También encontramos los recursos del hipérbaton y la enálage en las siguientes imágenes así como en toda la descripción de la amada. Una forma de ordenar dichas imágenes, tal vez, podría ser así: "vi los cabellos que se tonaban en verdes hojas que obscurecían el oro". En este caso notamos como las verdes hojas quedan al principio del verso igualándose con los cabellos de Dafne; lo mismo pasa con los verbos. Pero ambos verbos están cruzados, y los cabellos son los que deberían tonarse, y las hojas son las que lo obscurecen. Así la belleza del color de los cabellos se vuelve a un color natural como el verde, pero no tan preciado y bello como el oro; esta metáfora del oro logra demostrar una dimensión más preciosa aun si ponemos como ejemplo lo que significo este material para España y para el Renacimiento. La amada va perdiendo toda su belleza humana; y si bien a la vez adquiere la belleza de lo natural esta última no es tan apreciada como lo es la belleza femenina.
De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aun bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.
El segundo cuarteto se centra en las extremidades inferiores de Dafne. Por medio de la enálage la corteza y los tiernos miembros se mezclan hasta tal punto que se vuelven inseparables el uno del otro.
El yo lirico además le agrega a esta descripción el elemento emocional a través de los adjetivos "áspera y "tiernas". Parecería ser que sus sentimientos comienzan a surgir debido a la desesperación que le provoca la inapelable transformación. Los miembros, es decir sus piernas, tiernas que abrigaban el calor de la intimidad de la mujer, esas mismas que antes eran suaves al tacto, bellas a la vista, ahora son ásperas, no solo por el tacto sino por lo que se le es negado al amante, al volverse corteza. En la misma línea antitética de áspera/tierna, aparece el color marrón de la corteza y el blanco que sugieren sus piernas. En este segmento, podemos apreciar un intertexto con Ovidio (Metamorfosis, Libro I) cuando se describe la transmutación de la joven: los brazos se convertían en verdes ramas, su piel en rugosa corteza y sus pies, blancas raíces, se hundían en tierra. Todo se torna obscuro; tan sombrío como lo es la pena de Apolo. Y es mediante la metáfora "aún bullendo" que se vuelve insoportable el dolor, porque si bulle nunca termina. Es inevitable aunque así se desee y es hasta este momento que dicha transformación sigue en proceso.
Algo parecido a la imagen anterior pasa con los pies y las raíces, que están presentadas por adjetivos que se oponen por lo que cada uno sugiere: blancos/torcidas. Apreciamos como el primer adjetivo sugiere la belleza, la pureza de los pies, que ya no existen y se vuelven deformes. Se vuelven raíces y se hincan en tierra. Esos pies que llegar a ser símbolo de libertad hoy yacen presos en la tierra. Si nos atenemos al mito, este es el precio que Dafne debe pagar por su libertad. Una libertad que implica estar inmóvil por la eternidad, este es un concepto que el hombre renacentista describe absurdo.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
el árbol que con lágrimas regaba.
El primer terceto esta centrado en el tema del poema, la pena de Apolo. Esa pena que alimenta la transformación y con ella aumenta la separación del objeto amado. La utilización del pronombre "aquel" hace referencia a Apolo sin la necesidad de tener que nombrarlo, pero a la vez también sugiere la presencia de un inmenso dolor por parte del poeta en este ocultamiento voluntario del nombre del dios. Si es aquel, también podría ser él, y más aún, podría ser cualquiera que se sintiese identificado con esta situación.
El yo lirico afirma que Apolo es la causa de que Dafne se transforme en árbol, y esto culpabiliza al dios, pero también se está culpabilizando a él, siguiendo la línea de la identificación. La dimensión de la culpa se encuentra en la expresión "tal daño", que no solo hace referencia a la mencionada transformación, sino que sugiere un daño de gran tamaño como dirá en el próximo terceto.
En el siguiente verso nos encontraremos con que el yo lirico utiliza una cesura (pausa a mitad de verso) para separar dos verbos en infinitivo: llorar/crecer. Estos versos se encuentran relacionados por la situación, pero a la vez sugieren una forma de ver al mundo: el llanto del crecimiento al árbol, de la misma manera, el crecimiento del hombre se produce en medio de llantos. No es casual que el verbo regar, utilizado acá, este asociado a la vida. Pero ambas vidas serán desgraciadas, por eso dirá "miserable estado". Apolo pierde su amor y vivirá sufriendo, Dafne pierde su belleza humana y su libertad.
¡Oh miserable estado, o mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
El yo lirico ahora expresa su dolor, su emoción, su identificación con la situación, con la pena de Apolo sentenciado a la condena de no poder parar de llorar. Siendo él la causa y la razón, porque llora por la transformación de la amada, y cuanto más llora más evoluciona. Esto se vuelve una trampa sin salida en la que queda atrapado cada día más, en un dolor que será eterno dada a su condición de dios.
Como posible conclusión, es interesante hacer un paralelismo entre el dios Apolo y el poeta. Garcilaso, casado con una mujer que no amaba y enamorado hasta la locura de una mujer casada (Isabel) que fue la musa inspiradora de todas sus obras, parece identificarse con este dolor insoportable del dios, y esa mujer que se transforma en una condición irreversible que los separa. Las similitudes con la vida del poeta son reveladoras. Isabel, ya conociendo a Garcilaso y siendo solamente amable con él, para su desencanto se casa con Antonio de Fonseca, en un matrimonio arreglado por la reina. Así como Garcilaso ve que su amor imposible cambia de condición, se transforma en una mujer casada, con un hombre que tal vez no la quiera, de la misma manera, Apolo ve como Dafne se transforma en algo inaccesible para él.
Soneto XXIII
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la calor en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto
enciende el corazón y la refrena;
y en tanto que el cabello que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo aireado
cubra de nieve la hermosa cumbe.
Marchitará la rosa el viento helado
todo lo mudara la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
El tema del soneto está centrado en el primer terceto, y en la expresión: "Coged de vuestra alegre primavera / el dulce fruto". Esta idea ya estaba planteada en el poeta latino, Horacio, y él la había plasmado en la sentencia "carpe diem", que significa "aprovecha el día". La vida es corta, pasa más rápido de lo que el hombre cree, esa percepción era muy clara, porque sabían cuán maravilloso era todo lo que tenían para conocer. No hay tiempo para perder, si lo que se quiere es tomarlo todo.
Sabemos que la estructura formal está dada por dos cuartetos y dos tercetos, dado a que es un soneto, de versos endecasílabos (once silabas) con una rima consonante.
Con respecto a la estructura interna podemos ver que en los cuartetos tenemos la figura de una dama, presentada en forma armónica y ordenada. Esta imagen tiene un movimiento sutil y elegante, como si el yo lirico la viera de frente y luego advirtiera la espalda de la dama ya que ella paso frente a él. Esta armonía, orden y equilibrio en la descripción resultan característicos del Renacimiento; dado esto puede considerarse que este soneto es típico de la época.
En los tercetos no sólo vemos el tema, sino que lo que vemos es la advertencia de aprovechar la juventud, el momento en que se vive y las consecuencias del pasaje del tiempo.
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende el corazón y lo refrena;
En este primer cuarteto tendremos el gesto y la mirada de la amada y le provoca al yo lirico.
El primer cuarteto a la vez comienza con la referencia temporal "en tanto" (mientras). Mientras pase esto, haz lo que el primer terceto alude u ordena. Esa es la idea del yo lirico, y es por esto que todo el soneto está saturado de tiempo.
La hipérbaton del principio deja las flores "rosa y azucena" juntas y en primer plano, para luego poder relacionarlas con los adjetivos "ardiente" y "honesto", repitiendo así el orden que había planteado con las flores, y aún para que concuerden con lo que provocan los verbos "enciende" y "refrena". La rosa y la azucena son flores utilizadas para reflejar el color de la dama metafóricamente. Podemos tomar el rosado de la rosa para imaginarnos la vitalidad de la dama, pero también puede verse como la vergüenza de la misma al encontrarse con un mancebo que la pretende como el yo lirico.
Por lo menos es eso lo que él quiere interpretar de los gestos de la dama, quiere pensar que su rosa es fugaz, momentánea, perecedera, transitoria.
Con el color de estas flores muestra el color de la amada, y él entiende que ella conlleva honestidad, la pureza, la virtud, la virginidad, la inocencia de la dama; muestra como toda ella es delicada.
Eso aparece en su rostro, el yo lirico lo atribuye a su mirada, y en esa atribución, también le da una interpretación "ardiente" y "honesta", a través de la mirada de la dama es que el yo lirico ve su alma y así descubrir todas las virtudes que sus ojos reflejan. Esto explica claramente la antítesis que se había planteado ya sutilmente entre las metáforas "rosa" y "azucena". Si el mirar es ardiente, no deja lugar a la duda la pasión que ella tiene y la que provoca, pero si a la vez es honesta, esa contradicción mantendrá en quietud el accionar del yo lirico. Esto es expresado en el último verso de este cuarteto "enciende el corazón y lo refrena". Mueve el corazón del yo lirico, provoca fuego en él. Si miramos las palabras que siguen esta línea ("rosa", "enciende", "ardiente") notaremos como va subiendo la intensidad a medida que se acerca a él. Es el simple color rosa (adjetivo) que sirve de señal para que comience la interpretación de él a través de un adjetivo ("ardiente"), hasta llegar al verbo "enciende" que implica la acción. Por esta acción fogosa, se ve contrapuesta, detenida por la acción contraria "refrena" (otro verbo con la misma fuerza que "enciende"). Con la misma intensidad que fue creciendo la pasión, también irá aumentando la virtud, a través de "azucena", "honesto", "refrena".
Pero en medio de estos dos versos está "el corazón" de él, preso; rehén de la mirada de la dama, del sentir y de la contradicción que él ve en ella. Es en ese lugar donde se albergan todos los íntimos sentidos y donde él queda incapacitado de accionar, y lo único que le aguarda es resignarse a sufrir esa inmovilidad.
Y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello, blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena.
Ahora pareciera que la dama se va alejando del yo lirico, y esto hace que el la vea a otra distancia, y por eso repara en el cabello y decirle que mientras el cabello sea joven, aproveche a vivir a pleno. Este cabello no solo es bello, sale de la "vena del oro", esta metáfora muestra la vitalidad del mismo. La palabra vena ya es una metáfora en la órbita de la minería, y con ella no solo se le puede hacer referencia a la vitalidad, y a la importancia que esta tiene en la vida, sino también a la fineza del con que brota el oro liquido, si viene un pequeño orificio a eso se le llama vena, al lugar de donde nace el oro. El hecho de utilizar la expresión "se escogió", hace pensar que el viento tuviese la voluntad propia de escogerse, es decir que no solo tiene una vitalidad que llega del movimiento, sino casi de una personificación.
Este cabello, además de ser fino es liviano, vuela y tiene movimiento, como la vida misma, los que nos lleva nuevamente a notar su vitalidad. La aparición del "vuelo presto" ira intensificándose en el poema, y comenzara con esta sutileza, pasando por un viento que "mueve, esparce y desordena", luego lo llamará "tiempo aireado" y finalmente "viento helado" y "edad ligera". De esta manera ese viento que ahora es suave y embellece terminara siendo "viento helado" que apuntará hacia la muerte.
Ante tanto movimiento aparece el cuello como algo firme, bello que contrasta con toda imagen móvil. Este cuello blanco recuerda la porcelana, intocable por su fragilidad y honestidad.
Coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo aireado
cubra de nieve la hermosa cumbre
En este terceto está planteado el tema, comienza con un verbo en modo imperativo, porque el yo lirico le aconseja casi en forma imperativa no dejar pasar el momento. Esta orden casi se transforma en un ruego apasionado, y desesperado. El tiempo es implacable, y no puede perderse, debe ser aprovechado. "Coged", a esa bella mujer que hoy tiene todo lo que el hombre anhela a su favor, a ese tu lirico le dice que tome lo mejor de esa juventud que esta metaforizada en la expresión "alegre primavera". Ya que es esta estación la que se relaciona comúnmente con la vida que renace. Y tal vida tiene la primavera que parece personificada por el adjetivo "alegre", todo en ella es felicidad y amor. Ese es el momento para tomar "el dulce fruto".
Resulta importante aclarar que tomar el dulce fruto es recoger lo mejor de cada día. No estamos haciendo referencia la mirada posmoderna del tiempo (que observammos a diario), en la cual el mismo pasa y se debe vivir intensamente sin importar que quede de cada instante o que será del día de mañana. En los tiempos actuales la vida pasa con tanta intensidad que el pasado ya no tiene mayor sentido, y lo único que importa es un presente constante que no va a dejar nada al día siguiente. No es este el planteo del "carpe diem". En esta idea de aprovechar el día hay un fruto que recoger en ese día. Es necesario estar prendido a la vida en cada momento y con todo lo que el hombre tiene. A su vez hay un tiempo para recoger ese fruto es por eso que hay que estar atento para no recogerlo ni verde ni maduro.
La cesura deja esta idea del fruto separada del resto, destacando su importancia. Y a mitad del mismo verso aparece el "tiempo airado", un tiempo que arruina las cosas. La palabra "aireado" tiene dos posibles interpretaciones: viene de aire, pero también refiere al enojo. Este tiempo se ha relacionado ya con el aire, por su movimiento constante, porque no lo vemos ni podemos palparlo, pero percibimos sus efectos en las cosas. Este tiempo que se enseña con el hombre, también deja secuelas en él. "cubre de nieve la hermosa cumbre", llena de canas las bellas cabelleras. La metáfora de la "nieve" no solo hace referencia a lo blanco de las canas, sino también a la frialdad de la muerte que va aproximándose al hombre y que comienza a dar señales de su presencia. Esta imagen de las cumbres de las montañas con nieve habla de una mirada natural de la vejez.
Esta última idea es justamente la que se plantea en ese último terceto
Marchitará la rosa el viento helado
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
El verbo "marchitará", consecuencia inevitable del tiempo, es un proceso natural. Toda flor, en su vida fugaz, comienza a arrugarse y así va acercándose al final de su vida. De la misma manera el hombre se va "arrugando" como señal irremediable de la presencia de un tiempo que pasa.
Los últimos dos versos del soneto son una sentencia y una definición del tiempo. El tiempo cambiara todas las cosas ("todo lo mudara la edad ligera") pero una sola cosa no podrá jamás cambiar (y eso es lo fatídico para el hombre), no podrá cambiar su condición de cambiar todas las cosas, no puede dejar de ser quien es. El tiempo se define por el cambio de todas las cosas y es a través de ellas que vemos que el tiempo ha pasado.
Es por eso tan importante que tomemos el "fruto", porque sino la vida no se diferencia de la muerte, este es través el gran descubrimiento del renacimiento.
Bibliografía
Libros:
ALBORG. Historia de la literatura española
PARODI. R. Estudios sobre Garcilaso de la vega. Editorial Kapelusz. Buenos Aires. 1968
Páginas web
Literatura para secundaria (
Wikipedia (www.wikipedia.es)
Autor:
Maikol Chocho
Centro Regional de Profesores (CE.R.P.) de Colonia
26/04/2010
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