- Resumen
- Una motivación personal para lanzar la idea de la "pedagogía del silencio"
- Construcción del sentido de la realidad: tiempo y espacio
- Subjetividad e ínter subjetividad. La intuición como forma de conocimiento de lo esencial
- La idea de los ciclos: lo finito, el nacimiento y la muerte. Un mundo en expansión y cambio nos plantea nuevos desafíos
- El proyecto de vida
- La persona humana, centro de la pedagogía del silencio
- El rol del cuerpo en la acción pedagógica: medida de lo posible e imposible
- La pedagogía del silencio, como base del desarrollo de la capacidad de diseño
- Conclusiones
- Anexos
- Bibliografía
Este documento es una reflexión sobre los modos de hacer una pedagogía más actualizada en relación a la globalización, centrada en el hacer y el saber aprender, como metodo eficaz en los nuevos aprendizajes que nos impone el mundo contemporáneo. TIene un enfoque basado en el desarrollo del potencial humano y las formas más tradicionales de vivir el proceso de aprendizaje tanto por niños como adultos. Hace clara referencia al mundo del silencio como lugar destacado de los aprendizajes y las enseñanzas.
I. Una motivación personal para lanzar la idea de la "pedagogía del silencio".
¿Porqué escribir un libro sobre lo que he denominado "la pedagogía del silencio", cuando la pedagogía es básicamente acción?. Acción de enseñar, proceso bullente de aprendizaje; es dinamismo de crecimiento y búsqueda de perfección y no necesariamente silencio? Muchas veces me hago preguntas sobre el título de este libro, de esta idea que se gesta hace muchos años en mí, y las repito, para buscarle un sentido a las mismas, sin encontrarlo claramente, como si la pregunta quisiera ponerme en un aprieto que debo confesar en estas páginas.
No obstante, solo ahora, después de dos años de haber parado de escribir estas primeras páginas, nuevamente me siento con la seria intención de recomenzarlo y terminarlo. Se ha sedimentado en mí, quizá, un mayor grado de madurez y he vivido las experiencias que eran necesarias de ser vividas para poderlo llevar a palabras.
Sin embargo y pese a estas razones, aún hoy esa pregunta es muy molesta, sin sentido diría yo. Se me presenta una y otra vez, como un taladro que quiere horadar una roca, para descorrer viejos fantasmas que están en mi; yo diría que esta pregunta se me aparece incansablemente a mi espíritu, como si hubiese una secreta necesidad de justificar el porqué escribo lo que escribo en esta ocasión. Y siempre llegó a la misma conclusión, no sin temor de transgredir viejos cánones del pasar intelectual de algunos de mis colegas y amigos, formados al alero del viejo estilo cartesiano.
Se me hace patente que este libro lo escribo porque mis entrañas tienen necesidad de ello. Es un libro que no quiere tener mucho orden, ni un claro discurrir intelectual. Escribir de un tema muy serio, desde la propia subjetividad, simplemente como un impulso que me lleva a expresar lo que siento con relación a una actividad como la pedagogía, que me es tan querida. Simplemente eso, sin mas explicaciones, sin mas justificaciones, especialmente en relación con esas especies de hombres y mujeres con los cuales convivo, que definiéndose como intelectuales o investigadores de la educación han hecho de su reflexión un trabajo respetable pero inútil, a mi juicio, para mejorar las posibilidades de llevar a cabo de manera adecuada la tarea pedagógica cotidiana. Sin duda que no pienso fundamentar esta afirmación, porque sencillamente la siento así y traicionaría a mi propio espíritu si intentara explicarla. Para mi no es tiempo de explicaciones, sino de expresiones.
Es por ello que frente a esta auto pregunta lo primero que se me viene a la cabeza es decir que este libro no tiene por finalidad ser un tratado de teoría pedagógica sistemática y metódica. No tiene un afán de claridad intelectual.
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