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Discriminación en los enfermos del SIDA

Enviado por Schut Gabriela


Partes: 1, 2

    1. Situación en Argentina
    2. Situación en el mundo
    3. Acción mundial contra el estigma y la discriminación
    4. Recortes periodísticos
    5. Estudio encargado por sanidad
    6. Discriminación contra enfermos de SIDA
    7. Conclusión final del Trabajo
    8. Fuentes

    La discriminación de los infectados ha existido desde la aparición de esta enfermedad, y aunque se sepan las formas reales de contagio esta discriminación no ha acabado. Con lo cual queda en evidencia que la falta de información no es la causa de la discriminación.

    La discriminación es como una medida de prevención fallida, que consiste en suponer que apartándose de un sujeto o grupo de sujetos a quienes se supone infectado, se está a salvo del contagio. Es decir, no sólo se ubica el virus en determinada persona o grupos, sino que se supone que todo el virus esta allí contenido, condensado y que no hay más que eso. Se cree haber atrapado, por así decirlo, todo el virus. De este modo en lugar de la angustia de no saber quien puede tener el virus, se tiene miedo frente a quien supuestamente lo tendría todo, pero a la vez tranquilidad frente a quien no tendría nada. Así, el que discrimina traza un mapa falso de la enfermedad a partir del cual cree poder saber por donde ir y por donde no ir para estar completamente tranquilo.

    La discriminación existe por la ignorancia acerca del tema y miedo hacia las personas infectadas, aún cuando miles de veces se ha visto en los medios de comunicación que el VIH/sida no es contagioso por un simple apretón de manos, la gente sigue evitando relacionarse con personas contagiadas.

    Actualmente sabemos que esta enfermedad se contagia por contacto de algún fluido corporal como la sangre o con otro fluido en el cuerpo. No se contagia por simple contacto físico ni por el aire. A pesar de ello la gente sigue teniéndole fobia a la gente con VIH.

     Situación en Argentina

     Entre el SIDA y el trabajo media un abismo y parece imposible de salvar. Una legislación insuficiente y contradictoria ampara todo tipo de estrategias para mantener al virus bien lejos. El trabajo es el ámbito en que la discriminación a enfermos e infectados por el HIV es más frecuente. Lo denunció por primera vez la Organización Internacional del Trabajo en 1989, y en nuestro país lo viene confirmando año tras año la Fundación Huésped. En 1999, de las 348 denuncias recibidas en su Servicio Jurídico por conductas discriminatorias, 146 (el 42%) tuvieron lugar en el ámbito de trabajo. La segunda causa de denuncias -discriminación en la cobertura de las obras sociales- quedó bien lejos, con 59 casos.

     No es casualidad: en la Argentina, la mayor cantidad de enfermos de SIDA tiene entre 25 y 29 años, seguidos por los de entre 30 y 34, es decir, adultos jóvenes en plena vida laboral activa.

     Mientras, avanzan los tratamientos que aseguran una mejor calidad de vida para los enfermos y portadores y sus posibilidades de seguir trabajando. Con la misma velocidad, se multiplican las conductas discriminatorias y disminuyen las acciones preventivas concretas.

    No hay estadística ni comprobación práctica que convenza a los empleadores: el SIDA no tiene lugar en las empresas, y las razones que se adivinan detrás de la obstinación incluyen los costos de brindar asistencia a un enfermo, los problemas que puede ocasionar el miedo al contagio entre el resto de los empleados y, silenciados pero efectivos, los prejuicios y el propio temor.

     Situación en el mundo:[1]

     En América Latina, donde según las últimas cifras de ONUSIDA viven 1,7 millones de ceropositivos, la mayoría de los países cuentan con leyes contra la discriminación hacia los enfermos de sida, pero no contemplan sanciones.

     -      Nuestra opinión, que no se contemplen sanciones es como que si daría lo mismo que sigan o no sigan discriminando a los infectados, pareciera como que si no le importara a nadie. Si son leyes se tendrían que cumplir y por consiguiente si estas no se cumplen tendría que haber algún tipo de sanción.

     La excepción sigue siendo Cuba, donde los ceropositivos son internados y confinados en unidades hospitalarias especializadas, política que, a decir de las autoridades, ha permitido controlar la epidemia.

    Algunos ceropositivos pueden llevar una vida normal en Cuba cuando su caso es sometido a una comisión pluridisciplinaria que decide si representan o no "un peligro social".

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