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La Neurociencia en las Pascuas

Enviado por Felix Larocca


  1. Cogito, ergo sum
  2. Pausemos y pensemos acerca de lo antedicho
  3. Las pascuas y el año nuevo, como épocas comerciales y de resoluciones quebradas
  4. Nada más distante de la realidad
  5. Bibliografía

Celebremos enero, el mes de Jano, el dios que simboliza las resoluciones fallidas: La Neurociencia en las Pascuas

Sobrevivimos, de alguna manera, la celebración pagana del nacimiento, la breve vida, y la resurrección del dios de los cristianos.

Dios y mesías, que, naciendo en un pesebre, viviría una vida escueta, se consolidaría como hombre delgado, viajaría en un burro y moriría crucificado — en abandono de sus fieles apóstoles y, rodeado de, valientes mujeres.

Reflexionar es arte, como es arte, todo lo que del cerebro emana, ya que éste controla nuestras percepciones vitales.

De acuerdo a las estadísticas, la mayoría de los cristianos, hoy… son gordos, camino a la obesidad

Celebramos las pascuas, Hannukah y la epifanía, que, de algún modo, coinciden en los meses de diciembre y enero.

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Cogito, ergo sum

Descartes lo tenía correcto, aunque Damasio difiera, en su libro excepcional.

Estamos en enero, el mes consagrado en la mitología romana al Dios Jano, imponente figura de la doble faz, una que mira hacia el pasado en el levante, y otra que apunta hacia el futuro en el poniente. Para Jano no hay presente; el presente es apenas el instante fugaz que divide lo que se fue de lo que viene, sin reparar en ninguno de los dos.

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Jano

En el panteón romano (ya que no existía en el de los griegos), Jano era asimismo conocido como el dios de las puertas, el dios de las entradas, de los principios; el dios que aseguraba que las cosas comenzarían bien y que bien terminarían — como corolario, en todo hogar romano, las primeras preces del día se ofrendaban a él.

Como dios de los orígenes, el mes de enero, donde el año comienza, se dedicaba a su culto, festejándose especialmente en el día de Año Nuevo. También se invocaba su concurso al comienzo de las guerras, que mientras éstas duraran, determinaban que las puertas de su templo en el Foro se mantuvieran desplegadas. Cuando Roma estaba en paz, las entradas del templo, permanecían cerradas.

Para enero, el mes, tampoco existe el presente: una cara mira hacia el año transcurrido, y la otra cara escudriña el que queda por venir. Es ésta la dualidad que parece imprimirse igualmente en los seres humanos, tomando a veces la forma de una incertidumbre que impide reconocer claramente el camino a seguir.

Para la teoría psicoanalítica, todo comienzo es símbolo del nacer y toda interrupción, desenlace, o separación, simboliza el morir. Ambas oportunidades nos dan pausa para sentir alegría y tristeza.

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Eva por Giuseppe Arcimboldo

Pausemos y pensemos acerca de lo antedicho…

Las festividades de diciembre transcurren en medio de una algarabía religiosa en el mundo de la cristiandad, augurando un nacimiento, proyectando una epifanía y terminando en la partida y resurrección de una figura histórica de importancia universal — Simbólicamente, las celebraciones contienen en sí, alfa y omega — el principio y el fin, la vida y la muerte — por eso son tan tristemente alegres o tan alegremente tristes.

Siguiendo la tradición judeocristiana, las celebraciones, por ser de familia, toman en cuenta la felicidad de los niños, a quienes se les hacen ofrendas en forma de presentes, y cuyos mayores (por nunca dejar de ser niños) se hacen regalos entre ellos.

A pesar de su apuntalamiento religioso, la celebración, a menudo adquiere un aire idólatra, porque es, ambas, ocasión para sentirnos dichosos y para sumirnos en el placer contagioso y mundano que nos rodea.

Pero, ¿es tanta y tan grande la felicidad que se percibe? No, porque hay siempre memorias tristes que nos recuerdan, como testigos del pasado, a quienes nunca volveremos a ver o a tocar, y nos presentan el enigma futuro de quienes aquí no estarán el próximo día de Jano.

Para evitar el dolor, a veces, el ser humano, finge regocijo y placer — mientras que otros, para evitarlo, se deleitan en infligir castigo y sufrimiento a los demás para saldar viejos entuertos. Es como si dijesen: "no soy feliz… pero, que nadie tampoco lo sea". Muchos hijos de padres en conflicto son víctimas de esta dualidad afectiva perversa. Son ellos, los hijos, quienes son las víctimas "felices" de las celebraciones, porque se les da cosas materiales, mientras que se les niega amor y seguridad, cariño y estabilidad. Así aprenden temprano a temer la presencia de Jano en el umbral de sus niñeces.

Una paciente de Rhode Island, me recordaba: "Las festividades son muy tristes".

Las Pascuas y el Año Nuevo, como épocas comerciales y de resoluciones quebradas

Como precursor de cosas por venir en un año recién estrenado, muchas personas hacen resoluciones de cambiar sus vidas y enmendar sus propósitos, esperando que si hacen esa resolución, el éxito será garantizado y el futuro será más gratificador.

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Nada más distante de la realidad.

El homo fraudatoris (traduzca, el comerciante) que siempre nos acecha para desposeernos en cualquier oportunidad fácil, nos seduce a que compremos sus especies para asegurar lo que proponemos: perder de peso, dejar de fumar, abandonar relaciones destructivas, mejorar en nuestros fallos percibidos — en otras palabras, saludar la cara de Jano que vela hacia el oeste con un propósito firme y positivo — exactamente lo que todos hicieran a la par con nosotros este año (y todos los años) que hemos vivido.

Pero la dualidad de Jano tiene una parte práctica y otra negativa — una para imitarla, la otra para desecharla. Negativa, es lo conflictivo de esta dualidad, la incertidumbre, el no saber qué hacer ni a qué fuerzas asentir. Lo bueno de la duplicación es la posibilidad de marchar hacia delante cultivando la experiencia de la historia recién vivida y asimilada.

El acto de aprender de nuestros errores.

Nuestra historia personal es un seguro de vida para nosotros en el sendero de nuestras existencias, lo que deriva como corolario de toda relación verdaderamente terapéutica, como hemos indicado en otras lecciones.

Pretendiendo extraer, siempre, lo mejor de las cosas que nos suceden, Jano nos ofrece una enseñanza: no cifrar las esperanzas tan sólo en el presente, pues nada es duradero; como cuando se apoya en la fragilidad de un minuto que vuela y pasa. Para anhelar hay que tener buen fondo de ideales con que conformar las nuevas imágenes, el pasado las aporta con su amplia carga de experiencias y conocimientos. Para conseguir, hay que saber qué es lo que se quiere y adónde se aspira a llegar, el futuro sonríe de este modo a quienes ansían encontrarlo con una finalidad certera. Y — paradojas de Jano — principios y fines se advierten muy semejantes en cuanto nace en el ser humano la necesidad de lo bueno y lo absoluto y el rechazo de lo malo — cuando sabemos dispensar el amor hacia el prójimo, como nos exhortaba durante su vida, quien en diciembre nació.

Analicemos la génesis de la creencia en Jano. Jano, dos rostros no son indiferencia. Dos rostros no son ignorancia de fines y principios. Dos rostros no son ambigüedades. Dos rostros son dos posibilidades y no la carencia de alguna. Dos rostros, dos rastros y dos retos tiene enero, y como enero la vida entera: la suma de todo lo hecho, y la responsabilidad de todo lo que aun resta por hacer.

Vivamos en paz y proporcionemos paz a quienes nos quedan muy cerca y en cuyas vidas incidimos. Miremos el pasado, aprendamos y aceptemos las incertidumbres del futuro; lanza en ristre, para luchar por lo justo cuando el destino lo exija.

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Seamos mejores, y en vez de hacer resoluciones efímeras, vivamos.

Concluyamos recordando las palabras de las sagradas escrituras "…os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia…" Deuteronomio 30:19

Bibliografía

  • Larocca, F. E. F: (2007) La Importancia de Entretejer la Historia Personal: El Hechizo Fascinante de la Coherencia del Ego en Psikis y en monografías.com

  • Larocca, F. E. F: (2007) La Creatividad y la Neurociencia

  • Larocca, F. E. F: (2007) Lo que los Padres, de Niños, nos Decían en monografías.com

  • Damasio, A: (1994) Descartes" Error: Emotion, Reason, and the Human Brain Grosset/Putnam

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca