Las teorías de Erik H. Erikson y sus aplicaciones en la terapia: La Octava Etapa
Enviado por Felix Larocca
- La escolaridad y el niño: Invenciones nuestras
- Abuelos adoptivos como terapeutas
- La octava Etapa de Erikson: Integridad frente a la desesperación. Desde los 60 años hasta el fin de la vida
- El caso de Ignaz
- En resumen
- Bibliografía
Rebasando esta etapa exitosamente garantiza al párvulo una adaptación a demandas sociales que solidifican una libertad sin conflictos con la autoridad mientras se ejerce un albedrío relativo y una juventud sin retraimientos y sin dudas existenciales. FEFL en Las teorías de Erik H. Erikson y sus aplicaciones: La Segunda Etapa.
https://www.academia.edu/7708560/Las_teorias_de_Erik_H._Erikson_y_sus_aplicaciones_en_la_terapia_La_Segunda_Etapa
Hoy concluimos analizando nuestros propósitos al escribir esta serie de artículos acerca de las Ocho Etapas del Desarrollo Psicosocial que Erikson propusiera. Revisándolos encontramos que él asignaría importancia especial a la Segunda Etapa. Etapa que, de ser consumada, asistiría en la preparación para fases del desarrollo individual, y de la escolaridad, de manera específica.
La escolaridad y el niño: Invenciones nuestras
La escolaridad y la niñez por nosotros entendidas y que nos son familiares, no existen en todas partes donde residen miembros de nuestra especie. Mientras que la adolescencia, con sus crisis y moratorias, carece de valor específico aún para individuos que viven en áreas compartidas por grupos heterogéneos.
Véase: La niñez y su escolaridad: Historias nunca dichas https://www.academia.edu/3730517/La_ninez_y_su_escolaridad_Historias_nunca_dichas
Cuando el famoso pensador y notable psicoanalista concibiera sus etapas, guiado por el impacto — a veces funesto — que la escolaridad y la prórroga innecesaria de las dependencias típicas de la adolescencia. Su visión fue refractada en la dirección impuesta por el prisma de estas dos fases, de nuestra fabricación, que influyen enormemente en nuestras culturas.
No siendo versado en las ciencias médicas, Erikson careció de un modelo que seguir para explicar de manera adecuada el envejecimiento como actualmente ocurre en nuestra especie.
Por ejemplo qué hacer con el fenómeno de que la prolongación constante de la vida de ancianos que son útiles, saludables e idóneos en nuestro medio sigue creciendo. Ancianos que permanecen productivos más allá de los noventa años de su existencia.
La etapa que Erikson olvidara…
Veamos los casos de Albert Hofmann, Ernest Mayr y Jacques Barzun, hombres centenarios, cuyas contribuciones continuarían enriqueciendo los campos diversos de las ciencias donde laboraban
Asimismo, Erikson olvidó la etapa de ser abuelos, la que este autor hace un esfuerzo a enmendar con la publicación del artículo: Abuelos la última fase de Erikson (para leerlo: https://www.academia.edu/1902697/Abuelos_la_ultima_fase_de_erikson).
Abuelos adoptivos como terapeutas
Durante los años en que en Saint Louis este autor fuera director médico del Child Center of Our Lady of Grace, negociamos con el Cardinal Ritter Institute un programa de personas voluntarias vetustas que se interrelacionaban con nuestros pacientes con beneficios mutuos a ambos grupos.
La octava Etapa de Erikson: Integridad frente a la desesperación. Desde los 60 años hasta el fin de la vida
Esta es la etapa final. En la incierta adultez tardía, o madurez, la tarea primordial es lograr una integridad con un mínimo de desesperanza frente al prospecto de la muerte. Primero, para compensar y disminuir nuestros miedos, puede detectarse en algunos ancianos un retraimiento social, debido a que el cuerpo ya no responde como antes; lo que, junto a las limitaciones comunes a la vejez, expone las preocupaciones naturales relativas a la muerte. Los amigos mueren; los familiares también lo hacen y ello contribuye a la aparición de un sentimiento de desaliento. Como respuesta a esta realidad, algunos individuos mayores empiezan a preocuparse con el pasado, desarrollando síntomas de depresiones que los incapacitan. Aquí, a menudo es cuando se necesitan intervenciones de profesionales capacitados.
Maratonista Fauja Singh (1911- )
Durante esta fase, las personas entienden que el desenlace final de la existencia se intuye y se aproxima, mientras suelen reflexionar sobre lo que han hecho en la vida. Las cosas buenas y las malas, las cosas que nunca jamás podrán realizar y las pérdidas de los caídos. Seres queridos que nunca jamás retornarán.
Las personas que hayan llevado una vida satisfactoria y plena llegarán a esta etapa de forma sosegada y tranquila, mucho más que aquellas otras que lo hayan hecho con muchas dificultades y haciendo maniobras absurdas para promover la negación dolorosa de su existencia vetusta.
Hay dos tipos de personas que se comportan de maneras distintas durante esta fase:
Aquellos que la acogen de manera benévola, comprometiéndose con los demás, mejorándose, realizándose, recordando con cariño sus bendiciones y disfrutando de su familia, y amigos. Procurando nuevas oportunidades de crecer. Son estos, quienes suelen estar preparados para despedirse del mundo con resignación saludable.
Por otro lado están aquellos que no saben enfrentarse al final y se dan cuenta de todo aquello que no han podido hacer, por no haber podido o por no haber hecho el esfuerzo para lograrlo. Estas son las personas que no han superado con éxito las etapas anteriores.
Albergando, entre tanto, sentimientos inexorables de una rabia narcisista residual.
Y, entonces es el pensamiento de cómo, y cuándo, llamará, cuando llegue, el Ángel Exterminador, mensajero de la muerte.
La parca famosa con su guadaña temible
Dentro de este último grupo hay personas que se dan cuenta de lo poco que han ayudado o han hecho por los demás, que solo han pensado en ellas mismas, sintiéndose solitarias, desoladas y desamparadas.
El caso de Ignaz
El joven especialista en el mercadeo de instrumentos quirúrgicos no había disfrutado de mucho éxito en su primer matrimonio, el cual terminara cuando la esposa escapó para tener una relación romántica y fugaz con la dama de honor de su boda, y esposa de su mejor amigo.
Cuando el drama desagradable del divorcio concluyera, Ignaz quedaría en el borde de la bancarrota financiera.
Repetía con amargura, "Shakespeare tenía razón cuando expresara (VI II): La primera cosa que hacemos es matar todos los abogados".
Ignaz cumplía 48 años cuando conoció a Melba, quien era soltera, vicepresidenta de un banco mayor y quien le aventajara en edad por seis años.
El de ellos fue romance de enamorados felices (por descripción propia). Gozaron de viajar, lo que a ambos le atrajera, de cocinar juntos y de deportes acuáticos, de nieve y de hielo.
Adquirieron una cabina cerca de un lago cercano al lugar donde vivieran, donde pasaban los fines de semanas dedicados a estar juntos.
Por decisión mutua no tuvieron hijos. Algo que al fin de la jornada fue una genuina bienaventuranza.
"
El abogado "defensor" por Honoré Daumier
"En lugar, adoptaríamos tres gatos", como Melba (voluntaria dedicada a la Sociedad Protectora de Animales) admitiera.
El drama que, negativamente afectaría la vida de los jóvenes esposos, haría sus indicaciones, cuando Ignaz viajara a Wisconsin en una misión rutinaria.
Dejemos que Ignaz sea el cronista de sus días finales
"Un día comencé a notar que los utensilios, cuando comía, se me escapaban de la mano". "Que me era difícil cortar la carne y que estaba sin coordinación".
"Traté de resolverlo por mí mismo, sin poder lograrlo".
"Mi madre me dijo que no existían trastornos de ese tipo en nuestras familias".
"¿Qué será? Me preguntaba".
"Luego de muchas pruebas y análisis de laboratorio, los médicos, finalmente me dieron su veredicto, haciéndolo en forma directa, como si no quisieran tener nada que ver conmigo": "Ignaz, tú sufres de la esclerosis lateral amiotrófica y te quedan escasamente, 2 ó tres años de vida".
"Lo que te queda de vida, va a ser miserable y doloroso". "Indicando que, además, los facultativos, harían todo lo necesario para que lo que, de vida me restara, fuera tolerable para mí y para mi esposa".
"Lo que significara en la espantosa realidad de que yo sería hombre joven e inválido antes de confrontar mi muerte prematura".
¡Mierda! "Y, ¡al infierno con Dios! Me dije a mí mismo…"
"La muerte, es lo último que yo espero en la vida, dijo Benjamín Franklin". "Y, para Melba y para mí, era muy temprano tener que confrontarla y, mucho menos, tener que resignarnos a aceptarla".
"¡Yo no voy a morir!" "me repetía a solas, sabiendo que iba a morir, y muy pronto".
"Melba y yo decidimos aprovechar la contingencia afortunada de que mi empleo garantizaba mi posición hasta la muerte, para decidir que yo viajaría (solo o acompañado por ella o por amigos) a visitar todos los lugares que hubiese deseado ver y que nunca viera durante el transcurso de mi existencia, ahora en su fase terminal".
"Así me lancé en un programa febril de viajes por todas partes".
"Siempre pensando: ¿Cómo será todo cuando muera?"
"Mientras esto transcurría, la enfermedad progresaba de manera inexorable".
"Nuestra casa se transformó en una unidad para el inválido. Escaleras especiales, sistemas de alarmas para emergencias imprevistas y gastos inmensos para hacer de mi vida algo tolerable".
"A pesar del tumulto, los gatos eran pacientes".
"El amor y la fidelidad mutua de que gozáramos nos darían a mí y a mi esposa la fortaleza para sortear nuestros amargos sentimientos dentro de esta conmoción emocional".
"Gozamos del soporte de mi único hermano, a quien el segundo esposo de mi madre, conmigo adoptara, luego de la muerte prematura de nuestro padre en un accidente de caza, lo que sucediera cuando éramos muy jóvenes".
"Los dos años sucesivos fueron testigos de mi deterioro físico y emocional, cuando fuera incapaz de moverme, de hablar, de respirar, de tragar y de alimentarme normalmente".
"Entonces fue cuando decidiéramos que mi muerte por eutanasia sería el único desenlace final promisorio de alguna dignidad, por ello la optamos".
"Decidimos que moriría — rodeado de Melba, nuestros gatos y seres queridos — al terminar las celebraciones pascuales del año, hambreándome hasta el final, sin que estuviera consciente".
Poder morir con dignidad y pundonor
Y, así fue.
"Hoy solamente permanecen las memorias que sobreviven en quienes, hasta el final me acompañaran y me amaran".
Amén
En resumen
La muerte asistida (o suicidio asistido, o eutanasia) carece de universal anuencia. Argumentos para justificarla o reprocharla quedan fuera de nuestras intenciones cuando emprendiéramos este proyecto.
La presentación del caso de Ignaz y Melba se hizo simplemente para ilustrar que cuando se vive con dignidad y entereza, lo que nunca sucumbe es la integridad que Erikson concibiera para caracterizar esta etapa final.
Memento mori
Para esto, las etapas de Erikson nos proporcionaron las bases clínicas para acompañar con tristeza nuestro amigo Ignaz, penetrando con él los arcanos misteriosos de la muerte.
¡Adiós Ignaz! Ahora eres parte del cosmos y del futuro… Que Dios te bendiga y que acoja en ese mundo incierto que llamamos "eternidad".
Fin de la lección.
Bibliografía
Extensivos enlaces (links), bibliografía abundante y referencias de contribuciones a este tema y asimismo, a otros temas mencionados por este mismo autor, pueden obtenerse en los siguientes portales:
AcademiaEdu
ResearchGate y
Monografías.com
Autor:
Dr. Félix E. F. Larocca