- Naturaleza del signo lingüístico
- Primer principio: lo arbitrario del signo
- Segundo principio: carácter lineal del significante
- Clases de significado
- Características del signo lingüístico
- Relaciones entre el significado y el significante
- Inmutabilidad y mutabilidad del signo
- Ley sincrónica y ley diacrónica
- Consecuencias de la confusión de lo sincrónico y de lo diacrónico
- Conclusiones
- Bibliografía
INTRODUCCIÓN
A lo largo de nuestra vida, hemos utilizado una diversidad de signos, que están presentes en todos los lugares en que podamos estar. Dichos signos nos ayudan a comprender nuestro entorno, es por ello que el siguiente trabajo monográfico está basado en el estudio de los signos, principalmente en los signos lingüísticos, del cual estudiaremos su estructura.
Los signos lingüísticos comprenden los conceptos de significado (concepto) y de significante (imagen acústica), de los cuales estudiaremos sus características y daremos a conocer los tipos que existen; y todo lo necesario para entenderlos.
Por ello decimos que el signo lingüístico une no una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica. Es así que en el presente trabajo expondremos los principios del significado y el significante, luego presentaremos la inmutabilidad y mutabilidad del signo y también presentaremos las leyes sincrónica y diacrónica. Finalmente daremos algunas conclusiones del trabajo.
MARCO TEÓRICO
1. NATURALEZA DEL SIGNO LINGÜÍSTICO
SIGNO, SIGNIFICADO, SIGNIFICANTE
El signo lingüístico une no una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica. Esta última no es el sonido material, sino la psíquica de ese sonido, la representación que de él nos da el testimonio de nuestros sentidos; esa representación es sensorial. El carácter físico de nuestras imágenes acústicas aparece claramente cuando observamos nuestro propio lenguaje. Sin mover los labios ni la lengua, podemos hablarnos a nosotros mismos o recitarnos mentalmente un poema.
El signo lingüístico es por tanto una entidad psíquica de dos caras, que puede ser representada por la figura: Estos dos elementos están íntimamente unidos y se requieren recíprocamente.
Busquemos el sentido de la palabra latina arbor o la palabra por la que el latín designa el concepto «árbol», es evidente que sólo las comparaciones consagradas por la lengua nos parecen conformes con la realidad, y descartamos cualquier otra que pueda imaginarse.
Esta definición plantea una importante cuestión de terminología. Llamamos signo a la combinación del concepto y de la imagen acústica: pero en el uso corriente este término designa, generalmente, a la imagen acústica sola, por ejemplo, una palabra (arbor, etc.). Se olvida que si arbor es llamado signo, es sólo porque lleva en sí el concepto «árbol», de tal suerte que la idea de la parte sensorial implica la de la totalidad.
La ambigüedad desaparecería si se designara a las tres nociones aquí presentes mediante nombres que se impliquen recíprocamente al tiempo que se oponen. Nosotros usaremos la palabra signo para designar la totalidad, y reemplazar concepto e imagen acústica respectivamente por significado y significante; estos últimos términos tienen la ventaja de señalar la oposición que les separa, bien entre sí, bien de la totalidad de que forman parte. En cuanto a signo, si nos contentamos con ese término es porque, al no sugerirnos la lengua usual ningún otro, no sabemos por cuál reemplazarlo.
2. PRIMER PRINCIPIO: LO ARBITRARIO DEL SIGNO
El lazo que une el significante al significado es arbitrario, o también, ya que por signo entendemos la totalidad resultante de la asociación de un significante a un significado, podemos decir más sencillamente: el signo lingüístico es arbitrario.
Así, la idea de «soeur» [hermana] no está ligada por ninguna relación interior con la serie de sonidos s-ö-r que le sirve de significante; también podría estar representada por cualquier otra: prueba de ello: las diferencias entre las lenguas y la existencia misma de lenguas diferentes: el significado «boeuf» tiene por significante b-ö-f a un lado de la frontera y o-k-s (Ochs) al otro.
El principio de lo arbitrario no es impugnado por nadie; pero con frecuencia es más fácil descubrir una verdad que asignarle el lugar que le corresponde. El principio enunciado más arriba domina toda la lingüística de la lengua; sus consecuencias son innumerables. Cierto que no todas aparecen al primer golpe de vista con la misma evidencia; sólo se las descubre tras muchas vueltas, y con ellas la importancia primordial del principio.
Se ha empleado la palabra símbolo para designar el signo lingüístico, o más exactamente lo que nosotros llamamos el significante. Hay inconvenientes para admitirlo, debido precisamente a nuestro primer principio. Lo característico del símbolo es no ser nunca completamente arbitrario; no está vacío, hay un rudimento de lazo natural entre el significante y el significado.
El símbolo de la justicia, la balanza, podría ser reemplazado por cualquier otro, por un carro, por ejemplo. La palabra arbitrario exige también una observación. No debe dar idea de que el significante depende de la libre elección del sujeto hablante; queremos decir que es inmotivado, es decir, arbitrario en relación al significado, con el que no tiene ningún vínculo natural en la realidad.
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