescinde por completo de las expresiones arios y dravidianos, llamando "indids" a aquellos emigrantes.
Los arios o indids combatieron para lograr un sitio en donde establecerse y se desplazaron cada vez más profundamente en el país a medida que se sucedían las inmigraciones. Pastores en sus primeros tiempos, aprendieron pronto a vivir en ciudades. Lucharon con más o menos éxito para mantener su integridad racial e incluso cuando fracasaron en el intento reivindicaron para sí la dirección de los pueblos por los que habían sido absorbidos.
Mohenjo Daro"nombre que significa Ciudad de los Muertos" era un lugar admirablemente planeado, con calles rectas y bien trazadas y con casas espaciosas. El descubrimiento de hornos para hacer ladrillos sustenta el hecho de que los ladrillos horneados se utilizaban extensamente en la construcción de edificios domésticos y públicos.
Sus habitantes cultivaban el trigo y la cebada, comían cerdo y carnero, peces y aves, domesticaron al buey, el camello y el elefante, se vestían con telas de algodón y lana perfectamente tejidas, y se adornaban con joyas de oro, plata, jade y lapislázuli. Su alfarería era producida en rápidos tornos y bellamente vidriada; su competencia era grande en el trabajo de los metales y en la fundición de vasijas y estatuillas en bronce.
Quizá el hallazgo más significativo sea la estatua de la joven bailarina de Mohenjodaro, segura de su persona, desinhibida y sin miedos, actitudes que nos hablan de una vida estable y en paz.
Se hacían transportar en carricoches; impulsaron la música y practicaron el baile, y no olvidaron construir bonitos juguetes para sus hijos. Usaban una escritura pictórica y conocían el mundo exterior, ya que se han encontrado algunos de sus sellos entre las ruinas de Sumeria.
Su lengua, el sánscrito, es la base y el factor unificador de muchas lenguas indias, al tiempo que el panteón de dioses y diosas arios y sus mitos y leyendas sentaban las bases de la religión hindú.
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