La Transición fue un proceso de cambio político que llevó al país de la Dictadura a la Democracia. Este proceso debía ser aceptado por quienes pretendían la continuidad del régimen así como los que conformaban la "oposición", en el sentido de que sería un cambio que abriría los caminos de la libertad tan demandada. Así, apoyado por quien estuvo al frente del momento transicional, Adolfo Suárez, el primer consenso sería una determinada interpretación del pasado, como paso previo al consenso político.
Según los diferentes trabajos de campo realizados, la memoria actual de los españoles con respecto al pasado vivido indica una cierta ambigüedad. Por una parte, se piensa que la sociedad española actual no se parece en nada a la del pasado; y, por otra parte, que es deudora de la historia, no habiéndose olvidado las divisiones existentes en el pasado y permaneciendo todavía huellas de la época de Franco.
Conclusiones muy aproximadas, ofrece el discurso mediático predominante en la actualidad, por el que la Transición sería un comienzo y fundaría así una política, una sociedad y una administración sobre bases enteramente renovadas y diferentes a las existentes en el pasado. Asímismo, admite la pervivencia de elementos provenientes de ese pasado y pone de relevancia la fractura de las dos Españas aún latente.
El proceso de la Transición a la Democracia tiene para los españoles un carácter modélico, motivo de orgullo, incrementándose con el paso del tiempo esta sensación. Los protagonistas absolutos, el Rey y Adolfo Suárez, como actores principales y desempeñando el papel más relevante, como figuras que aparecen asociadas a la idea de motor o ejecutor del cambio del régimen.
Por su parte, en los mass media, esta presentación es muy similar, y tomando como protagonistas del cambio a personajes individuales, en una construcción de héroes, y en detrimento del protagonista colectivo, mucho más complicado de explicitar en una narración.
Podemos comprobar así cómo, en la construcción que realizamos del pasado, elaboramos descripciones plausibles, relatos y explicaciones convincentes y expresivas, narraciones significativas que se adecúan a los discursos que circulan en la sociedad, para que puedan ser pertinentes al contexto en el que se producen, utilizando el lenguaje como medio para ofrecer y sostener diferentes versiones, a través de su capacidad argumentativa y retórica.
Como ejemplificación del hecho del "ajuste" de la memoria al discurso actual, podríamos tomar diferentes hechos o símbolos que tenemos a nuestro alrededor: numerosas ciudades tienen plazas, calles, escuelas con el nombre del fallecido dictador o con el nombre de algunos ministros del régimen. La retirada de algunos símbolos, como es el caso de algunas estatuas de Franco, aún no ha concluido en muchas ciudades. Hace algunos meses en Madrid, la retirada de la estatua de Nuevos Ministerios provocó una protesta por parte del Partido Popular. En los libros escolares, se habla de la Guerra Civil y el Franquismo como un enfrentamiento, más que como un golpe de estado militar contra un gobierno legítimo. El Franquismo se caracterizó por una enorme represión y falta de libertades para los ciudadanos españoles; sin embargo, hoy en día, quién no ha oído decir que "con Franco, esto no pasaba. Podías andar tranquilamente por la calle" y otros comentarios similares.
En su momento, el papel de los antifranquistas o de las personas que militaron en la clandestinidad fue absolutamente imprescindible para que fuera posible el cambio, y ¿en la memoria de quién han quedado todos estos actores sociales? El Franquismo existió y sumió a España en una de sus etapas más negras y aislada del mundo, y sin embargo, la memoria colectiva ha logrado que se resignifique esta etapa de la historia de España.
Gregorio Morán, periodista, publicó un libro en el que valoraba que la Transición había tenido un coste muy alto: "…la amnesia vinculada a una serie de falsedades consensuadas…". "…Durante años decir la verdad sobre la transición era considerado desestabilizador de la democracia, y dar por bueno el engaño se consideraba como facilitar el asentamiento del nuevo sistema del nuevo sistema…" MORÁN, Gregorio (1991): El precio de la transición. Barcelona: Planeta.
Como ejemplo muy significativo, el título del capítulo segundo del libro de Morán: "La Constitución del Reino de desmemoriados".
La Sociedad española ha reinterpretado y resignificado esta etapa, mitificando el proceso de cambio a la democracia, y en el que se puede percibir una cierta autocomplacencia y quizá hasta "justificación" de algunos hechos anteriores a la Transición, pasando por alto muchos de los acontecimientos que ocurrieron y que son completamente contrarios a los derechos de cualquier ciudadano del mundo.
Con la muerte de Franco, no se inició el comienzo inmediato de la democracia, sino que se abrió un proceso de Transición a través del cual se llegó a la Constitución de 1978, consolidando el proceso democráctico. Adolfo Suárez y Santiago Carrillo, como protagonistas de una cierta reconciliación nacional, y símbolos de cómo, partiendo de posiciones extremas, se llegó al entendimiento.
Sin embargo, no existió un verdadero proceso de purga, y muchos funcionarios afectos al régimen franquista –"reconvertidos"- continuaron y continúan en la vida pública.
La sociedad española aceptó y apoyó mayoritariamente este hecho como vía de reconciliación y de progreso social, pudiendo comprobar de nuevo cómo se reexplica y reconstruye el pasado, adaptándose la memoria colectiva a través de una retórica que justifica y es capaz de ofrecer una nueva versión perfectamente argumentada.
Vemos de nuevo un ejemplo de cómo el proceso de memoria, a través de la construcción de narraciones, en la que están presentes personajes, circunstancias, acontecimientos, hacen que se creen nuevas versiones que sirven a una determinada estrategia, y que constituyen un dispositivo de interpretación del
pasado, que ayuda a negociar nuevas visiones y versiones de la realidad. La reconstrucción, a partir del momento mismo de la Transición y todo el proceso posterior hasta llegar a la aprobación de la Constitución, se ha hecho de momentos, acontecimientos y personajes de la Transición, utilizando en gran medida el recurso mediático y su discurso para reforzar nuevas significaciones e interpretaciones, que sirven a los nuevos intereses establecidos.
Finalmente, nuestra propia identidad social está configurada por un patrón, en mayor o menor medida compartido, de recuerdos del pasado, sometida como hemos visto a las fuerzas e intereses sociales.
Como conclusión, la Memoria Social, la circulación de la memoria, la construcción y la reconstrucción de la Memoria son de vital importancia, en la medida en que ayuda a legitimar o deslegitimar un sistema y asimismo en la medida en que la legitimación o deslegitimación de un sistema pueden favorecer el desorden y consecuentemente, el cambio.
La institucionalización de la memoria colectiva corre a cargo de las conmemoraciones. Se trata de preservar la continuidad intentando preservar experiencias pasadas para legitimar la situación presente y se puedan, así, prescribir las expectativas de futuro.
Bibliografía y Fuentes de información
Vázquez Sixto, Félix y Muñoz Justicia, Juan – La Memoria social como construcción colectiva. Compartiendo y engendrando significados y acciones. Módulo 4. UOC.
Martínez Gallego, Frances-Andreu. Memoria Social e "histográfica mediática" de la Transición. Consultado en: http://www.upf.edu/periodis/Congres_ahc/Documents/Sesio1/Martinez.htm
La Transición Española. Consultado en: http://www.salman-psl.com/la-transicion/indexcast.html
Foro por la memoria. Transición política española: la utilidad del recuerdo CAES [12.09.2005] . Consultado en: http://www.nodo50.org/caes/b2edit.php?action=edit&post=430
Autor:
Rosa Vera García
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |