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Del Materialismo Histórico a la Ontología Hermenéutica: Anomalías de la Dialéctica Ser-Devenir

Partes: 1, 2, 3

    1. Introducción.
    2. Los estadios de la cultura y del conocimiento.
    3. La progresividad del conocimiento y de la historia.
    4. Las anomalías del materialismo histórico.
    5. Segunda parte: la anomalía del estado y de la creatividad estética. Objetividad, arte y violencia de hegel a heidegger.
    6. El ambito sociopolítico: virtudes y vicios tanto de la unión como de la fragmentación.
    7. Epílogo.

    Introducción.

    El tema del seminario que nos ocupa (1), enunciado como El Fin de la Filosofía de la Historia, resulta enormemente ambiguo en su titulación, si es que no redundante. Al decir el fin, ya puede verse una primera matización necesaria, pues con fin de la filosofía de la historia se aludiría tanto a la idea de que la filosofía de la historia ha quedado obsoleta, ha finalizado, terminado, o ya no tiene sentido, como, al contrario, que hubiese una finalidad, una causa final o meta predeterminada en la filosofía de la historia, esto es, una meta o finalidad oculta e inserta ya en el objetivo o tarea teórica de explicar el cambio a nivel ontológico u estructural.

    El título de la ponencia de la que hoy me ocupo no es menos problemático que el que da origen al seminario, si bien se sitúa en una determinada tradición desde la que concretar lo general con lo particular y poner en juego el tránsito de las esencias a los fenómenos y de los fenómenos a las esencias, sin el cual toda filosofía restaría incompleta, cuando no vacía. El título El materialismo histórico y sus anomalías, nos remite por un lado a esa tradición supuestamente bien conocida que denominamos materialismo histórico y con la cual se pretende calificar la teoría marxiana acerca del devenir de la materia, sobre la que haré algunas indicaciones a continuación. Respecto al término anomalías, nada que ver con la anomalía salvaje de Toni Negri y, tan sólo por sus resonancias, podría verse alguna afinidad kuhniana en el uso que hago del término, que aquí empleamos, simplemente, como sinónimo de errores, fallos, grietas en la teoría, a nuestro juicio nunca sistemáticamente presentada ni acabada por Marx, del materialismo histórico; una teoría necesaria pero de la cual, desgraciadamente, se ocuparía finalmente una mente analíticamente más débil que la del fundador de la idea, la de Federico Engels, y que desde que quedó esbozada con sus aporías en los Grundrisse hasta nuestros días, no habría hallado quien se hiciese cargo del problema teórico que contiene, encontrando eso sí, quienes se desentendieran del asunto y quienes lo tergiversaran hasta el delirio.

    Analizar la expresión materialismo histórico nos revelará el profundo dilema teórico que contiene, pues bajo semejante expresión, no se viene sino a reflexionar en una ontología regional y fundamental, que se concretará en el marco óntico de la economía política, uno de los problemas fundamentales de la filosofía, desde que en Grecia se comenzó con la funesta manía de pensar.

    I. Los estadios de la Cultura y del Conocimiento.

    Al plantear la división de la Historia en estadios o edades se intenta con ello dar cuenta del cambio, pero a menudo olvidando la exposición del motor del cambio. La mera exposición sincrónica de los estadios sucesivos pasa por la explicación del cambio mismo. Veamos algunos ejemplos: En Comte se nos ofrece el tránsito en tres estadios: teológico (o mágico-mítico) – metafísico – positivo. En Kierkegaard: estético – ético – religioso (estadios existenciales-individuales). La geología dividirá en estadios los procesos de desarrollo de la naturaleza mineral; la paleontología dividirá en estadios biológicos la prehistoria, atendiendo a los fósiles vegetales y animales. Ya en Darwin los estadios se acompañan del motor del cambio: especies biológicas – vegetales – animales – humana (cambio por selección natural; introducción del azar -mutaciones- y eliminación de la teleología). En Freud la teleología se nos cuela en su programa de desarrollo individual cuando aparece orientado a la resolución del complejo de Edipo, mientras que es simplemente la necesidad (ananké) la que a su juicio rige el cambio cultural y social; estadios sociales: animismo – totemismo – politeísmo – monoteísmo –ciencia; Fases del desarrollo psico-sexual individual: -fase oral- fase anal-fálica- fase genital: hasta la resolución del complejo de Edipo. El antropólogo evolucionista L.H.Morgan (a quien seguirá Engels en su tardía Dialéctica de la naturaleza) reproduciría el esquema positivista comtiano-freudiano: salvajismo – barbarie – civilización; al igual que el sociólogo T. Parsons: sociedad primitiva – primitiva avanzada – industrializada, que añadiría la noción de universales evolutivos, como elementos presentes en todo el proceso. Al llegar a Marx vemos que la división en edades o estadios o etapas, se realizará a tenor de la economía y del concepto de modo de producción: comunista – asiático – esclavo – feudal – capitalista – comunista. Proceso en el que la lucha de clases en sociedad (y la contradicción dialéctica en la teoría), se nos ofrecerá como motor de la historia. También en pensadores contemporáneos, como Habermas, existe una teleología de herencia hegeliana al presuponerse el entendimiento como el télos de la comunicación; si bien hay que distinguir entre teleología y finalidad u objetivo, puesto que lo primero se tiene por necesario, mientras que lo segundo es contingente y bien podría no darse.

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