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Así pensamos (página 2)

Enviado por Felix Larocca


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Montaña de las Cruces. Lituania.

Pero, cuando tratamos de adivinar las opiniones y los sentimientos de otros — que no sean como nosotros — la misma región cerebral no se involucra, como demuestran los nuevos conocimientos. Esto puede significar que nosotros podemos caer en el vicio de estereotipar — potencialmente adoptando, como si fuesen nuestras — las causas de tensiones sociales como lo son el racismo, las categorías diagnósticas y los prejuicios religiosos.

Es lo mismo que logramos hacer cuando pensamos en términos clasificatorios. Si se trata de la ansiedad, por ejemplo, lo que nos guía no es la evidencia científica, necesariamente, sino lo que nuestros prejuicios nos dictan.

Las intuiciones

Desde que habitáramos el período paleolítico, hemos utilizado nuestras intuiciones para tratar de establecer las ideas y los pensamientos de nuestros semejantes. Si sus pensamientos nos son congruentes, decidimos que son cuerdos; pero, si se alejan de los nuestros, pensamos que no lo son.

Indudablemente, que la capacidad de deducir lo que otros piensan constituye una facultad social poderosa y útil. Así lo es porque carecemos de métodos que nos permitan "observar" fidedignamente lo que piensan e intentan hacer, con nosotros, los demás.

Entonces, es válido preguntarse: ¿Cómo podemos descifrar con certeza lo que otros de nosotros piensan y cuáles son sus intenciones ulteriores?

La respuesta no es particularmente simple, ya que depende del hecho de poder identificarnos con lo que la otra persona reflexiona. En otras palabras en cómo la otra persona repercute en sus pensamientos con los nuestros. Algo que puede extenderse, a cómo reaccionamos a la idea de estar en una cola esperando turno para comprar un boleto, o a cómo respondemos a cierta religión, o forma de arte.

Gustos similares

Los investigadores que trataron de evaluar estos aspectos de nuestras mentes, estudiaron una región del cerebro llamada la corteza pre-frontal medio-ventral (CPMV). Región que se ha establecido, se involucra en las reflexiones que hacemos acerca de nosotros mismos. Por ejemplo, si nos preguntan si nos gusta en fútbol, esta región se activa en proporción relacionada a lo que pensamos. Y, si nos preguntan si estamos ansiosos, la región se activa de manera similar.

Yendo más lejos, para determinar lo qué sucede cuando evaluamos las opiniones de otros, los investigadores introdujeron jóvenes voluntarios, a fotografías acompañadas de descripciones de personas que eran similares y disimilares a ellos. Luego, formulando una serie de preguntas de complejidad progresiva, tratarían de anticipar la congruencia de las respuestas obtenidas.

La conclusión fue la siguiente: "Percibimos a quienes se apartan de nosotros como siendo seres menos humanos que nosotros mismos."

Por ejemplo, la actividad del CPMV era idéntica cuando las personas encuestadas pertenecían a grupos similares entre ellos en todos los respectos.

No sería sorpresa que las preferencias estaban ligadas a la aceptación de otros. Quizás esto puede ser otra expresión del fenómeno de la empatía.

Dónde encontramos los conflictos sociales.

A pesar de que las preguntas en el estudio fueran deliberadamente apolíticas, los experimentos lograron esclarecer la presencia de conflictos sociales entre grupos de personas que se consideraban diferentes entre sí.

La teoría psicológica sugiere que otra manera de deducir los sentimientos de los demás, es confiar sola y simplemente en conjeturas sociales. Lo, que tiene una desventaja, si se trata de convicciones religiosas, ya que puede incitar tensiones ético/morales. O si se trata de categorías diagnósticas, donde la subjetividad y los intereses personales y, a menudo, pecuniarios, priman.

De esa manera estrecha y limitada procedieron los forjadores del DSM bajo la astuta dirección de Spitzer.

Es muy plausible que así sea, ya que estamos acostumbrados al uso de estereotipos para juzgar a quienes sean diferentes a nosotros. De que este estilo de pensar sea útil o sea perjudicial, a largo plazo, es otro asunto.

Para expandir el campo de sus pesquisas los investigadores han envuelto a un número mayor de personas que están en conflictos de manera abierta.

Así avanzaría DSM-I a DSM-IV-R.

Para los grupos demográficos los investigadores utilizaron los palestinos, los israelíes, los persas y los negros. De esta manera ellos esperaban adquirir mayores conocimientos acerca de las actividades neurológicas que determinan nuestros prejuicios y valores.

En la psiquiatría, fueron los psicoanalistas y los fenomenólogos los que serían antagonistas.

Pero, lo que es básico para nuestra especie, es lo que nos hace sentirnos iguales a otros y aceptados por un grupo homogéneo. De esa manera irracional procedió el asunto del diagnóstico psiquiátrico en manos de los que revisaran DSM-III con su mariachi de charros.

Precisamente, eso fue lo que sucedió cuando en el año 1957 el grupo de Robert Spitzer y Don Klein, entre otros, procedieron a desmantelar lo que se aceptara como DSM-II reemplazándola con DSM-III — un armatoste producto de su imaginación frívola, borrando todo lo que significara psicoanálisis de su estructura final.

El diagnóstico en la psiquiatría cambió para siempre y lo hizo para su maleficio terminal.

Recuerdo al infortunado Steven Freeman — reportero errabundo, entonces, de G Quarterly. Quien una vez, conmigo y otros colegas, contemplado la nieve fresca recién caída en Forest Park, observaba: "Es sucia y apestosa" — mientras que el resto pensara que ésta fuera bella y límpida a la vez.

Así pensamos… Y, así lo haremos sin necesitar la neurociencia de Steve o la "sabiduría" sagaz de Robert Spitzer.

DSM, mientras tanto, agoniza…

Bibliografía

  • Jenkins, A. C., Macrae, C. N. & Mitchell, J. P. Proc. Natl Acad. Sci. USA 105, 4507-4512 (2007)
  • Larocca, F. E. F: (2008) DSM-IV y Etc. letras-uruguay.com
  • Lane, C: (2007) Shyness: How Normal Behavior Became a Sickness Yale

 

Dr. Félix E. F. Larocca

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