- Resumen
- Introducción
- Marco teórico
- Objetivos
- Material y método
- Análisis y discusión de los resultados
- Conclusiones
- Recomendaciones
- Referencias bibliográficas
Pensamiento
"La selección de un antibiótico no es un ejercicio de austeridad, sino de inteligencia clínica"
Joan-Ramón Laporte
Se realizó un estudio observacional, descriptivo, de corte transversal, con el diseño de un estudio de utilización de medicamento cualitativo, del tipo prescripción – indicación. Con el propósito de caracterizar el tratamiento con antibióticos parenterales, en el Centro Médico de Diagnóstico Integral (CMDI) Mijagua, del Área de Salud Integral (ASIC) Corazón de Jesús del estado Barinas en el período comprendido Julio-Diciembre del año 2008. Se revisaron todas las historias clínicas de los pacientes ingresados en la sala de observación y terapia que se les prescribieron antibióticos. El grupo de edades de 60 años y más aportó el 38.1%, y el sexo femenino ubicó el 58.3% de los enfermos. El 67.8% eran supuestamente sanos y las enfermedades de base asociadas fueron hipertensión arterial e insuficiencia cardíaca. Las IRA tuvieron mayor incidencia: neumonía comunitaria (29.8%), faringoamigdalitis agudas (19%) y bronconeumonía (14.3%). Por grupos terapéuticos se prescribieron en mayor cantidad las cefalosporinas y de ellas la ceftriaxona (43.1%). La calidad de la prescripción fue adecuada en cefazolina, amikacina, gentamicina, ciprofloxacino y penicilinas estando estas últimas subutilizadas, siendo inadecuado en ceftriaxona y cefotaxime. El intervalo de dosificación estuvo adecuado; excepto en ceftriaxona y ciprofloxacino, utilizados en varias ocasiones cada 8 horas y predominó la estadía menor de 5 días. Se utilizaron medidas de resumen para variables cualitativas (números absolutos y porcentajes). Se construyeron tablas de distribución de frecuencia de simple y doble entrada, en Excel 2007, que facilitaron el análisis y la interpretación de los datos.
Las enfermedades infecciosas han causado la muerte de millones de seres humanos a lo largo de la historia de la humanidad. Con el descubrimiento de los antibióticos, esta realidad comenzó a ser modificada y en los años ochenta del siglo XX, podía hablarse de una victoria prácticamente total frente a las infecciones por microorganismos.
El origen de la palabra antibiótico proviene del griego anti que significa contra, y bios, vida. Los antibacterianos son sustancias naturales, sintéticas o semisintéticas, que a concentraciones bajas inhiben el crecimiento o provocan la muerte de las bacterias; pero popularmente se les conoce a todos como antibióticos, aunque en realidad, estos son únicamente las sustancias producidas de forma natural por algunos microorganismos.1
La historia de los antibióticos comienza en 1928, cuando, Alexander Fleming, científico británico, descubre accidentalmente la penicilina, en el curso de sus investigaciones sobre la gripe. Fleming notó que un moho que contaminaba una de sus placas de cultivo había destruido la bacteria cultivada en ella. No obstante, transcurrieron diez años hasta que pudo ser concentrada y estudiada, gracias al trabajo de otros dos británicos el bioquímico Ernst Boris Chain y del patólogo Howard Walter Florey (barón Florey), así como de otros científicos.
Sin embargo, la utilización de compuestos orgánicos para el tratamiento de enfermedades infecciosas es conocida desde la antigüedad. El hombre utilizó indistintamente extractos de plantas, productos de la colmena y aún el hongo de algunos quesos en el tratamiento tópico de ciertas infecciones, entre otras sustancias naturales pero desconocía la base científica del beneficio de tal proceder. En el siglo XIX, el prestigioso científico francés Louis Pasteur descubrió que algunas bacterias saprófitas podían destruir gérmenes del ántrax. Justo al finalizar el siglo, en 1900, el bacteriólogo alemán Rudolf Von Emmerich aisló una sustancia que podía destruir los gérmenes del cólera y la difteria en un tubo de ensayo, pero fue incapaz de hacerlo en el tratamiento de las enfermedades.
Paul Erlich, físico y químico alemán, ensayó en los primeros años del siglo XX la síntesis de unos compuestos capaces de atacar de manera selectiva a los microorganismos infecciosos sin lesionar a los tejidos del huésped. Sus experiencias permitieron la creación del salvartán, en 1909, único tratamiento selectivo contra la sífilis hasta la popularización de la penicilina, años más tarde 2,3, además fue el primero en formular los principios de la toxicidad selectiva y en reconocer las relaciones químicas específicas entre los parásitos y los medicamentos, el desarrollo de la resistencia a los medicamentos en los parásitos y el papel de la terapéutica combinada para combatir dicho desarrollo.4
En 1939, el bacteriólogo norteamericano René Bubos aisló la tirotricina, el primer antibiótico utilizado en enfermedades humanas. Su uso fue exclusivamente tópico, debido a su toxicidad. En 1940, Florey y Chain utilizan por primera vez la penicilina en humanos. En 1944, Selmam Waksman, biólogo norteamericano, descubre junto a sus colaboradores, la eritromicina.
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