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La comunicación docente-alumno en la escuela


  1. Introducción
  2. La comunicación docente-alumno en la escuela
  3. Conclusiones

Introducción

A lo largo de nuestra vida como seres humanos hemos venido poniendo en práctica el proceso de la comunicación, sabemos perfectamente que se "inició en los albores mismos de la existencia humana y devino en elemento necesario para el hombre como parte de sus relaciones sociales, ya que ello tiene que ver en gran medida con la comunidad en la cual vivimos o nos desarrollamos como individuos"; aunque la idea de comunidad nos remite a la más profunda de participación. Por consiguiente, no puede haber comunidad ni, por tanto, comunicación, sin participación, porque ambas "participación y comunicación", no son más que dos aspectos de un mismo fenómeno, que se define como relación entre dos seres, uno de los cuales da algo al otro.

Es así que, la comunicación en la práctica educativa se basa fundamentalmente en el principio de comunicación vinculada con los seres de nuestra naturaleza, la comunicación del hombre con Dios y consigo mismo, y la más importante de todas: la comunicación del hombre con el hombre. Y esta última la que nos ocupa como educadores, al estudiar las relaciones entre el educador y el educando problema que constituye, sin duda, la columna vertebral de la educación.

En nuestras instituciones educativas de nuestro ámbito, se deja notar con claridad la ausencia de comunicación entre docente y alumno por el hecho de seguir trabajando con estructuras conductistas; a pesar de recibir capacitaciones acerca de nuevas modelos de trabajo, es decir aprendizajes significativos. Se observa claramente en las aulas de clase ese modelo verticalista, en la que el actor principal es sólo el profesor no dejando espacio para que los alumnos expresen lo que sienten, y mucho más si el alumno desea reclamar algo a su favor, esto genera que el docente amenace al alumno o alumna con desaprobarlo y el temor a ello hace que ellos se mantengan sumisos al profesor, una vez desarrollado esta conducta ya ni siquiera les interesa comunicar algo ni participar.

Tenemos que de una vez por todas romper estos esquemas y dejar que nuestros alumnos sean los protagonistas de sus propios aprendizajes.

Dejemos que nuestros educandos así como nosotros, sean actores de una comunicación fluida y adecuada, expresando todo lo que piensan y sienten, de esta manera no solamente se logra una buena relación, sino que también incrementan su autoestima; brindémosle un espacio adecuado de comunicación, de manera que el trabajo pedagógico constituya un intercambio de conocimientos, participativo, motivador y dinámico; no un simple paso de información de un lado a otro, dándoles lugar a nuestros alumnos para pensar y de esta manera poder crear, descubrir y mostrar sus resultados. No se trata de descargarles nuestro trabajo, sino más bien compartir con ellos el tiempo de presentación de un tema, utilizando técnicas distintas. Para ello es necesario aprender a negociar con ellos, haciéndoles ver que se trata de un propósito que debe alcanzarse y que por tanto es importante para ellos.

La comunicación docente-alumno en la escuela

La comunicación se "inició en los albores mismos de la existencia humana y devino en elemento necesario para el hombre como parte de sus relaciones sociales. Fue y es un factor fundamental en el desarrollo del hombre, tanto en lo psíquico como en lo social" que ha hecho posible la socialización del hombre.

Comunicación y enseñanza son parte de una misma e indivisible realidad. Enseñar siempre es comunicar. La comunicación empieza por uno mismo, desde el plano de la intersubjetividad, además hay una comunicación interpersonal, y esta, es la que más repercute en nuestra labor como educadores. La comunicación y sus medios se imbrican en todo currículo educativo, dado su impacto teórico y práctico en los resultados del proceso educacional.

La comunicación pedagógica ocurre en un ambiente y en un contexto determinado; o sea se desarrolla en un espacio específico y con un tiempo horario asignado.

Los cambios tecnológicos actuales han venido impactando el proceso docente, apareciendo con mayor fuerza la interactividad del educando, lo que implica una acción mutua y simultánea por parte de dos participantes, que pueden, pero no necesariamente deben, perseguir un fin común. Así surgen variadas transformaciones en el campo de la comunicación y la información, que guardan una estrecha relación con la generación de nuevas "formas" de leer y escribir; nuevas formas de relacionar los contenidos de estudio con los medios de comunicación; las transformaciones en la concepción de espacio y tiempo, con la aparición de la realidad virtual, entre otros.

Para el mejoramiento de la comunicación docente – alumno, sin dudas es imprescindible que como docentes poseamos claridad conceptual sobre este importante proceso humano, especialmente en lo que concierne a la esfera educativa. Pero no bastaría con el conocimiento profundo de estas cuestiones teóricamente, sino que se hace más importante aún el dominio práctico de vías de comunicación por parte de nosotros los maestros para comunicarnos con nuestros alumnos y con los que nos rodean de forma adecuada.

Teniendo en cuenta que la comunicación es el proceso mediante el cual el hombre interactúa con otros, es decir, el hombre como personalidad es el sujeto del proceso comunicativo; entonces es indispensable brindarle a nuestros alumnos una adecuada confianza para desarrollar una óptima comunicación; esto implica en los docentes desarrollar estrategias adecuadas para lograr un intercambio de ideas, asimismo, se conseguirá que cada individuo aprenda primero a pensar y luego a comunicar sus ideas.

En el caso que nos ocupa, la esfera educativa, la filosofía de partida determina, por un lado, la concepción pedagógica que asumimos como docentes y, por otro lado, la práctica real de nuestro ejercicio. Debe aclararse que no siempre coinciden ambos aspectos, es frecuente que el profesor "declare" una concepción filosófica y pedagógica, y en la práctica observemos otra bien distinta, incluso contradictoria con nuestra declaración.

Por ello es imprescindible apropiarse de un marco filosófico referencial, que permita explicar el ámbito concreto de la realidad con el cual trabajamos, lo cual facilita al profesor asumir una conducta pedagógica consecuente con esta concepción filosófica de partida.

Si bien es cierto, que hoy en día se habla de una comunicación abierta en todas las dimensiones en las escuelas y colegios, sin embargo esto no se plasma aún todavía, ya que sigue aún influido por el modelo conductista, aquel modelo que "obligaba a la gente a asimilar una masa de conocimientos inútiles, superfluos y sin vida que atiborraban la cabeza y convertían a la joven generación en burócratas fundidos en el mismo molde", valiéndose de prácticas y ejercicios constantes para lograr el éxito académico. La relación maestro – alumno es motivada externamente para llegar a las conductas consideradas como aprendizajes.

Somos conscientes que todavía dentro del aula al ser un enfoque de modelo conductista la comunicación se da dentro de un sistema de educación muy tradicional, donde el docente habla y el alumno escucha, es decir, que la actividad educativa unifica criterios y respuestas, convirtiendo al alumno en un almacenador de información.

Nosotros consideramos que la comunicación no es un sistema lineal, si no más bien discontinuo, dentro del cual un mismo receptor decodifica y reenvía varios mensajes de una o distintas fuentes a la vez, algunos con mayor fuerza que otros. Es por ello que consideramos en lo particular que la comunicación humana es un sistema complejo, lleno de interfaces, rupturas y variaciones que afortunadamente ha influenciado y replanteado a la comunicación pedagógica.

Es así que, como educadores tenemos que procurar plantear un nuevo modelo comunicativo, que realce la formación activa de la personalidad de los educandos mediante un rico proceso de comunicación participativa, el mismo que permita un espacio didáctico de intercambio de conocimientos, participativo, motivador y dinámico; no un simple paso de información de un lado a otro, dándoles lugar a nuestros alumnos para pensar y de esta manera poder crear, descubrir y mostrar sus resultados.

No se trata de descargarles el trabajo del maestro, más bien es compartir con ellos el tiempo de presentación de un tema, utilizando técnicas distintas. Para establecer las normas y las responsabilidades es necesario aprender a negociar con ellos, haciéndoles ver que se trata de un propósito que debe alcanzarse y que por tanto es importante para ellos y mucho más si se trata de adolescentes.

Conclusiones

  • La comunicación entre docente-alumno, implica un acto de subjetividad humana filosóficamente argumentado.

  • En la comunicación pedagógica se evidencia aspectos significativos que tiene que ver con el proceso docente en lo que respecta a su labor.

  • Se señalan ciertas dificultades en la comunicación pedagógica con nuestros alumnos que son el estilo de dirección autoritario, verticalizado que prevalece en la institución educativa, en correspondencia con ello el estilo de comunicación prevalece en la relación profesor alumno-grupo y la no facilitación de la interacción comunicativa grupal en el proceso docente.

  • Se destaca la necesidad del conocimiento pedagógico teórico y práctico por parte de los profesores para propiciar un tipo de comunicación que favorezca la educación.

  • Para lograr una comunicación positiva en la educación se debe tener en cuenta que: El profesor (fuente/emisor) prepara el escenario para el aprendizaje del educando (receptor/destinatario), a través de la estimulación, motivación y persuasión, fundamentalmente. Aquí se crean las bases sobre las cuales se va a estructurar el "edificio", poniendo en funcionamiento todo aquello que sea capaz de crear en el educando el interés por el saber y/o saber hacer, en función de los objetivos educacionales propuestos.

  • Debe existir una adecuada orientación, donde se desarrolla una etapa del aprendizaje, pues se brinda toda la información requerida, se orientan los procedimientos a desarrollar y dónde complementar la búsqueda de más información y se asignan tareas docentes. O sea se desafía al educando a aprender.

  • En lo que respecta al desempeño, se debe brindar al educando las oportunidades para la ejercitación de lo aprendido en la fase anterior. En ella se le facilita la ejecución de los diferentes procedimientos y técnicas requeridos para el desarrollo y demostración de modos de actuación establecidos.

  • Por último, debemos procurar realizar una retroalimentación, ya que esto constituye la consolidación de lo aprendido y la posibilidad de su transferencia, de forma creadora, hacia nuevas situaciones y tareas docentes.

  

 

 

Autor:

Martina Cóndor Acuña

Isaías Núñez Espinoza

Bambamarca, 23 de julio de 2011