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Analfabetismo y poder: el caso del "Método express" y su aplicación en San Luis Potosí (México) (página 2)


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MOVILIZACIÓN PARA LA ALFABETIZACIÓN EN SAN LUIS POTOSÍ

Para evidenciar un caso de cómo el analfabetismo es usado por las burocracias en el poder como un instrumento de retórica para justificar sus acciones en el aparato público, nos referiremos a la "Movilización para la alfabetización".

Ésta fue instrumentada en el gobierno de Horacio Sánchez Unzueta por el entonces secretario de Educación, Fernando Silva Nieto (quien posteriormente sería gobernador del Estado). Hacia 1995, el problema del analfabetismo había alcanzado en San Luis Potosí una dimensión considerable. En ese año, el 14.9 por ciento de la población total del Estado era analfabeta. Como respuesta, fue instrumentado un programa especial que fue denominado "Movilización para la alfabetización".

Previamente fue realizado un foro, con la intención de analizar las diferentes experiencias alfabetizadoras en México y América Latina. Con ese propósito, la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado (SEGE) invitó a las instituciones educativas y a la sociedad en general, "para sensibilizarse sobre el marginado social: el analfabeta". Al término de dicho foro fue evidente la necesidad del compromiso social entre los que tienen acceso a la lengua escrita y quienes no la tienen.

"Días después se lleva a cabo una reunión donde el Secretario de Educación invita a las diversas instituciones educativas del nivel medio superior, SNTE, organizaciones sociales, Iglesia Católica… a conformar un comité de trabajo que apoyaría el Programa de Movilización para la Alfabetización…"

Para dar inicio a estas acciones fue celebrado un evento en la Plaza de Los Fundadores de la ciudad de San Luis Potosí, el cual fue presidido por el entonces gobernador Horacio Sánchez Unzueta y por otros funcionarios de los poderes legislativo, judicial y municipal.

Para el 7 de junio de 1995, el equipo del Secretariado Diocesano de Educación y Cultura (SENEYC) San Luis Potosí, inició la capacitación en la Escuela Normal del Estado a profesores del sistema, logrando 250 instructores multiplicadores al día 30 de junio.

Entre los propósitos que buscaban obtenerse, podemos enunciar los siguientes: abatir el alto índice de analfabetismo estatal; propiciar la participación de los maestros en el compromiso por un San Luis Potosí sin analfabetas; involucrar en el proceso de alfabetización a estudiantes del nivel medio superior y superior; así como a la sociedad, despertando interés en participar en el proceso de disminución del analfabetismo.

La meta fue establecida en reducir el porcentaje de analfabetos a 7.5 por ciento para el año 2000. Entonces es justo hacer una evaluación a esa tarea de las autoridades.

Recordemos que hay contradicción en las cifras para establecer el llamado "rezago educativo". Según el INEGI existen 548 mil 800 personas; pero el PAREIB habla de 700 mil; mientras que personal del INEA lo establece en 904 mil. De esa cantidad, hay 179 mil personas etiquetadas por el sistema de poder como analfabetas; aunque el PAREIB habla de 162 mil 693 personas. Quiere decir lo anterior que más del 11.83 por ciento del llamado "rezago educativo" corresponde a personas analfabetas mayores de 15 años. Dicha cantidad será todavía mucho mayor, porque faltaría incorporar a ese universo a todos los menores de 15 años que siguen sin leer ni escribir en el código del español.

Entonces debemos reprobar a quienes instrumentaron la llamada "Movilización para la alfabetización", porque incumplieron su meta de arribar al año 2000 con un analfabetismo del 7.5 por ciento de la población total. Pero además, no solamente incumplieron su propósito de bajar esa cantidad, sino que la incrementaron.

EL CASO DEL "MÉTODO EXPRÉS"

El modo de proceder en aquella campaña fue el llamado "Método express". Tal método fue creado, en la década de los sesenta, por Luis Munive y Escobar, obispo de Tlaxcala, y por las Religiosas Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, quienes tuvieron la convicción de que los analfabetas no podían "disfrutar de los beneficios cristianos y sociales".

Entre las curiosidades de tal "método" mencionaremos aquella según la cual "conviene formar grupos por edades y sexos, de preferencia que un hombre enseñe a los hombres y una mujer enseña a las mujeres (psicológico)". Sin embargo, no queda suficientemente argumentada dicha "conveniencia", como tampoco queda expuesto qué tipo de situación "psicológica" determina segregar hombres de mujeres.

Otro disparate es el siguiente: "Para empezar convendría hacerlo con personas de 16-40 años. Adquirida la práctica ya podría mezclarse edades con más amplitud".

El "Método express" está a cargo de dos instructores, quienes dirigen alternadamente la atención del grupo –no mayor a 10 personas– sobre los contornos gráficos de la vocal o sílaba.

Enseguida pronuncian el sonido de dicha vocal o sílaba, acompañándolo de un sonido fuerte o golpe con una vara sobre la lámina donde aparece la grafía. Más adelante, el grupo repetirá ese mismo sonido durante cuatro veces, indicados por el golpeteo de la vara sobre el cartoncillo, acción que se efectúa cerrando los ojos, a fin de buscar una operación del cerebro mediante la cual memorizar la grafía y asociarla con el sonido. Es decir, "tomar una fotografía de éstas".

Más o menos sucedía algo así: Ante el grupo analfabeto, los instructores mostraban una lámina, fija sobre una pared o pizarrón, en donde existía dibujada una sílaba (digamos "go", pero podría ser cualquier otra). Enseguida el instructor golpeaba dicho cartel con ayuda de una vara y pronunciaba el sonido cuatro veces: "go", "go", "go", "go". Cada vez que emitía el sonido de la sílaba, golpeaba el varazo en la lámina.

Después pedía a quienes integraban el grupo cerrar los ojos y pronunciar el sonido "go", al compás de los golpecitos de la vara sobre la cartulina. El instructor hacía sonar su vara y entonces el grupo repetía: "go"; volvía a tronar el varazo y los educandos volvían a emitir el sonido: "go". Esto sucedía cuatro veces.

Un momento más del "método" consistía en enseñar al adulto a tomar el lápiz y dibujar al aire el trazo de vocales y sílabas. Al finalizar el trazo, debía emitirse el sonido, para lo cual debían sonar los varazos en la cartulina o pizarrón.

Mientras todo esto sucedía, los instructores debían preocuparse por motivar a sus discípulos y mantener despierto su ánimo. Para ello, debían repetir constantemente "que es muy fácil el método".

¿Qué objeto tenía todo esto? El propósito era motivar a los analfabetos a realizar una asociación, como se ha dicho, entre los golpes sobre la grafía y el sonido de la sílaba dibujada, y registrar una fotografía de la vocal o sílaba en el cerebro. Podríamos preguntar, con toda malicia: ¿quién estará propinando ahora los varazos para que dichos educandos –entonces analfabetos– efectúen aquella operación? O bien, ¿qué pasaría con aquellas personas que fueron sometidas a tal ensayo?

A MANERA DE CONCLUSIONES

En esta política "alfabetizadora" de la burocracia en el poder no sólo se echaron abajo sistemas de enseñanza mucho más armados y teóricamente argumentados, sustituyéndolos por uno de inspiración religiosa, conductista y fotográfica, sino que también fue dispuesto un presupuesto multimillonario.

Por otra parte, en esa subordinación de los métodos de "la palabra generadora" y del "global de análisis estructural", quedó expuesta la costilla ideológica y los verdaderos intereses de esas burocracias.

Aquellos métodos, que parten de una propuesta liberadora y racionalista, fueron menospreciados por uno de carácter tradicional, memorístico y conductista.

A cambio de promover la utilización de la palabra, buscando referirse a situaciones históricas concretas y a la autoproducción del conocimiento –a partir de la propia manipulación de los objetos, de la resolución de los problemas y de su aplicación a entornos inmediatos–, la opción fue dar golpecitos en el pizarrón, dibujar con un dedo en el aire las grafías y repetir mecánicamente los sonidos.

"La conciencia del analfabeto –diría Julio Barreiro– es una conciencia oprimida. Enseñarle a leer y escribir es algo más que darle un simple mecanismo de expresión. Se trata de procurar en él un proceso de concienciación, o sea, de liberación de su conciencia con vistas a su posterior integración en su realidad nacional, como sujeto de su historia y de la historia".

Campañas como "Movilización para la alfabetización", instrumentada por quienes controlan el aparato estatal, nunca buscarán crear condiciones para que el hombre pase de objeto/cosa a sujeto/acción.

O como decía Freire, sólo pulverizando la conciencia mágica y transitando a la conciencia política, es como podremos percibir las múltiples formas de opresión e injusticia que nos agobian y luchar por transformarlas.

He ahí ubicado en la verdadera educación, en aquella que nos permita recuperar el habla, discutir sobre el mundo que nos rodea y transformarlo, el germen de la revuelta.

San Luis Potosí, S.L.P., a Abril del 2004.

 

 

 

Autor:

Eduardo José Alvarado Isunza

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