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Analfabetismo y poder: el caso del "Método express" y su aplicación en San Luis Potosí (México)


Partes: 1, 2

    1. El analfabetismo como discurso y práctica del poder
    2. Analfabetismo y rezago en San Luis Potosí
    3. Movilización para la alfabetización en San Luis Potosí
    4. A manera de conclusiones

    EL ANALFABETISMO COMO DISCURSO Y PRÁCTICA DEL PODER

    Este trabajo busca hacer evidente cómo la cuestión del analfabetismo ha sido utilizada irresponsablemente como argumento político por funcionarios del Estado, con el único propósito de construir consensos favorables a su acción dentro de la esfera de lo público.

    Con frecuencia nos encontramos con discursos emitidos por dichas burocracias con respecto a la situación de precariedad y marginalidad que sufren millones de personas, relacionándola con su situación frente al conocimiento y la interiorización de códigos de significación de la "cultura moderna".

    De acuerdo con ese argumento, los pobres sufren esa condición de carencias y exclusión con respecto al progreso alcanzado por la "sociedad moderna", debido a que no poseen los elementos culturales necesarios para acceder al bienestar.

    Es decir, entre las muchas insuficiencias que enfrentan los pobres para mejorar su condición, figura la no posesión de los códigos de significación para actuar dentro de la cultura a que pertenecen. Una cultura que, para el caso, es la sociedad capitalista y burguesa, con las características que ésta reviste.

    Es por ello que, desde la mentalidad de las burocracias que administran el aparato público, una vía para resolver la pobreza consiste en la educación, entre cuyas acciones figura dotar a marginados y excluidos de las habilidades de la lectoescritura, principalmente en lengua castellana.

    Desde ese discurso, advertimos que quienes carecen de los beneficios de la "sociedad moderna" no sufren esa condición a causa de la naturaleza depredadora de un sistema de acumulación económica, el cual concentra la riqueza en pocas manos y condena a la postración y al sufrimiento a la gran mayoría.

    De acuerdo con esa mentalidad, los pobres son pobres porque entre sus muchas carencias figura la de no poseer las habilidades de la lectoescritura. Y, por ello, deben crearse condiciones para habilitarlos, bajo el supuesto de que así ellos mismos iniciarán su tránsito hacia el bienestar.

    Nosotros consideramos que la cuestión del analfabetismo ha sido históricamente construida. Aquellas personas tipificadas como analfabetas han surgido de la lucha entre grupos humanos, de las que han surgido perdedores y ganadores. Lucha que ha revestido diversas formas de violencia, del genocidio, a la represión selectiva o a la imposición de castigos y formas diversas de exclusión.

    Pero además, esa categoría es empleada por prejuicio ideológico, puesto que hay la creencia de que el analfabeto es un ignorante, desconociéndose así que todas las personas, en tanto tales, pertenecen al mundo de la cultura y han elaborado formas que le permiten dar lecturas del mundo y actuar en éste.

    Desde la mentalidad ilustrada y burguesa, por supuesto, hay una inclinación filantrópica hacia la resolución de esa ignorancia, en tanto existe la "buena fe" de que con la asimilación de los códigos de significación de su propia cultura será posible llevar el progreso hacia todos los grupos humanos.

    No hay, en consecuencia, el reconocimiento a las diferentes formas de apelación y acción que puedan existir sobre el mundo; sino, más bien, la intención de homologar todas las formas que hay de la experiencia humana, impulsando esfuerzos por llevar la ideología, los gustos, las creencias y los estilos de vida de la propia burguesía a cuantos sea necesario.

    Nuestra tesis es de que las campañas contra el analfabetismo han enmascarado los verdaderos propósitos de funcionarios estatales por acceder al poder, protegiéndose con una piel de altruismo y generosidad.

    Aún cuando, desde nuestro punto de vista, consideramos que con el término analfabeto hay una referencia, desde la racionalidad ilustrada y burguesa, a una persona que carece de habilidades suficientes para leer y escribir en español –la "lengua oficial"–, discriminándose así las propias prácticas culturales y los intercambios simbólicos de los grupos, analizaremos este fenómeno, con el propósito de evidenciar cómo es que los funcionarios estatales lo utilizan como elementos de retórica del poder.

    ANALFABETISMO Y REZAGO EN SAN LUIS POTOSÍ

    ANALFABETISMO Y REZAGO EDUCATIVO EN SAN LUIS POTOSÍ

    De acuerdo con información proporcionada por personal del INEA, a fines de los noventa existían en nuestra entidad 1 millón 512 mil personas mayores de 15 años. De esa cantidad, 904 mil personas correspondían a lo que oficialmente se reconoce como "rezago educativo".

    Aquella cifras indicaban que, a principios del 2000, casi el 60 por ciento de las personas mayores de 15 años en la entidad o no sabían leer ni escribir o habían interrumpido sus estudios de Primaria o Secundaria; creemos que por razones relacionadas con la pobreza.

     

    Sin embargo, de acuerdo con el documento "Proyecto para el desarrollo de la alfabetización por radio en lengua náhuatl", elaborado por el Programa para Abatir el Rezago en Educación Inicial y Básica (Pareib), de 2 millones 300 mil habitantes en la actualidad existen 700 mil personas en "rezago educativo".

    Ese mismo documento establece la existencia de 162 mil 693 analfabetas mayores de quince años.

    Sin embargo, las cifras proporcionadas por personal del INEA fueron distintas a las publicadas por el INEGI en el "XII Censo General de Población y Vivienda 2001".

    En este documento queda expuesto que la población mayor de 15 años en San Luis Potosí es de 1 millón 446 mil 510 personas. De esa cantidad, el 37.94 por ciento de la población mayor de 15 años correspondía al "rezago educativo". Sin embargo, en otra parte del mismo documento ese mismo grupo de población es de 1 millón 454 mil 346 personas.

    Igual contradicción advertimos en otro documento del mismo INEGI, donde queda establecido dicho grupo en 1 millón 442 mil 368 personas. Reconocer que más de una de cada dos personas mayores de 15 años (904 mil de 1 millón 512 mil personas) carecían a inicio del año 2000 de las habilidades de la lectoescritura del español o habían interrumpido sus estudios antes de concluir Secundaria, es mostrar la incapacidad de las distintas administraciones estatales para cumplir con sus propios discursos.

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