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Articulación Sacroilíaca y sus trastornos

Enviado por superlu


    Articulación Sacroilíaca y sus trastornos

    1. Espondilitis Anquilosante
    2. Brucelosis
    3. Programa de rehabilitación
    4. Complicaciones
    5. Bibliografía

    La articulación entre el hueso sacro y los dos huesos ilíacos se conoce con el nombre de Articulación Sacroilíaca, que supone la unión de la pelvis con la columna vertebral. Está rodeada por ligamentos muy potentes que pueden lesionarse después de sufrir traumatismos graves.

    Los trastornos más frecuentes son los episodios inflamatorios denominados sacroileítis que puede deberse a infecciones (brucelosis) o aparecer en el curso de otras enfermedades sistemáticas (espondilitis anquilosante). También se producen luxaciones y subluxaciones por golpes o traumatismos muy graves, como los debidos a accidentes con motos o caídas de gran altura, acompañadas en ocasiones de fracturas de otros huesos de la pelvis y cadera.

    La espondilitis anquilosante es una afección inflamatoria progresiva de la columna vertebral de origen desconocido, que causa rigidez en la espalda y a veces en las principales articulaciones de los miembros. Suele aparecer en personas jóvenes, entre los 16 y los 25 años. Se inicia en las articulaciones sacroilíacas, en la base de la columna, y suele progresar hacia arriba, afectando en ocasiones también a las caderas, los hombros o el cuello. En muchos casos, la deformidad de la espalda se mantiene una vez que la enfermedad ha dejado de progresar.

    Los primeros síntomas son dolor en la parte baja de la espalda y rigidez creciente; posteriormente, el dolor se extiende hacia arriba, lo que puede reducir los movimientos del pecho. Es frecuente que el dolor se extienda también hacia abajo, a una o a ambas piernas. A veces las rodillas o las caderas también resultan afectadas.

    Aunque la causa de la enfermedad sigue sin ser identificada, se cree que existe una predisposición genética a contraer la enfermedad. La incidencia es mayor en poblaciones portadoras del antígeno leucocitario humano HLA-B27, que está presente casi en un 90% de los casos. Ese antígeno se encuentra en la superficie de los glóbulos blancos o leucocitos y pertenece a una serie de antígenos heredados de los padres. Está asociado con la susceptibilidad a ciertas enfermedades, como algunas autoinmunes.

    Esta afección suele dejar de progresar al cabo de 10 o 15 años, dejando tras de sí diversos niveles de rigidez permanente, debida al crecimiento óseo (osificación) o a la fusión de las articulaciones, que pueden causar deformidad en la espalda. El progreso de la enfermedad puede controlarse mediante anti-inflamatorios, rehabilitación intensiva y radioterapia, aunque ese último recurso conlleva un riesgo de leucemia. En casos de deformidad grave en la espalda, se pueden realizar intervenciones para eliminar parte del hueso y así mejorar la postura y aliviar los síntomas.

    La Brucelosis, también denominada fiebre ondulante, es una enfermedad infecciosa causada por varias especies de bacterias del género Brucella, transmitida a los seres humanos por animales como las vacas, cerdos y cabras. La enfermedad se adquiere por contacto con animales infectados o al ingerir su leche. Puede presentarse en forma aguda o crónica. La forma aguda se caracteriza por debilidad, escalofríos, fiebre nocturna elevada, y con frecuencia produce alteraciones del sistema nervioso central, dolores articulares y aborto espontáneo. Mientras que la brucelosis crónica es difícil de diagnosticar, porque los síntomas son imprecisos y muy variables. Sin embargo, en casi todos los casos aparece fiebre remitente y alteraciones del sistema nervioso central.

    Sacroileítis

    Sacroileítis es la inflamación de la articulación sacroilíaca. Esta enfermedad se puede manifestar de diferentes maneras. En general, el paciente padece repentinos ataques de fiebre, pérdida de peso, dolores y una disminución en la extensión de los movimientos.

    Las condiciones que causan sacroileítis pueden ser lesiones, el embarazo, infecciones de la piel, osteomielitis, infección del sistema urinario, endocarditis o consumo de drogas.

    En los examenes médicos, esta enfermedad suele ser confundida con apendicitis, hernia de disco, ciática, pielonefritis, un absceso de psoas. La sacroíleítis en estado semiagudo es difícil de diagnosticar y el retraso en el diagnóstico y tratamiento adecuado pueden conducir a un aumento en la destrucción de la articulación, una potencial ruptura y formación de abscesos.

    Para un diagnóstico exacto y rápido de la enfermedad es esencial análisis de laboratorio clínicos y físicos. En muchos casos a través de un análisis de sangre se diagnostica la dolencia. La excepción a esta regla son las personas que consumen drogas intravenosas ya que generalmente se automedican con antibióticos que alteran el resultado de los análisis. Muchas veces se requiere de una biopsia y un cultivo para establecer el diagnosis e identificar el agente infeccioso.

    Programa de rehabilitación

    • Terapia Física

    La Terapia física se concentra en el control del dolor durante la etapa aguda. Modalidades tales como ultrasonido, calor superficial o profundo y tratamientos superficiales con frío reducen el dolor. También se aconsejan los masajes en la zona dolorida, los cuales deben repetirse al menos tres veces por semana.

    • Problemas Médicos de la Terapia Física

    Los pacientes con infecciones en la articulación pueden presentar dificultades ante la terapia física e incrementar el nivel de sus dolores.

    • Intervención Quirúrgica

    Las intervenciones quirúrgicas sólo se llevan a cabo en paciente son un recalcitrante e insoportable dolor. Tales cirugías se han realizado en pocos casos con escasos resultados potencialmente favorables.

    • Ejercicio Físico

    La realización de ejercicios físicos debe evitarse hasta que el médico prescriba lo contrario. Si bien el paciente debe guardar reposo y evitar estiramientos y lesiones de la articulación, puede realizar ejercicios de rehabilitación a cargo de un quinesiólogo o bien practicar natación, bajo la supervisión de un profesional especializado en el tema.

    • Medicamentos

    Para calmar los dolores, principalmente durante la noche cuando estos se vuelven insoportables, se recetan anti-inflamatorios (Diclofenac).

    • Inyecciones o Infiltraciones

    Para los dolores, se realizan infiltraciones con seguimiento fluoroscópico, que están constituidas por una mezcla de analgésicos y esteroides. En cambio, una infiltración a ciegas calma temporalmente el dolor ya que la aguja raramente penetra la articulación.

    Complicaciones

    Las complicaciones surgen al pasar por alto el dolor, provocando un daño irremediable en la articulación, que en el futuro provoca graves problemas como una fractura completa de la misma.

    Otras complicaciones aparecen en deportistas quienes no se han recuperado totalmente. La falta de equilibrio o desproporción muscular puede persistir exponiéndolos al riesgo de volver a lesionarse, de lesionar otra estructura o bien que el dolor se vuelva crónico. Asimismo permanecer inactivos durante mucho tiempo los conduce a un deterioro general del organismo.

    Por estas razones, es necesario identificar la afección rápido, para una pronta rehabilitación y, de este modo, reducir los riesgos de sufrir complicaciones.

    Bibliografía

    Superlu