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Alfonso VI -Imperator Totius Hispaniae- (página 2)


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Pero en Toledo no sólo había musulmanes, judíos y mozárabes, sino también vascos (el señor de Vizcaya y su cuñado don Vela de Aragón, señor de Ayala, participaron activamente en el asedio y repoblación), castellanos y francos. Con un criterio abierto y conciliador, Alfonso VI concede privilegios a cada uno de estos grupos por separado, permitiendo a los mozárabes seguir utilizando el rito "hispano-visigodo" (de tal forma que sigue vigente en el siglo XXI); y a cada grupo utilizar sus propias leyes (el "Liber Judiciorum" a los mozárabes, y sus "costumbres" a los castellanos y francos); pero todos aquellos que pudieran mantener un caballo, sin importar etnia, oficio o religión, serían considerados milites, caballeros. Por cierto, en el Fuero de Toledo del año 1118, que confirma y unifica los privilegios anteriores, todos sus habitantes son llamados cives, "ciudadanos" (es la primera vez que se utiliza esta palabra, en el sentido moderno, durante la Edad Media). Pues bien, esta equiparación de derechos y obligaciones no puede atribuirse a la importancia de la ciudad, ni a su posición fronteriza: el Fuero de Miranda de Ebro –comunidad minúscula y alejada de la guerra, donde predomina la población judía- defiende la igualdad de trato entre los miembros de las distintas comunidades. Lo mismo sucede en el Fuero de Logroño, donde se igualan hispanos y francos a nivel jurídico.

Pero este panorama idílico, en el que Alfonso VI es "Emperador" de todos los reinos hispanos, pronto se resquebraja.

En el año 1086, los reyes del Andalus, impresionados por la conquista de Toledo, llaman en su ayuda a los almorávides africanos, fundamentalistas suníes, que se enfrentan a Alfonso VI y a sus aliados navarro-aragoneses en la batalla de Zalaca (Badajoz). Por la descripción que hace de ella Ibn Al-Kardabus, parece como si hubiera sido "la madre de todas las batallas de la Edad Media"; el relato de rey Abd Allah, que participó en la contienda, es mucho más discreto. Aunque de las dos versiones se desprende que los cristianos sufrieron una severa derrota.

Sin embargo, el emir Yusuf ibn Tasfin no puede recoger los frutos políticos de su victoria: tiene que regresar rápidamente al Norte de África porque la muerte de su heredero pone en peligro la estabilidad interna del Impero Almorávide. Y durante tres años todo sigue igual, con el mismo régimen de parias.

Arreglados sus asuntos, Yusuf ibn Tasfin vuelve otras dos veces a la Península, una en el año 1088 y otra en el año 1090. Esta vez para quedarse. Su objetivo es adueñarse del Andalus. Declara herejes a todos los reyes andalusíes y lanza contra ellos una ofensiva, muy bien descrita por el rey Abd Allah, que será una de sus víctimas. Son destronados y exiliados los reyes de Granada, Málaga, Sevilla y Almería. El rey de Badajoz es ejecutado. Ante estos acontecimientos, su hijo, el príncipe Al-Mansur, se pasa al bando cristiano, y el rey de Zaragoza refuerza, por medio del Cid, sus lazos de vasallaje con Alfonso VI. Siguiendo el relato de Ibn Al-Kartabus, muchos musulmanes reniegan de su fe y se unen al Campeador, a Alvar Fáñez y a otros jefes cristianos. Ahora es el momento del enfrentamiento entre dos bandos irreconciliables. Del ajuste de cuentas. De la guerra pura y dura. Se suceden las derrotas de los cristianos. Las fronteras retroceden y se pierden las ciudades conquistadas con anterioridad: Lisboa, Santarém, Coria, Valencia, Madrid, Alcalá de Henares, Talavera de la Reina; todas, excepto Toledo y Maqueda que, aunque sufren asedio tras asedio, nunca volverán a manos musulmanas.

La concepción de Hispania que tiene Alfonso VI colisiona contra el integrismo islámico de los almorávides y debería haber saltado por los aires; pero no es así. Como buen estratega, manda reforzar los territorios comprendidos entre el Duero y el Sistema Central, y encarga a su yerno, Raimundo de Borgoña y Maçon, la construcción de las murallas de Ávila y la repoblación de Segovia y del sur de Zamora. Para la defensa de la frontera y fomentar la conquista de nuevos territorios, introduce una novedad: Las "Comunidades de Villa y Tierra", reguladas por los Fueros, para que se establezcan los infanzones y los hombres de sus mesnadas. Son villas libres, subordinadas directamente al rey, donde sus habitantes eligen por votación a las autoridades municipales, cargos de duración anual y con competencias en materia gubernativa, judicial, económica y militar, que ejercen de manera autónoma. De ellas dependen un amplio territorio comunal y pedanías que mantienen a las villas con sus tributos y que a su vez se constituyen en "comunidades de aldea", cuyos vecinos también eligen a sus alcaldes.

Para que el Norte no se despueble mientras los guerreros avanzan hacia el Sur, concede privilegios a los comerciantes y artesanos francos que se instalan en las villas del Camino de Santiago, el cual conocerá el momento de su mayor esplendor. Y ante la crisis económica que supone la falta de ingresos procedentes de las parias musulmanas, fomenta el comercio, emite moneda y refuerza las alianzas con las potencias extranjeras. En efecto, Constanza de Borgoña muere en el año 1093, y en 1095 contrae matrimonio con la italiana Berta de Este, y al año siguiente casa a su hija ilegítima Teresa de León con Enrique de Borgoña y les nombra condes de Portugal (dos años antes ya había hecho condes de Galicia a Urraca de Castilla y Raimundo de Borgoña-Maçon).

Sin embargo, su objetivo es recuperar su influencia sobre el Andalus. Si hubiera sido jugador de póker, hubiéramos dicho que tenía "un as guardado en la manga". En el año 1100 muere la reina Berta sin descendencia y cinco meses más tarde, Alfonso VI se presenta en la corte acompañado de la princesa Zaida, nieta de Al-Mamún de Toledo y viuda del emir de Córdoba, que en el año 1091 se ha refugiado en su corte cuando los almorávides derrotan a su suegro el rey de Sevilla. Y no vienen solos, traen consigo al infante don Sancho, un niño de seis años, el único hijo varón de Alfonso VI.

La relación sentimental de sus padres pudo haberse iniciado en vida de doña Constanza, o tal vez durante el largo periodo de dos años de viudedad, antes de casarse con la reina Berta. El caso es que tiene un heredero, que puede unir el linaje de don Pelayo con el de los reyes de Toledo, los Banu-Di-l-Nun. Solo necesita legitimarlo. Para ello, Zaida se bautiza con el nombre de Isabel y se casa con Alfonso VI. A partir de 1103, el infante don Sancho confirma los documentos oficiales inmediatamente detrás de sus padres, como heredero de la corona. Sin embargo fallece joven, en el año 1108, durante un ataque almorávide al castillo de Uclés. Según las crónicas cristianas, muere en el campo de batalla, junto con su ayo, el conde García Ordóñez. Según las musulmanas, huye hasta el castillo de Belinchón, donde la guarnición mudéjar le traiciona y le apuñala. Esto supone un gravísimo revés para su padre, que morirá un año más tarde, no sin antes hacer un último esfuerzo por mantener vivo su sueño: que un descendiente suyo sea reconocido como Emperador.

La reina Isabel ha muerto de parto en el año 1107 y con su quinta y última esposa, la joven Beatriz de Toscana, no ha tenido descendencia. Alfonso VI solo tiene hijas, legítimas e ilegítimas, casadas con nobles extranjeros. Sin embargo, antes de morir, diseña su última jugada de ajedrez: enroca en Galicia a su nieto Alfonso, hijo de Urraca y Raimundo de Borgoña (fallecido también en el año 1107) e intenta ganar la partida utilizando el mismo método que utilizaron sus abuelos y sus padres: casando a su primogénita, la Infanta Urraca de Castilla y León con Alfonso I de Aragón y Pamplona, con lo cual se unirán bajo un solo cetro todos los territorios cristianos. En efecto, Alfonso I "El Batallador" comienza a firmar los documentos con el título de "Imperator Totius Hispaniae".

El matrimonio de doña Urraca y el Batallador fue un auténtico fracaso y habrían de pasar cuatrocientos años para que se consiguieran hacer realidad el proyecto de unificación de ambos reinos. Sin embargo, el nieto que había postergado, recogió su testigo en el siglo XII, bajo el nombre de Alfonso VII. El "Cantar de Mío Cid" le llama el "buen emperador". Pero esta es otra historia, y ya la contaremos otro día.

Me gustaría tratar en una próxima charla del drama mítico de "Las hijas del Cid"; pero haciendo referencia a las mujeres reales que se esconden bajo los personajes ficticios y, al mismo tiempo, reconstruir la vida de todas las mujeres que vivieron, amaron, lucharon y murieron en el siglo XII. Creo que al hablar de este tema, nos llevaremos más de una sorpresa. Pero para entenderlo bien, en toda sus dimensiones, no he tenido más remedio que explicar previamente, y dejar a su consideración, la vida y la obra de uno de los protagonistas secundarios de la obra de ficción; pero que en la vida real fue el eje alrededor del que se movieron todos sus vasallos, y antepasado directo de los descendientes del Cid: Alfonso VI, "Imperator Totius Hispaniae".

Gracias por su atención.

BIBLIOGRAFÍA

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"LOS MUSULMANES VASALLOS DE ALFONSO VI, Y DEL CID, Y DE OTROS PRÓCERES. Sancho III El Mayor, un rey pamplonés e hispano", de Armando Besga Marroquín, Universidad de Deusto.

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"LIBRO DE LOS PRIVILEGIOS DE TOLEDO", edición a cargo de Ricardo Izquierdo Benito. Digitalizado por el Excmo. Ayuntamiento de Toledo. Anexo. Pag. 40: firma de la reina Isabel, confirmando el Fuero de Toledo del año 1101. Pág. 41: Apéndice documental 2: HOC PACTUM RENOVATUM ET FEDUS FIRMISSIMUM iussit renovare et confirmare venerabilis rex Adephonsus, Raimundi filius, ad omnes cives Toletanos, scilicet Castellanos, Mozarabes atque Francos (…)

"HISTORIA DE LOS MUSULMANES DE ESPAÑA HASTA LA CONQUISTA DE LOS ALMORÁVIDES. Libro IV", Reinhart Dozy, pág. 297: Alfonso VI se juega al ajedrez con Ibn Ammar el reino de Sevilla.

"EL CONDE MOZÁRABE SISNANDO DAVIDIZ Y LA POLITICA DE ALFONSO VI CON LAS TAIFAS", Emilio García Gómez y Ramón Menéndez Pidal. Revista Al-Andalus, nº 12/1947, pág. 27-41.

"IBN AL-SID AL-BATALYAWSI (1057-1127): UN GRAMÁTICO CON VOCACIÓN DE FILÓSOFO", de Delfina Serrano (Revista Jábega, nº 97, año 2008)

"PROCESO CONTRA IBN HATIN AL-TULAYTULI", por Maribel Fierro, dentro del libro "Homenaje a José Mª Fórneas", Pág. 211, sobre la conversión de Ibn Al-Jayyat.

"IBN AMMAR, UNA FIGURA TÍPICA DEL SIGLO XI" por Afif Turk Revista de Historia Jerónimo Zurita, 63-64. Pp. 141-169 (Ver cronología de la toma de Toledo)

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"DE NUEVO SOBRE LA MORA ZAIDA", Jaime de Salazar y Acha, en "Hidalguía, Revista de Genealogía, nobleza y armas". Nº 321. Madrid, 2007.

"CANTAR DE MIO CID". Edición, estudios y notas de Alberto Montaner. Ensayo de Francisco Rico. Biblioteca Clásica de la Real Academia Española. Edit. Fundación La Caixa, 2011

 

 

Autor:

Mª Ángela Martín Vega

[1] Cuando su yerno Raimundo de Borgoña y su hija Urraca de Castilla son nombrados gobernadores de Galicia, por encima de varios condes gallegos (Froilaz, Traba, Gelmiro, etc.) la pareja firman los diplomas como “Imperator Totius Galiciae” e “Imperatrix Totia Galiciae”. Obsérvese que en el primer caso, Totius coincide también en género y número con “Imperator”, no con Galicia; pero en el segundo Totia es femenino porque coincide “Imperatrix”

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