- Resumen
- Introducción y Antecedentes
- La peste una pandemia
- La pandemia de 1665
- La moda femenina y la peste
- La peste impulsa la libertad de credo
- El agente causal de la peste
- Diagnóstico de laboratorio
- Tratamiento
- Alternativas para su prevención
- La situación de la peste en la moda actual
- Conclusión
- Bibliografía
Resumen
En general las pandemias son como las catástrofes naturales reducen y seleccionan drásticamente la densidad de la población humana. La peste negra es un ejemplo de una enfermedad infecciosa llamada "la muerte negra" con sus variantes: bubónica y neumónica, que afectó la Edad Media: la vida política, social, cultural e ideológica de esa generación a la que impactó y la obligó a aceptar más que un castigo divino, en la que los sacrificios del cuerpo no fueron suficientes para evitarla, fue más simple el no contacto con sus reservorios naturales: los mamíferos silvestres y sus pulgas, al contaminar a las ciudades de esa época, con deficiente sanidad en la población de clase media y pobre, en donde la enfermedad se concentro.
En consecuencia la gente fue susceptible para que la epidemia se transformara en pandemia. Por otro lado impulsó un cambio favorable en la sociedad medieval al facilitar la reforma protestante que ayudó a la libertad de credo; este hecho cambió diametralmente la forma de pensar y el estilo de vida de la sociedad medieval desde esa época a la actualidad.
Palabras claves: Libertad de credo, pandemia, enfermedad, muerte, salud.
La peste una amenaza mundial.
En el siglo XIV, los comerciantes de los puertos del Mar Mediterráneo y del Negro fueron a China para comercializar sus productos: la seda y las pieles exóticas, de un alto valor económico (1,2). En 1343 al regreso de uno de esos viajes, mercaderes genoveses huyeron aterrorizados por tártaros que atacaron y sitiaron la ciudad de Caffa, en la península de Crimea, durante tres años ningún bando logró nada, hasta que los tártaros lugar de lanzar rocas sobre las murallas de la ciudad Caffa, con sus capsulas arrojaron los cadáveres de sus soldados muertos de "peste bubónica". Este hecho fue uno de los primeros registros históricos de la guerra bacteriológica, así los tártaros iniciaron una de las peores pandemias de la historia de la humanidad (5,6). Cuando esos cadáveres contaminados por la peste cayeron en Caffa, infectaron a la población, por el horror de la enfermedad, los sitiadores huyeron aterrorizados más por la peste, que por la guerra en si. Los genoveses supervivientes regresaron en barco a Italia, un elevado número murió a bordo, éstos desembarcaron en Constantinopla, Génova, Venecia y otros puertos de Europa e infectaron a la gente que contactaron (2,4).
La peste viajó por barco desde las Indias Occidentales hasta Europa, en octubre de 1347 una docena de galeras mercantes de la flota genovesa llegaron al puerto de Messina, en Italia, luego de cruzar el estrecho que separa este país peninsular de la isla, regresaban del Oriente por el Mar Negro, con un cargamento de especias y seda compradas a las caravanas de Asia, aunque sin saberlo transportaban en sus cuerpos la peste, se señaló que los marineros padecían de: "una enfermedad que se pegaba hasta los huesos" (10,11,12). En unos días los habitantes de Messina enfermaron y muchos murieron, los supervivientes regresaron los barcos al mar. La peste se extendió presentando estos síntomas: fiebre súbita con dolor intenso y muerte (1,3,18); la población huyó al campo la diseminó, los mesinenses rogaron que las reliquias de Santa Águeda se trajeran Catania, pero sus habitantes se opusieron, el obispo del lugar sumergió las reliquias en el agua bendita para llevarlas a Messina, en donde encontró: "demonios transfigurados en perros que se les lastimaban atrozmente a las personas por la peste" (8), días después al regresar de Catania, el obispo murió por esta enfermedad (13), que avanzó al sur, al oeste y en enero de 1348 llegó a Venecia, Florencia y otras ciudades de Italia, en Pisa la gente se contagió, de allí se extendió al norte de la península; en Florencia hubo en una semana 100,000 enfermos, de Génova a Florencia, Giovanni Boccaccio la describió en su Decamerón; "comenzaba con hinchazón de sus ganglios, en la ingle o en la axila, que se inflamaban al tamaño de una manzana, se les llamaba tumores, en breve se extendían en el cuerpo, con síntomas en brazos y en muslos o con manchas negras, rojas, abundantes y pequeñas, señal de muerte" (7); el pánico en la ciudad fue crítico, Boccaccio escribió que era tal el terror de la gente por la peste, que el hermano abandonaba al hermano, esposa al marido, padres y madres se negaban a atender a sus hijos (13); los cadáveres eran arrojados a las calles tratados con desprecio por los supervivientes, preocupados por evitar la enfermedad que tenían esos cuerpos (17,18); no realizaban ceremonias luctuosas, sólo se depositaban en fosas comunes (5), eventualmente cargadores sacaban los cadáveres de las casas para abandonarlos en las puertas de la ciudad, los cementerios se llenaron, los muertos, fuente de la peste, se convertían en un riesgo mayor de salud en las ciudades (5,12). En Siena se cavaron profundas fosas para los cientos de decesos (5), un ciudadano describió la situación "yo Agnolo Di Tura, enterré a mis cinco hijos" (17), un sienés describió que "no había nadie para enterrarlos, ni por grandes sumas de dinero (7). En Florencia la peste en cuatro meses causó 65,000 muertes durante los siguientes tres años, se repitió en Europa, la gente moría con tal rapidez, que en las ciudades y sitios aledaños los cadáveres y quienes lo serían luego, se amontonaron en las calles, luego un carro los trasladaba sólo por una elevada suma, en zonas marginadas había por doquier cuerpos en descomposición (11,18). En Paris la población enfermó, un cronista francés escribió con detalle que: "los desechos de estos cuerpos tenían un insoportable hedor; sudor, heces y sus flemas eran fétidos, la orina turbia, espesa, negra o roja" (12); los síntomas descritos por Boccacio eran comunes en la peste bubónica (10), por los nódulos o bubones en ganglios linfáticos de ingles y axilas, le dieron el nombre de P. bubónica, en ciertos enfermos, al reventarse estos bubones se mejoraban (1), pero más del 80% de los casos del siglo XVI fue su sentencia de muerte (3).
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