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Impacto de la arquitectura urbana en las relaciones sociales (página 2)


Partes: 1, 2

El Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe de estilo gótico, antigua sede de la Gobernación de Antioquia, es obra del arquiteco belga Agustín Goovaerts.

El Metro de Medellín es de un estilo muy sobrio, es la gran obra, por llamarlo de algún modo, de transporte masivo mas importante e influyente que tiene la ciudad.

Las lámparas de alumbrado público modernas y estilizadas del atrio de Nuestra Señora de la Veracruz, contrastan con los faroles de estilo colonial del frontispicio de la misma.

Abundan negocios tales como: tiendas naturistas, peluquerías, empresas de encomiendas, casinos, tiendas de artesanías, billares, droguerías, tiendas de ropa, laboratorios fotográficos, tiendas de zapatos, almacenes de electrodomésticos, cigarrerías, "remates", centros de fotocopiado, tiendas de helados, tiendas del "peluquero", panaderías, entre otros.

Los nuevos quioscos proporcionados por el Municipio de Medellín para beneficio de todos aquellos que desean ganarse la vida hornadamente, contrastan con las chasas informales que se encuentran en todo lugar.

El antiguo edicificio de Colseguros, se muestra un poco deteriorado en lo que respecta a su fachada, los años, y el trajín de los días denotan una arquitectura antigua y pionera en el desarrollo cultural de la ciudad.

La Ermita de la Veracruz de los Forasteros, mejor conocida como la Iglesia de la Veracruz, instituida en el año de 1682, tiene su fachada en piedra y calicanto, y su altar mayor traído completamente de España hace de esta ,tal vez, la iglesia más colonial de la ciudad, y es el centro de encuentro de la mayoría de los medellinenses.

Todas la agencias de arrendamientos se hacen presentes en el sector, dándole dinámica a la propiedad inmobiliaria, al igual que todas las empresas de monitoreo electrónico de alarmas.

Los almacenes de artículos religiosos contrastan con las prostitutas que se ubican a la entrada, y en el atrio de la Veracruz.

La antigua tienda "Corona" ostenta hermosas cariátides en su frente. Diferentes fachadas, algunas recargadas o minimalistas, en diferentes materiales: cemento, ladrillo, piedra, se suceden una tras otra.

El quiosco de "emboladores y lustrabotas", contrasta con la informalidad de sus colegas de "rebusque".

La efigie de Pedro Justo Berrío domina el parque que lleva su nombre.

Los grandes bancos de Colombia tienen sede en Parque Berrío, con arquitecturas al mejor estilo neoyorquino de principios del siglos XX.

El edificio Constain, de hermosa arquitectura, está en proceso de restauración.

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL LUGAR

Es inevitable observar la arquitectura actual del Parque Berrío y sus alrededores sin que se nos venga a la mente todas las imágenes del pasado ; podemos incluso, encontrar pequeños rastros presentes aún en cualquier camino.

Aunque a medias y muy bien camufladas entre la arquitectura moderna del parque, como sumergidas por la necesidad innata del ser humano por adaptar su entorno a su conveniencia, se encuentran aun algunas estructuras que nos mantienen arraigados a nuestros orígenes ; por el contrario, existen otro tipo de estructuras que no necesitan estar ocultas por grandes edificios o fachadas publicitarias para haber sido víctimas del olvido.

Hay un hecho curioso que tal vez podría pasar desapercibido puesto que para muchas personas, el Parque Berrío y cualquier sector del centro de la ciudad, significa caminar rápidamente, dirigirse directamente al los sitios donde se pretenden realizar innumerables diligencias para salir rápidamente del caos de la ciudad que crece minuto a minuto, día tras día, año tras año. Es muy común ver en diferentes sectores del parque, pequeños grupos de ancianos dispersos en puntos tales como las cercanías de la Basílica Nuestra Señora de la Candelaria, la estación Parque Berrío del Metro de Medellín, la Iglesia de la Veracruz y la Plaza de las Esculturas; muchos de estos hombres podrían ser confundidos como un elemento más del paisaje del sector, pero este acontecimiento indudablemente nos dice que el Parque Berrío tiene una trayectoria histórica y que hay personas que aún la recuerdan; unos con nostalgia, otros con rabia, otros con asombro, pero sí es seguro que todos tienen parte de su corazón ligado al pasado del parque.

Y es que es más que obvio que en cada centímetro de la ciudad hay un contraste muy marcado; una lucha constante a muerte entre el progreso y el estrés de la actualidad contra la vida tradicional y cómoda del pasado.

En esta primera parte se completará la historia, es decir, se sobrepondrá las piezas perdidas del pasado al lado de los pocos trozos de evidencia arquitectónica del mismo aun erguidos, que encontramos en nuestro proceso de observación e investigación del espacio delimitado inicialmente.

El parque Berrío, donde hoy bajan afanados los usuarios del metro a las seis de la tarde, fue el principal punto de la evolución de la villa. Limitada al norte por la quebrada Santa Elena, que hoy pasa bajo la avenida La Playa, la diminuta ciudad fue durante décadas enteras un espacio de ambiente cálido sin más problemas que la misa diaria.

Desde 1788, cuando se traslada el mercado de la Plaza Mayor para los domingos, el lugar empieza a tener pequeños cambios que, con el paso del tiempo, se hicieron más notables. Se comienza por cubrir con piedras de distintos tamaños toda la superficie deteriorada por el paso de los caballos, bueyes y peatones; luego, se encierra con unas verjas de hierro, esto con el fin de brindar más orden dentro del parque. Tampoco se permitía el ingreso de los animales de carga; sin embargo, se seguían conservando los puestos de mercado dentro del parque, que estaban ubicados sobre todo el empedrado.

Las remodelaciones fueron cada vez más consecutivas, de acuerdo a las necesidades que iban planteando las nuevas generaciones. El lugar iba presentando cambios estructurales muy significativos, puesto que dejó de ser el sitio donde se efectuaban las distintas manifestaciones religiosas y políticas, donde se juzgaba a los que quebrantaban la ley, donde los más adinerados exhibían sus mejores prendas y sus más lujosos elementos materiales. De ese lugar que pobló sus alrededores con las edificaciones más exorbitantes, queda muy poco.

De toda esta historia casi nada queda, solo las iglesias, los almacenes Flamingo, el parque, que fue remodelado con la llegada del Metro, en parte, por iniciativa de Juan Gómez Martínez.

Todo esto hace parte de un pasado que poco a poco ha sido borrado por todo lo nuevo, entre ello las reformas impulsadas por la creación del Metro desde 1979, las cuales no se consideran del todo malas, por el contrario, para muchas personas, significó un estilo de vida acelerado y seguro; algo inimaginable en cualquier ciudad colombiana en ese entonces.

Con dicho proyecto, el sector del Parque Berrío y sus alrededores se somete a una serie de reestructuraciones arquitectónicas que poco a poco fueron acabando con la existencia de las edificaciones más antiguas de la ciudad. Este proyecto también le dió una apariencia diferente y renovadora, totalmente opuesta a sus orígenes, y le brindó más "vida" al lugar, puesto que sus habitantes, por la inseguridad que allí se presentaba, se cohibían de frecuentarlo y ahora, con la llegada de este medio de transporte, lo miran como un lugar tranquilo que les proporciona seguridad y bienestar.

Hoy, el parque funciona como un punto de referencia para la mayoría de los habitantes de la ciudad. El parque es más que el lugar donde los pequeños grupos de la tercera edad se reúnen casi todas las mañanas a tomar el sol, donde los lustra botas desprenden sus ingresos, donde miles de transeúntes pasan sin detenerseL el parque sigue siendo el corazón de la ciudad que está en una constante vibración.

ANÁLISIS DEL PANORAMA ACTUAL

Anteriormente nos referíamos a una lucha contrastiva entre el pasado y el presente, pero ahora que tenemos que dejar de lado la historia, los próximos contendientes visibles del sector son el progreso, la publicidad y la falta de civismo. Todos compiten entre si por sobresalir y, poco a poco, han ocultado las fachadas y muchos otros detalles de los edificios más valiosos del sector, histórica y culturalmente.

Hicimos un análisis Inicial a la arquitectura aplicada al espacio público ya que hemos encaminado nuestro trabajo, primero, al impacto de ésta en las relaciones sociales y luego nos enfocamos en las estructuras públicas y privadas para nuevamente analizar su inpacto en las relaciones sociales.

El parque de las esculturas, producto de una ingeniosa inversión al espacio público como lo fué el proyecto "Carabobo peatonal", deja ver detenídamente algunos aspectos importantes del área.

Es curioso ver tan variados tipos de cubos de basura; dispersos en los postes de luz, algunos pegados al suelo, unos de color anaranjado, otros en acero inoxidable otros ya oxidados. Pero más curioso aún es encontrar alrededor de la mayoría de ellos tanta cantidad de basura; es como presenciar una contradicción que finalmente refleja qué tanto civismo y sentido de pertenencia le falta a los transeuntes.

Encontramos también diferentes tipos de árboles y arbustos decorativos, bastante apropiados para una cultura afiebrada por el concreto. Aunque muchos, evidentemente, no son nativos de Medellin, pueden brindan un ambiente diferente, que es aprovechado por muchas personas como lugar de esparcimiento, en especial por los ancianos que se ven sentados en las sillas de diseño "retro" ubicadas en sus alrededores. Sin embargo, es lamentable ver basuras en las raices de varios de éstos árboles.

Siguiendo con el tema de las basuras, es muy común verlas esparcidas en lugares que no son los convenientes; nuevamente una contradicción entre lo correcto y lo incorrecto. Es el caso de las pocas fuentes ubicadas en las cercanías de la Iglesia de la Veracruz que parecen más bien un tazón con sopa de basura.

En todo el perímetro delimitado inicialmente encontramos una gran diversidad de suelos; algunos en baldosas, otros parecen simplemente un vaciado de semento, unos son empedrados comunes. Al igual que con los botes de basura de diferentes colores, esta variedad de suelos parece un sello personal de cada administación, y esto refleja que cada gobernante ha querido tener protagonismo, esta vez de una forma muy sutil pero que igual refleja que no siempre hay una unidad de criterios en cuestion de urbanismo.

Dejando de lado el espacio público y sus "pequeños" detalles y adentrándonos más en las estructuras que son mucho más visibles, nos ubicamos ahora en la plaza de las esculturas, que fue el punto de partidad de nuestro trabajo de observación, encontramos una prueba inmensa de un particular caso de "ocultismo". Ubicada a todo el frente del Museo de Antioquia, encontramos una gran fachada de color blanco que le ha quitado aun más visibilidad de la que el paso del Metro de Medellín le había quitado ya a la casa de la cultura Rafaél Uribe Uribe por una de sus caras. De nuevo nos parece que el progreso que han traido diferentes administraciones, no ha sido planificado para tener en cuenta la trayectoria histórica de diferentes símbolos del lugar. 

La mayoría de las edificaciones antiguas (hablando de un período de permanencia de más de treinta años hasta hoy) ya no son utilizados para lo mismo de antes. La mayoría de ellos, con un evidente diseño colonial y poco autóctono gracias a sus acabados característicos, como el edificio Constain, a un costado de la Basílica la Candelaria, el Pasaje la Bolsa, el Edificio Henry frente a la estación Parque Berrío y otros que apenas se les puede distinguir el nombre, ya han sido transformados en pasajes comerciales y puestos de comidas. La gran mayoría son reconocidos por sus locales comerciales y sitios de diversión, ahora casi nadie siente un poco de curiosidad por la por la historia y el significado de estos emblemas del empuje paisa

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En menos de cien años éste lugar ha alcanzado a colmar hasta el agotamiento, el espacio físico del valle y cada vez se expande con más velocidad y desconsideración por cada rincón del centro de la ciudad. Ha levantado y derribado testimonios físicos de su paso por la historia, con una simultaneidad sorprendente.

Ante la encrucijada entre la tradición y el progreso, la elección está hecha y la suerte está echada. En lo que va corrido de este anciano siglo, y probablemente suponiendo que de otra manera nos estaríamos perdiendo de algo interesante de la vida actual, hemos elegido ser "progresistas", decidiendo desconocer, no que todo tiempo pasado fue mejor, sino más bien que de todo tiempo pasado se aprenden lecciones.

Hemos confundido el significado real del progreso con la asimilación acrítica de elementos foráneos (arquitectónicamente hablando, lenguajes formales, elementos técnicos, soluciones espaciales), que funcionan muy bien en sus lugares de origen, pero que a la hora de establecerlos aquí, no sólo funcionan mal o no funcionan, sino que también el precio por instalarlos se le cobra a la memoria urbana, a la historia y a la cultura de la sociedad que ha fallado en el intento de ir componiendo el patrimonio al cual pertenecen las señales que han sido borradas en aras del " progreso".

 

 

 

Autor:

Andrés Sebastian Gallego

Juan Jose Castaño Pineda

Lina Fernanda Baena

COMUNICACIÓN

Pedro Antonio Agudelo

ESCUELA DE IDIOMAS

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

MEDELLÍN

2007

Partes: 1, 2
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