La educación se conforma en el proceso social, del cual recibe una influencia, a la vez que tiene como tarea contribuir significativamente a la transformación de la sociedad, a partir del desarrollo de las capacidades del individuo y su formación como "ente activo, crítico, responsable, independiente y comprometido con la construcción de una sociedad mejor" (Martín, 2003).
Esta misión se hace particularmente importante en las instituciones de educación superior, las cuales, a través de sus funciones fundamentales: formación, investigación y extensión han de cumplirla sobre la base de políticas sociales, cuando menos humanistas, que se dirijan a la construcción de una sociedad en la que la equidad y la justicia social sean algo más que retórica.
En el mundo unipolar y globalizado de hoy, prácticamente la única oportunidad de los países en vías de desarrollo de enfrentar la competitividad en el gran mercado mundial, es la formación de recursos humanos de alta calificación y profesionalidad, capaces de contribuir al desarrollo económico de su país y de otros. El cumplimiento de este objetivo se hace muy difícil en las actuales circunstancias, en las cuales el conocimiento y las tecnologías se privatizan y comercializan cada vez más. (Núñez, s/f)
Las universidades cubanas y, en particular, la Universidad de La Habana han logrado en su claustro una fuerte cultura científica, con aportes significativos a la producción científica del país.
La investigación universitaria constituye una fuente permanente de superación de sus profesores, promueve la actualización y novedad científica de las disciplinas que se imparten, estimula el desarrollo de la creatividad, aporta al desarrollo de la sociedad y de la localidad donde se encuentran sus instituciones y constituye un espacio para el debate crítico en la esfera del conocimiento, en la que masividad, calidad y pertinencia de la universidad, por ejemplo, son temas que siguen suscitando indudable interés. (Romillo, A, 2006)
Hoy día, la tercera revolución científico-técnica ha invadido con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) prácticamente todas las esferas de la vida humana. Las introducción de las TIC – aquellas herramientas computacionales e informáticas que procesan, almacenan, sintetizan, recuperan y presentan información expuesta de la más variada forma –ha permeado prácticamente todas las esferas de la vida social y ha significado cambios en la producción y su organización y en el consumo, a la vez que ha generado nuevos servicios como el comercio electrónico o la administración pública electrónica. Particular importancia tiene el hecho de que las TIC han generado nuevos modelos de intercambio y producción colectiva de conocimientos. (Conferencia de las Naciones Unidas sobre comercio y desarrollo 2007 – 2008)
En el informe sobre la Economía de la información de la Conferencia de las Naciones Unidas 2007 – 2008 se han propuesto diferentes iniciativas para lograr una transferencia más eficaz de las tecnologías a los países en desarrollo, como: aumentar la flexibilidad de los derechos de la propiedad intelectual (DPI), crear los sistemas de acceso libre, los acuerdos internacionales de asociación para generar y compartir información y la intención de potenciar el desarrollo de capital humano, la infraestructura y las instituciones en los países menos desarrollados que aumenten la capacidad de los mismos para absorber y generar conocimientos científicos y técnicos, lo cual parece una buena intención, lejana aún de la realidad de nuestros países.
En estas circunstancias las universidades tienen ante sí el reto de asumir la aplicación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
En este proceso, hay cuestiones de la máxima importancia, que de no tenerse en cuenta, implicarían más caos que beneficios en lo que a aplicación de las TIC se refiere:
La asimilación de las TIC requiere de un nuevo diseño curricular. No se trata de tomar los programas, las herramientas o los recursos de la computación y pegarlos como parches en la enseñanza que hacemos. La concepción misma de la formación del profesional cambia si cambiamos la manera en la que vamos a enseñar y a aprender, lo cual lleva a la concepción de nuevos modelos de aprendizaje
Su uso afecta la comprensión tradicional del papel de profesores y alumnos en el proceso de enseñanza aprendizaje.
Su aceptación puede significar, incluso, un replanteamiento acerca de qué debe enseñarse y qué debe ser aprendido.
Su asimilación obliga a lograr un máximo aprovechamiento de las posibilidades que estos medios ofrecen.
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