- Introducción
- Definición
- Ideología política de César y aplicación
- Historiografía sobre el cesarismo
- Trayectoria histórica
- Cesarismo y fascismo
- El cesarismo en los países socialistas
- El cesarismo en la Europa democrática
- El cesarismo en el siglo XXI
- Conclusiones
- Bibliografía
Introducción
El objeto de la síntesis es el estudio de la influencia de la civilización grecorromana en nuestro mundo moderno. El punto de vista para abordar el tema ha sido el político, y para ello se ha trabajado entorno a la figura de Julio César relacionada con aquellos dirigentes políticos que lo emularon en la aplicación práctica del poder, lo que dio lugar a un sistema de gobierno denominado cesarismo.
Para la correcta comprensión del tema, el trabajo se ha dividido por etapas históricas presentadas en tres bloques, correspondientes al siglo XIX, siglo XX y actualidad. Esto se debió a la distinta concepción que conlleva el cesarismo en cada momento, que presenta variados matices según la coyuntura histórica en cuestión.
Con el objeto de resaltar los aspectos más importantes del tema, se han adjuntado diversos textos relacionados con la cuestión a tratar en cada momento, principalmente en cuanto a escritos relevantes relacionados con las distintas escuelas historiográficas que más han influido en el estudio de la doctrina política del cesarismo.
Definición
El cesarismo es un concepto utilizado por diversos autores desde principios del siglo XIX para describir un sistema de gobierno centrado en la autoridad suprema de un jefe militar, así como en la fe de su capacidad personal, a la que se atribuyen rasgos heroicos. Por ello este tipo de gobierno suele presentar algunos elementos de culto de la personalidad, caracterizado por la preferencia de las soluciones militares para la imposición de su voluntad a los adversarios. Representa por tanto un sistema de gobierno en el que una persona reúne y ejerce todos los poderes públicos efectivos.
Este líder surge en momentos de crisis política y se presenta como la alternativa para reformar la sociedad o solucionar los distintos peligros internos y externos.
Se considera que los exponentes clásicos de este sistema son el propio Julio Cesar, Oliver Cromwell, Napoleón I, Napoleón III y Bismark.
El concepto de bonapartismo se utiliza comúnmente como sinónimo de cesarismo, aunque hay autores que establecen diferencias conceptuales o reducen el término a la ideología propia del gobierno de Napoleón I.
Antonio Gramsci[1]fue uno de los intelectuales que abordaron el tema desde la escuela marxista italiana, y consideraba el bonapartismo como la manifestación burguesa del cesarismo.
En los países hispanoamericanos se pueden destacar distintos líderes que llevaron a cabo un gobierno de tipo cesarista durante el siglo XIX, como Bernardo O'Higgins en Chile, entre 1817 y 1823 o Antonio López de Santa Anna en México, entre 1833 y 1855.
En el siglo XX se encuentran numerosos ejemplos. En España Miguel Primo de Rivera durante 1923-1930 es un buen exponente de este tipo de autoritarismo.
En Latinoamérica el término gorilismo se relaciona con una forma de cesarismo que aplicaron numerosas dictaduras militares, establecidas por golpe de estado y mantenidas gracias a la represión, el chantaje y la violencia.
También en Latinoamérica surgió el término cesarismo democrático, propuesto por Laureano Vallenilla Lanz en 1919[2]caracterizado como un gobierno basado en la reelección permanente de un líder carismático que concentra gran poder o como una autocracia que busca legitimarse mediante votación, como el gobierno autoritario del venezolano Augusto B. Leguía entre 1919 y 1930.
El modelo político cesarista se basa en la democracia de la república romana, que conforma el modelo constitucional latino, distinto del modelo constitucional germano-anglosajón fundado en la representación y en la división de poderes.
La concepción clásica romana de la sociedad gira entorno al populus, conjunto de hombres libres organizados en familias, integrado por los ciudadanos con capacidad para la vida pública, comicial y militar, y para la gestión de sus negocios privados. Este grupo constituía una minoría en el conjunto global, y se basaba en el sistema de productividad esclavista, que representaba la gran masa si derecho alguno.
El populus poseía la maiestas popular, dignidad y soberanía, atributo propio de los hombres libres, que se conjugaba con el imperium de los magistrados, la auctoritas del Senado y la intercessio o poder de veto de los tribunos, que obraban como un poder negativo de oposición. Como escribió Jérome Carcopino[3]"es propio del cesarismo apoyarse justamente en la voluntad de aquellos a quienes aniquila políticamente".
Por ello el cesarismo suele derivar hacia formas populistas, basado en el plebiscito del pueblo a un césar en una especie de democracia directa, fundamentada en la movilización popular convocada por un líder carismático. El pueblo queda constituido entonces como una masa clientelística, súbdita de los planes del gobierno. Además se produce el efecto de que los marginados y excluidos se convierten en una bolsa de reserva para las autoridades, que los mantienen en su precaria situación deliberadamente.
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