- Chiclayo y la provincia de Saña a fines del siglo XVIII
- Baltasar Jaime Martínez Compañón en Chiclayo
La provincia de Chiclayo es un espacio social que tiene una larga historia. Vale la pena recordarla, ya que su configuración actual es resultado de todo un proceso de larga duración. Este proceso viene desde la antigua ocupación prehispánica, con su propia racionalidad, pasando por la ocupación colonial. Sería iluso pensar que se puede planificar el futuro con sólo la información de nuestra realidad actual. Por ello consideramos también importante, junto con los diagnósticos y talleres que venimos ejecutando a lo largo de nuestra provincia, analizar qué sucedió en la historia, como inquiriría Gordon Childe.
Un hito importante en el pensamiento moderno sobre nuestra configuración del espacio es la célebre Visita del obispo de Trujillo Baltasar Jaime Martínez Compañón, realizada en el segundo tercio del siglo XVIII a todo el norte peruano, entonces jurisdicción del Obispado de Trujillo (incluía además de Lambayeque, los actuales departamentos de Tumbes, Piura, Cajamarca, Amazonas y San Martín).
El 25 de febrero, 1778, el rey Carlos III de España, selecciona la Catedral de Lima, un joven canónigo llamado Baltasar Jaime Martínez Compañón a ser el próximo Obispo de Trujillo, Perú. La promoción fue un gesto de fe en el joven la capacidad de servir como un agente de la reformas de los Borbones en la América española. Con él, Mart nez Compan se unió a un selecto grupo de prelados que funcionó como un grupo de élite de los reformadores eclesiásticos y administrativos. Además de cumplir con sus obligaciones como dirigentes religiosos, los canónigos, obispos y arzobispos están profundamente comprometidos con los asuntos (Berquist 2008).
El documento de la visita se conserva en el Archivo Episcopal de Chiclayo (las visitas coloniales, en este caso eclesiástica), tenían por objeto comprobar la actuación de ciertos funcionarios, eran actos administrativos de diagnóstico que se hacían en las sedes mismas de las instituciones, en este caso, en el ámbito de todo el obispado de Trujillo: todo el norte del Perú)[2].
El testimonio de la visita de Baltasar Jaime Martínez Compañón, Obispo de Trujillo, a Chiclayo se halla en el Libro de Partidas de Bautismos de Indios del Pueblo de Chiclayo. El libro empieza a correr desde el 1ero de Enero de 1783 y es el más antiguo que se conserva en el Archivo de la Diócesis. La visita se halla entre los folios 15v y 37 del referido libro, haciendo un total de 21 folios escritos con la menuda letra del secretario del Obispo Martínez Compañón. Don Pedro de Echevarría. Este documento está formado por 58 capítulos o disposiciones de carácter eclesiástico, administrativo y moral resultado, de la evaluación hecha por el Obispo sobre el estado de la Parroquia. En los últimos folios hay algunas otras disposiciones de tipo ritual, vinculadas con la catequización de la población de Chiclayo, e incluso en relación con la vivienda, que implicaban aspectos urbanísticos. Uno de los propósitos de la visita era evaluar el estado de altares, ornamentos, vasos y vestiduras sagradas, así como todo lo concerniente a la situación interior y exterior de dicha iglesia. Pero sobre todo lo que respecta "al estado actual de las costumbres de dicho pueblo en todos sus respectos".
Chiclayo y la provincia de Saña a fines del siglo XVIII
Saña o Lambayeque era el nombre que tenía el territorio que hoy llamamos departamento de Lambayeque, en el siglo XVIII. En ese entonces el modesto pueblo indígena de Chiclayo no era el más importante a nivel de la provincia de Saña, la que abarcaba desde San Pedro de Lloc, en el valle de Jequetepeque, hasta Jayanca al norte del valle de la Leche. En el mapa de la provincia de Saña, elaborado por el equipo de la Visita de Martínez Compañón, vemos la imagen que se tenía del ordenamiento espacial en ese entonces. Primer rasgo: la orientación al océano, dada la naturaleza mercantil del sistema colonial; se destacan los puertos: la caleta de Lambayeque (luego llamada en el siglo XIX San José), el Puerto Nuevo (ahora denominado Pimentel), el denominado Puerto de Santa Rosa, y finalmente Pacasmayo, y más al sur, Malabrigo, ya en el valle de Chicama. No existía el puerto de Eten, recién creado a fines del siglo XIX en la época de la expansión portuaria y ferroviaria asociada al auge del azúcar y el comercio exterior que representó también el ascenso de la ciudad de Chiclayo como eje comercial y político.
Otra característica que se observa en este mapa de la provincia de Saña o Lambayeque: la existencia de una villa española, Saña, articulando los otros dos elementos de la configuración espacial: varios pequeños pueblos o reducciones indígenas, y las haciendas y estancias que alternaban el paisaje de este desierto atravesado por los cuatro ríos que configuraban el gran complejo hidrológico de Lambayeque: La Leche, Lambayeque, Saña y Jequetepeque.
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