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La Justicia y El Proceso, de Kafka

Enviado por Enriqueta Faizal G.


Partes: 1, 2

    La justicia y la literatura siempre han estado de la mano, por lo menos personalmente es concebido así.  No podemos dejar escapar tantos títulos y de maravillosos autores que hemos recorrido a lo largo de nuestros estudios, mencionando sólo algunos como Hans Kelsen, Julius Hermann von Kirchmann, Miguel de Cervantes Saavedra y por supuesto Franz Kafka.

    Considero importante hacer una breve reseña de Franz Kafka para poder adentrarnos con mayor facilidad a su pensamiento y siquiera acercarnos al conocimiento del porqué de su estilo literario. Podemos relatar que nació en la ciudad checa de Praga hacia 1883, en el seno de una familia de clase media alta y de religión judía. Su padre fue una figura autoritaria que marcó fuertemente la personalidad y vida emocional de éste (existe la tan célebre carta que Kafka escribiría a su padre). Durante su período en la Universidad entabló amistad con Max Brod, posteriormente quien divulgaría la vida y obra del escritor.

    Históricamente la ciudad de Praga donde nació Kafka (1), era un hervidero constante de conflictos entre la población mayoritaria eslava y la minoría de origen germano, con especial incidencia en el aspecto lingüístico y ordenamiento social.

    Importante es saber que Kafka estudió leyes y se graduó de abogado en una universidad alemana para posteriormente dedicarse al ejercicio del derecho penal; es probable, que esto lo haya influenciado para escribir una de sus más maravillosas obras, El Proceso. Aunque no se dedicó completamente a ejercer el derecho, sí es innegable que sus estudios influyeron en su literatura. Cuentan algunos autores (2) que Kafka era alegre y afable con sus compañeros pero al mismo tiempo mantenía una personalidad ansiosa, desplazada y huraña (muy influenciada por la imagen arbitraria de su progenitor).

    1.     Buscador de Internet: www.google.com

    2.     www.biografiasyvidas.com/biografia/k/kafka

    Franz Kafka fallece a consecuencia de una tuberculosis, que en tiempos aquellos era causa de muchas muertes dados los precarios tratamientos para una cura investigados hasta ese momento. Su compañero Max Brod fue designado albacea de los bienes de Kafka. El escritor le rogó en fase terminal que destruyera todas sus obras no publicadas (entre ellas "Carta al Padre", "América", "El proceso" y "El castillo"). Por suerte para quienes amamos la lectura, Brod no cumplió los deseos de Kafka y los escritos vieron la luz, revisados por el propio Max Brod, junto a los publicados en vida por Kafka.

    El Proceso es una gran novela, que nadie que la haya leído podrá olvidar, puesto que cada vez que se piense en justicia nos encontraremos una y otra vez ante comportamientos que de una u otra manera reproducen todo lo que ocurre en la novela. Todos hemos realizado diversos trámites, solicitado créditos ante un banco o buscado simples informaciones y ha tocado esperar pacientemente a que suceda.

    Cuando leía el Proceso de Kafka, me imaginaba que no existía país alguno donde se cometieran tantas injusticias como los escalofriantes relatos de este novelista, y pensaba que lo narrado allí era un montaje. Pero, al leer periódicos y revistas, escuchar la radio, conocer algunos procesos penales a fondo, nos convencemos de que este autor está describiendo lo que palpó en el ejercicio de su profesión de abogado.

    En El Proceso, Kafka describe situaciones extremas en donde un hombre es acusado sin que se le comunique el porqué y ello desencadena toda una serie de realidades aterradoras que acaban por absorber al infortunado Joseph K, su protagonista. Lo más espectacular de la novela es que el autor se limita a exponer lo que le va ocurriendo al protagonista pero ni siquiera se preocupa por contar sus sentimientos y la angustia que experimenta. Y, sin embargo, ésta está siempre presente, se siente cerca.

    Esta novela comienza así: "Es probable que alguien haya calumniado a Joseph K., pues, sin haber hecho nada malo, fue detenido una mañana" (3). Desde el principio sabemos que K. es inocente. El problema no radica en la detención en sí, sino en probar que el detenido es culpable o inocente. 

    Joseph K., el personaje del libro El Proceso es un simple empleado de un banco que es detenido en su habitación sin razón aparente. Joseph despierta

    1. Kafka, Franz. El Proceso. Pág. 5 Edit. Momo Ediciones.

    una mañana común y corriente pero se sorprende al ver dentro de su habitación a dos personas desconocidas hasta entonces para él. Al preguntarles a ellos el porqué de su intromisión en su lugar de vivienda, ellos le responden que está detenido y que ha sido acusado ante la corte pero se niegan a imputarle ningún cargo. Sólo le ordenan que tiene que presentarse a declarar.

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