Patrón de consumo alcohólico en gestantes del Policlínico "Ramón López Peña". Año 2007
Enviado por Santiago Alberto Cutié Marrero
- Introducción
- Material y método
- Análisis y discusión
- Conclusiones
- Recomendaciones
- Bibliografía
- Anexos
INITIUM
"Todo noble tesón al cabo alcanza
fijar las justas leyes del destino"
Enrique Hernández Miyares
Resumen
Se realizó un estudio observacional y descriptivo a las 93 gestantes captadas durante el período comprendido entre el 1º. de enero y 30 de junio de 2007 en el Policlínico Docente "Ramón López Peña" del municipio Santiago de Cuba. A las embarazadas incluidas en nuestro estudio se les aplicó el cuestionario AUDIT y una planilla-encuesta donde recogimos los datos primarios de nuestra investigación, con previa aprobación de las grávidas que quedó como constancia en cada carta de consentimiento informado firmada por ellas. La mayoría de las pacientes presentó un patrón de consumo de alcohol inadecuado para esta etapa de la vida. El convivir en una familia extensa o ampliada y la ausencia de conocimientos previos sobre los efectos dañinos de este tóxico sobre el feto, fueron los factores asociados significativamente con los patrones inadecuados. Un gran porciento de las pacientes con patrón de consumo inadecuado, modificó favorablemente el mismo después de la intervención breve realizada.
Introducción
Desde la antigüedad se han reconocido los efectos negativos del alcohol sobre el niño no nacido, y se alude a ellos en la mitología griega y romana. En la Inglaterra del siglo XVIII, la eliminación de las restricciones de la destilación de espíritus y la "epidemia de ginebra" que sobrevino como consecuencia, se consideraron las causas de "niños frágiles, débiles y malhumorados" (1).
A finales del decenio de 1960, los informes franceses y estadounidenses (2,3) redescubrieron los peligros del alcohol con una descripción de los defectos físicos y mentales de los niños nacidos de mujeres alcohólicas.
En 1973 Jones y Smith describieron una constelación de anomalías que se denominó Síndrome de Alcoholismo Fetal (FAS por sus siglas en inglés) (4). Se piensa en el diagnóstico de este síndrome si aparecen signos en cada una de las siguientes categorías: 1) retraso prenatal y postnatal del crecimiento; 2) afección cerebral dadas por signos de anomalías neurológicas o trastornos intelectuales; 3) dismorfología facial característica con por lo menos dos o tres de los siguientes signos: microcefalia, microftalmía o fisuras palpebrales cortas, filtrum mal desarrollado, párpado superior delgado o aplanamiento de la región maxilar (5).
La incidencia mundial del FAS se estima entre 1 a 2 por cada mil recién nacidos vivos, mientras que las formas menos graves que se agrupan bajo la denominación de Efectos del Alcoholismo Fetal (FAE por sus siglas en inglés) ocurren con una frecuencia de 3 a 5 por cada mil recién nacidos vivos (6).
Estudios realizados en Estados Unidos señalan que la frecuencia de esta situación es aproximadamente de 1 en 750 recién nacidos, y al año nacen unos 50 000 niños con el FAS, 1 de cada 100 en el Norte de Francia y 1 de cada 600 en Suecia. Tomando en consideración en estos datos que los métodos de inclusión de casos pueden variar acorde con el criterio utilizado en cada reporte (7).
Se estima que entre el 30 y el 60% de los niños que requieren educación especial han sido afectados de una u otra manera por el alcohol (8). El Journal of the American Medical Association (JAMA) reportaba desde 1991 que el FAS era la principal causa conocida de retraso mental (9).
En Alemania se hizo un seguimiento por 10 años a 60 niños con FAS (10). El resultado de este estudio mostró que las características malformaciones craneofaciales disminuyen con el tiempo, pero la microcefalia persiste y es de hecho una de las mayores secuelas de la exposición severa del feto al alcohol, conjuntamente con el retraso mental persistente. También persisten, en menor grado, la corta estatura y el bajo peso (en los varones pues en las hembras el peso se normaliza en la adolescencia).
Lo más significativo del estudio antes citado es el reconocimiento de que el efecto nocivo del alcohol sobre el feto y el desarrollo mental de estos niños persiste por muchos años, así como que la modificación positiva de las condiciones ambientales produjo poca mejoría en la inteligencia de los mismos, por lo que la exposición del cerebro del feto al alcohol produce efectos teratogénicos que llevan a una disfunción del Sistema Nervioso Central a largo plazo (8, 11).
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