Interacción persona-computador: Sálvese quien pueda
Enviado por Francisco Ficarra
- Antecedentes internacionales
- Barbaridades en nombre de la IPO
- El poder sin el saber
- Piratas por doquier
- A modo de conclusión …
Los avances del sector tecnológico, gracias al chip, han revolucionado la comunicación entre los seres humanos y las nuevas tecnologías. Muchas de las ciencias formales y fácticas han confluido y han encontrado un territorio de intersección gracias al computador. El resultado de todo ello es la interacción persona-computador u ordenador (según donde se encuentre el lector hispano parlante), lo que en inglés se conoce como human computer-interaction. Por consiguiente, utilizaremos indistintamente en el texto las siglas IPC, IPO o HCI.
Sin embargo y al igual que el fatídico triángulo de las Bermudas en el mar Caribe, existen individuos con gran poder de decisión distribuidos a lo largo y ancho de la geografía española, para acabar con la buena voluntad de aquellas personas honradas pertenecientes al sector universitario y localizadas en ambas márgenes del Atlántico. En una serie de entregas iremos descubriendo y describiendo cada uno de esos tres vértices que tanto daño le hacen a un sector del conocimiento, que tiene grandes perspectivas de éxito si es conducido de manera honesta. Uno de los extremos de ese triángulo está localizado en la ciudad catalana de Lérida.
Antecedentes internacionales
A finales de 1960 ya se preveía que en el futuro no se necesitarían personas orientadas al computador, sino más bien, el computador orientado a las personas. Con el transcurso de los años se ha afirmado dicha visión. Fue así como Ivan Sutherland (inventor de la primera interfaz basada en ventanas) y Douglas Engelbart (inventor del ratón) empezaron a diseñar en los años 60 sistemas especiales para las pantallas de los computadores, emulando la complejidad gráfica de los documentos impresos. Es decir, había un ajuste dinámico de los caracteres en las pantallas de rayos catódicos, con lo cual el computador superaba los límites del papel.
Con la difusión del PC de IBM, los usuarios se multiplicaron por millones, en menos de lo que canta un gallo. Obviamente, algunas disciplinas de las ciencias sociales fueron inmersas en grandes proyectos para hacer que esos nuevos instrumentos de trabajo se adaptasen a las personas, en el menor tiempo y con costos contenidos.
La medicina, la psicología, la sociología, la comunicación social, entre otras áreas del saber, permitieron una mejor adaptación e interacción del computador al ser humano, dentro de los más variados ambientes de trabajo. Al respecto, el amplio espectro de los potenciales usuarios hizo que la industria del software y del hardware invirtiese fuertes sumas de dinero en la creación de laboratorios para examinar en un primer momento el uso de los computadores, por parte de una gama variopinta de usuarios.
La informática continuaba evolucionando a pasos agigantados con los sistemas hipertextuales, multimediales, hipermediales (on-line y off-line), eclosión de Internet, introducción de la realidad virtual, etc. Muchos estudiosos empezaron a colaborar en este contexto: Carroll, Campbell, Collins, Laurel, Landow, Marcus, Marshall, Minsky, Moles, Myers, Negroponte, Nelson, Norman, Searle, Shneiderman, Tognazzini, Vicente, entre tantos otros. Nacía en 1990 la ingeniería de la usabilidad de Jakob Nielsen (www.useit.com). Una vez superada la etapa de aprendizaje del uso (usabilidad) del PC y con la llegada del nuevo milenio, se entra de lleno en la comunicación cualitativa entre usuarios, donde el comunicador social tiene un rol prioritario, pero que matemáticamente es excluido por ciertos grupos de presión que desafortunadamente están cruzando el Atlántico hacia el nuevo mundo.
Desde esos laboratorios de IPC se planteaba la necesidad del trabajo interdisciplinario entre sus integrantes. Obviamente un hecho muy positivo para la difusión de la informática a nivel planetario. Empero, en algunos casos de la interacción se ponderó más el aspecto gráfico, o sea, las interfaces. Automáticamente, en numerosos centros de informática gráfica de la costa mediterránea vieron un nuevo campo para hacer negocios, camuflándose en estructuras universitarias y actuando con las mismas técnicas del Ku Klux Klan, hacia todos aquellos que no eran oriundos de esa región. Otros han sabido disfrazar esa xenofobia y bajo el slogan de hacedor o fabricante de ideas, ahora están viajando constantemente a Chile y otros países latinoamericanos, a expensas de los impuestos de los latinoamericanos o españoles, eso sí, llevando una maleta llena de plagios o refritos. Pobres aquellos alumnos que asistan a tales talleres o seminarios, porque son víctimas, en su propia casa, de un asalto con trabuco por parte de los flamantes piratas del siglo XXI.
Página siguiente |