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La autoestima, la dignidad, el auto-respeto y lo que arruinamos cuando los comprometemos? (página 2)

Enviado por Felix Larocca


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Para este artículo utilizaremos la esencia de los Diez Mandamientos, como aparecen en la versión tradicional.

Los Diez Mandamientos

En el Antiguo Testamento Dios entregó los Diez Mandamientos a Moisés en el Sinaí para orientar a su pueblo escogido en la trayectoria de la Tierra Prometida y para asimismo afirmar la hegemonía ontológica monoteísta.

Sería Jesucristo quien, más adelante, en Su inmanencia evangélica, confirmó los Diez Mandamientos y los perfeccionó con su palabra y con su ejemplo.

En definitiva, para algunos exegetas de las escrituras sacras, todos los Mandamientos se condensan en dos dictámenes muy sencillos: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo.

Pero, a veces nos preguntamos, ¿quién, realmente, nos legó los Diez Mandamientos? ¿Fueron éstos invención humana o testamentos divinos — como muchos creen?

De acuerdo a la leyenda, arriba mencionada, Dios mismo entregó, en las Tablas de la Ley, los Diez Mandamientos a Moisés.

Los Diez Mandamientos de la Ley de Dios son:

I Amarás a Dios sobre todas las cosas. En este edicto, se indica que un orden universal (aquí, entendido como el "Dios", establecido) es nuestra última alegoría de adoración por ser habiente de todo control sobre nuestras vidas y destinos. De ahí se deriva el amor por nuestros padres, por nuestros hijos, por el prójimo; el respeto propio y el respeto por todo lo que existe y por todos lo demás aunque carezca de vida o sentimientos. II No tomarás el Nombre de Dios en vano. Porque invocar el nombre de Dios con propósitos espurios, o la aplicación maliciosa de Sus leyes naturales, por medio del control usurpado con la pretensa de ser uno mismo, Su mensajero o representante de Su Persona, es una infracción imperdonable. Nadie es pontífice divino ni representa a Dios en esta tierra o en otra parte del universo. Sólo Dios es Dios y nadie más es su profeta.

III Santificarás las fiestas. Todo grupo, toda sociedad, toda nación, toda familia se reúne desde la alborada de nuestra prehistoria como unidad estable, bajo los ritos atávicos y sagrados que los unifican. Estos se observan en forma de ceremonias donde los lazos se renuevan y los vínculos se solidifican. Así lo decretaría Dios, y no sólo disponiéndolo para nuestra especie.

IV Honrarás a tu padre y a tu madre. Este mandamiento es importante, porque el honor y respeto hacia los padres (aun para aquellos que no son buenos) deriva de un Dios, quien, a pesar de ser perfecto, al principio del Viejo Testamento, nos da testimonio de que tiende a perder los estribos y a actuar con arrebatos de profunda indignación.

V No matarás. Importante, porque es un mandamiento muy amplio. Quienes mienten y calumnian, no solamente son miedosos, porque prefieren rehuir del enemigo, sino que son indignos de todo respeto. Ellos asesinan con la falsedad, el chisme y la mentira. Pero, matar, como mandamiento, no se prohíbe totalmente. El mandamiento lee de una manera imprecisa, ya que no nos señala las tantas justificaciones que, para eliminar a otros, se conciben, incluyendo la autodefensa, las cruzadas, los repugnantes actos da fe de la inquisición, las guerras "justas" y el asesinato político, todos llevados a cabo como si fueran en salvaguardia de la santidad de la vida.

VI No cometerás actos impuros. Otra conminación con definición muy amplia, ya que actos impuros aplican casi siempre a la sexualidad y a la sensualidad. Actividades que son solamente "impuras" cuando otros las comenten y que, de modo conveniente, eluden esa clasificación cuando quien las comete es uno mismo.

VII No robarás. La tribu depende de este mandamiento para su bienestar y armonía. Lo curioso es que ocupe un lugar tan bajo en la escala del decálogo. Quizás será porque, vía de Dios a Moisés, los Mandamientos fueran "revisados", subrepticiamente, por intereses creados, como hoy serían los banqueros deshonestos, clérigos concupiscentes, cambistas usureros, economistas escabrosos, políticos venales, militares abusivos de su poder y tantos que autoproclaman su propia santidad, mientras se dedican a la malversación de lo a ellos confiado.

VIII No darás falso testimonio ni mentirás. Aquí se incluyen casi todos los seres humanos como violadores posibles, ya que el mentir es pasatiempo universal, como ya hemos visto en otros de mis escritos. Si se miente por dinero, como hacen algunos abogados, o por conveniencia como otros tantos hacen. Entonces este resulta en un edicto antitético y superfluo.

IX No consentirás pensamientos ni deseos impuros. Otro precepto de aplicación dudosa. Sor Pilar, en el Colegio Sagrado Corazón en Santiago, donde pasara unos primeros años difíciles de mi vida escolar, nos castigaba si, los varones, nos metíamos las manos en los bolsillos diciendo que éramos "impuros" ¿Quién (aun me pregunto) tenía los pensamientos impúdicos, un niño de apenas cinco años, o una monja vetusta que en ello solo pensara?

X No codiciarás los bienes ajenos. Si no fuera por el instinto de posesión, de territorialidad y por la codicia, no hubiera ricos, ni infidelidades conyugales, ni guerras de conquistas (llamadas "de liberación"), ni existirían muchos de los profesionales que ya mencionáramos en los párrafos anteriores.

Prosigamos

Ya que entendemos lo que de antemano hemos dicho, nos consta, que por ser tan difíciles de aplicar, Dios decidió no presentar los mandamientos como meras sugerencias. Por eso los dictó como leyes apodícticas.

Pero existen otros asuntos relacionados a la Ley Natural, que nos atañen. Las leyes divinas, establecidas como las Leyes Mosaicas, son las mismas que guían a los judíos (y por ende a nosotros, herederos de sus tradiciones religiosas) en todos los aspectos de nuestras vidas.

Estas leyes nos instruyen en asuntos tan básicos desde cómo alabar al Dios, que como espíritu monoteísta ellos originalmente adorarían, hasta las cosas que pueden o no deben ser consideradas limpias y dignas de nuestro consumo alimenticio. Todo estaría ordenado y previsto.

La pifia presente en todo sistema y la ubicuidad de la entropía

Donde hubo un fallo rotundo en este esquema fue en la aplicación misma de estas leyes, ya que no se podía proyectar desde entonces, en un futuro distante, lo que los profetas de las tribus de Israel no pudieran vislumbrar. Que el violar todos los mandamientos se tornaría en deporte humano predilecto.

Quizás fuera un asunto de semántica

Por ejemplo, El Mar de Galilea, que bíblicamente se reconoce no, como lo que es, un lago, sino como un "mar", ya que en el hebreo no existe la palabra que indica "lago" — algo para ellos desconocido. Quizás asimismo el vocablo "mandamiento" significaría "antojo", o algo parecido.

Como no podría entonces, hacerse uso de la microbiología, ya que esta ciencia aun no existiera, las prohibiciones contra la ingestión de la carne de cerdo y de otros animales no-kosher, pueden haber sido tanto por razones de salud pública, como también de intereses pecuniarios. Aunque explicaciones claras para estos dictámenes abundan.

Los preceptos tampoco podrían cubrir en su contexto inicial la prohibición del uso futuro de los estupefacientes modernos, como el de las bebidas azucaradas, el uso de las grasas hidrogenadas, la ingestión descontrolada de los fast-food y de las cosas que hoy, nos destruyen engordándonos o viciándonos.

Cierto es que la glotonería se concibió como pecado, pero eso pasaría mucho más tarde. Pero, ¿quién osa definirla? Por ejemplo, ¿es glotonería comer en una sentada: dos hamburguesas de una libra, acompañada de dos paquetes de papitas fritas, dos sodas de dieciséis onzas, coronadas por dos bolas de helado y un pedazo de bizcocho de chocolate? Por supuesto que muchos dirán que "no lo es". Porque eso es lo que algunos comen al mediodía antes de llegar a su casa en la noche, para engullir una pizza gigantesca acompañada de bebida gaseosa.

Como las leyes naturales nos fallaron asimismo, fue por falta de sanciones inmediatas para que fueran obedecidas. Había un miedo vago a no merecer el Paraíso, si las leyes eran ignoradas, pero no había respuesta inmediata proveniente de Dios por haber fallado. Así que valdría la pena asumir el riesgo y gozar de una vida disipada al margen de las leyes divinas.

En otras palabras Dios quedaría esperando enganchado en línea, cuando las ofensas ocurrían. Eso siendo aun antes de la invención del teléfono.

Además, se crearía un negocio de la venta de absoluciones para las almas de los pecadores pudientes…

La iglesia católica hizo una artimaña de la religión. Un artificio que se transformó en oportunidad muy lucrativa. La simonía, la venta de indulgencias, la invención del purgatorio, la obligación de no comer carne los viernes, que resultaría en pescaderías exitosas que los prelados mantuvieran — en fin, que la iglesia metía y tenía una mano en los negocios de todos incluyendo la banca — de fama reciente el Banco Ambrosiano del Vaticano. Cuya fama merecida, al estilo de tantos, es digna de parodia indecorosa.

En resumen

Nosotros pretendemos alimentar la autoestima de quienes de nosotros dependen. Pero, muchos procuran hacerlo por medio de la duplicidad inmoral.

El poderoso puede cometer todos los crímenes que se le antojen, violar los diez mandamientos, quebrantar los siete pecados capitales y burlarse de la decencia. Porque si es que son muy ricos, es su derecho inviolable. Ya que es un axioma el de que las leyes, sean naturales o no, nunca se aplican equitativamente.

La dignidad deriva de una autoestima fortalecida por convicciones honestas. Quienes a sus hijos pueden transmitir valores genuinos, engendrarán hombres y mujeres dignos — ¿Mujeres?, algo que las escrituras sagradas, escritas por los hombres, de los hombres y para los hombres, se abstuvieran de mencionar…

Selah

Para concluir hablaremos brevemente de Seung-Hui Cho el verdugo insondable de Virginia Tech School

Para hacer un diagnostico luego que una persona ha cesado de existir, generalmente nos servimos de la técnica mejor conocida como la patografía biográfica. Método que muchos han usado para ilustrar los conflictos que subyacían las personalidades de algunas personas egregias.

Freud fue un patógrafo talentoso.

Muy recientemente, cuando el mundo despertó a la crónica estremecedora de los asesinatos que, a sangre fría cometiera, un estudiante, hasta ese entonces, para todos, anónimo. Un estudiante que usaría como tablado el teatro de la Universidad Virginia Tech School, nadie imaginaría que en un coreano escurridizo, inseguro y tímido emergería el perpetrador de los crímenes.

Cuando el polvo de la tragedia se asentó en el suelo firme de la realidad, nadie, ni aún los expertos más conocidos sabrían como aplicar sus métodos para tratar de elucidar lo que este hijo de inmigrantes orientales humildes tendría en su mente para concebir y justificar su crimen horroroso. Lo que Cho tuviera en su mente, nunca, nunca jamás lo sabremos con certidumbre. Pero, lo que sí podremos hacer es especular y de los resultados de nuestras presunciones derivar perspectivas prácticas.

Eso es todo cuanto hacer podemos… Lo que es mucho, si es que lo hacemos, sabiéndolo hacer.

Lo que no es…

Cuando hemos discutido la psicopatía, y los trastornos narcisistas que en nuestro grupo de estudio, designáramos como el Síndrome de Dino, nuestros criterios clínicos y diagnósticos muy claramente se alejan de la personalidad que todos, quienes lo conocieran, aunque superficialmente asignan al desventurado Cho. Persona que se apodaba como el "signo de la interrogación" o como personaje tímido, retraído y con pocas aptitudes sociales.

Cho no sólo sufría por no ser aceptado sino que evidentemente carecía de las dotes esenciales para poder ganar la amistad de una mujer. Las que nunca pudo lograr atraer como amigas, llegando a que algunas se quejarían a las autoridades competentes por sus comportamientos raros y porque las acechaba y asediaba de modo inquietante. Comportamientos característicos de personas que padecen de los llamados "Desórdenes de Contacto Afectivo", entre los cuales se catalogan quienes sufren del Autismo de Kanner y del Síndrome de Asperger a cuyo estudio y entendimiento hemos contribuido desde el año 1964.

Cho, el estudiante de literatura inglesa con la afición a la prosopopeya

Que la pluma es más cortante que la espada es el lema del prosista pedante. En ello se afirmaría Cho cuando produjera su manifiesto vitriólico contra quienes consideraba haberlo empujado a derramar la sangre de ellos y la propia en un acto furibundo de solipsismo idiosincrásico.

Lo que nos enseña la experiencia clínica

El niño que sufre de trastornos de contacto afectivo, crece como persona aislada, ya que carece de los rudimentos básicos esenciales para entender los matices discretos de la comunicación interpersonal. Su falta de empatía los torna extraños, inexorables y a menudos distantes y fríos. No, no es falta de sus progenitores como la neurociencia nos enseña, ellos son así porque así están constituidos.

Porque carecen de la capacidad de responder a los afectos de los demás y de regular e integrar los propios, muy a menudo se los considera personas anormales, indiferentes y extrañas.

De jóvenes evitan los deportes porque carecen de buena coordinación y demuestran una multitud de fobias, las que añadidas a algún déficit de aprendizaje a menudo los consigna erróneamente a las clases de los discípulos con estos problemas, como vieran en el caso seminal del Síndrome de Asperger, que apareciera en la Universidad Digital.

Algunos de entre estos niños son afortunados y sus padres son esclarecidos y los quieren. Así sucedió con Bob L. hoy comandante de ala de las Fuerzas Defensoras de Israel y como no sucediera con el niño que describiéramos en la Universidad Digital, quien se despierta todos los días, diciéndose a sí mismo "le temo a todo" y cuya preocupación de adolescencia es el de estar poco dotado en el tamaño de su órgano sexual. Situación que solamente puede confiarle a la madre, ya que ni su papá ni nadie más existe quien a él lo pueda asistir en su infierno privado.

Cho, probablemente si hubiese recibido psicoterapia intensiva, cuando fuera referido a una clínica por las autoridades, luego de su primer transgresión, quizás hubiese seguido los pasos de Bob y hubiese encontrado un sentido en una vida tan aislada, aterrorizadora y compleja.

Pero, nos dice la canción sufrida:

"No quiero arrepentirme después,

"… de lo que pudo haber sido y no fue…"

Referencias:

Lección Número 34 de La Universidad Digital y la Lección titulada La Universidad Digital.

 

Dr. Félix E. F. Larocca

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