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Análisis del libro de Mormón


    Qué es FARMS

    (The Foundation for Ancient Research and Mormon Studies) (Grupo Dotado para Investigaciones de Antigüedades y Estudios Mormones)

    FARMS situado en La Universidad de Brigham Young, con el propósito de investigación y publicación, sin fines de lucros. La organización fomenta y apoya investigaciones doctos del Libro de Mormón, la Biblia, y otras escrituras antiguas junto con sus temas relacionadas. Publica los resultados de estas y otras investigaciones para estudiantes y el publico en general. También apoya los esfuerzos de preservar electrónicamente documentos religiosos antiguos, a través de su subsidiario, el Centro para la Preservación de Textos Religiosos Antiguos (CPART).

    Se estableció en 1979, con intereses principales de investigar las escrituras incluye; la historia antigua, los idiomas, la literatura, la cultura, la geografía, la política, la religión, y las leyes. Aunque investigaciones de tales temas es de importancia segundero, cuando se compara con los mensajes espirituales y eternos de las escrituras. Investigaciones sólidas y perspectivas académicas pueden proveer cierto tipo de información útil. Esto sucede, aunque sea solamente tentativa, en cuanto a muchas preguntas significantes e interesantes, de los antecedentes antiguos, los orígenes, la composición y el sentido de las escrituras.

    En cuanto a sus investigaciones El Grupo trabaja, con el fin de hacer reportes interinos y finales disponibles a todos, y hacerlo con rapidez y economía. Esto como un servicio a los maestros y estudiantes de las escrituras, y los resultados son distribuidos en formatos para ambos lectores. Se espera que esta información será de ayuda, para toda la gente interesada, en comprender y tomar más en serio las escrituras antiguas.

    "Tanto por el estudio como por la fe."

    Desde que se fundó, FARMS ha usado este pasaje de Doctrina y Convenios 88:118 con su lema. El lema es para que todos los que estén asociados con FARMS, se acuerdan que su meta es de estudios fidedignos — La combinación de estudio y fe.

    El trabajo del Grupo se apoya en la premisa que el Libro de Mormón y otras escrituras fueron escritos por profetas de Dios. Creer en esta premisa, la divinidad de la escritura, es un asunto de la fe. Verdades religiosos requieren comprobación divina(testimonio) para establecer la fe del creyente. Mientras que las investigaciones escolásticas no pueden reemplazar ese testimonio, tales estudios si pueden reforzar y alentar testimonios individuales. Esto se hace a través de fomentar entendimiento y aprecio de la escrituras, ayudando a otros a "venir a Cristo" (Jacob 1:7). FARMS defina su labor como el de apoyar "estudios fidedignos" en cuanto a escrituras antiguas y temas relacionados. Es decir, anima y apoya el trabajo de investigadores y otros quienes hacen sus trabajos, abrazando y adhiriendo se a las tenencias y enseñanzas de la Iglesia de Jesucristo de Los Santos de Los Ultimos Días. Al mismo tiempo FARMS está cometido a proyectos y a publicar trabajos que están cuidadosamente revisados por peritos y que se conforman a las más altas normas de estudios.

    El Libro de Mormón: Otro testamento de Jesucristo

    por John A. Tvedtnes1

    Uno de los libros más populares del mundo, después de la Biblia, es el Libro de Mormón. Desde que saliera a la luz, por vez primera, en 1830, se han publicado unos 78 millones de ejemplares en 94 idiomas; tan sólo en 1997 se distribuyeron más de cuatro millones de ejemplares.

    La historia del Libro de Mormón comenzó en la primavera de 1820, cuando un muchacho estadounidense de catorce años llamado José Smith fue a orar a un bosque que se encontraba cerca de la granja de su familia, en el estado de Nueva York, en Estados Unidos. Él explicó cómo Dios el Padre y su hijo Jesucristo se le aparecieron y dieron respuesta a las preguntas que tenía en lo tocante al tema de la religión. Este fue el principio de su llamamiento como profeta contemporáneo.

    Tres años después, se encontraba de nuevo orando cuando recibió la visita de un ángel que le dijo que se llamaba Moroni. "Dijo que se hallaba depositado un libro," escribió José Smith más adelante, "escrito sobre planchas de oro, el cual daba una relación de los antiguos habitantes de este continente [americano], así como del origen de su procedencia. También declaró que en él se encontraba la plenitud del evangelio eterno el cual el Salvador lo había comunicado a los antiguos habitantes. (José Smith- Historia 1:34)

    Se le dijo que las planchas de oro estaban escritas en egipcio reformado y que las habían escondido y enterrado en la ladera de una colina que se encontraba cerca del hogar de José, en una caja cuadrada de piedra cubierta por otra piedra redonda más grande. Con el registro se encontraba un antiguo pectoral que contenía dos piedras llamadas Urim y Tumim, que el Señor había preparado para ayudar a José Smith a traducir el antiguo registro. (En la época de la Biblia, los israelitas recibían revelación de Dios mediante el Urim y el Tumim, que el sumo sacerdote llevaba sujetos a un pectoral; cf. Éxodo 28:30. Números 27:21).

    Los escritos que se encontraban en las planchas de oro narraban la historia de un antiguo profeta israelita llamado Lehi, que vivió en Jerusalén seiscientos años antes de Cristo. Dios avisó a Lehi de que se aproximaba la destrucción de la ciudad a manos de los babilonios y le dijo que se marchara con su familia y algunos amigos.

    Vivieron en tierras deshabitadas por las que viajaron durante ocho años. Cuando llegaron al mar, probablemente en la costa sur de la Península Arábica, el Señor les mandó que construyeran un barco en el cual navegaron hasta las Américas. La mayor parte de los estudiosos que aceptan el Libro de Mormón creen que ellos y sus descendientes habitaron principalmente en lo que actualmente es el sur de México y Guatemala.

    Una vez en el Nuevo Mundo, este grupo no tardó mucho en dividirse en dos naciones: una de ellas se llamó nefita, en honor del nombre de Nefi, uno de los hijos de Lehi; la otra se denominó lamanita, por ser seguidores de Lamán, hermano de Nefi. Durante los siglos posteriores se produjeron muchas disputas entre ambas naciones. La mayor parte del tiempo los nefitas fueron justos y escucharon a una serie de profetas que predijeron la venida de Cristo y que explicaron detalladamente la Expiación que Él llevaría a cabo. Durante la mayor parte de su historia, los lamanitas no creyeron en Cristo, mientras que los nefitas guardaron por escrito su historia y sus creencias religiosas. El Libro de Mormón contiene un compendio de dichos escritos. Es debido a sus comentarios doctrinales acerca de la Expiación de Jesucristo por lo que se dice que el Libro de Mormón contiene "la plenitud del evangelio" (José Smith- Historia 1:34; Doctrina y Convenios 20:9; 27:5; 42:12; 135:3).

    De las muchas historias de las que habla el Libro de Mormón, la más importante trata de cómo Cristo se apareció a su pueblo del continente americano después de su resurrección y ascensión a los cielos. Les enseñó los mismos principios que había enseñado a sus discípulos judíos del Viejo Mundo y organizó la iglesia entre ellos, eligiendo a doce discípulos, los cuales, según Él dijo, iban a ser juzgados, en los últimos días, por los doce apóstoles que Él había elegido durante su ministerio mortal en Tierra Santa. Aún antes de volver a su Padre, Jesús continuó revelando sus deseos a los discípulos nefitas. A su visita le siguió una era de paz durante la cual nefitas y lamanitas vivieron unos doscientos años como un solo pueblo.

    Finalmente, la paz se vio quebrantada por el pecado y antes del cuarto siglo después de Cristo, volvieron a producirse nuevas guerras entre las dos naciones. Sabiendo que su pueblo iba a ser destruido pronto por los lamanitas, un profeta nefita llamado Mormón preparó un compendio de los anales sagrados de su pueblo y los dejó en las manos de su hijo Moroni para que los enterrara en un lugar donde Dios los preservaría hasta que otro profeta fuera llamado para traducirlos. Este era el mismo Moroni que, como ángel de Dios, se le apareció a José Smith 1.400 años después.

    Los profetas que guardaron los anales que luego se convertirían en el Libro de Mormón testificaban de Cristo tanto antes como después de su venida. El primero de ellos, Nefi, escribió: "Y ahora bien, mis amados hermanos, y también vosotros los judíos y todos los extremos de la tierra, escuchad estas palabras y creed en Cristo; y si no creéis estas palabras, creed en Cristo. Y si creéis en Cristo, creeréis en estas palabras, porque son las palabras de Cristo, y él me las ha dado, y enseñan a todos los hombres que deben hacer lo bueno" (2 Nefi 33:10). Cien años después, en su prefacio, Mormón escribió que el propósito de este libro era "convencer al judío y al gentil de que Jesús es el Cristo, el eterno Dios, que se manifiesta a sí mismo a todas las naciones." Por esta razón en 1987, se le dio al Libro de Mormón el subtítulo de "Otro Testamento de Jesucristo."

    Las planchas de las que se tradujo el Libro de Mormón fueron devueltas al ángel antes de que se publicara la traducción en inglés. Pero varias personas más las vieron y las tocaron. Entre estas personas hubo tres testigos, Oliverio Cowdery, David Whitmer y Martín Harris, que dieron testimonio de que el ángel Moroni les había enseñado las planchas y el pectoral con el Urim y el Tumim; testificaron que el ángel había pasado las hojas una a una para que pudieran ver los grabados que había en ellas; también declararon que habían oído la voz de Dios, proveniente del cielo, que les dijo que la traducción del registro era correcta. En otra ocasión, José Smith llevó a un grupo de otros ocho hombres al bosque, donde les enseñó las planchas y les permitió cogerlas y pasar las páginas. Todos estos hombres hicieron un relato escrito de sus experiencias, que aparece al comienzo del Libro de Mormón. Aunque, más tarde, algunos de ellos se alejaron de José Smith y ya no le apoyaron más, nunca negaron su testimonio, y muchos de ellos continuaron reafirmándolo hasta su muerte.

    Durante el transcurso de la traducción del Libro de Mormón, José Smith y su escriba, Oliverio Cowdery, oraron en cuanto a algunas de las cosas que encontraron en el texto, como por ejemplo la necesidad de un bautismo realizado por la autoridad apropiada del sacerdocio. A José se le había dicho, en su visión de 1820, que esta autoridad se había perdido en la tierra, pero que sería restaurada en un futuro próximo. El 15 de Mayo de 1829, cuando estaban orando en el bosque, al lado del río Susquehanna, cerca de Harmony, Pennsylvania, José y Oliverio recibieron la visita de Juan el Bautista, ahora resucitado, quien había bautizado a Cristo unos dieciocho siglos antes. Juan puso sus manos sobre sus cabezas y les ordenó al Sacerdocio Aarónico, confiriéndoles así autoridad para bautizar. En el transcurso de algunas semanas después de este suceso, tres apóstoles de la antigüedad, Pedro, Santiago y Juan, vinieron y ordenaron a los jóvenes al Sacerdocio de Melquisedec, lo que les daba autoridad para imponer las manos y otorgar el don del Espíritu Santo, así como para volver a organizar la Iglesia de la antigüedad.

    El seis de abril de 1830, se organizó oficialmente la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Fayette, Nueva York, reconociéndose a José Smith como profeta de Dios. Durante los años siguientes la iglesia creció y se restauraron varios oficios del sacerdocio; entre éstos se incluían los de apóstol, setenta, patriarca, obispo, élder, presbítero, maestro y diácono, todos los cuales se conocían en la antigua Iglesia Cristiana.

    A partir de este pequeño comienzo, la Iglesia ha crecido hasta tener más de diez millones de miembros en más de 200 países. Casi la mitad de ellos se encuentran en América Latina y en las naciones que bordean al Océano Pacífico. Una cuarta parte de los miembros de la Iglesia son de habla hispana y se espera que, con el rápido crecimiento en la América Latina, el español llegará a ser algún día la lengua fundamental de la Iglesia. El portugués, el tercer idioma más utilizado entre los Santos de los Últimos Días, sólo se habla por uno de cada diecisiete miembros.

    Frecuentemente a los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se les llama incorrectamente "mormones" porque creen en el Libro de Mormón; pero son seguidores de Jesucristo, no de Mormón que fue un siervo de Cristo. Aceptan tanto la Biblia como el Libro de Mormón, pero también creen en la revelación moderna. El octavo artículo de fe de la iglesia declara: "Creemos que la Biblia es la palabra de Dios hasta donde este traducida correctamente: también creemos que el Libro de Mormón es la palabra de Dios." El noveno artículo declara: "Creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actualmente revela y creemos que aún revelará muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de Dios."

    Durante los próximos meses, examinaremos algunos de los contenidos del Libro de Mormón y los compararemos con lo que se conoce de la Biblia y con los descubrimientos históricos y arqueológicos que se han producido desde la época de José Smith. Comenzaremos viendo cómo el Libro de Mormón nos ayuda a entender la Biblia como registro histórico y como la palabra de Dios. Después de esto, estudiaremos el origen del Libro de Mormón, que compararemos con el de otros documentos antiguos que han sido descubiertos a lo largo del último siglo, como es el caso de los rollos de pergamino del Mar Muerto. Después examinaremos varios aspectos de las investigaciones actuales que se están haciendo sobre el Libro de Mormón, incluyendo sus orígenes lingüísticos y su relación con el antiguo Israel.

    El Libro de Mormón nos ayuda a entender la Biblia

    por John A. Tvedtnes

    Uno de los propósitos del Libro de Mormón es prestar apoyo a la Biblia. Unos cuatro siglos después de la visita de Jesucristo a los nefitas en el Nuevo Mundo, Mormón escribió: "Porque he aquí, se escriben éstos [estos anales, es decir, el Libro de Mormón] con el fin de que creáis en aquéllos [aquellos anales, es decir, la Biblia]; y si creéis en aquéllos, también creeréis en éstos […]" (Mormón 7: 9).

    En el presente artículo examinaremos algunas de las formas en que el Libro de Mormón nos ayuda a entender la Biblia.

    Jesús es el Hijo de Dios

    La primera forma en que el Libro de Mormón apoya a la Biblia es testificando que la declaración que se halla en la misma de que Jesús es el Hijo de Dios y el Salvador del mundo es correcta. Nefi, quien había llegado de Jerusalén a las Américas seis siglos antes de Cristo, escribió que "según las palabras de los profetas, el Mesías viene seiscientos años a partir de la ocasión en que mi padre salió de Jerusalén; y según las palabras de los profetas, y también la palabra del ángel de Dios, su nombre será Jesucristo, el Hijo de Dios" (2 Nefi 25: 19). Más de cuatro siglos después, uno de los descendientes de Nefi, un rey llamado Benjamín, profetizó en cuanto a la venida del Salvador: "Y se llamará Jesucristo, el Hijo de Dios, el Padre del cielo y de la tierra, el Creador de todas las cosas desde el principio; y su madre se llamará María" (Mosíah 3: 8). Alma, un profeta de la siguiente generación, también declaró que "el Hijo de Dios viene sobre la faz de la tierra. Y he aquí, nacerá de María, en Jerusalén, que es la tierra de nuestros antepasados, y siendo ella virgen, un vaso precioso y escogido, a quien se hará sombra y concebirá por el poder del Espíritu Santo, dará a luz un hijo, sí, aun el Hijo de Dios" (Alma 7: 9-10). Cuatro siglos después que Cristo viniera a enseñar a los nefitas, Mormón escribió: "Sabed que debéis llegar al conocimiento de vuestros padres, y a arrepentiros de todos vuestros pecados e iniquidades, y creer en Jesucristo, que él es el Hijo de Dios" (Mormón 7: 5).

    El Libro de Mormón deja claro que la profecía del siervo de Dios, que se encuentra en Isaías 53, se refiere a Jesucristo (ver Mosíah 14-15). También nos dice que cuando Abraham fue "obediente a los mandamientos de Dios al ofrecer a su hijo Isaac", esto era "una semejanza de Dios y de su Hijo Unigénito" (Jacob 4: 5).

    Profetas que no se mencionan en la Biblia

    El profeta Helamán, del Libro de Mormón, escribió que "todos los santos profetas" de los tiempos antiguos habían testificado que Cristo vendría (Helamán 8: 16). Menciona a los profetas bíblicos Abraham, Moisés, Isaías y Jeremías, y también a otros profetas llamados Zenós, Zenoc, Neum (Helamán 8: 17-20). Hay varios pasajes en la Biblia que mencionan a profetas cuyos escritos se perdieron en la antigüedad (1

    Crónicas 29: 29; 2 Crónicas 9: 29; 12: 15; 13: 22; 20: 34; 26: 22; 33: 18-19). Gracias al Libro de Mormón, sabemos que hubo otros profetas cuyos escritos ya no existen. Esto concuerda con lo que dicen algunos de los primeros Padres de la Iglesia de los primeros siglos después de Cristo, tales como Eusebio, Agustín, Irineo, Clemente de Alejandría y Justino Mártir, quienes a veces citaron libros proféticos que ya no aparecen en nuestra Biblia moderna.

    Las "otras ovejas" de Jesús

    Mientras se encontraba en Jerusalén, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo soy el buen pastor, y conozco a mis ovejas, y las mías me conocen" (Juan 10: 14). Asimismo declaró: "También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor" (Juan 10: 16). El Libro de Mormón nos informa que estas otras ovejas fueron los nefitas, cuyos antepasados habían llegado de Jerusalén seiscientos años antes de Cristo. Cuando se apareció a los nefitas tras su resurrección, Jesús les dijo: "Y de cierto os digo que vosotros sois aquellos de quienes dije: Tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo yo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño y un pastor" (3 Nefi 15: 21).

    El Sermón del monte

    Uno de los sermones más conocidos de Cristo, el Sermón del monte, se encuentra en Mateo, capítulos 5-7. Según el Libro de Mormón, dio este mismo mensaje a los nefitas en el Nuevo Mundo, si bien con unos pocos cambios (ver 3 Nefi, capítulos 12-14). Estos cambios nos proporcionan una mejor comprensión del significado de sus enseñanzas. Uno de ellos se encuentra en las bienaventuranzas. En Mateo 5: 6, Cristo dice a sus discípulos: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados". La versión del Libro de Mormón dice: "porque ellos serán llenos del Espíritu Santo".

    Tras efectuar algunas advertencias sobre las tentaciones sexuales en Mateo 5: 27-28, los versículos 29-30 contienen unas declaraciones enigmáticas, según las que uno debe 'sacarse el ojo derecho' o 'cortarse la mano derecha' si le son ocasión de caer. Estas expresiones pueden haber sido idiomáticas o simbólicas y así haber tenido un sentido específico para los que escuchaban a Jesús, pero no son fácilmente inteligibles hoy en día. De manera similar, estas expresiones probablemente no habrían tenido mucho significado para los nefitas que vivían al otro lado del mundo. En el Libro de Mormón, Cristo dijo algo diferente: "He aquí, os doy el mandamiento de que no permitáis que ninguna de estas cosas [tentaciones] entre en vuestro corazón, porque mejor es que os privéis de estas cosas, tomando así vuestra cruz, que ser arrojados en el infierno" (3 Nefi 12: 29-30). Así, aprendemos que Cristo estaba enseñando que deberíamos resistir las malas tentaciones.

    En Mateo 6: 25-34, Cristo manifiesta no estar preocupado por qué comer, qué vestir o dónde cobijarse. Éste es un consejo extraño para las madres y padres que tienen que cuidar no sólo de sí mismos, sino también de sus hijos. ¿Quería realmente el Salvador decir que no debemos salir a buscar trabajo y procurar por las necesidades de la vida? De nuevo, el Libro de Mormón clarifica esta situación al explicar que Jesús dirigió estas palabras en específico a un grupo selecto de doce discípulos, a quienes iba a enviar a predicar el evangelio (ver 3 Nefi 13: 25-54). A la luz de esto, es probable que las palabras del capítulo 6 de Mateo estuvieran sólo dirigidas a los doce apóstoles, no a todos los seguidores de Cristo. Era mientras viajaban al servicio de Dios cuando los doce no debían preocuparse por los asuntos mundanos, sino por edificar el reino de Dios1.

    Textos de Isaías

    El Libro de Mormón contiene casi 500 versículos citados del profeta bíblico Isaías. Unos 70 de éstos son paráfrasis; del resto, la mitad coincide con el texto bíblico y la otra mitad contiene variantes. Mientras que algunas de estas diferencias son insignificantes, hay 234 que mejoran nuestra comprensión de la Biblia. Muchas de éstas encuentran apoyo en diversos manuscritos hebreos de la Biblia (incluyendo los Rollos del Mar Muerto) o en traducciones muy tempranas de la misma, como es el caso de la Septuaginta, que es una versión en griego del Antiguo Testamento elaborada en el siglo II antes de Cristo.

    Por ejemplo, Isaías 2: 16 contiene las palabras "y sobre todas las naves de Tarsis", mientras que el Libro de Mormón, al citar este pasaje, dice "y sobre todos los barcos del mar, y sobre toda nave de Tarsis" (2 Nefi 12: 16). La porción adicional no se encuentra en el texto hebreo de Isaías. Pero en la Septuaginta leemos: "y sobre todo barco del mar" en vez de "y sobre todas las naves de Tarsis". El Libro de Mormón preserva la lectura tanto del texto hebreo como del griego, lo que sugiere que el hebreo podría haber perdido una porción mientras que el griego habría perdido la otra. Las dos juntas forman un paralelismo, figura poética que abunda en la Biblia y, de forma muy especial, en los escritos del profeta Isaías.

    Cuando en 2 Nefi 23: 22 se cita Isaías 12: 22, añade la siguiente frase al final del versículo: "Pues la destruiré prestamente; sí, porque tendré compasión de mi pueblo, mas los impíos perecerán". Las diferentes versiones prestan parcialmente apoyo a la adición del Libro de Mormón. La Septuaginta añade "será hecho rápidamente, y no con retraso", mientras que uno de los Rollos del Mar Muerto (1QIsa) añade "más (todavía, aún)". Es posible que esta pérdida en el texto hebreo común se produjera debido a un proceso que se conoce como haplografía. El trozo que se añade en el pasaje del Libro de Mormón probablemente comenzaba con la palabra hebrea KY, "pues", que casualmente es la palabra con la que se inicia el siguiente versículo (Isaías 14: 1 = 2 Nefi 24: 1). Es evidente que alguno de los primeros copistas del texto en hebreo saltó inadvertidamente con la vista de la primera aparición de esta palabra a la segunda, omitiendo así todo el pasaje, que sí se mantuvo en la versión del Libro de Mormón. Además, Isaías 14: 1 no constituye una continuación lógica de Isaías 13: 22, a no ser que intervenga el trozo añadido por el Libro de Mormón, que introduce el tema de la misericordia de Dios hacia Israel.

    Hay otros muchos ejemplos de variantes de este tipo en el texto de Isaías que se clarifican por medio de las citas de Isaías del Libro de Mormón, pero éstos serán suficientes para demostrar que a veces se puede usar un texto antiguo de escritura para ayudar a comprender otro texto2.

    Leyes mayores y menores

    El apóstol Pablo escribió a los Gálatas: "Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa" (Gálatas 3: 19). Esto sugiere que la ley de Moisés fue superpuesta por encima de algo distinto que los israelitas habían recibido de Dios, probablemente algo que era parte de una ley mayor. Debido a que los diez mandamientos se citan con autoridad como la palabra de Dios en el Antiguo y el Nuevo Testamento, así como en el Libro de Mormón, deben ser parte de la ley mayor que permaneció incluso bajo el convenio hecho en Sinaí. Por tanto, no constituirían parte del "acta de los decretos", que, como dijo Pablo, Cristo quitó "de en medio […] clavándola en la cruz" (Colosenses 2: 14).

    Cristo dijo a los nefitas: "en mí se ha cumplido la ley de Moisés" (3 Nefi 9: 17; véase también 3 Nefi 12: 18-19, 46; 15: 4-5, 8). Pero, al parecer, estaba sugiriendo que sólo se había cumplido la parte menor de dicha ley cuando dijo: "He aquí, tenéis los mandamientos ante vosotros, y la ley se ha cumplido" (3 Nefi 12: 19). El profeta Abinadí, del Libro de Mormón, si bien señaló que la salvación no viene por la ley de Moisés, no obstante, indicó que era importante guardar los mandamientos que eran parte de dicha ley (Mosíah 12: 31-33; 13: 27-30; ver también Alma 25: 16).

    Para entender esta cuestión, debemos señalar que la ley de Moisés comprendía tres divisiones: los mandamientos (que a veces se denominaban "ley" o "testimonios"), los estatutos (que a veces se denominaban "ordenanzas"), y los juicios3. Estas mismas tres divisiones de la ley aparecen en el Libro de Mormón, donde en ocasiones se utiliza la palabra "prácticas" por "juicios"4. Gracias a algunos pasajes del Libro de Mormón (Alma 30:3; 2 Nefi 25: 24-25, 30; 4 Nefi 1:12), sabemos que eran los estatutos y juicios (u ordenanzas y prácticas) los que iban a ser eliminados con Cristo, mientras que los mandamientos permanecerían como parte de la ley mayor que Cristo reveló durante su ministerio. Así, el Libro de Mormón explica qué parte de la ley de Moisés es la que se añadió, como dice Pablo, a causa de que los israelitas pecaron.

    Conclusiones

    A partir de las cuestiones que hemos tratado, puede verse que el Libro de Mormón presta apoyo a la Biblia y nos ayuda a entender algunos pasajes difíciles de ésta. Debido a la brevedad de este artículo, sólo hemos podido prestar atención a unos pocos de dichos pasajes.

    El Libro de Mormón también señala que la Biblia no es el único volumen de escrituras inspirado por Dios. A través del profeta Nefi, el Señor nos habló en estos últimos días: "Así que no por tener una Biblia, debéis suponer que contiene todas mis palabras; ni tampoco debéis suponer que no he hecho escribir otras más" (2 Nefi 29: 10). El Libro de Mormón es uno de los otros libros que Dios nos ha dado para ayudarnos a entender su voluntad.

    El Lenguaje del Libro de Mormón

    por John A. Tvedtnes

    Moroni, el último de los profetas que se hizo cargo del documento que conocemos como el Libro de Mormón, escribió: "hemos escrito estos anales según nuestro conocimiento, en los caracteres que entre nosotros se llaman egipcio reformado; y los hemos transmitido y alterado conforme a nuestra manera de hablar. Y si nuestras planchas hubiesen sido suficientemente amplias, habríamos escrito en hebreo; pero también hemos alterado el hebreo" (Mormón 9: 32-33).

    Esto sugiere que, aunque los nefitas emplearon caracteres egipcios, el hebreo siguió siendo su lengua nativa mil años después de que sus antepasados hubieran salido de Jerusalén para asentarse en el Nuevo Mundo. En el artículo anterior, sugerí que probablemente escribieron un texto hebreo haciendo uso de caracteres egipcios, y mostré ejemplos de tales textos procedentes del antiguo Cercano Oriente. Siendo así, no nos debería extrañar que se encontraran indicios del original en hebreo en la traducción al inglés del Libro de Mormón. Uno de tales indicios se advierte en el uso de consonantes en los nombre del Libro de Mormón, las cuales coinciden con las usadas en hebreo1.

    Modismos hebreos

    Algunas expresiones de las que se utilizan en el Libro de Mormón deben de haber parecido extrañas cuando se publicó en 1830, porque no están en buen inglés. Sin embargo, son expresiones válidas en hebreo, lo que nos da una idea de la lengua a partir de la cual tradujo José Smith.

    Un ejemplo es lo que se denomina el "estado de construcción", en el que encontramos dos nombres hebreos, uno tras otro, con una estrecha relación gramatical. Por ejemplo, en inglés, se dice stone altar (lit. piedra altar, 'altar de piedra'), si bien en hebreo sería "altar piedra". Pero para poder reflejar, de manera correcta, la relación entre los dos nombres hebreos, es necesario decir "altar de piedra", aunque la palabra "de" no existe en el hebreo bíblico. Cuando el Libro de Mormón utiliza expresiones tales como plates of brass (lit. planchas de bronce) en vez de brass plates (lit. bronce planchas, 'planchas de bronce'), y mist of darkness (lit. niebla de oscuridad) en vez de dark mist (lit. oscura niebla), no hace sino reflejar el orden de palabras hebreo.

    El acusativo cognato es un modismo hebreo en el que un verbo va acompañado de un objeto directo (acusativo) que se deriva de la misma raíz que el verbo. Algunos ejemplos del Libro de Mormón son: I dreamed a dream (lit. soñé un sueño), cursed with a sore cursing (lit. maldecidos con una grave maldición) (en vez de cursed sorely, lit. gravemente maldecidos), work all manner of fine work (lit. trabajaran toda clase de finos trabajos) (en vez de work well, lit. trabajaran bien), y judge righteous judgment (lit. juzgasen juicios justos) (en vez de judge righteously, lit. juzgasen justamente). Las expresiones de este tipo son redundantes en inglés, pero necesarias en hebreo.

    Palabras con significado hebreo

    Algunas de las palabras que se emplean en la traducción al inglés del Libro de Mormón reflejan un significado hebreo. Por ejemplo, Alma 49: 22 habla de "las piedras y flechas que les arrojaron". Mientras que el verbo "arrojar" tiene sentido en el caso de las piedras, para las flechas se utilizaría el verbo "lanzar". De hecho, el verbo hebreo yrh, que significa "arrojar" (por ej. piedras, como en Números 21: 30; Job 38: 6), también significa "lanzar" cuando se trata de flechas (ej. Éxodo 19: 13; 1 Samuel 20: 11; 20; 36-37; 2 Reyes 13: 17; 19: 32).

    En 1 Nefi 1: 6, leemos que mientras Lehi "estaba orando al Señor, apareció una columna de fuego y habitó [dwelt] sobre una roca ante él". El término inglés dwelt normalmente implica mucho tiempo, por lo que habría sido mejor usar sat (lit. 'se sentó') o rested (lit. 'descansó'). Es significativo que el verbo hebreo ysb tiene ambos significados, "morar/habitar" y "sentarse". Por ejemplo, los hijos de Jacob "se sentaron a comer" (Génesis 37: 25), pero "Israel habitó en aquella tierra" (Génesis 35: 22). En ambos pasajes se usa el mismo verbo.

    En Alma 13: 18, leemos que Melquisedec "era rey de Salem; y reinó bajo su padre". Para una mente inglesa, esto implicaría que Melquisedec gobernaba a la vez que su padre mientras éste todavía vivía. Pero no ocurre así en hebreo, en el que la palabra que significa "debajo" también quiere decir "en lugar de", como en Génesis 4: 25, donde Dios da a Eva otro hijo "en lugar de Abel, a quien Caín mató", o en Génesis 22: 13, donde Dios proporcionó a Abraham un carnero para sacrificarlo "en el lugar de su hijo" Isaac. En varios pasajes, se usa esta palabra para referirse a alguien que sirvió como rey en sustitución de su predecesor (1 Reyes 3: 7; 2 Reyes 14: 21; Jeremías 22: 11; 37: 1), igual que sucede en el pasaje del Libro de Mormón.

    El primero de los que escribió el Libro de Mormón, Nefi, cuenta cómo obtuvo un documento, escrito sobre planchas de bronce, de una "tesorería" de Jerusalén (1 Nefi 4: 20, 24). Para el lector moderno, puede parecer extraño que se guardasen libros en una tesorería en vez de una biblioteca. Parecería más lógico guardar los libros en una biblioteca que en una tesorería. Sin embargo, los pueblos antiguos guardaban con frecuencia documentos en las tesorerías. Un solo pasaje bíblico, Ezra 5: 17-6:2, habla de una "casa del tesoro" que contenía documentos escritos. La palabra que se usa en arameo para "tesoro" en este pasaje es ginzayyâ, de la raíz que significa "guardar, ocultar" tanto en hebreo como en arameo. De la misma raíz es el término hebreo mishnaico gnîzah, que designa un depósito para rollos de sinagoga deteriorados, y gannaz, "archivero" o encargado de registros. La práctica de depositar rollos deteriorados en la tesorería de una sinagoga continúa en el judaísmo hasta hoy. Algunos pueblos antiguos, incluidos los griegos, guardaban documentos en sus tesorerías.

    En el capítulo quinto de su libro, Jacob, hermano de Nefi, narra una parábola sobre un olivo plantado en un "viñedo". Lo más lógico sería que un olivo estuviera en un huerto y las vides en un viñedo. Pero de nuevo encontramos referencias antiguas según las que se plantaban árboles en los viñedos. El rey israelita Ahab le pidió a Naboth: "Dame tu viñedo, que yo lo pueda tener como jardín de hierbas (verduras)" (1 Reyes 21: 2). De manera similar, en los Cantares de Salomón 8: 11-13, el viñedo se considera como un jardín. Un capítulo antes, leemos que las granadas crecían en el viñedo junto con las uvas (Cantares 7: 12). En Lucas 13: 6-9, se habla de una higuera plantada en un viñedo. En la Mishnah judía (Zeraim 4: 1-8:1), leemos que los rabíes de hace dos mil años discutían sobre qué otras cosas se podían cultivar en un viñedo sin quebrantar la ley mosaica sobre las diversas especies. La mayoría pensaba que en un viñedo se podían plantar verduras, granos, y flores, con tal que hubiera suficiente espacio entre las varias especies. También trataban la cuestión de si se debían dedicar más cuidados a las vides que a los árboles, fueran frutales o no; a este respecto, mencionan tanto el olivo como la higuera (Zeraim 4: 1-8:1). La palabra que se usaba en egipcio antiguo para "viñedo" también significa "jardín", que unas veces se escribe con el determinante ideográfico de vid y otras con el de árbol. El escriba egipcio Any menciona doce vides que él plantó en su jardín, junto con 100 higueras, 170 datileras, y otras plantas.

    Juegos de palabras hebreos

    En ocasiones, hay pasajes del Libro de Mormón que tienen más sentido cuando nos damos cuenta de que en hebreo habría en ellos juegos de palabras. Uno de los más conocidos se encuentra en la historia de unos conversos lamanitas, a quienes los nefitas permitieron habitar la tierra llamada Jersón (ingl. Jershon). Este nombre, aunque no se documenta en la Biblia, posee un auténtico origen hebreo: la raíz yrs significa 'heredar', y el sufijo –ôn es un toponímico2. Es teniendo esto en mente como debemos interpretar las palabras de Alma 27: 22 ("y esta tierra de Jersón es la que daremos a nuestros hermanos por herencia"), Alma 27: 24 ("para que hereden la tierra de Jersón"), y Alma 35: 14 ("tienen tierras para su herencia en la tierra de Jersón").

    Encontramos otro juego de palabras en 1 Nefi 16: 34, donde leemos "que murió Ismael, y fue enterrado en el lugar llamado Nahom. Y sucedió que las hijas de Ismael se lamentaron sobremanera a causa de la muerte de su padre". El nombre Nahom deriva, como resulta evidente, de la raíz hebrea nh.m, 'lamentarse, consolar'.

    Nombres del Libro de Mormón

    Algunos eruditos han investigado los nombres del Libro de Mormón y han señalado que muchos de ellos poseen etimología hebrea, incluso en los casos en que no aparecen en la Biblia. Así, por ejemplo, el nombre de Zarahemla, la capital nefita, procede del hebreo zerac-h.emlah, 'semilla/simiente de compasión'.

    Ciertos nombres del Libro de Mormón hacen uso del gentilicio hebreo, que denota origen étnico o geográfico. En hebreo, –î es el sufijo gentilicio en masculino singular. En el Libro de Mormón se encuentra en nombres como Moroni ('moronita, de la tierra de Morón'), Lamoni ('lamanita'), y Muloki ('mulekita'). Mulek fue hijo de Sedequías, el último rey de Judá, por lo que es muy significativo que su nombre se derive de la raíz hebrea para "rey".

    Hay unos pocos nombres en el Libro de Mormón, tales como Nefi, Paanchi, y Pahorán, que son de origen egipcio, y reflejan el hecho de que el libro se escribió originalmente con caracteres egipcios.

    Formas poéticas hebreas

    En el Libro de Mormón también se encuentran estructuras poéticas hebreas. Las dos formas más frecuentes son el paralelismo y el quiasmo. El paralelismo consiste en la repetición de un verso, a menudo sustituyendo elementos clave del mismo, mientras que el quiasmo (nombre que procede de la letra xi, X) es un paralelismo invertido, en el que el segundo verso se construye en orden inverso en relación con el primero. Veamos unos ejemplos de ambas estructuras, tomados de Isaías 2: 2-3:

    El monte de la casa del Señor

    –será establecido en lo alto de los montes,

    –y será exaltado por encima de las colinas;

    –Y todas las naciones correrán a él.

    –Y muchas personas irán y dirán, Venid, y subamos

    –al monte del Señor,

    –a la casa del Dios de Jacob;

    –y nos enseñará sus caminos,

    –y caminaremos por sus senderos;

    –porque de Sión saldrá la ley,

    –y la palabra del Señor de Jerusalén.

    Cada par de versos numerados contiene una construcción paralela. Así, en a-a', "será establecido" se corresponde con "será exaltado", y "lo alto de los montes" con "por encima de las colinas". En b-b', "naciones" se relaciona con "personas" y "correrán" con "irán". En c-c', "monte del Señor" tiene como correlato "casa de Dios". En d-d', "nos enseñará" está en relación con "caminaremos" y "sus caminos" con "sus senderos". Los versos e-e' constituyen estructuras quiásticas; en ellos, "de Sión", al principio de e, se corresponde con "de Jerusalén", al final de e', mientras que "la ley", que está al término del verso e, se halla en relación con "la palabra de Dios", que está al comienzo de e'.

    El Libro de Mormón hace uso de estas dos antiguas formas poéticas y a veces sus quiasmos son bastante complejos. Seguidamente reproducimos uno de los ejemplos más sencillos de quiasmo, tomado del relato de la señal del nacimiento de Cristo que se encuentra en 3 Nefi 1: 15:

    –porque he aquí, a la puesta del sol

    –no hubo obscuridad;

    –y el pueblo comenzó a asombrarse

    –porque no hubo obscuridad

    –al caer la noche.

    En la época en que José Smith tradujo el Libro de Mormón, apenas se acababa de descubrir la presencia de quiasmos en la Biblia; de hecho, la mayoría de los eruditos en cuestiones bíblicas la desconocían, y no digamos la gente corriente. José Smith no sabía hebreo por aquel entonces; no obstante, su traducción al inglés refleja la estructura de la lengua hebrea. ¿Cómo es posible esto? Mientras que los no creyentes podrían atribuirlo a una mera coincidencia, los que aceptan la autenticidad del Libro de Mormón como un texto israelita antiguo también aceptan el testimonio, dado por José Smith, de que fue a través de la inspiración divina como sacó a la luz el Libro de Mormón para la gente de nuestra época.

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