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Adopción (página 2)

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

Lo que, a veces, no es mucho…

Algunos niños adoptados, como niños que son, pueden desarrollar problemas emocionales y de comportamiento. Estos problemas pueden ser o no ser resultado de las inseguridades y asuntos relacionados con haber sido cedidos al nacer. Si los padres tienen inquietudes, ellos deben de buscar ayuda profesional. Asimismo, si los niños que están preocupados con su adopción, lo están de modo excesivo, deben también ser evaluados. Un psiquiatra de niños y adolescentes puede auxiliar al niño y a sus padres a determinar si se necesita o no ayuda profesional.

En los Estados Unidos, por razones extrañas, y por muchos años, las agencias que facilitaban adopciones mantenían que era esencial que al hijo adoptivo nunca se le revelara ni la identidad de sus padres naturales ni que se les permitiera conocerlos.

Esa mentalidad era la misma que también creara un atmósfera de persecución paranoica, cuando permitirían que acusaciones inverosímiles, documentadas por sus propios agentes destruyeran las vidas y las reputaciones de familias enteras que fueran sujetas a la ignominia de la injusticia por crímenes fabricados, a veces, por los agentes mismos.

Las adopciones presentan problemas que son únicos. Todos los niños, a menudo, sienten resentimientos por el trato que normalmente reciben de sus padres naturales. El niño adoptado permanece confuso en este respecto, ya que puede temer que su trato sea especial, por el mismo hecho de la adopción.

Cuando existe un padre tangible, aunque anónimo y ausente, éste puede ser idealizado, sirviendo en la fantasía del niño, como príncipe valiente y redentor quien, algún día, retornará al rescate de su vástago oprimido.

Lo mismo sucede con el niño adoptado — sólo que éste, a menudo, intuye una realidad más adversa.

Este tipo de fantasía es una extensión de lo que en lecciones de la UD describiéramos como el "Romance Familiar" (o, en casos extremos, como la delusión de Mignon). Porque es una forma de desencanto por parte del adolescente, que en ocasión, justifica actos criminales.

Woody, el hijo del Capitán Estévez

Woody, era adoptado. Sus padres eran ambos nativos de Puerto Rico, y, por supuesto, ciudadanos norteamericanos.

Los padres se conocieron cuando ambos eran guardiamarinas en la Academia de Annapolis, en la cercanía de la ciudad de Baltimore.

Se casaron, después de recibir su comisión de oficiales, sirviendo juntos en una variedad de asignaciones de comisaría en varios comandos navales.

No pudiendo concebir, decidieron adoptar, por medio de una agencia irlandesa. Para lo de la adopción, el padre ingresó al estudio de la ley. Siendo abogado sus oportunidades de avance, como militar de carrera, serían mejores.

La idealista esposa, renunció su posición de oficial naval y retornó al hogar, "gestando" en fantasía la llegada ansiada de su único hijo — el codiciado, varón.

La agencia irlandesa y no la de otro país…

Escogieron la agencia irlandesa, porque reconocieron que un descendiente caucásico de pura cepa, nunca viviría las humillaciones, por ellos vividas por ser mulatos.

En ese entonces. En Baltimore, ciudad que fuera "norteña," durante la Guerra Civil, los sanitarios y las fuentes públicas de agua para beber (entre muchas cosas más) estaban segregados siguiendo la línea de las razas: For White y For Colored People.

El resultado fue el de obtener como hijo, a Woody, de cabellos rojos y de piel muy blanca y cubierta de pecas.

Los Estévez, como el lector ya sospecha, eran de piel oscura, de cabellos negros, aunque lacios y de rasgos muy caribeños — o mestizos.

Desde su niñez Woody demostraba ser muy inquieto, irritable e impaciente.

Mojó la cama hasta sus cinco años. No usó el inodoro para la función fecal hasta los siete, y gozaba la tortura de los animales — algo que nunca renunciaría.

A un gato le cortó ambas orejas. La pecera la llenó de tinta. Al perro faldero de la mamá lo pintó con pintura de resina.

Nadie quería ser su amigo y nadie lo invitaba a su casa.

A todos sus amigos, Woody les informaba que sus papás eran sirvientes de sus verdaderos padres, parientes del "Rey de Irlanda". El último detalle lo desmentía, como así igualmente lo hiciera su reputación de ser el ser más mendaz de toda su clase.

Sus doce años los celebró en soledad, porque nadie vino a la fiesta que sus padres le dieron en el club de oficiales de la estación naval donde estaban destacados.

A partir de los trece años comenzó a fumar, a robar, a beber y a violar las restricciones de su toque de queda.

A sus papás, cuando lo importunaban, les gritaba: Niggers! Epíteto racial el más ofensivo…

Sus notas eran horribles y su asistencia al colegio, pobre.

Lo evaluaron varias agencias asignadas al servicio militar y se recomendó que lo enviaran a una academia militar privada, donde le instilarían disciplina y buenos hábitos.

La academia donde fuera enviado, no fue muy del agrado del joven. A Woody le excitó la idea de poder dar órdenes — lo que no le gustaba era recibirlas.

Pronto se hizo miembro de una célula pequeña de alumnos, en el precinto académico, que traficaban en drogas — su vida volviéndose próspera y apacible, por un tiempo.

Cuando cumplió los catorce años, se descubrió su participación en la venta de marihuana y su inmediata expulsión de la academia sería consecuencia ineluctable.

Ese verano, Woody lo pasó en casa de sus padres bebiendo cerveza, fumando tabaco y marihuana y en compañía de Brenda, una muchacha de diecisiete años, también adoptada, y recién conocida.

Bonnie and Clyde, los de la leyenda…

Inspirado por Brenda, Woody ingenió el plan de su vida — la independencia total de sus intolerantes padres.

Una tarde, cuando los papás retornaban del supermercado, sorprenderían al hijo y a Brenda en la sala de la casa. Ambos estaban armados, con rifles y con automáticas, parte de la colección del capitán de navío Estévez. (Para el lector interesado, Capitán de Navío de la Armada, es equivalente a Coronel en otras de las fuerzas castrenses — lo que esclarecemos aquí, para que se entienda que el desafortunado padre, había avanzado mucho en su carrera militar).

Continuamos…

Demandaron dinero. Lo que obtuvieran sin oposición. Demandaron tarjetas de crédito y las llaves de los automóviles. También se las entregaron.

Entonces, Brenda dijo: "Matémoslos a los dos, ya que van a llamar la policía…"

Así morirían los padres, acribillados a tiros, de modo similar al que murieran los padres de los infames hermanos Menéndez. Los que pidieran clemencia del jurado, por ser "huérfanos"…

Los jóvenes impenitentes y despiadados, salieron en una parranda descomunal, retornado a la casa la mañana siguiente cuando decidieron llamar la policía y acusar a un ser imaginario por el crimen.

La policía en este caso era la policía militar, la que obtuvo una confesión inmediata usando métodos poco convencionales.

Es la idea…

Brenda y Woody permanecen encarcelados, de por vida y sin posibilidad de libertad condicional, en una prisión federal.

En el procesamiento de este caso yo tuve el privilegio de participar con dos de los jueces, más distinguidos que en mi vida conociera. Eran ambos, jueces de cortes juveniles, y jueces con quienes colaboraría por muchos años después:

El Magistrado Noah Weinstein y el Magistrado Theodore McMillan.

Ambos juristas, en su juicio independiente, culparían el proceso de la adopción por el horroroso crimen.

Yo atribuí el crimen y los comportamientos de ambos protagonistas a sus genes.

Cuando los archivos de las dos adopciones se hicieran públicos, para el juicios de cada uno. Se estableció que ambos acusados eran hijos de padres cuyas vidas desorganizadas los colocarían en cárceles, reiteradamente, por crímenes serios, lo que sucediera desde que fueran muy jóvenes.

En Norteamérica, los hijos adoptivos contribuyen una proporción muy alta de las cifras de jóvenes en búsqueda de recursos para modificar sus comportamientos pocos convencionales.

Ahora, pensemos en algo especial: La cultura de adopción entre las celebridades (Norteamericanas, of course!…)

La adopción es multifacética en nuestra estirpe, y para las culturas humanas, algo que deberíamos entender.

En principio, y debido a la "magia de la oxitocina", estudiada en otras de estas lecciones, muchos animales "adoptan" — como si fueran los propios — los hijos de otros animales — aún descendientes de especies que les son naturalmente hostiles.

Algo que, cuando lo vemos, aceptamos, sin titubeos, como su fuera otra curiosidad más, de las tantas con que la Naturaleza nos entretiene o nos sorprende.

Eleonor, la gata de mi hijo, con los perritos que adoptara, cuando su cría murió…

Pero, no es así necesariamente. Porque tener hijos, aunque no se pueda, no se esté preparado para esa labor tan dedicada o, realmente, no se deseen – para muchos es tanto una obligación tan de índole social, como asimismo consiste en criar animales de selectos pedigríes.

Es la razón para ésta mi ponencia. La de abrir una senda de sondeo para prevenir futuros desencantos. Ya que es hecho establecido en Norteamérica que niños adoptados, como antes dijera, representan una cifra enorme, en las listas de niños que necesitan servicios de profesionales en las ciencias del entendimiento humano.

Lo que no sabemos es por qué. Un colega opina (y quizás con razón): "Es porque las personas que adoptan tienen más posibilidades económicas que el resto de nosotros, cuando lo hacen — y porque sufren de mayores remordimientos y conflictos…"

A través de mis labores con las cortes juveniles, yo he venido a conocer un número muy alto de entre ellos, cuyos problemas fueron serios… muy serios…

Quizás la adopción antojadiza sea una mala idea — pase lo que pase; o que la adopción intrafamiliar sea la única viable.

¿Quién sabe…?

Pero la adopción tiene sus problemas…

(Véanse mis ponencias al respecto en la UD).

Bibliografía

En esta lección, y dado el impacto emocional del tema tratado, aquí sugiero, para todos, tres libros para consultar. Si, luego de haberlos leído, desean el beneficio de materiales adicionales de soporte. Como ya acostumbro, los enviaré a quienes los soliciten:

Obras de leer recomendadas:

  1. Harris, M: Our Kind (Who We Are, Where We Came From & Where We Are Going: The Evolution of Human Life and Culture) (1989) Harper & Row NY
  2. Ridley, M: The Origins of Virtue: Human Instincts and the Evolution of Cooperation (1998) Penguin NY
  3. Konner, M: The Tangled Wing: Biological Constraints on the Human Spirit (2003) Owl Books NY

 

Dr. Félix E. F. Larocca

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