Dos caras de una moneda: fluidez y materialidad en los cuerpos posmodernos
Enviado por Ps. Roberto Balaguer Prestes
- Introducción
- Deportes extremos, deportes límites
- Deportes extremos, patologías psicosomáticas y virtualidad
- ¿Cuánto tiempo se puede sostener la multipresencia y cuál es el costo psíquico de tal fantasía/realidad?
- La vuelta al cuerpo
- Deportes extremos, deportes límites
- Bibliografía
"Por lo general, los gimnasios son máquinas expendedoras de esteroides y cocaína. Es raro encontrar una rata de gimnasio – masculina o femenina – y no descubrir enseguida a alguien con evidentes dificultades emocionales".
Coupland, 1999: 223
Resumen
El presente trabajo aborda la cuestión del cuerpo en la denominada modernidad líquida, las vivencias de multipresencia favorecidas por las nuevas tecnologías y las formas de conciliar esto con la vida material y la unicidad del cuerpo. Cómo se maneja el cuerpo en estos nuevos contextos electrónicos, qué fantasías promueve y cuáles son los costos de la conexión son elementos que se trabajan a punto de partida de algunas cuestiones como ser las patologías psicosomáticas, el piercing, los tatuajes y los deportes llamados extremos.
A través de varias de estas cuestiones vemos un sujeto que debe manejarse en dos mundos, uno material y uno fluido, de conexión, de fusión. La vuelta al cuerpo es sentida muchas veces como una pérdida no acorde con los parámetros de multipresencia e hiperconexión, lo que genera lo que hemos denominado vivencia de "hipocuerpo".
Los límites sólidos de los cuerpos han dejado paso en la modernidad líquida a cuerpos también líquidos, disueltos, que deben ser atravesados por piercings para existir, apelar a los deportes extremos para volver a sentir esos bordes perdidos, enfermar o alcanzar límites musculares que los tornen fuertes, tonificados, sólidos, existentes.
Introducción
Los cuerpos de esta era están expuestos a vivencias de multipresencia a través de las redes. La radio, un invento a esta altura ya muy viejo, genera la ilusión de una doble presencia. El radioescucha puede desempeñar sus tareas cotidianas mientras comparte su atención y su cuerpo. Si bien está presente aquí, en algún sentido también está allá en el éter y en el estudio de la emisora.
La televisión ejerce una fuerza aun más fuerte que la de la radio. Frente a la televisión el cuerpo se abandona, se niega en parte y se traslada imaginariamente con la cámara a los distintos lugares donde se desarrolla la acción. Con la computadora y las redes sucede algo similar. El sujeto se funde con el objeto, desaparece, se disuelve como en la Matrix. Esa doble o múltiple presencia, según el caso, presenta algunas complicaciones cuando el cuerpo material reclama estar solamente aquí.
Las necesidades del cuerpo son sentidas como intrusismos que desarticulan la relación inmersiva con la red. Ese estado de fusión con el objeto que provee una ilusión de simultánea presencia aquí; sentado; y allá en la escena observada, es un estado del cual es difícil salir. Por eso, el "volver al cuerpo" es sentido por las personas como una limitación a sus posibilidades de licuidificación y multipresencia a través de las redes. Volver, desconectarse es molesto, obliga a recordar la existencia de un cuerpo limitado.
Paralelamente a la descorporeización en las redes, otro cuerpo ha quedado en foco: el cuerpo fragmentado, disperso, ubicable en una proliferación de patologías psicosomáticas que lo hacen estallar en pedazos en sus funciones.
Hemos propuesto la noción de "hipocuerpo" como una vivencia actual favorecida por el contexto sociocultural y lo hemos relacionado con la práctica de los deportes extremos de moda, las patologías psicosomáticas, el piercing y los tatuajes.
La noción de hipocuerpo se relaciona con un devenir del cuerpo en la actualidad. Sólo tiene razón de ser en la medida que las nuevas tecnologías proveen a los actores sociales de herramientas que inducen a la multipresencia y a la descorporeización.
El cuerpo denuncia a través de sus requerimientos dos cuestiones: su presencia y la importancia del aquí, rompiendo la fantasía del poder morar en múltiples lugares simultáneamente.
La molestia que esto conlleva, la irritación frente al corte de la ilusión mueve angustias narcisistas. La omnipotencia anclada en la posibilidad de poder trascender el espacio físico, se ve desnudada por los requerimientos del aquí y se re-descubre, con malestar, la unicidad del cuerpo en su materialidad.
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