3. El Nuevo Mandamiento O La Constitución De Un Pueblo De Sacerdotes Del Dios Altísimo
En este artículo, quiero hacerte llegar el sentido espiritual de la palabra sacerdote. En esta palabra se aúnan el sentimiento de servicio a Dios y a la Iglesia. Cristo, con su venida, abre el camino para que su pueblo sea un pueblo de sacerdotes y pueda, cualquiera que haga presente la palabra de Dios en su vida, ejercer un sacerdocio santo, libre de instituciones humanas y en comunión directa con Dios.
Espero que nuestro Señor te ayude a ver el verdadero sentido y comprendas la importancia de vivir esta vida en comunión y respeto a la palabra de Dios.
Que el Señor te guíe.
Las palabras sacerdote y sacrificio están relacionadas, de tal manera, que no podemos definir una de ellas sin referirnos a la otra. El sacerdote es la persona que efectúa un sacrificio; y sacrificio, es toda ofrenda a Dios para expiación del pecado.
Antes que el hombre pecara no existía sacerdocio ni sacrificio, ya que Adán y Eva tenían una relación directa y personal con Dios, y no necesitaban ningún mediador. Sin embargo, al cometer el pecado original, la humanidad se da cuenta de que la consecuencia del pecado, o desobediencia al Creador, es la muerte. Este juicio de Dios, o muerte del pecador, solo puede ser revocado sustituyendo el sujeto que va a morir, pecador, por otro, inocente, que se sacrifica, muere, en su lugar.
El término sacrificio es, por tanto, utilizado como sinónimo de dar muerte. Sacerdote es la persona que sacrifica, da muerte, a una víctima inocente, para comprar a Dios el decreto por el que un pecador es condenado a muerte. Pero, ¿quién tiene autoridad para realizar este sacerdocio?. No la tuvo Adán, el primer hombre, puesto que es expulsado del paraíso y de la presencia de Dios y ningún condenado a muerte puede ejercer de intermediario entre el reo, el mismo, y el Juez, Dios.
La humanidad habría desaparecido en ese instante, si Dios hubiera ejecutado totalmente la pena de muerte a Adán y Eva, puesto que al morir no habrían tenido descendencia.
El pecado había roto la conexión entre el hombre y el Creador, y había introducido la muerte en el mundo. Muerte entendida en su doble vertiente: física y espiritual. Física, ya que Dios dice a Adán: "con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo volverás" (Génesis 3.19). Por lo tanto, Dios aplaza la muerte física de Adán y Eva unos años, para que tengan descendientes y continúe la vida en la tierra. Espiritual, ya que el árbol de la vida, el que da la vida para siempre, por la eternidad, queda en el paraíso, fuera del alcance del hombre: "echó pues, fuera al hombre, y puso querubines al oriente del huerto de Edén, y una espada encendida que se revolvía por todos lados para guardar el camino del árbol de la vida." (Génesis 3.24). "Luego dijo Jehová Dios: el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, conocedor del bien y el mal; ahora, pues, no alargue su mano, tome también del árbol de la vida, coma y viva para siempre" (Génesis 3.22).
¿Cómo resuelve Dios este problema?. Tiene que encontrar un sacerdote y una víctima para poder condonar la pena impuesta a Adán, Eva y todos sus descendientes, la humanidad, que a partir de entonces habitan fuera del paraíso, en un mundo errado, en pecado. ¿Hay algún hombre que pueda oficiar como víctima?. Ninguno, puesto que al no poder comer del árbol de la vida, están muertos espiritualmente y contaminados de pecado.
¿Puede ejercer algún hombre como sacerdote y mediador entre Dios y los hombres ejecutando a una víctima inocente?. No, ya que no hay ningún hombre que tenga relación directa con Dios. Por tanto, a Dios solo le queda una opción: ofrecerse voluntariamente Él como víctima para el perdón de nuestros pecados. Ser Él el Sacerdote y el Sacrificio.
Dios promete a la humanidad una esperanza; un Sacerdote que se sacrificará a si mismo para abrirnos las puertas del paraíso y que entremos a comer del árbol de la vida, obteniendo así la salvación eterna. Un enviado de Dios que es el mismo Dios, Jesucristo.
Así lo anuncia un ángel del Señor a José, cuando le dice: "José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados……. y le pondrás por nombre Emanuel que significa: Dios con nosotros" (Mateo 1.20-23).
El Antiguo Testamento es la promesa de la Salvación y el Nuevo Testamento, la realización y cumplimiento de la palabra de Dios. En el Antiguo Testamento había sacerdotes, constituidos según la Ley levítica como señal de la salvación que había de llegar, pero que quedan destituidos con la llegada del Mesías: "porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes" (Hebreos 7.21), "queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia" (Hebreos 7.18), "pues cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de Ley" (Hebreos 7.12), "y esto es aún más evidente si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no constituido conforme a la Ley meramente humana, sino según el poder de una vida indestructible, pues se da testimonio de Él: tu eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec" (Hebreos 7.25).
En este texto de la carta a los hebreos, si leemos con atención todo el capítulo 7, el apóstol nos describe varios tipos de sacerdocio:
- Sacerdocio levítico: según la Ley son los sacerdotes litúrgicos que hacen de intermediarios entre el pueblo y Dios. Su sacerdocio queda invalidado con la llegada de Cristo.
- Sacerdocio Según el orden de Melquisedec: 2000 años antes de la venida de Cristo a la tierra, Abraham encontró a Melquisedec, hombre sin genealogía, Rey de Paz y Sacerdote del Dios altísimo: "Entonces Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios Altísimo, y le bendijo diciendo: ¡Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de cielos y tierra, y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos! Y diole Abram el diezmo de todo" (Génesis 14.18-20).
En la carta a los hebreos se nos explica quién es Melquisedec: "Melquisedec significa primeramente Rey de Justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de Paz. Nada de sabe de su padre ni de su madre ni de sus antepasados; ni tampoco del principio y fin de su vida. Y así, a semejanza del hijo de Dios permanece sacerdote para siempre….. aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos (los hijos de Leví, sacerdotes del Antiguo Testamento) tomó de Abraham, los diezmos y bendijo al que tenía las promesas. Y, sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor. Y aquí ciertamente reciben los diezmos los hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive." (Hebreos 7.2-8). Melquisedec, por tanto, es el Hijo de Dios, es decir, Jesucristo, a quien Abraham recibe como Sacerdote y de quien toma la salvación, en forma de pan y vino, por fe, 2000 años antes de que se hiciera realidad a través de la entrega de Jesucristo en la cruz. Por lo tanto el Sacerdocio que vemos en Melquisedec, es el mismo Sacerdocio eterno de Cristo. Abraham no tiene como sacerdote a un hombre, sino a Dios y él mismo es hecho sacerdote por Dios igual que nosotros somos hechos sacerdotes por Cristo.
Existe otra simbología importante a la hora de ver y entender este nuevo sacerdocio que rompe con el antiguo sentido sacerdotal levítico; el Velo. Como habrás leído en muchas ocasiones el velo del templo se rasgó en dos cuando murió Cristo en la cruz: "entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo" (Marcos 15.38). ¿Qué significado tiene este velo?, ¿para qué servía?, ¿por qué lo rasgó Dios en el momento de la muerte de su Hijo?. El velo en el Antiguo Testamento, servía para separar la parte del Templo o del tabernáculo (antes de que se construyera el templo en Jerusalén), en la que podían estar todos los israelitas, de la parte santísima, santuario de Jehová, a la que sólo podían acceder los sacerdotes descendientes de la tribu de Leví. "Puso también el altar de oro en el tabernáculo del testimonio, delante del velo" (Éxodo 40.26), "Y pondrás en él el arca del testimonio, y la cubrirás con el velo" (Éxodo 40.3), "Y la cámara que mira hacia el norte es de los sacerdotes que tienen la guarda del altar: estos son los hijos de Sadoc, los cuales son llamados de los hijos de Leví al Señor, para ministrarle" (Ezequiel 40.46), "Y díjome: Las cámaras del norte y las del mediodía, que están delante de la lonja, son cámaras santas, en las cuales los sacerdotes que se acercan á Jehová comerán las santas ofrendas: allí pondrán las ofrendas santas, y el presente, y la expiación, y el sacrificio por el pecado: porque el lugar es santo" (Ezequiel 42.13), "… Allí estará el santuario y el lugar santísimo. Lo consagrado de esta tierra será para los sacerdotes, ministros del santuario, que se acercan para ministrar a Jehová. Y servirá de lugar para sus casas y como recinto sagrado del santuario" (Ezequiel 45.4-5).
Cristo rompe el Velo para que todo el pueblo pueda ver lo que hay en el lugar santísimo y ya no haya personas que tengan más derecho a estar en la presencia de Dios que otras: "Así que, hermanos tenemos libertad para entrar en el Lugar santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que Él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne" (Hebreos 10.19-20). Todo el que se convierte a Dios puede entrar en el lugar santísimo como cualquier sacerdote, ya que Cristo ha roto ese velo que impedía el paso a los que no lo fueran según la Ley. Pero ya hemos leído antes que ese sacerdocio queda invalidado, por lo tanto todo aquel que se entrega a Él, por fe y creencia en que Él es Dios y que con la entrega de su vida por nosotros alcanzaremos la salvación, es decir, la vida eterna, éste es sacerdote. "Acercándoos a Él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, pero para Dios escogida y preciosa, vosotros también como piedras vivas ser edificadas como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo." (1ª carta de Pedro 2.4-5), "pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncies las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable." (1ª carta de Pedro 2.9).
Por tanto, si una persona, que hace lo que nos pide el Señor, es sacerdote, ¿para qué va a querer intermediarios entre Dios y él si ya tenemos un sacerdote que es Cristo, sacerdote eterno, Rey de Paz, igual que lo tenía Abraham con Melquisedec? "también tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios. Acerquémonos, pues, con corazón sincero, en plena certidumbre de Fe, purificados los corazones de mala conciencia y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza porque fiel es el que prometió" (Hebreos 10.22-23). Ya nos dijo Jesucristo: " Y aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará" (Juan 16.23).
La misión de un Sacerdote de Dios es hacer que otros se conviertan a Él, pero en el momento en que esas personas ya han recibido el Espíritu de Dios debe dejarlas libres, respetándolas como sacerdotes de Él, pues el Evangelio, es decir, su palabra y sabiduría se recibe por revelación de Él: "pero os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mi no es invención humana, pues yo no lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno sino por revelación de Jesucristo" (Gálatas 1.11-12), "y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones y os confirme en toda buena palabra y obra" (2ª a los Tesalonicenses 2.16-17).
Nos unimos en la oración de Juan clamando: "al que nos ama, nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre, a Él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amen" (Apocalipsis 1.5-6).
3. El Nuevo Mandamiento O La Constitución De Un Pueblo De Sacerdotes Del Dios Altísimo
Como hemos visto el Sumo Sacerdote es Cristo, quien destituye a los sacerdotes litúrgicos o de la Ley. Sin embargo, el Señor no quiere ser el único Sacerdote del Padre. Al igual que comparte su herencia, su Reino, con nosotros "Entonces el Rey dirá a los de su derecha: venid, bendito de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo" (Mateo 25.34), así también, nos constituye Sacerdotes del Dios Altísimo "y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios" (Apocalipsis 1.6).
Ya sabemos que el sacrificio de ofrecer su vida, muriendo en la cruz, para expiación de nuestros pecados, es un sacrificio único, por una sola vez, pero válido por toda la eternidad, realizado por nuestro Señor Jesucristo. Nadie podría, aunque quisiera, realizar este sacrificio excepto Él, el único que no tenía pecado, y es víctima pura e inocente, como ya vimos en el capítulo anteriormente citado.
Sin embargo, el Señor nos anima a ofrecer nuestra vida por los demás: "Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros." (Juan 13.34).
Y ¿quiénes son los amigos por los que hemos de dar, ofrecer, sacrificar, nuestra vida?. En primer lugar, mi amigo, mi mejor amigo es, y debe ser, el Señor. Todo aquel que sea amigo de mi Señor, es también amigo mío. ¿Quién es amigo de mi Señor? "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando" (Juan 15.13-14).
Por tanto, si el Señor manda que ofrezcamos nuestra vida por nuestros amigos, nuestros amigos son los suyos, y los suyos son los que obedecen y ofrecen a su vez su vida por sus amigos; en realidad, el Señor, con este mandamiento, está constituyéndonos Sacerdotes, ya que sólo un sacerdotes puede ofrecer sacrificios.
Este sacrificio que ofrecemos por el señor o por sus amigos, los nuestros, que también son sacerdotes, no lo hacemos para expiación de pecados, ya que está claro que ese sacrificio ya lo hizo Jesucristo; entonces, si nosotros y nuestros amigos ya hemos sido salvos por el sacrificio de Jesucristo, ¿por qué hemos sido ordenados sacerdotes por el Señor y revestidos de autoridad para ofrecer sacrificios? ¿qué tipo de sacrificio es el que vamos a ofrecer?
En todas las escrituras, desde el Génesis al Apocalipsis, se observa que el hombre de Dios es Sacerdote. Abel ofrecía ovejas a Jehová, al igual que Abraham, Jacob, David y todos los que constituyeron en el Antiguo Testamento el pueblo de Dios. Sin embargo, estos sacrificios que simbolizan la muerte de Cristo (el Cordero) son derogados por Cristo, quien con su mandamiento instaura una nueva estirpe de Sacerdotes: los que sacrifican su propia vida por amor a Dios.
Los primeros cristianos realizaron este sacrificio también en sentido físico: cruz, lapidación o fieras, fueron algunos de los tormentos soportados con entereza para defender el evangelio y sacrificar su vida mortal por el Señor y los amigos de Éste, entre los que está todo el que le obedece.
Sin embargo, el sentido de este nuevo sacrificio es, sustancialmente, espiritual. La Biblia nos dice que la vida es el alma. "El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará. Ahora mi alma está turbada. Y ¿qué voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto!" (Juan 12.25-27), así lo dice el propio Señor cuando anunciaba que iba a entregar su vida (alma) por nosotros.
Cuando Dios creó al hombre "sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente" (Génesis 2.7). Ese aliente de vida es espiritual, ya que antes había creado el resto de los seres vivos, el reino vegetal y animal, sin insuflarles ese alma, que hace al hombre un ser eminentemente espiritual, a imagen y semejanza de Dios.
Es nuestra vida espiritual, o alma, la que Jesús nos ordena por medio de este mandamiento nuevo ofrecer en sacrificio pacífico al Padre. Es el único mandamiento que Jesús nos da en todo el Nuevo Testamento. Los demás mandamientos ya fueron legislados por Dios Padre, en el Antiguo, recuerda si no que todo el Levítico está formado por leyes dadas por Jehová al pueblo de Israel y que los 10 mandamientos a los que Jesús se refiere en los evangelios ya aparecen en Deuteronomio capítulo 5.
Este nuevo mandamientos no podía ser constituido mientras que los antiguos no fueran cumplidos y este cumplimiento sólo se realiza en la persona de Jesucristo. Una vez que Cristo cumple por nosotros la ley nos da una Nueva Ley que sólo puede obedecer la persona que tenga esa alma espiritual purificada por la sangre de Cristo "Después les dijo: Estas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí. Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día" (Lucas 24.44-46) y fortalecida por el Espíritu Santo que Dios envía a sus amigos "Mirad, y voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto" (Lucas 24.49)
Por lo tanto mientras que una persona no recibe el Espíritu Santo en ella no puede cumplir el único mandamiento de Jesús. Sin embargo, todo el que cree en Cristo debe aspirar a recibir su Espíritu y ser constituido por el poder de lo alto Sacerdote de Dios, ya que Dios mora en él.
Te invito, querido lector a reflexionar en este mandamiento que no lleva ya, como los anteriores, los de la antigua Ley, amenaza de castigo o premio. Es un mandamiento para los que ya tienen el premio, el Espíritu Santo morando en ellos y la certeza de que son salvos por la Sangre de Cristo.
Cuando una persona, totalmente libre en Él, sabe que no depende de institución humana religiosa cualquiera, ni siquiera si el Espíritu lo recibió dentro de alguna, y que tiene una relación directa con Dios puede y debe, como amigo e hijo de Dios, cumplir este mandamiento.
¿Cómo lo hace? Ya hemos dicho que la esencia es espiritual. Cada día, el cristiano, al despertar, ofrece su alma, su vida espiritual, a Dios, por una persona determinada sabiendo que el Espíritu que mora en él llevará este sacrificio antes el centro del altar de Dios, que es el corazón del Padre y donde el Fuego Purificador del Espíritu hará acepto este holocausto a Dios mismo.
Con este sacrificio hacemos que el corazón del Padre se abra derramando sus bendiciones a esa persona mientras que nosotros nos llevamos una parte pequeña de la carga espiritual de ella, haciendo en nosotros presente la palabra de Dios: "llevad unos las cargas de los otros" (Gálatas 6.2). Sin embargo, sabemos que aunque con este sacrificio renunciamos a las bendiciones de Dios para dárselas a otro, pero Nuestro Señor cada día pone cada día su Alma por nosotros, con lo cual, también nosotros, cada día, recibimos la bendición del Padre, gracias a su Amado Hijo.
No pienses que esto es un rito. Cada día al unirte espiritualmente a una persona sacrificando tu alma por ella, sufrirás parte de cargas físicas o espirituales que ella tenga, librándola para que pueda recibir mejor los dones de Dios.
Voy a tratar de explicarlo mejor poniendo un ejemplo: si tu pones tu vida por una persona que está nerviosa, lo más probable es que ese día tu estés muy nervioso. Por esto es importante asegurarse de que la persona por la que se pone la vida es un cristiano como tú. Solamente te recomiendo poner la vida por alguien que no tenga el Espíritu de Dios si lo haces, precisamente para que los reciba. Pero debes saber que toda su suciedad te la llevas tú y debes estar muy fuerte para soportar esa carga y orarle al Señor para que te ayude a llevarla y te limpie y descargue pronto. Con esto quiero explicarte que este sacrificio es muy importante y debe realizarse siempre con pleno conocimiento de la responsabilidad que adquirimos al hacerlo.
También podemos ofrecer nuestra vida por nuestro Señor. En este caso intentemos ayudarle descargándole un poquito del peso horrible que Él soporta por todos nuestros males. Un día me dijo un cristiano que el día que haya tantos cristianos ofreciendo su vida por el Señor como para poder llevar entre todos su carga, que es la nuestra, ese día vendría nuestro Señor a la tierra y con Él su Reino y su Resurrección.
Quiero acabar invitándote, querido lector, a que te unas a este pueblo libre, de Sacerdotes del Señor, a este Sacerdocio Santo, guiado por el Espíritu a toda verdad.
Que el Señor te guíe en este maravillosa obra que muchos profetas y reyes quisieron ver y que Dios nos la ha dado a los humildes para gloria suya.
Gloria al Dios vivo, Rey de Reyes, Señor de señores y Sacerdote para siempre.
El grupo donde me gustaría que fuera publicado es el de Religión. Como palabras clave, aunque las he incluido en el artículo, por si las requieren aparte son: cristo biblia amor sacerdocio sacerdote libertad.
Autor:
Francisco Morillo-Velarde verdad[arroba]wanadoo.es (Español)http://true.run.to (Inglés)