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Televisión y Cotidianeidad Urbana


    Indice1. Toma I2. Toma II3. Toma III4. Toma IV

    1. Toma I

    O.K. muchachos vengan a bailar. Contemplemos reunidos los hermosos amaneceres que en televisión han preparado para nosotros. Clemente Riedemann / rewind. Un Guiño a la Pasada Al intentar un acercamiento a la problemática de la función, rol o influencia de la televisión chilena en los espacios urbanos en el último tiempo, habrá que sin duda, hacerse cargo de una parte de nuestra historia que se fue tejiendo al la luz del silencio, de la imposibilidad, del laberinto intencional de construir una realidad ajena de las aberraciones que atravesaban la cotidianeidad del habitante de estas ciudades intermedias, que sufrió el escarnio de las constantes violaciones a sus derechos fundamentales y de expresión, y donde la televisión chilena al igual que otras instituciones de nuestra sociedad no sólo silenció; sino que empecinadamente avaló y respaldó. Los orígenes y evolución de la televisión chilena, nacida al amparo de las universidades tradicionales, se ven violentamente transformados con la instauración de la dictadura militar, a corto andar la nueva tecnocracia económica y cultural sustenta su plataforma de control ideológico en los medios de comunicación, realizando la limpieza de medios informativos, con la prisión, tortura, exilio y / o asesinato de algunos sus profesionales, y proscripción y clausura de los medios disidentes, sobre todo del ámbito escrito. Atrás quedan los sueños anodinos de "construir una televisión que tuviera la obligación de constituir un canal que ayudara a sus receptores a encontrar el camino de su propio desarrollo" (1); es así como nuestra actual televisión fue desarrollándose a la sombra de la bota militar que instala a una nueva camada neoliberal que basará su riqueza en el monopólico control de los medio audiovisuales, cuyo desarrollo tecnológico y mayor cobertura constituyen el sino del crecimiento en la década del ochenta, cuando el país escindido y fragmentado se nos caía al mar. La televisión se bifurcó en dos líneas capitales: información y entretención, dejando de fondo residual el área servicios y educación con esporádicos instantes de aparición mediática. Pero la idea de desarrollo cobró un nuevo impulso de la mano de un mercado que negaba la participación social y facilitaba acceso económico y que requirió de la televisión para empadronar las legitimidades. (2)Los procesos modernizadores se asocian con la nueva reforma político – administrativa emprendida por Conara (comisión nacional de reforma administrativa), que entre sus objetivos buscaba una desterritorialización cultural, la apertura de los mercados y una descentralización política y económica de los centros urbanos de rango medio, que sin embargo seguirán bajo la globalización telemática, centralizada y la uniformación publicitaria de la política. La visión sobre el desarrollo fue dirigida a afianzar un naciente concepto y relación: la calidad de vida y el protagonismo individual. (3)La vuelta a la democracia coincide con un cambio cultural en el mundo: las utopías están en crisis, reina el pragmatismo y el beneficio personal. La ley 19.132 entrega a la televisión nacional de Chile la autonomía necesaria para pensar en las necesidades del público con proyección de largo plazo, sin embargo el desafío de recuperar la credibilidad informativa y la libre expresión de ideas y propuestas creativas se encuentran con los controles post-autoritarios que no son fáciles de sobrepasar. (4)A lo anterior hay que sumar la irrupción en el mercado de la televisión privada, a partir del año 1991, ya no sólo existen los canales tradicionales de la banda VHF, ahora se agregan los canales internacionales que llegan por cable y se abren nuevas posibilidades en la banda UHF, lo que genera una fragmentación de audiencia y la televisión tradicional se ve obligada a la búsqueda de la masividad de las audiencias a la producción de programas estándares para un gusto medio, marginando a segmentos de la población que exigirán programas más sofisticados capaces de satisfacer los gustos más específicos, nuevamente la ansiada descentralización de los medios queda postergada y la realidad de nuestras entidades culturales regionales no encuentran cabida en una mediática que se reformula de espaldas a nuestros espacios sociogeográficos. Con el advenimiento del proyecto democrático concertacionista, la televisión postdictatorial se maquilla y sigue su camino ya no en un escenario político, sino que en un espacio marcadamente capitalista y de sostén de una sociedad de consumo. El Homo Urbanis se sumerge en un trance hipnótico sin posibilidad de participación en la configuración del nuevo reflejo social que dispara a quemarropa el monitor de rayos catódicos, un reflejo que no es la imagen de las intrincadas redes que se tejen desde su interacción y que sufren el efecto del desmoronamiento de las instituciones sociales que nos van dejando un poco más solos, un poco más a la deriva, un poco más fragmentados; y es lugar común ver las lecturas apocalípticas de estas instituciones, que en el caso de la iglesia o desde el plano de la educación culpan a los medios de la perdida de sentido e identidad frente al exacerbado hedonismo y / o violencia a la que incita la parrilla programática de la Tv., amparada en el imperio del rating, sin realizar un sano Mea culpa sobre su desazón frente a las transformaciones sociales y vinculares que se comienzan a verificar en los espacios urbanos regionales, que sucumben frente al constante bombardeo de la massmedia puesta al servicio del capital económico que rige los gustos, pensamientos, opiniones y vida cotidiana del nuevo habitante urbano. Más allá de tan traumáticas experiencias, nuestro continente sufre el impacto de nuevos diseños socio- culturales, el neocapitalismo latinoamericano toma el rostro de la sociedad de consumo. (5)

    2. Toma II

    El Espejo Vacío Abordar la problemática de los medios de comunicación masivos nos instala de inmediato en un lugar común, común obligadamente porque nos habita desde la hegemonía de su discurso. La primera afirmación que aparece como insoslayable es también un lugar común acerca de ese lugar común que nos habita, y es la siguiente: los medios no reflejan, los medios construyen la realidad. Construir lo que supuestamente debería atenerse a "reflejar" adquiere en el caso de la televisión valor de simulacro; el tratamiento mediático del soporte visual desaloja a la realidad del lugar del referente representado, el referente se pierde porque tiende a disolverse en lo presentado en pantalla. La realidad se "desrealiza", el mundo exterior se desvanece, y lo que se muestra en pantalla se vuelve autorreferente. Es interesante observar que estas son condiciones también características de los fenómenos inductores o hipnóticos. ( 6) Las operaciones de construcción mediática (fragmentación, montaje, encuadre y demás códigos visuales, índices sonoros, manejo de la velocidad entre otras) no sólo producen realidad; también entra la subjetividad en juego, producida en la recepción de dichas operaciones. El usuario-consumidor de televisión responde a una interpelación de muy distinta índole que, por ejemplo, la del espectador de cine. Más aún, para poder hablar en términos de subjetividad mediática deberían hacerse algunas precisiones. La misma no queda instituida en el mero acto de mirar, sino sólo si se produce la captura discursiva en los términos antes esbozados al hablar de simulacro. Obviamente, dicha captura no puede ser considerada como absolutamente clausurante, ya que esto implicaría suponer la posibilidad de una determinación absoluta sobre el sujeto.

    El nuevo escenario ya no concibe la realidad con una estructura íntima sólida, maciza, que va gradualmente haciéndose a sí misma y mostrándose a lo largo de épocas históricas, sino que solo coincide cuanto ocurre como una serie de eventos, cada uno de los cuales, cumplido su papel, da lugar al próximo. (7)Desde el punto de vista comunicacional asistimos a un plagio de la cotidianeidad, pues el discurso prevaleciente, los signos que decoran al país y el desecho de espacio público que conservan las instituciones, llena la incompletud de la transición con una vasta nómina de clichés lingüísticos destinados a eludir los imprevistos: el horror máximo de la política con libreto. Desaparecidos los narradores, ausentados los deseos interpretativos que no terminan en consumo, relocalizadas las ciencias sociales en su labor de servir de asesoras, la actualidad se impone disfrazada de oportunidad, desarrollo, realismo u "opinión pública". (8)Uno de los antídotos propuestos tradicionalmente cuando se reflexiona acerca de la captura mediática, en especial la televisiva, es insistir en abrir y sostener espacios de diálogo y ejercicio crítico en las familias, para contrarrestar la intrusión de ese "afuera" inductor en el adentro de la institución familiar. Ese planteamiento, se sostiene sobre el supuesto de poder todavía discriminar un adentro y un afuera en relación a los dominios instituidos de lo social.

    3. Toma III

    La Domesticación Cotidiana Generalmente los estudios que abordan la relación existente entre la biografía de los medios teletecnológicos y la centenaria vida de nuestras urbes han intentado descifrar el shock de esta nueva mediática sobre nuestro espacio vital ( calles, plazas, espacios públicos, barrios y todos aquellos pliegues donde se articulan nuestras cotidianidades) y donde generalmente se desconoce la esencia misma de nuestros centros urbanos, aún no se conocen nuestras ciudades como realidades continentales que tuvieron raíces comunes en un territorio que fue recorrido, explotado y poblado como un total. Nuestro pasado urbano como tradición y subconsciente colectivo, está diluido por presentes sin solución, ciudades mal empezadas y otras nunca terminadas. A más de una se la devoró la selva o se congeló en el desierto de una calichera abandonada, o se hizo ruinas en uno de los tantos terremotos o diluvios de nuestro continente. (9) Por esto se ha dicho que nuestro subdesarrollo es principalmente una actitud mental. Lo más propio de quien tiene poco y vive al día, es no prever su futuro y aparentemente no tener capacidad para salir de su estado de privación y limitación, sobre todo en la información y control de su destino. De ahí que nuestro continente se organice aún en forma "mágica", casi surrealista, pareciera que comenzamos recién a observar nuestras ciudades. Sin embargo, hace cuatro siglos que vivimos en ellas, pero casi siempre de espaldas a todo su continente. El acto de domesticación recordando el clásico relato de Saint-Exupéry, conlleva un acto bilateral, de dependencia emocional, donde cada uno se reconoce en su individualidad y se proyecta en el otro sin sucumbir al aparente espejismo de una imagen que nos es nuestro reflejo. La soberbia que padece nuestra actual televisión nos intenta imponer una aparente metáfora de nuestra propia existencia que sólo es considerada en el ciclo inductor del consumo. (10) A la televisión no le interesa mostrar nuestra realidad, la que muchas veces la sobrepasa, y necesariamente articula nuevos códigos donde se construye una televisión basada en si misma, una metatelevisión que ocupa gran parte de sus horas de programación en crear programas que hablen del propio mundo televisivo territorializado en la frontera de 551 líneas, que muestra claros signos de agotamiento, sin poder capturar nuestra adolescente capacidad de asombro. Es por ello que resulta imperativo la construcción de una nueva ciudadanía, un intentar nuevas formas de acercamiento a nuestros escenarios urbanos, en una forma más cercana, más emocional e inteligente, ya que, citando a Jesús Martín-Barbero, si la televisión atrae es, en buena medida, porque la calle expulsa. Es la ausencia de espacios (calles y plazas) para la comunicación lo que hace de la televisión algo más que un instrumento de ocio, un lugar de encuentro. De encuentros vicarios con el mundo, con la gente y hasta con la ciudad en que vivimos. (11)

    4. Toma IV

    Close Up La globalización de los medios, sus alcances y consecuencias políticas, económicas y técnicas, es sólo una parte de lo que supone el sistema teletecnológico. Concentrarse sólo en esa parte trae el riesgo de producir una vestidura que no se arruga ni se arruina al pasar por las escabrosidades y las fricciones del mundo complejo diverso y contradictorio de las relaciones vividas, tenemos que conocer la diferencia y la variación cultural y porque podemos reconocer en la historia y también en la vida contemporánea, la capacidad de las sociedades y de los grupos sociales, amplios y pequeños, para reelaborar los productos de un sistema colonial, religioso o basado en los medios, y su capacidad de transformarlo y domesticarlo en virtud de una reelaboración. (12) Aquí es donde la televisión puede cumplir con una gran misión de desarrollo cultural y donde la televisión pública puede aproximarse a su cometido ideal en un acto de respuesta proyectiva de las necesidades y aspiraciones de nuestro sistema sociocultural. Debemos generar, desde nuestra territorialidad algo novedoso o distinto en el encuentro con los productos de un sistema impuesto. Domesticar o subordinar los objetos, en cuanto estructura y texto, a nuestros propios fines, a nuestra propia subjetividad cotidiana, sin desconocer nuestra propia identidad y naturaleza, no ya en la mera contemplación o enajenación para dejar de tocar y aprehender el mundo (o ese entorno inmediato donde interactuamos); sino en un acto dialógico cargado de sentido y significación. Nuestro destino ha sido del pasado y quizás será futuro desde nuestro propio reconocimiento y no en un mero acto proyectivo que prepara la massmedia para nuestro encandilamiento cotidiano. * víctor gonzález frías Profesor de Historia © Magíster en Ciencias Sociales

    5. Referencias

    (1) Böker, Carlos. "Televisión y Desarrollo Cultural, Para una Sociología de los Medios Audiovisuales"; Ed. Universitarias de Valparaíso. Chile, 1971. (2) Cuadra, Álvaro. "América Latina: de la Ciudad Letrada a la Ciudad Virtual"; en Internet la brecha digital.org / citydoc. htlm. Argentina, 2003. (3)Fuenzalida, Valerio."La Televisión Pública en América Latina", Ed. Fondo de cultura económica; Chile; 2000. (4)Portales Cifuentes, Diego. "Utopías en el Mercado", Las producciones del Ornitorrinco. Chile 1994. (5)Cuadra, Álvaro." "América Latina: de la Ciudad Letrada a la Ciudad Virtual"; Op. Cit. (6) Jaduszliwer Raquel. :"Medios de Comunicación. Algunas Puntuaciones desde la Nueva Cotidianeidad", en Internet psyche-navegante.com . (7) Roa, Armando: "Modernidad y Posmodernidad". Editorial Universitaria. 2002. Chile. (8)Ossa, Carlos: "TV en Chile : Lo que Queda en el Espejo". En Internet saladeprensa.org. Argentina. (9)Rangel, Carlos: "Del buen salvaje al buen revolucionario". Caracas . 1977. Venezuela. (10)Silverstone, Roger:"Televisión y Vida Cotidiana". Editorial Amorrortu, 1996. Argentina. (11)Martín-Barbero, Jesús: "Pretextos". 1997, en Ossa, Carlos. Op.Cit (12)Silverstone, Roger:"Televisión y Vida Cotidiana". Op.Cit.

     

     

     

     

     

    Autor:

    Victor Gonzalez Frias