César A. Barrantes A.; Luisa Bethencourt G. (1982), tercer capítulo del texto, La Galería de Arte Nacional. Una experiencia de planificación estratégica, Consejo Nacional de la Cultura, Galería de Arte Nacional (GAN), Caracas.
Partiendo de las características estructurales del movimiento político-cultural y las condiciones específicas conjugadas para la creación de la GAN, no podemos definirla como "sistema abierto", "caja negra" ni mucho menos, "sistema cerrado" autopoiético.
Vemos al Proyecto GAN como la constitución de una singular cristalización de fuerzas político-culturales y prácticas discursiva inscritas en la multiplicidad de relaciones desiguales, y por lo tanto, en tensión constante, de poder inmanentes al dominio de la "arena política"[17] de la Administración Pública Venezolana.
Los estados de poder[18] inestables contraídos por su medio por las fuerzas impulsoras del Proyecto, determinaron que las elecciones intencionales que organizaron los sentidos con los que se elaboró su discurso, permitieran articular a su favor las condiciones objetivas y subjetivas de una concertación con los sectores burocráticos y estamentales, y "clavar su bandera" en el espacio institucional que se materializó en lo que denominamos el museo sin paredes sea la GAN.
Ahora bien, no obstante haberlo ganado en la lucha política, lo cual da cuenta del no – monolitismo del aparato burocrático público, dicho espacio no es campo magnético que la aísla e inmuniza contra las "malas influencias". Al contrario, en su seno juegan diferencialmente la presencia y ausencia reales o simbólicas de una multiplicidad de determinaciones y condicionamientos de muy diverso signo, orden y complejidad; éstos introducen una pluralidad de mediaciones, mediatizaciones, desplazamientos y condensaciones al interior mismo de los radios de operaciones en y a través de los cuales se expresa lo específicamente interno del Proyecto – GAN, la policromía de sus relaciones con el cuerpo social e institucional y los actores sociales que expresan proyectos diferentes, antagónicos o no.
Estos reconstruyen, más o menos consciente o más o menos inconsciente, esa realidad relacional, objetiva a sus aspiraciones, necesidades, valoraciones y posiciones, y plantean objetivos y funciones diferencial, generalmente opaca, que intentan articular la lógica del Proyecto a otros discursos que luchan por su hegemonía en el campo de la producción cultural.
La lucha intraburocrática es el modo en que operan los aparatos estatales públicos y privados. Ante ella la GAN elabora respuestas concretas, la endogeniza, procesa y rearticula estratégicamente, en tanto y en cuanto afecta su propia autonomía relativa y la viabilidad de sus relaciones internas y externas.
Lo anterior no autoriza a argumentar que la GAN está compuesta por dos estructuras, la "formal" correspondiente a la burocracia y, la "informal" a las instancias de mediación colectiva -que conviven y se comunican más o menos fluidamente. Esta no es una organización dual en cuyo caso se tendría como tarea prioritaria ensamblar exterioridades que existen independientes una de la otra, y, aunque tenga algún sentido afirmarlo, la "organización informal" no surgió dentro de la "formal" gracias a las condiciones naturales que esta le ofreció; tampoco a su costa hasta alcanzar cuerpo propio en virtud de los cual se le concede un salvoconducto institucional más no la legitimación ciudadana.
Esta vía es reduccionista y mitificadota. No nos permite visualizar lo específicamente original en la constitución connotativa de los significados a que se refieren los términos formal e informal dentro del universo vocabular de la GAN. En este sentido, lo formal viene siendo desformalizado y lo informal formalizado de tal manera que estos desplazamientos convergen en la sustitución de unos contenidos por otros; ello no significa la exclusión victoriosa de lo formal por lo informal, sino la redimensionalización de sus funciones diferenciales. Ambas desaparecen como estructuras y se articulan como elementos de poder-hacer del conjunto vital de la comunidad laboral.
En otras palabras, si bien es cierto, las reglas del juego institucional determinaron la configuración formal de la estructura jerárquico-administrativa que define la GAN como entidad pública dependiente del CONAC, ella responde por su autonomía relativa a través de una administración delegada.
Administración delegada tiene, dentro de los términos de la "arena política", el carácter de un convenio de no-intervención en los asuntos internos de la GAN. Ello le ha permitido a ésta utilizar discretamente el andamiaje burocrático, mediatizar la lógica de dominación de la racionalidad tecnocrática y avanzar, en armonía con los postulados y principios endógenos del Proyecto mismo, hacia la conformación de una estructura organizacional que, lejos de generar comportamientos acomodaticios, fuera funcional al cumplimiento de sus objetivos, la creatividad, compromiso existencial, espíritu de servicio y solidaridad en la convivencia humana del equipo de trabajo que le da vida.
La estructura de poder de la GAN está sustentada, no en el principio implacable del poder monolítico tecnocrático y autoritario que reduce y automatiza el proceso de trabajo, separa al productor de su producto y esquizofreniza la personalidad humana. Al contrario, está fundada firmemente en los procesos decisionales de un sujeto colectivo que ejercita voluntariamente la colaboración solitaria y practica cotidianamente su voluntad de poder.
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