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Inquietante permisividad sobre la marihuana


    Inquietante permisividad sobre la marihuanaMonografias.com

    Los expertos en adicciones están en alerta. Los jóvenes chilenos han incorporado la marihuana a su vida cotidiana, trivializando su consumo. Así la describen: "Sirve para relajarse y liberar tensiones, se la puede dejar cuando se quiera; es menos dañina que el tabaco y el alcohol". Los especialistas, en cambio, advierten que es la puerta de entrada a otras drogas. "Más del 90% de las personas que consumen cocaína ha consumido antes marihuana".

    A sus catorce años, con una voz a medio camino entre niño y hombre, y una barba incipiente, Fernando M. comenta sin problemas que para él la marihuana es una droga "amigable. Nadie puede obviar que no es como el cigarro o como el copete, porque es una droga ilegal. Pero un buen pito te ayuda a pasar los malos ratos, te relaja, te hace sentir en un parque verde con conejitos lindos aunque estés en un cementerio", comenta con una risa entre inocente e irónica.

    Luego sentencia: "Debería ser una droga legal; creo que hasta el cigarro es más malo que la marihuana. Como lo tienes a mano y lo puedes comprar en cualquier parte, puede llegar a ser muy adictivo. El pito, en cambio, es reservado para ciertos momentos, porque no se puede andar fumando en cualquier lado, ni tampoco es llegar y conseguírselo en un quiosco".

    Asegura que se puede dejar cuando se quiera, que es una droga muy controlable. "Es cierto que hay algunos que se fuman uno o dos pitos y no la dejan más, pero decir que es adictiva es muy exagerado".

    Fernando, alumno de segundo medio de un conocido colegio del sector oriente de Santiago, forma parte del 15,2% de los escolares chilenos entre octavo básico y cuarto medio que consumen marihuana, según el último Estudio Nacional de Drogas en la población escolar chilena realizado por el Conace.

    La preferencia por este alucinógeno entre los jóvenes es transversal a todos los estratos sociales: un 17% de los adolescentes confiesa usarla en los colegios pagados, un 14,6% en los particulares subvencionados y un 15% en los municipales. También se ha igualado el consumo entre ambos sexos: un 16,4% de los hombres y un 14% de las mujeres dicen utilizarla.

    Al igual que Fernando, al conversar con estos jóvenes muchos de ellos sienten que la adicción a las drogas es una constante amenaza dentro del mundo en el que se mueven. Así lo revelaron, por ejemplo, en el reciente estudio que Revista Ya realizó junto a Collect, donde consignaron que uno de sus mayores miedos era caer en un consumo compulsivo de estupefacientes. Sin embargo, a la hora de profundizar en este temor, la marihuana queda afuera.

    La ven como una droga blanda, que no provoca adicción y que puede dejarse en cualquier momento. "Fumarse uno o dos pitos no produce adicción… Hubo un tiempo en que con mis amigos del colegio llegamos a fumarnos un pito diario, cuando salíamos de clases, pero después, entre todos, decidimos que teníamos que controlarnos un poco, que fumaríamos sólo en carretes y sólo si estábamos juntos, nada de fumar solo", dice Fernando. Y cuando se le pregunta si probaría otro tipo de drogas, contesta: "Ni muerto, ni cocaína, ni pasta base, porque con ellas sí que puede quedarte la embarrada en la vida.

    Yo lo que menos quiero es convertirme en adicto. Prefiero algo más piolita. Aunque igual me gustaría llegar a probar éxtasis", dice: La mayoría de estos noveles consumidores considera que la marihuana – o María, o guiso, o caño, como también la llaman- es menos mala que otro tipo de drogas, e incluso algunos la consideran menos dañina que el alcohol.

    "La marihuana es una planta, ¡cómo va a ser mala!", la defiende Carlos V. (15), quien confiesa que se ha fumado un par de pitos en fiestas, alentado por amigos, pero que nunca ha comprado ni tampoco le interesa convertirlo en una práctica habitual. "Que yo sepa no ha matado a nadie. El alcohol, en cambio, pone a la gente violenta y sin control. Y como se puede consumir en grandes cantidades, puede llegar a ser demasiado tóxico".

    droga accesible y aceptada socialmente

    Isidora C. (17), no fuma marihuana porque, confiesa, nunca le ha llamado la atención hacerlo, y reconoce que en su colegio el tema es sensible, por la cantidad de alumnos que han tenido problemas de abuso de drogas.

    Sin embargo, asegura que es de conocimiento público – incluso entre quienes no son consumidores- que afuera de su colegio es muy fácil comprar hierba, y que dentro del colegio también hay precoces dealers que no se hacen mayores problemas en abastecer a sus compañeros.

    Y el tener personas cercanas que sí lo hagan no es algo que la impresione mucho. "No llegan volados a clases, pero todos sabemos que hay muchos que consumen en las fiestas, en el colegio. Ya no es tema que llegues a un carrete y te ofrezcan marihuana. Lo raro es que rechaces un pito".

    Muchos son los factores que confluyen en esta trivialización de la marihuana por parte de los adolescentes. Junto con el aumento en la oferta de la droga que ha habido en los últimos años, y que se ha concentrado en los lugares donde habitualmente se mueven los jóvenes – carretes, salida del colegio, lugares de entretención- , también ha influido que en el último tiempo varias voces públicas hayan aparecido promoviendo su legalización, donde sostienen ciertas bondades terapéuticas e inocuidad para la salud.

    "He escuchado que es buena hasta para tratar enfermedades como el cáncer. ¿Cómo va a ser malo entonces fumarse un pito de vez en cuando?", contragolpea Constanza G. (17), una estudiante de tercero medio que se junta a fumar marihuana con sus amigas los viernes en la tarde, especialmente después de haber tenido semanas con muchas pruebas. Ella, al igual que Fernando y Carlos, tampoco ha comprado directamente a dealers.

    Por lo general es una de sus amigas la que provee al grupo, previo pago de una cuota que no pasa de los $2.000. "Ni siquiera la usamos para volarnos; no vemos ni elefantes rosados ni nada de eso. Nos sirve para salir del estrés. Es mucho más relajado que copetearse y, si te moderas, después puedes llegar a tu casa sin que tus papás se den cuenta", dice.

    "En este fenómeno hay una gran responsabilidad por parte de liderazgos políticos y sociales, que están entregando un mensaje poco consciente e irresponsable sobre los beneficios de la marihuana", argumenta María Teresa Chadwick, secretaria general del Conace.

    "Hay movimientos sociales que son muy legítimos en su petición para legalizar esta droga, pero muchas veces la información que entregan es para incitar su consumo, y no necesariamente es la verdad científica.

    No se puede hacer apología sobre una droga que todavía se está estudiando, que aún no se ha comprobado que tenga efectos terapéuticos, ni menos que sea una droga inocua. Paralelo a eso tenemos que, del 15% de niños que se inicia en el consumo de marihuana, más de un tercio de ellos llegarán a desarrollar dependencia y luego, en su vida adulta, deberán acudir a un tratamiento médico", expone.

    A su fácil acceso y a su creciente aceptación social en el mundo adulto, también ayuda el que sus efectos sobre el cuerpo son menos fuertes que los provocados por otros alucinógenos, lo que la convierte en más inofensiva ante los ojos adolescentes.

    "La minimizan por varios motivos: su efecto no es euforizante, no tiene una gran potencia alucinógena, y su dependencia no produce un síndrome de privación como en el caso de otras drogas como el alcohol, la cocaína y la pasta base, que desarrollan muchos más síntomas.

    Los efectos de la marihuana son más bien síquicos que físicos. Su consumo regular puede ser notorio más bien porque el adolescente muestra un comportamiento desadaptado, deja de cumplir con obligaciones y comienza a tener problemas en el colegio y en la familia", explica el siquiatra Juan Fernando Miranda, especialista en el tratamiento de adicciones del Instituto Neuropsiquiátrico de Chile (INC), y de los programas de tratamiento del Conace en el sector público.

    Hoy es más adictiva que en el pasado

    Todos los especialistas coinciden en resaltar que esta "normalización" con que los adolescentes miran a la marihuana es el reflejo de una falta de información sobre el tema. Y, a modo de advertencia, destacan que la marihuana está lejos de ser inocua, y que en la mayoría de los casos es la puerta de entrada a la adicción conjunta con otros estupefacientes. Un mensaje que esperan no sólo lo escuchen los jóvenes, sino también sus padres."Puede que, si la analizamos en un laboratorio, la marihuana sea una droga más blanda, pero si la contextualizamos socialmente – y especialmente entre los adolescentes, que están en una etapa de formación de su juicio- , es una droga de alto riesgo.

    Porque, aunque ellos digan que pueden controlarse en su consumo, para un joven es muy difícil saber cuándo detenerse. Además, toda persona que consume cocaína, en más del 90% ha consumido antes marihuana", enfatiza el sicoterapeuta familiar Rodrigo Dresdner, director del programa de intervención temprana en drogas "Futuro: Ahora", del centro de terapias integrales Altaluz, que busca entregar ayuda a adolescentes con conductas de riesgo antes de que puedan llegar a desarrollar una adicción.

    También añade un dato técnico importante de considerar. "La marihuana que se fumaba en décadas anteriores era más impura, con un porcentaje de entre un 1% y un 3% de THC (tetracannabinol), componente que produce la dependencia. Pero la que se produce ahora es mucho más procesada, con niveles que pueden llegar hasta un 15% de THC, lo que la hace mucho más adictiva".

    No sólo es más adictiva. Su consumo regular, según los especialistas, también provoca una serie de trastornos mentales que van desde la depresión y la angustia – que se demuestran por una baja en el rendimiento escolar, un aislamiento y un abandono de las responsabilidades- hasta crisis de pánico agudas e intoxicaciones.

    "¿Dicen que no es peligrosa? He recibido una cantidad importante de adolescentes con unas crisis de pánico muy grandes, que no se atreven a salir de sus casas, con delirio de persecución. La marihuana tiene el riesgo de causar problemas mentales importante", comenta el doctor Miranda.

    El siquiatra Rodrigo Dresdner agrega: "Clínicamente, produce un cuadro bastante grave, que es el síndrome motivacional, que podría confundirse con una depresión. La persona se abandona a sí misma. Puede ir a un siquiatra, y si no confiesa que está fumando marihuana, o si el siquiatra no pregunta, va a ser diagnosticada con una depresión que a la larga será resistente a los medicamentos. Esto ocurre en los adolescentes que llegan a abusar de la marihuana".Enfatiza que en la prevención el rol de la familia es fundamental.

    ¿Qué pasa con los que fuman esporádicamente? Según el doctor Dresdner, hay que preguntarse: ¿para qué lo están haciendo?, ¿qué motivaciones hay detrás, más allá de que lo estén haciendo en grupo? "El consumo de drogas es síntoma de una problemática: de un problema de autoestima, familiar.

    Lo importante es que los papás sepan muy bien si los hijos están consumiendo o no. A sus catorce años, con una voz a medio camino entre niño y hombre, y una barba incipiente, Fernando M. comenta sin problemas que para él la marihuana es una droga "amigable. Nadie puede obviar que no es como el cigarro o como el copete, porque es una droga ilegal. Pero un buen pito te ayuda a pasar los malos ratos, te relaja, te hace sentir en un parque verde con conejitos lindos aunque estés en un cementerio", comenta con una risa entre inocente e irónica. Luego sentencia: "Debería ser una droga legal; creo que hasta el cigarro es más malo que la marihuana. Como lo tienes a mano y lo puedes comprar en cualquier parte, puede llegar a ser muy adictivo.

    El pito, en cambio, es reservado para ciertos momentos, porque no se puede andar fumando en cualquier lado, ni tampoco es llegar y conseguírselo en un quiosco".

    Asegura que se puede dejar cuando se quiera, que es una droga muy controlable. "Es cierto que hay algunos que se fuman uno o dos pitos y no la dejan más, pero decir que es adictiva es muy exagerado".

    Fernando, alumno de segundo medio de un conocido colegio del sector oriente de Santiago, forma parte del 15,2% de los escolares chilenos entre octavo básico y cuarto medio que consumen marihuana, según el último Estudio Nacional de Drogas en la población escolar chilena realizado por el Conace.

    La preferencia por este alucinógeno entre los jóvenes es transversal a todos los estratos sociales: un 17% de los adolescentes confiesa usarla en los colegios pagados, un 14,6% en los particulares subvencionados y un 15% en los municipales. También se ha igualado el consumo entre ambos sexos: un 16,4% de los hombres y un 14% de las mujeres dicen utilizarla.

    Al igual que Fernando, al conversar con estos jóvenes muchos de ellos sienten que la adicción a las drogas es una constante amenaza dentro del mundo en el que se mueven. Así lo revelaron, por ejemplo, en el reciente estudio que Revista Ya realizó junto a Collect, donde consignaron que uno de sus mayores miedos era caer en un consumo compulsivo de estupefacientes. Sin embargo, a la hora de profundizar en este temor, la marihuana queda afuera.

    La ven como una droga blanda, que no provoca adicción y que puede dejarse en cualquier momento. "Fumarse uno o dos pitos no produce adicción… Hubo un tiempo en que con mis amigos del colegio llegamos a fumarnos un pito diario, cuando salíamos de clases, pero después, entre todos, decidimos que teníamos que controlarnos un poco, que fumaríamos sólo en carretes y sólo si estábamos juntos, nada de fumar solo", dice Fernando.

    Y cuando se le pregunta si probaría otro tipo de drogas, contesta: "Ni muerto, ni cocaína, ni pasta base, porque con ellas sí que puede quedarte la embarrada en la vida. Yo lo que menos quiero es convertirme en adicto. Prefiero algo más piolita. Aunque igual me gustaría llegar a probar éxtasis", dice.

    La mayoría de estos noveles consumidores considera que la marihuana – o María, o guiso, o caño, como también la llaman- es menos mala que otro tipo de drogas, e incluso algunos la consideran menos dañina que el alcohol. "La marihuana es una planta, ¡cómo va a ser mala!", la defiende Carlos V. (15), quien confiesa que se ha fumado un par de pitos en fiestas, alentado por amigos, pero que nunca ha comprado ni tampoco le interesa convertirlo en una práctica habitual. "Que yo sepa no ha matado a nadie.

    El alcohol, en cambio, pone a la gente violenta y sin control. Y como se puede consumir en grandes cantidades, puede llegar a ser demasiado tóxico".

    droga accesible y aceptada socialmente

    Isidora C. (17), no fuma marihuana porque, confiesa, nunca le ha llamado la atención hacerlo, y reconoce que en su colegio el tema es sensible, por la cantidad de alumnos que han tenido problemas de abuso de drogas.

    Sin embargo, asegura que es de conocimiento público – incluso entre quienes no son consumidores- que afuera de su colegio es muy fácil comprar hierba, y que dentro del colegio también hay precoces dealers que no se hacen mayores problemas en abastecer a sus compañeros.

    Y el tener personas cercanas que sí lo hagan no es algo que la impresione mucho. "No llegan volados a clases, pero todos sabemos que hay muchos que consumen en las fiestas, en el colegio. Ya no es tema que llegues a un carrete y te ofrezcan marihuana. Lo raro es que rechaces un pito".

    Muchos son los factores que confluyen en esta trivialización de la marihuana por parte de los adolescentes. Junto con el aumento en la oferta de la droga que ha habido en los últimos años, y que se ha concentrado en los lugares donde habitualmente se mueven los jóvenes – carretes, salida del colegio, lugares de entretención- , también ha influido que en el último tiempo varias voces públicas hayan aparecido promoviendo su legalización, donde sostienen ciertas bondades terapéuticas e inocuidad para la salud.

    "He escuchado que es buena hasta para tratar enfermedades como el cáncer. ¿Cómo va a ser malo entonces fumarse un pito de vez en cuando?", contragolpea Constanza G. (17), una estudiante de tercero medio que se junta a fumar marihuana con sus amigas los viernes en la tarde, especialmente después de haber tenido semanas con muchas pruebas. Ella, al igual que Fernando y Carlos, tampoco ha comprado directamente a dealers. Por lo general es una de sus amigas la que provee al grupo, previo pago de una cuota que no pasa de los $2.000. "Ni siquiera la usamos para volarnos; no vemos ni elefantes rosados ni nada de eso.

    Nos sirve para salir del estrés. Es mucho más relajado que copetearse y, si te moderas, después puedes llegar a tu casa sin que tus papás se den cuenta", dice."En este fenómeno hay una gran responsabilidad por parte de liderazgos políticos y sociales, que están entregando un mensaje poco consciente e irresponsable sobre los beneficios de la marihuana", argumenta María Teresa Chadwick, secretaria general del Conace.

    "Hay movimientos sociales que son muy legítimos en su petición para legalizar esta droga, pero muchas veces la información que entregan es para incitar su consumo, y no necesariamente es la verdad científica. No se puede hacer apología sobre una droga que todavía se está estudiando, que aún no se ha comprobado que tenga efectos terapéuticos, ni menos que sea una droga inocua. Paralelo a eso tenemos que, del 15% de niños que se inicia en el consumo de marihuana, más de un tercio de ellos llegarán a desarrollar dependencia y luego, en su vida adulta, deberán acudir a un tratamiento médico", expone.

    A su fácil acceso y a su creciente aceptación social en el mundo adulto, también ayuda el que sus efectos sobre el cuerpo son menos fuertes que los provocados por otros alucinógenos, lo que la convierte en más inofensiva ante los ojos adolescentes. "La minimizan por varios motivos: su efecto no es euforizante, no tiene una gran potencia alucinógena, y su dependencia no produce un síndrome de privación como en el caso de otras drogas como el alcohol, la cocaína y la pasta base, que desarrollan muchos más síntomas.

    Los efectos de la marihuana son más bien síquicos que físicos. Su consumo regular puede ser notorio más bien porque el adolescente muestra un comportamiento desadaptado, deja de cumplir con obligaciones y comienza a tener problemas en el colegio y en la familia", explica el siquiatra Juan Fernando Miranda, especialista en el tratamiento de adicciones del Instituto Neuropsiquiátrico de Chile (INC), y de los programas de tratamiento del Conace en el sector público.

    Todos los especialistas coinciden en resaltar que esta "normalización" con que los adolescentes miran a la marihuana es el reflejo de una falta de información sobre el tema. Y, a modo de advertencia, destacan que la marihuana está lejos de ser inocua, y que en la mayoría de los casos es la puerta de entrada a la adicción conjunta con otros estupefacientes. Un mensaje que esperan no sólo lo escuchen los jóvenes, sino también sus padres."Puede que, si la analizamos en un laboratorio, la marihuana sea una droga más blanda, pero si la contextualizamos socialmente – y especialmente entre los adolescentes, que están en una etapa de formación de su juicio- , es una droga de alto riesgo. Porque, aunque ellos digan que pueden controlarse en su consumo, para un joven es muy difícil saber cuándo detenerse. Además, toda persona que consume cocaína, en más del 90% ha consumido antes marihuana", enfatiza el sicoterapeuta familiar Rodrigo Dresdner, director del programa de intervención temprana en drogas "Futuro: Ahora", del centro de terapias integrales Altaluz, que busca entregar ayuda a adolescentes con conductas de riesgo antes de que puedan llegar a desarrollar una adicción.

    Hay muchos que tienen una muy buena opinión de sus hijos y que meterían las manos al fuego por ellos. Pero, a modo de ejemplo, en un estudio hecho en un colegio de Santiago, se les preguntó a sus alumnos si consumían drogas, y un 4% dijo que sí. Después se les preguntó a los padres si creían que sus hijos estaban consumiendo drogas, y solamente un 0,3% dijo que sí. Hay una discrepancia muy grande. Por eso hay que saber lo que está ocurriendo con los hijos".María Teresa Chadwick, por su parte, recalca que la familia es el núcleo más importante para propiciar la prevención en el consumo de todas las drogas. "Los factores protectores que más inciden son la familia y la escuela. En el caso de la familia, hacer un seguimiento de la vida del hijo: conocer a su grupo de amigos y, sobre todo, saber poner límites. Cuando un niño no tiene límites es un candidato a consumir drogas, porque no sabe a qué atenerse. Los adolescentes necesitan padres presentes".

    Basado en un reporte de la REVISTA YA

     

     

    Autor:

    Magdalena Andrade N.

    Enviado por:

    Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.

    "NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"?

    www.edu.red/usuario/perfiles/ing_lic_yunior_andra_s_castillo_s/monografias

    Santiago de los Caballeros,

    República Dominicana,

    2016.

    "DIOS, JUAN PABLO DUARTE, JUAN BOSCH Y ANDRÉS CASTILLO DE LEÓN – POR SIEMPRE"?