Literatura hispanoamericana y argentina
Enviado por Gaspar Lloret
Introducción
Todo libro tiene, y lo más probable es que acordemos en este punto, múltiples formas de ser leído. Se podría afirmar incluso que existen tantas interpretaciones de un texto (sobre todo literario) como lectores existan del mismo. Podemos estar de acuerdo o no con esas interpretaciones. Nuestro juicio sobre ellas podrá recorrer los más distintos matices, desde parecernos brillantes, deslumbrantes y esclarecedoras, hasta lisas y llanas aberraciones, pasando por la indiferencia, el disentimiento o el fastidio, entre otras miles de posibilidades. Podemos establecer, asimismo, ciertos puntos en los que acordamos con un gran número de lectores, ciertos conceptos que pueden servir de basamento, de punto de partida para futuras y diversas consideraciones personales.
La interpretación de los conceptos de "civilización" y "barbarie" que intentaré desarrollar se nutre de ambos elementos: una serie de conceptos comunes a todos los lectores, que espero poder complementar con una lectura personal.
Lev Tolstoi, el famoso novelista ruso, definió alguna vez a Fiódor Dostoievski, su colega y coterráneo, como "el hombre en el que todo es lucha". Se podrá afirmar, y se estará en lo cierto al hacerlo, que dicha cita poco o nada tiene que ver con el tema que nos convoca. El teatro de los acontecimientos en que fue enunciada dista miles de kilómetros de las pampas argentinas que desvelaban a Sarmiento, y los protagonistas de la definición (definidor y definido), ningún papel tienen en los hechos que aquél autor narra. Por eso he de aclarar que no es el contexto lo que rescato de esa cita, sino su enunciado, su contenido en sí, que creo mucho tiene que ver con la persona del "padre del aula", o al menos con la versión de ella que se trasluce entre las páginas del Facundo.
Los conceptos de "civilización" y "barbarie" aparecen, a lo largo de todo el texto, constituyendo una fuerte y clara dicotomía, una oposición marcada, antagónica, un enfrentamiento, una lucha que toma otras formas, pero que siempre remite a la misma pelea de fondo: la pelea entre los dos términos citados al comienzo del párrafo. Tanto la civilización como la barbarie, en los distintos pasajes del libro, aparecen encarnadas en otros conceptos, más puntuales quizá, pero que funcionan como símbolos de ellas. Así, este enfrentamiento parece cambiar y transformarse en el choque entre "ciudad" y "campo", Buenos Aires y Córdoba, España y Europa anglosajona, república y tiranía, justicia organizada y autocracia, conocimiento e ignorancia. Nunca estas oposiciones parecen acercarse ni conciliarse sino que, por el contrario, parecen mantenerse firmes en veredas opuestas, a una distancia tan aparentemente grande como inalterable.
El Facundo, entonces, está organizado bajo esta estructura de dos fuerzas que luchan, se enfrentan. Decimos que "todo es lucha", puesto que partiendo de su hipótesis de que el medio determina al hombre argentino transformándolo en un hombre propicio a ser gobernado por tiranos, plantea a la realidad argentina como la mera oposición entre civilización y barbarie ("Si quedara duda con todo lo expuesto de que la lucha actual de la República Argentina lo es sólo de civilización y barbarie…", cap. XV). Estas son dos fuerzas que luchan, que guerrean a lo largo de todo el ensayo. Pero esta no es una lucha que ocurre, que pertenece a la realidad y que Sarmiento narra y describe. Sarmiento forma parte de ese enfrentamiento, está en medio del torbellino que generan estos dos bandos luchando, enrolado en el ejército de la civilización, pero en un constante juego de ida y vuelta con la barbarie. Es esto algo similar a lo que interpreto del fragmento de Grüner que señala que el desierto tarde o temprano entra en la ciudad. Procedo a explicar.
Llega un punto en que la lucha entre civilización y barbarie se relativiza. Sarmiento, movido por las circunstancias (exilio en Chile, necesidad urgente de escribir su defensa ante un gobierno rosista que pretendía presionar al chileno para que éste suspendiera su asilo político), realiza un trabajo que resulta ser una tajante toma de postura. Y esta postura tajante se basa en la firme convicción de la necesidad de un determinado proyecto, que, a su vez, se basa en el reemplazo de ciertos modos de vida, ciertas creencias, convicciones, idiosincrasias, culturas y tradiciones por otras. ("Las convulsiones políticas traen también la experiencia y la luz, y es ley de la humanidad que los intereses nuevos, las ideas fecundas, el progreso, triunfen, de las tradiciones envejecidas, de los hábitos ignorantes y de las preocupaciones estacionarias.", Introducción)
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