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El hijo de un desplazado. Momentos con el escritor colombiano Germán Castro Caycedo

Enviado por memoriasmadera


Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. Arribo
    3. Hacerle ver una película a la gente con un estilógrafo
    4. Por dos avivatadas
    5. Escribe de tu pueblo y serás universal
    6. Enviado especial
    7. Colombia apagó la luz
    8. Un autor en busca de tema

    Resumen

    El presente texto ofrece al lector una buena aproximación a la vida del autor colombiano Germán Castro Caycedo, muy ilustrativa especialmente para los estudiantes de periodismo, como quiera que se trata del autor de no ficción más leído en Colombia cuya resonancia tiene eco en el mundo, en tanto sus libros han sido traducidos a muy diversos idiomas.

    Contiene, además, una breve alusión a sus años en televisión con un producto periodístico de altas audiencias.

    Palabras clave: periodismo, no-ficción, relato, Colombia.

    Arribo

    Llegamos al aeropuerto José Maria Córdoba justamente a las once y dieciocho minutos de la mañana de ese viernes. Tiempo suficiente, pues la llegada del vuelo procedente de Bogotá estaba prevista para las once y veinte. Desde luego, hicimos lo propio de cualquier parroquiano en trance de espera de algún pasajero: aspirar el aroma de un tentador café y mirar con detenimiento el tablero de llegadas según el número de vuelo, para darnos cuenta con sorpresa de que el 9338 de la aerolínea otrora bandera nacional y hoy en manos de capital foráneo, aterrizó ¡quince minutos antes!

    Adiós caféဦ Angustia fue lo que sentimos los tres amigos mientras presurosos nos dirigimos al área de arribo, lugar en el que lo hallamos tal y conforme es él: simple, tranquilo, en actitud de serena espera, silbando el trozo de alguna melodía que no pudimos identificar y que muy seguramente trajo pegada a su memoria auditiva desde temprano en esa mañana.

    Miles de explicaciones de aquellas que siente uno que no sirven para nada, pero que amablemente aceptó. Vestía una chaqueta de tono amarillo apagado, camisa rosada, pantalón índigo de corte clásico y zapatos oscuros de doble tono. Ya en el parqueadero rionegrino, a punto de abordar el vehículo que nos llevaría hasta Sabaneta, expresó su primera preocupación:

    Olvidé mi pantalón azul oscuro de dacrón. Es más elegante. ¿Tal vez esté bien con éste y una corbata?

    Claro que sí Maestro. Así está bien.

    El resto fue un viaje agradable sin paradas en el camino, mientras comentábamos acerca del soleado clima que significaba una pausa en el inclemente invierno y de las dificultades que tuvo su desplazamiento en Bogotá por las manifestaciones de los taxistas, que obligaron a nuestro visitante la realización de un indefinible número de circunloquios para llegar por rutas secundarias hasta el terminal aéreo de la Capital, en medio de las dudas sobre la puntualidad de su traslado a Medellín: típico retrato de un país en permanente desorden.

    Diego aprovechó para ponerle al tanto de la agenda para los tres días dedicados a homenajearle a lo que el escritor replicó que así es como la trae grabada en su cabeza, pues la fijó en su mesa de trabajo para estar seguro de las actividades por cumplir.

    Accedimos al valle de Aburrá sobre la avenida El poblado y la presencia de un vendedor de libros piratas en algún semáforo obliga la alusión al tema, respecto del cual nuestro receptor de la Erato afirma que de no ser por esa práctica ilegal, tan enquistada en nuestra cultura, debería ser dueño de una fortuna. Se trata, sin duda, del autor de literatura de no ficción, más leído en Colombia y en Hispanoamérica. De acuerdo con su afirmación,

    Sólo Gabo y yo vivimos en Colombia del oficio de escribir libros.

    Por supuesto se refiere al Nobel de literatura Gabriel García Márquez.

    Así transcurre nuestro primer momento con Germán Castro Caycedo, objeto de múltiples reconocimientos nacionales e internacionales, autor de dieciocho libros en circulación, traducido al japonés, húngaro, griego y portugués además del francés y más recientemente al chino y al inglés. Realizador, director y presentador, durante veinte años, del programa de televisión que rompió los paradigmas audiovisuales del ejercicio periodístico, fresco todavía en la memoria de las audiencias colombianas: Enviado especial.

    Una vez llegados al hotel campestre en Sabaneta y puesto su equipaje en la habitación, regresa con nosotros al vestíbulo.

    -Maestro. ¿Usted qué toma? anticipa el gran anfitrión.

    -No puedo tomar licor por la diabetes. Me aplico insulina desde hace algunos meses.

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