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Breve descripción y análisis crítico del régimen porfirista (página 2)


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El capital extranjero

Cuando Porfirio Díaz asumió la presidencia de la república en mayo de 1877, encontró al país en una grave crisis económica, es decir, en completa bancarrota. Los únicos que tenían recursos económicos eran el clero y la aristocracia, los cuales no se caracterizaban por invertir sus capitales. Ante esta situación, Díaz consideró necesario y urgente atraer el capital extranjero al país, otorgándole privilegios y concesiones, de tal manera que los capitales de Estados Unidos, Francia, España e Inglaterra fueron bienvenidos, los cuales se dedicaron a crear empresas y numerosos empleos para explotar diversos sectores productivos como el ferroviario, minero, textil y otros que favorecerían el crecimiento económico que tanto se anhelaba. Sin embargo, es necesario mencionar que este avance económico fue a costa de la intensa explotación de los recursos naturales y del pueblo trabajador.

Crecimiento económico, pero no desarrollo social.

Es indudable que durante el régimen porfirista, el país creció económicamente, se desarrolló la industria, la minería, la agricultura, se impulsó la construcción de vías férreas. En fin, en términos macroeconómicos, México presentaba una situación excelente, hasta se creía que Porfirio Díaz era el estadista más grande de todos los tiempos, por lo menos en los Estados Unidos que lo tenían por un gran héroe y aparte porque había logrado la paz social que tanto se anhelaba desde 1821. Sin embargo, la situación social y económica del pueblo, de los obreros y los campesinos, más del 80% de la población, vivían en la miseria. La riqueza generada por la inversión extranjera asociada en algunas ocasiones con el capital nacional era concentrada sólo por unos cuantos. Por lo tanto, podemos asegurar que crecimiento económico no es sinónimo de desarrollo social, es decir, de bienestar social, aunque para lograr éste se requiere de aquel.

El positivismo como arma ideológica

Gabino Barreda que había sido discípulo de Augusto Comte, trajo a México la corriente del positivismo que pregonaba como sus banderas el orden y el progreso y esto precisamente era lo que se necesitaba en el país. Basta recordar que a partir de 1821 el país se vio envuelto en una grave crisis política que se tradujo en una crisis económica y social como consecuencia de la lucha encarnizada por el poder entre liberales y conservadores, que se agudizó por las invasiones extranjeras de los Estados Unidos y de Francia. El orden significaba la estabilidad política, el gobierno estable, que tanto hacía falta para poner fin a los frecuentes levantamientos armados promovidos y patrocinados por grupos poderosos que ambicionaban el poder, éste orden sólo se concibió por medio de un gobierno fuerte, dictatorial, de corte personalista en nombre de Porfirio Díaz. El progreso representaba como resultado del orden, el crecimiento económico, material, que también hacía tanta falta a la nación ya que como resultado de tantos desórdenes ésta estaba en la completa bancarrota; el progreso se forjó principalmente a través de la inversión extranjera a la que Porfirio Díaz le abrió las puertas del país llenándola de concesiones y privilegios, por medio de la cual se explotó brutalmente al pueblo trabajador.

La política de conciliación

Con bastante inteligencia, Porfirio Díaz emprendió una política de conciliación con los diversos grupos políticos y económicos que en un momento dado podrían hacer peligrar su régimen, astutamente los halagó, favoreció y les otorgó privilegios para tenerlos de su lado y así perpetuarse en el poder. A los aristócratas les concedió honores y privilegios; a los terratenientes les permitió incrementar sus latifundios por medio de la política agraria que permitía denunciar tierras "vírgenes" perjudicando a la propiedad comunal indígena; al clero le devolvió el poder que Juárez le había quitado; a la clase media le permitió su ingreso a la burocracia; a los "científicos" los favoreció para emprender negocios al conocer de finanzas y créditos bancarios; y, a los militares les dio oportunidades de enriquecimiento.

La política agraria

Durante el porfiriato se promovió una despiadada política agraria que favoreció la concentración de la tierra en unas cuantas familias, mientras que se daba el despojo de la misma a las comunidades indígenas donde predominaba la propiedad comunal. Por ejemplo, la Ley de Colonización y Terrenos Baldíos que autorizaba a un grupo de colonos conformar una compañía deslindadora para denunciar y registrar las tierras que no tenían dueño, aunque el propósito que encubría el despojo a los indígenas era el de establecer catastros y de promover el desarrollo de la agricultura. La compañía deslindadora accedía por ley a cambio de su trabajo una tercera parte de lo deslindado, mientras que las otras dos terceras partes eran compradas al gobierno de manera preferencial. De esta forma la propiedad de la tierra en México adquirió dimensiones exorbitantes de las que para que su medición se necesitaba de medidas astronómicas. Sin duda alguna esta es una de las causas sociales que originaron el movimiento armado de 1910, en donde los campesinos se lanzaron al llamado de las armas con la esperanza de recuperar sus tierras.

La situación de los campesinos y obreros

Por lo anterior que se ha mencionado, los campesinos y los obreros se encontraban en una lamentable situación económica y social.

Los campesinos estaban sujetos al peonaje en las haciendas, paradójicamente endeudados con el hacendado, lo que los hacía permanecer acasillados o alrededor del casco de la hacienda, como una mano de obra barata permanentemente. Sujetos a la explotación brutal, los campesinos trabajaban de sol a sol sin esperanza de mejorar su calidad de vida, les pagaban por medio de las tiendas de raya, sin acceso a la educación ni a la salud, ni mucho menos a participar de la vida política del país.

Por su parte, los obreros en las fábricas eran cruelmente explotados, no tenían un salario mínimo, trabajaban largas jornadas de trabajo, lo mismo trabajaban adultos que niños y mujeres embarazadas, adultos mayores, sin protección adecuada para realizar sus funciones, es decir, con unas condiciones de trabajo inapropiadas a la mera condición humana. Las huelgas de Cananea en Sonora y Río Blanco en Veracruz son un ejemplo claro de resistencia y de organización obrera a esta injusta explotación por parte de los inversionistas extranjeros.

Si ciertamente durante el porfiriato se dio un gran crecimiento económico, éste fue posible a la explotación del pueblo trabajador y a la explotación inmoderada de los recursos naturales. Los peones en las haciendas trabajaban de sol a sol, las deudas con la hacienda, injustas, se heredaban de padre a hijo, les pagaban un raquítico salario y además sufrían constantes humillaciones y vejaciones por parte de los hacendados que eran totalmente inmunes por cuanto delito cometían. En las fábricas de los extranjeros, los obreros trabajaban largas jornadas de trabajo (12 a 14 horas diarias), con mísero salario, sin indemnizaciones, pensiones ni ninguna prestación social de la que ahora gozan los trabajadores. Trabajaban mujeres embarazadas, menores de edad, en fin era una explotación cercana a la esclavitud, aunque ésta, según Kenneth Turner, en su obra México Bárbaro, se encontraba, hacia finales del porfiriato en su más amplia y cruel expresión, principalmente en los valles henequeneros del Valle de Yucatán.

La oposición

Ante tanta injusticia cometida por el régimen dictatorial del gobierno porfirista, aparecieron grupos de oposición a riesgo de ser eliminados o por lo menos encarcelados. Destacan los hermanos Flores Magón con su periódico Regeneración a través del cual criticaban fuertemente al gobierno de Díaz, llamando al pueblo a tomar las armas. Ricardo Flores Magón tuvo que huir hacia los Estados Unidos y allá fue aprehendido muriendo precisamente en la cárcel. Otros periódicos de oposición fueron Excelsior, El Hijo del Ahuizote, entre otros.

Las ideas revolucionarias de los hermanos Flores Magón que hacían un llamado al pueblo a tomar las armas contra la dictadura desde antes de 1910, fueron abriendo las mentes y las conciencias de campesinos, pero fundamentalmente de los obreros de las fábricas, a través del periódico Regeneración y del Manifiesto del Partido Liberal Mexicano en 1906. La importancia histórica del magonismo, según El Colegio de México es que: "… dirigieron las críticas más constantes y certeras al régimen porfirista y gracias a Regeneración se concientizaron y politizaron muchos mexicanos; en sus filas adquirieron experiencia varios líderes que luego destacarían en la revolución Mexicana, y sus estancia en Estados Unidos sirvió para minar el prestigio internacional de don Porfirio"1

La entrevista Díaz-Creelman

En esta entrevista el dictador Porfirio de la Cruz Díaz Mori, en 1908, manifiesta al periodista norteamericano J. Creelman, entre otras cosas, que ya no volvería a ser candidato a la presidencia en 1910, que México estaba preparado para la democracia, que vería con buenos ojos la aparición de partidos políticos de oposición, que ya ha había una clase media que era el motor de la sociedad; en suma, hizo declaraciones que pusieron en actividad a aquellos sectores de la sociedad mexicana que querían participar de la vida política del país y que hasta el momento no podían hacerlo o si algunos lo hacían era para seguirle el juego al gobierno de Díaz. Así se creó, en 1909, el Club Central Antirreleccionista dirigido por Francisco I. Madero, que dio pauta a la creación del Partido Nacional Antirreleccionista, del cual fue elegido candidato presidencial para participar en las elecciones de 1910, contra Díaz.

El régimen dictatorial personalista perfecto. John Kenneth Turner lo explica de la siguiente manera: "… El Presidente, el gobernador y el jefe político son tres clases de funcionarios que representan todo el poder en el país; en México no hay más que un solo poder gubernamental: el ejecutivo. Los otros dos poderes sólo figuran de nombre y ya no existe en el país ni un solo puesto de elección popular; todos son ocupados por nombramiento expedito por alguna de las tres clases de funcionarios del ejecutivo mencionado. Estos controlan la situación en sus totalidad, sus palabras son leyes en sus propias juridiscciones: el presidente domina en los 29 estados y dos territorios de la República; el gobernador en sus Estado; el jefe político en su distrito. Ninguno de los tres es responsable de sus actos ante el pueblo…"2 De esta manera se fue abonando el terreno para el descontento social, no sólo de los campesinos y obreros, sino también de la gente que tenía una situación económica favorable, pero que deseaba y aspiraba a ocupar puestos públicos que tenía acaparados la camarilla porfirista, por cierto, ya longeva.

El envejecimiento del sistema y la inmovilidad del gabinete porfirista.– Se refiere no sólo a la prolongada permanencia de Porfirio Díaz en la presidencia de la República, sino también de sus secretarios de Estado, de gobernadores de los Estados y demás funcionarios públicos que se habían enquistado en el poder con todas las prerrogativas y privilegios que les ofrecía la dictadura. Para darnos una idea el ministro más joven tenía 60 años de edad y por lo menos, 20 años en el puesto. En 1910 Porfirio Díaz tenía ya 80 años de edad, la mayoría de sus colaboradores estaban también muy viejos y sólo se sustituían a los que morían, como en el caso del gobernador de Sinaloa, Francisco Cañedo, que fallece en 1909, al cual le sucede, por imposición, Diego Redo, partidario de Díaz. Ante esta situación la oposición va en aumento, principalmente de la clase media y de algunos sectores privilegiados que se sentían con el derecho a participar del poder político, tal es el caso de Madero y Carranza en Coahuila.

Notas

  1. El Colegio de México, Nueva Historia Mínima de México, Ed. El Colegio de México, México, 2004, pp. 227-228.
  2. Kenneth Turner John, México Bárbaro, Ed. Quinto Sol, México, p. 107.

 

Por:

Mtro. Marco Antonio Borboa Trasviña

Lugar de nacimiento: Los Mochis, Sinaloa

Profesor de Tiempo Completo

Universidad de Occidente

Unidad Guasave

Sinaloa, México

RESUMEN CURRICULAR:

Marco Antonio Borboa Trasviña. Licenciado en Sociología Rural por parte del Instituto de Antropología de la Universidad de Occidente. Maestro en Comunicación para el Desarrollo Social, por parte de la Universidad de Occidente, Unidad Los Mochis. Profesionalmente se ha desempeñado en la Universidad de Occidente, Unidad Guasave desde 1988 hasta la fecha actual, ocupando diferentes cargos o responsabilidades. Actualmente es Profesor de Tiempo Completo categoría "D" y Jefe del Departamento Académico de Ciencias Sociales y Humanidades, de la Universidad de Occidente, Unidad Guasave.

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