Este artículo pretende contestar lo más eficaz y sencillamente posible la siguiente pregunta, basada en los estudios del Génesis: ¿Qué sucesos tuvieron lugar durante el denominado "Cuarto Día Creativo"?
Introducción.
El "Cuarto Día Creativo" contempla los siguientes sucesos, según la "Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (con referencias)", edición en español de 1987:
«Y Dios pasó a decir: "Llegue a haber lumbreras en la expansión de los cielos para hacer una división entre el día y la noche; y tienen que servir de señales y para estaciones y para días y años. Y tienen que servir de lumbreras en la expansión de los cielos para brillar sobre la tierra". Y llegó a ser así. Y Dios procedió a hacer las dos grandes lumbreras, la lumbrera mayor para dominar el día y la lumbrera menor para dominar la noche, y también las estrellas. Así las puso Dios en la expansión de los cielos para brillar sobre la tierra, y para dominar de día y de noche y para hacer una división entre la luz y la oscuridad. Entonces vio Dios que [era] bueno. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día cuarto» (Génesis 1: 14 a 19).
Lumbreras en la expansión celeste.
La obra PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, tomo 2, página 260, publicada en español y otros idiomas en 1991 por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, expresa:
«LUMBRERA [es] "Fuente de luz; lámpara; cuerpo celeste del que la Tierra recibe luz". El relato de Génesis informa que durante el cuarto "día" creativo, Dios hizo que "[llegase] a haber lumbreras en la expansión de los cielos" (Génesis 1: 14, 19). Esto no quiere decir que la luz (hebreo: "ohr) misma se originase entonces, puesto que ya existía previamente (Génesis 1: 3). Tampoco significa que el Sol, la Luna y las estrellas se creasen en aquel momento. El versículo inicial de la Biblia dice: "En el principio Dios creó los cielos y la tierra" (Génesis 1: 1). Por lo tanto, los cielos —con sus cuerpos celestes, entre ellos el Sol— existían con una anterioridad indefinida a todo lo sucedido durante los seis períodos creativos descritos en los siguientes versículos del primer capítulo de Génesis.
Ha de tenerse en cuenta que mientras que Génesis 1: 1 registra que Dios "creó" (hebreo: ba·rá") los cielos y la tierra en el principio, los versículos 16 y 17 señalan que durante el cuarto "día" creativo, "Dios procedió a hacer [hebreo: una forma de ?a·sáh] las dos grandes lumbreras, la lumbrera mayor para dominar el día y la lumbrera menor para dominar la noche, y también las estrellas. Así las puso Dios en la expansión de los cielos para brillar sobre la tierra". La palabra hebrea ?a·sáh, frecuentemente traducida "hacer", puede significar "establecer (2 Samuel 7: 11), designar (Deuteronomio 15: 1), formar (Jeremías 18: 4) o preparar (Génesis 21: 8)".
Por lo tanto, estos versículos explican la nueva relación del Sol, la Luna y las estrellas, ya existentes, con el planeta Tierra. Durante el primer "día", la luz (hebreo: "ohr) empezó a penetrar, probablemente de modo gradual, a través de las capas de nubes que aún envolvían la Tierra, y llegó a ser visible a un observador terrestre, si hubiera estado presente (Génesis 1:3). Pero el cuarto "día" se produjeron ciertos cambios. Cuando se dice que en aquel día "las puso Dios en la expansión de los cielos", debe entenderse que Dios hizo que las fuentes de luz (hebreo: ma·"óhr), como el Sol, la Luna y las estrellas, llegaran a ser perceptibles en la expansión con el propósito de "hacer una división entre el día y la noche" y "servir de señales y para estaciones y para días y años". Además de dar prueba de la existencia de Dios y su majestuosidad, los movimientos aparentes de estas lumbreras permiten que el hombre señale con exactitud las estaciones, los días y los años.
La misma palabra hebrea (ma·"óhr) se usa para designar los utensilios que alumbraban el "tabernáculo", los cuales contenían aceite como combustible. Este término también se usa de manera figurada en Proverbios 15: 30, en la expresión "el brillo de los ojos". A Egipto se le advirtió de manera profética que se le retiraría toda la luz debido a que Jehová oscurecería y cubriría de nubes todas las "lumbreras [una forma de ma·"óhr] de luz ["ohr] de los cielos" (Ezequiel 32: 2, 7, 8)».
La lumbrera mayor.
La obra PERSPICACIA, tomo 1 y página 571, señala:
«La voluntad divina con respecto a las lumbreras se llevó a cabo durante el Día Cuarto, pues dice el registro: "Y Dios procedió a hacer las dos grandes lumbreras, la lumbrera
mayor para dominar el día y la lumbrera menor para dominar la noche, y también las estrellas. Así las puso Dios en la expansión de los cielos para brillar sobre la tierra, y para dominar de día y de noche y para hacer una división entre la luz y la oscuridad" (Génesis 1: 16-18). En vista de esta descripción de las lumbreras, la mayor debe referirse al Sol, y la menor, a la Luna, aunque no se menciona a estos dos cuerpos celestes por nombre sino hasta después del relato del diluvio del día de Noé (Génesis 15: 12; 37: 9).
Con anterioridad, en el primer "día", se había usado la expresión "Llegue a haber luz". La palabra hebrea que se utiliza en este texto para luz es "ohr, que significa luz en sentido general, mientras que en el cuarto "día" la palabra hebrea cambia a ma·"óhr, cuyo significado es una lumbrera o fuente de luz (Génesis 1: 14). De modo que el primer "día" debió penetrar una luz difusa a través del manto de nubes, aunque desde la superficie terrestre no sería posible ver las fuentes de las que procedía esa luz. Luego, en el cuarto "día", las cosas cambiaron.
Es también digno de mención que en Génesis 1: 16 no se usa el verbo hebreo ba·rá", que significa "crear", sino que se emplea el verbo hebreo ?a·sáh, cuyo significado es "hacer". Como el Sol, la Luna y las estrellas están incluidos en "los cielos" mencionados en Génesis 1: 1, estos astros se crearon mucho antes del Día Cuarto. En ese "día" Dios procedió a "hacer" que dichos cuerpos celestes llegaran a tener una nueva relación con respecto a la superficie terrestre y a la expansión que había sobre ella. Las palabras: "Las puso Dios en la expansión de los cielos para brillar sobre la tierra", deben indicar que en ese momento se hacían distinguibles desde la superficie de la Tierra, como si estuvieran en la expansión. Además, las lumbreras tenían que "servir de señales y para estaciones y para días y años", lo que significaba que el hombre podría utilizarlas como guía de distintas maneras (Génesis 1:14)».
El Sol.
La práctica totalidad de las personas que estudian o leen la Sagrada Escritura concuerda en que la denominación "lumbrera mayor" que aparece en el capítulo 1 del Génesis se refiere al Sol, pues es de sentido común creer esto. Por ejemplo, he aquí un comentario típico que apareció en Internet a mediados del año 2009: "En el principio, al crear Dios los cielos y la tierra, hizo dos grandes lumbreras (el Sol y la Luna); hizo al Sol como la lumbrera mayor. ¿Sabía usted que la Luna no tiene luz propia, y que sin el Sol ella no recibiría los grandes piropos y elogios de los poetas? Sí, la Luna recibe su luz del Sol; sin él no podría brillar".
Con relación al Sol, la revista DESPERTAD del 22-5-1972, publicada por la Sociedad Watchtower, bajo el tema "Estrella del día", páginas 9 a 11, expuso lo siguiente:
«Nuestra Tierra no es muy grande cuando se compara con la estrella del día… nuestro Sol. Pues, dentro del Sol, se podría colocar un millón de Tierras. Y sin embargo en lo que respecta a estrellas, nuestro Sol realmente no es grande. Es semejante a un enano. ¡Algunas estrellas son centenares de veces mayores que nuestro Sol! La brillante estrella roja, Betelgeuse, tiene un diámetro aproximadamente 400 veces mayor que el de nuestra estrella del día.
El Sol tampoco es la estrella más brillante. ¡La estrella S. Dorado es aproximadamente 500.000 veces [más brillante que] el Sol! Pero para nuestra Tierra el Sol es exactamente adecuado.
Nuestro Sol se ve mucho más brillante y más grande que las otras estrellas simplemente porque es la más cercana a la Tierra. La distancia media del Sol a la Tierra es de 149.637.000 kilómetros. La luz llega a la Tierra desde el Sol en aproximadamente 8 1/3 minutos. Puesto que el Sol es el centro del sistema solar, la Tierra y todos sus planetas hermanos se mueven en grandes círculos a su alrededor.
Moviéndose a una velocidad tremenda, el Sol viaja a través del espacio a unos diecinueve kilómetros por segundo. Sin embargo no hay peligro alguno de que nuestro Sol se acerque demasiado a otra estrella. La estrella más cercana, que se llama Próxima Centauro, está a 40.225.000.000.000 de kilómetros de distancia. Está tan lejos que le toma a la luz, la cual se mueve a unos 300.000 kilómetros por segundo, más de cuatro años para viajar desde esa estrella a nuestra Tierra. Si la Tierra estuviese viajando en dirección de Próxima Centauro, se necesitarían casi 65.000 años para llegar a ella.
Por lo tanto, cuando consideramos que nuestro Sol sólo es uno entre miles de millones de soles, bolas de fuego incandescente que giran a través del espacio, esto debería movernos a pensar en Aquél que los tiene a todos en su poder y a todos los [cuales] llama por nombre (según el Salmo 147: 4). Realmente el Sol es un don del "Padre de las luces celestes," quien [permite] que éste brille sobre todos sin distinción, sobre los inicuos y los buenos (Santiago 1: 17; Mateo 5: 45) (ver Nota, a continuación). Ciertamente se puede decir que nuestra estrella del día alaba a su magnífico Creador.—Salmo 148: 3.
Un gigantesco reactor nuclear. Nuestro Sol es una gigantesca bola brillante compuesta de gases calientes. Los elementos más comunes de los que está compuesto nuestro Sol son hidrógeno, helio, calcio, sodio, magnesio y hierro. Pero, ¿de dónde obtiene su calor el Sol? En realidad nuestra estrella del día se asemeja a un horno atómico. El proceso de veras es complicado, pero, básicamente, el gas hidrógeno en el Sol se transforma en helio. Cuatro átomos de hidrógeno se [necesitan, en una compleja reacción nuclear,] para hacer [que finalmente surja] un átomo de helio, y en el proceso se libera mucha energía.
Se dice que la temperatura de la superficie del Sol es de aproximadamente 6.000 grados centígrados (unos 11.000 grados Fahrenheit). Pero debido a su gran distancia a la Tierra sólo aproximadamente un dos mil millonésimo de su energía radiante llega a la Tierra. Sin embargo esta cantidad es plenamente suficiente para suministrar las condiciones climáticas ideales que hacen posible la vida vegetal y animal en la Tierra. Si sólo pudiera [domesticarse] una fracción de la fantástica cantidad de energía solar, el hombre resolvería sus problemas principales relacionados con la calefacción y el transporte. Se ha dicho que si el hombre supiera usar la energía solar eficazmente, podría suministrar casi dos caballos de energía por cada metro cuadrado de terreno sobre el cual brilla el Sol.
Prominencias solares y tempestades solares. De vez en cuando grandes llamaradas salen disparadas del Sol; a éstas se les llama "prominencias" solares. Estos grandes "géiseres" o fuentes de fuego estallan y entonces desaparecen gradualmente, esparciendo fuego en su senda. Pueden proyectarse a más de 360.000 kilómetros del Sol mismo.
También hay las manchas o borrones oscuros en la superficie del Sol llamadas "manchas solares". Realmente son tempestades solares de masas remolinantes de gases electrizados. Evidentemente por tener una temperatura inferior al resto de la atmósfera solar, las manchas solares parecen parches opacos en un fuego de carbón.
Las manchas solares nos afectan porque parece que están asociadas con las tempestades magnéticas a las cuales está sujeta nuestra Tierra de vez en cuando. Como resultado hay desvanecimientos de radio. Por ejemplo, en marzo de 1970, la República de las Filipinas informó una tempestad solar tan intensa que los expertos dijeron que abarcó de 60 a 70 por ciento de una región cerca del ecuador del Sol. Produjo una extinción de radio en las frecuencias inferiores que duró por más de una hora. Otros instrumentos eléctricos en la Tierra también son afectados por las tempestades solares, y la aguja de la brújula quizás deje de señalar hacia el norte o gire erráticamente.
[…] Pero, ¿de qué manera nos afecta más personalmente esta gran estrella que gira a través del espacio y está a millones de kilómetros de distancia? Bueno, nos suministra el alimento que comemos y el aire que inhalamos. ¿De qué manera?
Es por el proceso que se conoce como "fotosíntesis". Esta palabra proviene de "fotos," que significa "luz," y "síntesis" o "formación". La fotosíntesis se produce cuando las plantas verdes usan la energía de la luz solar para reunir los comestibles del anhídrido carbónico y el agua. El alimento producido se encuentra en forma de hidratos de carbono. Al mismo tiempo el oxígeno del agua se libera en la forma de oxígeno gaseoso libre. De modo que, la fotosíntesis hace asequible no sólo nuestro alimento sino también el oxígeno del aire que inhalamos.
Otro factor muy necesario para la vida es el calor y, como hemos visto, nuestro Sol es lo suficiente caliente para mantenernos a todos abrigados. Sus facultades vivificantes son más evidentes en la primavera cuando el calor de los rayos del Sol penetra en la tierra congelada y despierta a las diminutas plantas de semillero, haciendo que saquen su pequeña nariz verde sobre la superficie del terreno. La cantidad de calor que le llega a la masa de terreno tiene un efecto importantísimo sobre lo que puede crecer en éste. Por ejemplo, ninguna vegetación importante puede crecer en lugares como la región ártica, donde la temperatura media del mes más caluroso permanece a menos de 5'6 grados centígrados.
El Sol no sólo suministra alimento y aire para mantenernos vivos, sino también agua dulce. El calor de este horno solar atrae hacia arriba el agua del terreno, lagos y ríos en la forma de vapor acuoso. Después este vapor se condensa en la atmósfera superior y forma las nubes. Con el tiempo la humedad de las nubes vuelve a caer en la forma de lluvia, alimentando los ríos, regando las plantas y suministrándonos el agua dulce que necesitamos. Las palabras del hombre temeroso de Dios [llamado] Eliú, registradas en el libro de Job, describen este proceso: "Pues él atrae hacia arriba las gotas de agua; se filtran como lluvia para su neblina, de modo que las nubes destilan, gotean sobre la humanidad abundantemente" (Job 36: 27, 28). En algunos lugares llueve más abundantemente que en otros, pero la constancia de este ciclo ayuda a preservar nuestra vida.
Otros efectos y beneficios. El Sol también nos suministra nuestros colores, pues el color se produce porque los objetos reflejan los diferentes colores de las luces del espectro solar. Y tampoco debe menospreciarse su efecto psicológico. La gente que tiene frío o está cansada o se siente sola se siente mejor en un día caluroso, de sol, ¿no es verdad?
El Sol nos sirve como un gran reloj, junto con la Luna y las estrellas (Génesis 1: 14, 15). El día solar de veinticuatro horas se determina por la rotación de la Tierra sobre su eje. El año es el tiempo que tarda la Tierra en hacer su revolución alrededor del Sol. Y la altura variante del Sol en el cielo y la longitud de tiempo en que aparece son las causas determinantes de los cambios de las estaciones en el clima y la vida natural.
Sí, nuestro Sol tiene un efecto muy poderoso en nuestra vida. El Creador ha provisto esta gran fuente de energía para asegurar el que tengamos luz y calor así como aire que inhalar. Origina lluvias y flores primaverales. Y por él marcamos la hora y regulamos nuestra vida.
¡Cuán vital es nuestro Sol para la Tierra! Sin él la Tierra se dispararía en el espacio. Sin él, nuestra Luna parecería desaparecer, pues ya no reflejaría su luz del Sol. La Tierra quedaría virtualmente oscura. Llegaría a ser muy fría, y no habría ningún humano vivo en la Tierra para echar de menos las resplandecientes puestas de Sol.
Pero el Creador del Sol nos asegura que nuestra estrella del día continuará brillando a través de la eternidad, sin jamás cesar de bañar nuestra Tierra con calor y luz radiantes.—Salmo 89: 36; 104: 5; Génesis 8: 22 (ver Nota, a continuación)».
NOTA:
El Sol es un don del "Padre de las luces celestes," quien permite que brille sobre todas las personas, sin distinción, ya sean éstas malas o buenas (Santiago 1: 17; Mateo 5: 45). Fue Jesuscristo el que transmitió tal idea, según el Evangelio, cuando pronunció su famoso "sermón de la montaña" y habló: «Oísteis que se dijo: "Tienes que amar a tu prójimo y odiar a tu enemigo". Sin embargo, yo os digo: Continuad amando a vuestros enemigos y orando por los que os persiguen; para que demostréis ser hijos de vuestro Padre que está en los cielos, ya que Él hace salir su sol sobre inicuos y buenos y hace llover sobre justos e injustos (Mateo 5: 43-45)».
Parece que la enseñanza que quiso resaltar el Maestro tenía que ver con la bondad y la paciencia de Dios, el Creador, quien también es llamado afectuosamente "Padre celestial" (en el sentido de haber traído a la existencia a las criaturas humanas y angélicas). Por su bondad y misericordia, pues, el Creador ha dado guía (mediante los Profetas y la Sagrada Escritura) y permite tiempo para que las personas injustas y malas puedan arrepentirse de su erróneo camino y lleguen a reconciliarse con Él. Su paciencia es grande y parece estar ligada al aguante, es decir, al hecho de ser sufrido y de soportar por un tiempo relativamente largo los disgustos y las inclemencias que le producen los muchísimos actos dañinos y malvados perpetrados por los hombres. En consecuencia, Jesucristo instó a sus seguidores a tratar de imitar a Dios en este sentido.
En cuanto a la capacidad que el Creador tiene para hacer distinción factual entre buenos y malos, la Sagrada Escritura informa de una serie de plagas que cayeron sobre Egipto en tiempos de Moisés. Dios golpeó al faraón y a su pueblo para que dejaran marchar a las tribus de Israel hacia el desierto, liberándolas así de la dura esclavitud a la que estaban sometidas. Como el faraón egipcio se hizo terco y se burló de las palabras que Dios le hizo llegar mediante Moisés, el Creador trajo 10 plagas sobre la tierra de Egipto y de esta manera liberó a Israel.
La novena plaga fue muy interesante, pues conecta con la idea transmitida por Jesucristo. El relato sagrado dice: «Entonces Jehová dijo a Moisés: "Extiende tu mano hacia los cielos, para que ocurra oscuridad sobre la tierra de Egipto, y la oscuridad pueda palparse". Inmediatamente extendió Moisés su mano hacia los cielos, y empezó a acaecer una oscuridad tenebrosa en toda la tierra de Egipto por tres días. No se vieron unos a otros, y ninguno de ellos se levantó de su propio lugar por tres días; pero para todos los hijos de Israel resultó que hubo luz en sus moradas. Después de eso llamó Faraón a Moisés y dijo: "Id, servid a Jehová. Sólo vuestras ovejas y vuestro ganado vacuno serán detenidos. Vuestros pequeñuelos también pueden ir con vosotros" (Éxodo 10: 21-24)».
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En las Santas Escrituras se puede leer: "[Dios] ha fundado la tierra sobre sus lugares establecidos; no se le hará tambalear hasta tiempo indefinido, ni para siempre" (Salmo 104: 5). Aparentemente, esto significa que nuestro planeta fue hecho por el Creador para que durara eternamente. También se lee, en el relato que habla de los días inmediatamente posteriores al Diluvio: «Con eso salió Noé, y con él también sus hijos y su esposa y las esposas de sus hijos. Toda criatura viviente, todo animal moviente y toda criatura voladora, todo lo que se mueve sobre la tierra, según sus familias salieron del arca. Y Noé empezó a edificar un altar a Jehová y a tomar algunas de todas las bestias limpias y de todas las criaturas voladoras limpias y a ofrecer ofrendas quemadas sobre el altar. Y Jehová empezó a oler un olor conducente a descanso, de modo que dijo Jehová en su corazón: "Nunca más invocaré el mal sobre el suelo a causa del hombre, porque la inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud; y nunca más asestaré un golpe a toda cosa viviente tal como he hecho. Durante todos los días que continúe la tierra, nunca cesarán siembra y cosecha, y frío y calor, y verano e invierno, y día y noche" (Génesis 8: 18-22)».
Si resaltamos el último versículo citado, donde dice: "Durante todos los días que continúe la tierra, nunca cesarán siembra y cosecha, y frío y calor, y verano e invierno, y día y noche" (Génesis 8: 22), da la impresión de que el pensamiento que se destaca es que el día solar y la noche solar se perpetuarán por los siglos de los siglos, esto es, eternamente. En efecto, pues el Salmo 104: 5 afirma que la Tierra nunca perecerá (un resultado más grave que "tambalear"). En consecuencia, se infiere que el Sol permanecerá para siempre igualmente, dando lugar a los días y las noches de nuestro planeta.
Esto pudiera chocar contra la ciencia astronómica en lo relacionado con el nacimiento, vida y muerte que afecta a toda estrella, incluido nuestro Sol. Los conocimientos científicos en este campo vienen avalados por multitud de investigaciones fidedignas, de modo que actualmente se puede asegurar que toda estrella, como tal, es finita en el tiempo. ¿Por qué, entonces, da a entender la Sagrada Escritura que el Sol durará eternamente?
Esta cuestión comporta cierta envergadura, por lo que dilataremos su contestación un poco. Más adelante, en un próximo artículo, veremos cómo podría resolverse la aparente contradicción.
La Luna.
Respecto a la Luna, la revista DESPERTAD del 22-7-1978, página 19, dice: «A usted le será interesante dar una ojeada a nuestro vecino más próximo, la Luna. Una excelente ocasión para hacer esto es desde que la Luna está en el cuarto creciente hasta que se hace media luna. Entonces largas sombras facilitan la observación del paisaje lunar. Por medio del telescopio podrá ver escabrosas montañas majestuosas en la superficie lunar. También hay planicies ondulantes (que en un tiempo se creía que eran mares), cráteres gigantescos, riscos dentados y toda suerte de otras marcas en el terreno. Pero ni una sola gota de agua.
El hombre también ha descubierto que el terreno de la Luna contiene los mismos elementos que el de la Tierra, aunque en proporciones diferentes. Y contrario a algunos conceptos erróneos populares, la Luna tiene una de las superficies más oscuras de todos los cuerpos del sistema solar; sólo refleja el 7 % de la luz que cae sobre ella. No obstante, esto es suficiente para proveer una iluminación suave y agradable durante la noche para los habitantes de la Tierra. Esto recalca el propósito que las Escrituras le atribuyen de ser "la lumbrera menor para dominar la noche"— Génesis 1: 16».
El libro sagrado de Los Salmos, capítulo 89, versículos 35-37, contiene la siguiente declaración divina: "Una vez he jurado en mi santidad, a David ciertamente no diré mentiras. Su descendencia misma resultará ser aun hasta tiempo indefinido, y su trono como el sol enfrente de mí. Como la luna será firmemente establecido por tiempo indefinido, y [como] testigo fiel en los cielos nublados". Todo indica que se refiere al reinado del Mesías, el Ungido, cuya memoria, al menos, durará eternamente. Si resaltamos el último versículo: "Como la luna será firmemente establecido por tiempo indefinido, y [como] testigo fiel en los cielos nublados", el contexto parece transmitir la idea de que la Luna permanecerá eternamente en su órbita regular alrededor de nuestro planeta. ¿Es esto posible?
NOTA:
Desde que los astronautas de las misiones Apolo dejasen sobre la superficie de la Luna varios espejos reflectores hace aproximadamente 40 años, los científicos han estado comprobando la distancia que nos separa de ella, y han logrado averiguar que se aleja de nosotros a razón de unos 4 cm por año. Es verdad que no parece gran cosa, pero lo cierto es que según los datos disponibles se tiene la impresión de que la Luna siempre ha estado alejándose de la Tierra y que continuará haciéndolo en el futuro.
¿Y por qué se aleja de nosotros? La Luna ejerce una fuerza de atracción sobre la Tierra, que afecta en mayor medida a las zonas de la Tierra más cercanas a la Luna. Esta fuerza tira de los océanos ligeramente provocando las mareas. En la zona más cercana a la Luna se produce una marea alta, y en la zona más alejada, debido a que la atracción gravitacional es menor, también se forma una marea alta. Al rotar la Tierra en la misma dirección de la traslación de la Luna, pero mucho más rápido de lo que la Luna tarda en dar una vuelta a la Tierra, la marea alta es llevada ligeramente delante de la Luna lo que provoca que ésta se acelere, debido al tirón gravitacional que ejerce sobre ella, y que se aleje en espiral.
Del mismo modo, la Luna está ejerciendo un tirón gravitacional sobre la marea alta provocando que ésta fluya hacia el oeste y empuje las masas de tierra que, debido a la rotación, se mueven hacia el este. El resultado es que la rotación de la tierra se retrasa debido al movimiento de las mareas hacia el oeste, alargando la duración del día en unas pocas milésimas de segundo por siglo. La Tierra pierde momento angular mientras que la Luna lo gana.
Según los cálculos, el hecho de que la Luna continúe alejándose provocará que nuestros días sean cada vez más largos, las mareas más suaves y que el eje de la tierra pierda su estabilidad, llegando a oscilar caóticamente entre 0º y 90º, lo que implicaría drásticos cambios climáticos. Su continuado alejamiento seguirá contribuyendo a provocar un cambio en las condiciones ambientales de nuestro planeta. Cuando eso suceda, dentro de millones y millones de años, es posible que los humanos sean capaces de evitar de algún modo que nuestra Luna nos abandone, tal como especula algún teórico.
La pregunta pertinente, pues, se deja caer de manera automática: ¿Es posible reconciliar estos datos con lo que dice la Sagrada Escritura?
La respuesta debe ser diferida, por razones de espacio, hasta un próximo artículo, en el cual veremos cómo podría resolverse el problema.
Conclusión.
Independientemente del futuro, aparentemente catastrófico (según los científicos), que le espera a la Luna y al Sol, el relato del Génesis para el Cuarto Día Creativo lee: "Llegue a haber lumbreras en la expansión de los cielos para hacer una división entre el día y la noche; y tienen que servir de señales y para estaciones y para días y años. Y tienen que servir de lumbreras en la expansión de los cielos para brillar sobre la tierra". ¿Qué sucesos, pues, tuvieron lugar durante el denominado "Cuarto Día Creativo"?
El libro "¿Existe un Creador que se interese por nosotros?", publicado en 2006 por la Sociedad Watchtower, páginas 9495, explica:
«La expresión "gradualmente llegó a" refleja con exactitud un estado del verbo hebreo que denota una acción progresiva que tarda un tiempo en completarse. Todo el que lea el primer capítulo de Génesis en hebreo puede hallar unas cuarenta veces esta forma, la cual es un factor clave para la comprensión de dicho capítulo. Lo que Dios empezó en la tarde figurativa de un período creativo se hizo progresivamente claro o evidente en la mañana de ese "día". Por otra parte, lo que se empezaba en un período no tenía que estar completamente terminado antes de comenzar el siguiente período. A modo de ejemplo: la luz empezó a aparecer gradualmente en el primer "día", pero no fue hasta el cuarto período creativo cuando el Sol, la Luna y las estrellas pudieron distinguirse con claridad».
Por consiguiente, lo que ocurrió el Cuarto Día fue el aparecimiento gradual de las fuentes de luz o lumbreras celestes, a saber, el Sol y la Luna, y también las estrellas, que anteriormente eran indistinguibles. Pero todo ello desde el punto de vista de un observador terrestre, situado en la superficie continental (o marítima) del planeta.
Autor:
Jesús Castro