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Creación de capacidades para la gerencia de la ciencia y la innovación tecnológica…

Enviado por ronda


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Desarrollo de un modelo en el CENSA
  3. Análisis general
  4. Bibliografía

Resumen

Se realiza una revisión sobre los diversos factores que influyen en una adecuada gerencia de proyectos en las organizaciones de investigación, y se analiza la creación y desarrollo de un modelo en el CENSA. A partir de un diagnóstico inicial, se identificaron y jerarquizaron los principales problemas relacionados con la gerencia de la ciencia y la técnica en el centro y se definieron las principales acciones para su solución, las cuales estuvieron encaminadas esencialmente a alcanzar una real gestión integrada de proyectos en la organización. Se revisó y modificó la manera de concebir, organizar, evaluar y controlar la actividad de I+D en el centro, elaborándose varios Procedimientos Normalizados de Operación, los que son la base metodológica del Sistema, en los que se establece el flujo de trabajo con los proyectos. Se definieron indicadores para la evaluación del desempeño de los investigadores y se realizó un análisis de su aplicación. Se realizó un análisis de la marcha de la aplicación del Sistema, observándose una mejor evaluación en la segunda encuesta realizada.

Introducción

La innovación en las organizaciones:

Las organizaciones deben innovar y renovar de manera constante para tener alguna esperanza de sobrevivir, ya no se diga de dominar. Y aunque las innovaciones en materia de tecnología, producción, mercadotecnia y financiamiento son esenciales, las que más apoyo necesitan se relacionan con administración y estrategia (Kiernan, 1999). En este sentido, las empresas y sus directivos han de orientar sus políticas hacia la cultura de la innovación (Navarro, 2004).

En un estudio realizado en cuatro instituciones de investigación cubanas, se observó que en los últimos años, los cambios en las estructuras organizativas y de funcionamiento, han estado acompañados de profundas transformaciones en las prácticas gerenciales y de dirección, abriendo un espacio para la visión estratégica y su planeamiento (Fernández, 2000).

En una economía sometida a profundos y cada vez más rápidos cambios en estructura, tecnología, modas y redimensionamiento de mercados, toda empresa está obligada a considerar la innovación permanente como la garantía de su supervivencia y el tiempo como la variable estratégica clave. (López, 2002, CEIN, 2005b y Lira, 2005).

La innovación es una herramienta esencial a la hora de adecuarse a las nuevas necesidades de los clientes y a los constantes cambios del mercado antes de que lo hagan los competidores. La I+D puede ser la llave para abrir a la empresa innovadora las puertas de nuevos mercados o segmentos de la demanda hasta ahora no conocidos. Por eso, la decisión y rapidez para emprender proyectos y acciones innovadoras es crucial para obtener una ventaja competitiva frente a la competencia, en los que hay que implicar a toda la organización (CEIN, 2006, Faloh, 2006).

El Capital Intelectual:

De los tres componentes básicos del capital intelectual de una organización, el capital estructural, está en el centro de la llamada infraestructura innovadora de la empresa. Este incluye la capacidad de cambio, aprendizaje y trabajo de equipo de la organización, sus estrategias, visión, cultura, sistemas de información e innumerables cuestiones intangibles más que son las fuentes verdaderas del potencial de valor y de la ventaja comparativa de la organización. (Eroles, 2000; Medellín, 2000).

El capital intelectual de innovación en una organización debe tener como principal finalidad desarrollar diferentes proyectos de innovación para el desarrollo de nuevos productos y/o servicios claves para la obtención de competencias esenciales en la cadena de valor de innovación y en las capacidades esenciales del recurso humano que permitan mantener o conseguir las anheladas ventajas competitivas sostenibles. (Alvarado, 2003).

Las organizaciones de ciencia y técnica son precisamente las responsables de lograr la integración de la actividad científica a los intereses sociales, de garantizar la protección de la innovación y de viabilizar su generalización a nivel social. Para ello, independientemente de la función reguladora que puedan desempeñar, deben en primer lugar alcanzar un alto nivel científico propio, a partir de una eficaz administración de la actividad científica (Marrero, 2005).

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