El hijo mayor tuvo que hacerse una reducción del estómago debido a complicaciones severas de la gordura.
Una hermana melliza de éste era de constitución normal, mientras que la hermana más joven tenía un IMC de 34.
Lila medía 5"2" y pesaba 206lb (IMC 38)
En su caso se decidió — ya que esta mujer de sesenta años, tenía tantas dificultades en adherirse al plan de comer, para ella esbozado — que sus comidas serían monitoreadas por el tiempo necesario, por la compañía de un profesional, por la duración de las mismas.
Rattus rattus: Mamífero que no puede vomitar
Esto fue acoplado con caminatas diarias de 30 minutos, el uso de una medicina antidepresiva, para combatir su disforia y ataques de ansiedad, y como complementos a la psicoterapia intensiva.
En ocho meses el peso se redujo a 176lb y doce años después permanece a un nivel estable.
Prosiguiendo
El hipotálamo como regulador del hambre, del apetito y de la función de comer
El apetito — cuando solamente funciona como índice de lo que nos, o no nos conviene comer — nos suministra un propósito útil. Veamos cómo lo hace: las cosas con sabor dulce y olores frescos estimulan nuestro deseo de comerlas porque el hipotálamo las asocias con experiencias placenteras, mientras que las amargas y malolientes nos alejan de las mismas por razones opuestas.
Eso no significa que el apetito en nuestra especie no se ajusta, como lo hace, al consumo de quesos que huelen podridos, al sabor de la fruta del durián, a pesar de su olor repugnante, y a otros gustos poco comunes que los expertos nos dicen que son adquiridos.
Pero, ya sabemos que el apetito no es el hambre.
El hambre nos indica algo diferente, el hambre nos comunica que el momento de recargar nuestras reservas ha llegado y que no tenemos opción sino la de obedecer su conminación.
El hambre, en su expresión de energía instintiva, y como elemento homeostático, no ha cambiado en su aporte fisiológico. Lo que ha cambiado son los medios y los mecanismos que hoy empleamos para satisfacerla.
Durián: La fruta más pestilente conocida
Cuando procuráramos comida en las épocas paleolíticas, lo que consiguiéramos, a menudo sería muy modesto, en sus cantidades y densidad calórica. Y, lo poco que obtuviéramos, a veces, teníamos que compartirlo con los jóvenes, los viejos y las hembras de la tribu. Lo que, con frecuencia, no nos dejaba mucho de comer.
Por esa razón, cuando saciábamos el hambre en exceso (dándonos un atracón), nos sentiríamos impelidos a comer más, para de esta manera acumular reservas extras para enfrentar el próximo período de escasez que inevitablemente llegaría.
El impulso al atracón postprandial resulta ser adaptivo. Mientras que el atracón nocturno no lo puede ser.
Noten que para el atracón postprandial dije, "el impulso", sin expresar que fuera una buena idea obedecerlo.
Lo del atracón nocturno (que obedece al apetito y no al hambre) está en conflicto con nuestra estrategia de comer, ya que, como animales diurnos que somos, las colaciones nocturnas comunican al hipotálamo que estamos comiendo en exceso y a deshoras, porque una crisis de escasez de alimento se aproxima. Lo que hace que se desencadenen mecanismos compensatorios de equilibrio que nos hacen comer más y ganar de peso.
La comida y su relación con la función del apetito
Como bien sabemos, ciertos elementos añadidos al sabor de la comida estimulan la tendencia hipotalámica para consumirlos.
El sabor, la presencia y el olor de la grasa animal, los regustos dulces y los aromas intensos. La comida de consistencia suave y visualmente de colores atractivos, que asociamos con lo saludable, nos estimularía el apetito para consumirlas en mayor abundancia.
El hipotálamo es sistema auto-regulativo que, responde al aprendizaje, permitiendo ampliar las cosas deseables para alimentarnos a medida que nuestra experiencia se expande.
Pero, como sistema regulador, esta porción del cerebro obedece a los instintos, si no se le hace violencia interfiriendo con sus funciones homeostáticas.
Por ejemplo, una de mis colaboradoras en mis tareas investigadoras de la rumia humana era una neurocientífica que consultaba para una de las empresas más poderosas norteamericanas dedicadas a la producción de comida para todo tipo de animales. Ella me informó que la compañía invertía millones de dólares anuales para estimular el apetito de los animales por la comida que ellos mercadeaban.
Donde muchos niños obtienen "El Pan Nuestro de Cada Día"
Algunos animales domésticos, me confiaba, eran indiferentes a los ardides de la compañía para estimularlos (como hacen los mercaderes de fast food con nosotros) a que comieran más de la cuenta — no comiendo más de lo que les era necesario para cumplir su requerimiento nutritivo, lo que hicieran cuando sintieran hambre, y sin comer entre comidas — difiriendo en esto a como nosotros, a menudo hacemos, obedeciendo a los encantos de la magia con la que el apetito nos seduce a comer más de la cuenta.
Pero, ¿qué sucede cuando animales, que fueran acostumbrados y adaptados a una estrategia de comer parca, (como fueran las ratas topo descritas en la lección anterior) se trasladan a una situación donde la comida es rica, se consigue sin esfuerzo y existe en abundancia? La tendencia a seguir ingiriendo comida se desata, un círculo vicioso se establece, y no pueden cesar de comer aunque ya no tengan hambre y están atiborradas (como ya viéramos).
Entonces es cuando todo control se pierde.
Pero existen otros factores de influencia entre nosotros, como son los del entorno, que intervienen en la actividad de comer. La actitud hacia el comer de familiares cercanos, la de los compañeros de escuela y la de nuestros preceptores todos añaden elementos que aumentan la confusión.
El uso de la comida en los niños como recompensa y castigo, la tendencia a celebrar toda ocasión alrededor de mesas opíparas, y otras actividades similares, son elementos que influyen en comer, a menudo, por comer y sin ganas o necesidad de hacerlo.
Los almuerzos que se ofrecen en las escuelas provienen de máquinas que dispensan las mismas comidas que, admitidamente, deben de ser evitadas para impedir la gordura.
En otras palabras que, para "tratar" el sobrepeso y la gordura, tenemos muchos frentes donde librar nuestras "batallas".
El dietar: La cuarta disorexia como esfuerzo desacertado
Si el hambre es proceso instintivo que garantiza el bienestar y destino de toda especie, la nuestra incluida, ¿cómo, entonces, podemos concebir que una acción anti-comer, como es la dieta, pueda ser solución lógica o saludable de la obesidad que nos acosa? Como Einstein nos aconsejara: God does not play dice with the universe.
Es tan racional ponerse a dieta, como si hiciéramos la decisión de no respirar en la Ciudad de México porque el aire está polucionado.
Pero, cuando dietamos, nosotros lo hacemos, invitando problemas de magnitudes mayores del que aspiramos, con la dieta, resolver.
Cuando restringimos nuestras comidas, perdiendo algún peso, desencadenamos un proceso similar al de la lucha-o-huida de Walter Cannon. Ya que desde antes de su comienzo, el cerebro registra la presencia de un peligro inminente, haciendo caso omiso a otros factores, preparando la respuesta adaptiva para la situación.
En este caso, la orden del día es: come todo lo que puedas de las cosas que más te engordan, y cómelas en abundancia, porque sabes que vas a padecer hambre, perdiendo tus reservas adiposas.
Esta actividad anticipatoria del organismo se desencadena sí tan sólo pensamos en ponernos a dieta, registrando sensaciones molestas que abarcan desde nuestros malos talantes hasta deseos de comer en exceso de las cosas que nos engordan.
Además de que, es asunto innegable, que las dietas, como actividad, están intrínsecamente asociadas con los otros trastornos del comer, de los que forman parte.
La enfermedad del dietar
Durante una visita que hiciéramos, como invitados, para dictar una serie de conferencias en la Universidad de Sídney, nuestro anfitrión, el Profesor Pierre Beaumont, se refirió a las dietas como "las enfermedades de dietar". Así lo decidió, porque para él, la mera idea de ponerse a dieta constituía un acto anómalo.
El dietar es, de veras, un acto patológico porque resulta en un desequilibrio en la homeostasis de los sistemas reguladores hipotalámicos.
Muchas dietas, se ha establecido, que desencadenan la anorexia, resultan en la obesidad, desatan la bulimia y se perpetúan como acción indetenible para muchos.
A menudo, las personas que reportan los atracones nocturnos se rinden a esta actividad como expresión de su desesperación, por sufrir el hambre intolerable, consecuencia de la dieta.
Otras veces, las bulímicas, y (con frecuencia, algunas anoréxicas y personas obesas) pierden el sentido interoceptivo que les permite percibir sensaciones de saciedad.
Lo mío comenzó con una dieta
La dieta, puede resultar aún en el empeoramiento de la gastroplastía (la quinta disorexia)
José Miguel
De 32 años, había sido obeso por la mayor parte de su vida. Pesaba 304lb y su estatura era 5"7" cuando nos conocimos.
Muchas dietas y no resultados fue la historia de su vida tratando de oponer el sobrepeso.
No tolerándolo más se sometió a la cirugía de la banda gástrica, la que fuera exitosa al principio.
Pero, cuando después de bajar lo suficiente, su peso comenzara a aumentar y, cuando sus ansias y antojos por chocolates y helados se hicieron más urgentes, José Miguel decidió "ayudar a la banda" adoptando una dieta restrictiva limitando sus colaciones a frutas y agua (la dieta que siguiera la llamada "princesa" Beatriz de Inglaterra).
Hoy es todo lo que come, a pesar de que está consciente de los riesgos asumidos.
Todos lo amonestan diciéndole que luce "horrible", lo que no le importa porque cadavérico es como prefiere lucir. (Para una explicación vean: Larocca, FEF: ANOREXIA NERVIOSA POST–TRAUMATICA Médico Interamericano, 5:4).
En conclusión
La obesidad no es una entidad simple. Sus orígenes comprenden nuestros programas adaptivos, entre estos, los factores hereditarios, las influencias del entorno, y nuestros esquemas psicológicos.
Además de los factores susodichos, también involucra nuestra edad, estado de salud física y emocional y nuestra relación con lo que comemos y por qué lo comemos.
No la mejor de las ideas
Si, de esta manera razonamos, a la sazón, la obesidad comienza en la gestación del futuro bebé obeso, resultado de los excesos alimentarios de mujeres que se aprovechan del embarazo para satisfacer el apetito — a veces, insaciable —por las cosas que engordan (actividad que algunos llaman "antojos".)
"Yo era muy delgada hasta que saliera embarazada", afirma Eloísa, quien, como hicieran tantas de sus amigas, ganaría más de cincuenta libras durante su preñez.
Luego nacen los bebés "gorditos" cuyas gorduras hiperplásicas — Hirsch determinara — son las más renuentes al tratamiento.
En resumen
Con lo antedicho hemos tratado de enfatizar que no existen métodos demostrados que proporcionen la panacea, por todos ansiada, para curar las gorduras que clínicamente encontramos.
Como hemos repetido en otros artículos, la gordura y el sobrepeso es mejor evitarlos, adoptando estilos de vidas sensibles y en harmonía con los designios naturales de nuestra especie.
Pero, una vez establecida, la obesidad es extremadamente refractaria a todo esfuerzo a impedirla porque para hacerlo se dislocan mecanismos homeostáticos cuyas funciones residen fuera de nuestro control.
El único tratamiento efectivo y permanente para esta condición es uno que ofrezca al obeso la paciencia, soporte y el entendimiento que su estado necesita y que demuestre un deseo inquebrantable de acompañarlo por el tiempo requerido durante su viaje por la ruta tortuosa que representa el vía crucis de su predicamento, y no de su "enfermedad".
Finalmente, se ha reportado que perder mucho peso, por medio de el consumo controlado de alimento, "cura" la diabetes, tipo II consecuencia de la obesidad tipo Pima.
En estas dos contribuciones hacia la obesidad, su entendimiento y su "cura", esperamos haber cumplido nuestro propósito: El de haber hecho visibles detalles que de antes no se podían ver.
Fin de la lección
Bibliografía
Larocca, FEF: TEMAS DE NEUROCIENCIA EN EL TRATAMIENTO PSIQUIÁTRICO MODERNO (I) en monografías.com, psikis.cl y el portaldelasalud.com
Larocca, FEF: La Opción de Hobson en el Tratamiento de la Gordura en monografías.com y en psikis.cl
Larocca, FEF: El Mito de Sísifo y la Gordura en monografías.com
Larocca, FEF: Los Dietistas, Quienes los Siguen, y el Pensamiento del Satírico Romano Juvenal en monografías.com
Larocca, FEF: La Gordura: Terminable e Interminable: Los Métodos para Adelgazar y el Futuro de una Ilusión en monografías.com
Larocca, FEF: La Obesidad como Metáfora de Nuestro Tiempo en monografías.com y psikis.cl
Larocca, FEF: (1988) SELF-HELP IN ANOREXIA AND BULIMIA: PRINCIPLES OF ORGANIZATION AND PRACTICE (in the Eating Disorders: Medical and Psychological Bases of Diagnosis and Treatment, B.J. Blinder, B.F. Chaitin and R. Goldstein, eds.), PMA Publishing Co. pp. 477-81
Larocca, FEF: El Caso Difícil Número 18 en monografías.com
Larocca, FEF: De los efectos de las Anfetaminas, sus Derivados, y de las Acciones Farmacológicas de estas Drogas (1959, Archivos de la Universidad Autónoma de Santo Domingo)
Larocca, FEF: El Caso Difícil Número 15: Entender la Obesidad en monografías.com y en psikis.cl
Larocca, F.E.F. and Della-Ferra, M.A.: RUMINATION: ITS SIGNIFICANCE IN ADULTS WITH BULIMIA NERVOSA, Psychosomatics, Vol. 27, No. 3, pp. 209-12, 1986.
• Larocca, FEF: "Anorexia Nervosa: The Role of Educating the Patient and the Family for a Favorable Treatment Out- come" 07/82 10th International Congress of the Association for Child and Adolescent Psychiatry and Allied Professions, Dublin, Irish Republic
Eating a High-Fat Diet May Rapidly Injure Brain Cells That Control Body Weight http://www.sciencedaily.com/releases/2011/06/110608161533.htm
Larocca, FEF: La Cuarta Disorexia en monografias.com y en psikis.cl
Peligros de las gastroplastías: http://www.dailymail.co.uk/health/article-2006733/Gastric-op-mother-starves-death-losing-13-stone-seven-months.html
Autor:
Dr. Félix E F Larocca
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