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Trastornos mentales menores en atención primaria. La visión con un antropólogo marciano

Enviado por Juan Gérvas


Partes: 1, 2

    1. Introducción, con una historia escolar
    2. Dueños de un cerebro demasiado grande, ¿O es el cerebro el que nos posee?
    3. De brujos a (aparentes) médicos científicos
    4. Precaución con la prevención (o la necesidad de poner coto a la prevención sin límites)
    5. Bibliografía

    Introducción, con una historia escolar

    "En la escuela donde doy clase (soy de gimnasia)  llegó una maestra nueva este año, una especie de señorita Rottenmeyer, y de repente parece que en vez de escuela tengamos una clínica de diagnósticos para todo niño que no se adapta a ella: hay un tartamudo que no es tal, Pedro, pues en realidad sólo tartamudea con ella, luego está Ofelia, que la han derivado a salud mental con neurosis obsesiva (9 años), porque llora y tiene pánico a venir a clase… Cuando lo comenté con el director, me dijo "ya la conoces; es un tema delicado; es una compañera, -el corporativismo-; no te metas"…  "ya,  pero es que yo les doy clase, y me piden que me quede más rato para no estar con ella y veo el miedo en sus ojos… y sobre todo estamos en noviembre…"

    Reconozco que el tema me está afectando, pero es que entre  unos niños que vomitan antes de ir a la escuela, unos padres que creen que a sus hijos les pasa algo y unos compañeros que miran para otro lado o se suman a "detectar" casos clínicos… supongo que canalizo la frustración hacia escribir (como decía Gloria Fuertes, "en vez de echarme al odio o a la calle, escribo a lo que salga"…). Pero luego, a medida que continuaba escribiendo, el tema me iba pareciendo mucho más importante de lo que había previsto, y cuando lo comentaba con los compañeros les sonaba a chino. De hecho, en educación se está en la fase de prevención, del "prevencionismo", y cuanto más precoz mejor, sin tener muy en cuenta la medicalización. La intención (de este  viaje a Ítaca) es crear opinión entre el profesorado (que es mi campo) y los servicios de salud (que es el tuyo)".

    Es el testimonio de una maestra que se conmueve con el sufrimiento de niños y padres. Una maestra espantada que pide ayuda a un profesional sanitario pues se sorprende por la transformación de la timidez infantil en "depresión", de la inquietud del niño inteligente y despierto en "trastorno por déficit de atención con hiperactividad", del miedo a la maestra rígida incompetente en "neurosis obsesiva", del dolor abdominal y los vómitos ante la exigencia escolar en "intolerancia a la lactosa", "dolor abdominal recidivante" o "síndrome de intestino irritable", y demás.

    ¿Cómo hemos llegado a esto?

    ¿Cómo es posible que estemos transformando cualquier problema cotidiano en un problema de salud, en un "trastorno mental"?

    ¿Son los trastornos mentales menores realmente un problema de salud?

    Intentaré dar respuesta a estas tres cuestiones en lo que sigue. Aunque he utilizado bibliografía apropiada que se cita al final, el punto de vista será eminentemente clínico y práctico, típico del médico general que pasa consulta a diario. Para mejor interpretarlo cuento con un antropólogo marciano. Sí, un "marcianólogo"[2] transmutado en antropólogo, nacido y criado en Marte, en la civilización que allí existe hace cien mil años, y que ha decidido finalmente mandar a un estudioso a tomar contacto con los humanos, y por un error menor cayó en Canencia de la Sierra (Madrid, España), en lugar de Washington (Distrito de Columbia, EE.UU.).

    Dueños de un cerebro demasiado grande, ¿o es el cerebro el que nos posee?

    La especie humana se caracteriza por ser bípeda. Ello conlleva un parto difícil en las hembras, y el típico dolor de espalda inespecífico en machos y hembras. También en ambos el andar de pie libera las extremidades superiores y permite el desarrollo de las manos con su capacidad para manipular objetos pequeños y delicados. En paralelo a las manos se desarrolla un cerebro hasta cierto punto monstruoso, pues es incapaz de entenderse a sí mismo.

    Un cerebro que se asocia a auto-conciencia, a reflexión acerca del devenir de la vida, a capacidad de echar de menos a quienes murieron y a posibilidad de desarrollo de un lenguaje y una cultura que nos "poseen", pero que es incapaz de comprenderse y conocerse a sí mismo después de múltiples y variados estudios biológicos y psicológicos y teorías científicas y filosóficas varias. Cabe por ello preguntarse si el cerebro no será sencillamente la expresión del alienígena que nos abduce a todos.

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