Lo que tenemos en común con otros primates
En casi todas las sociedades humanas, algunos individuos en algún momento de sus vidas han experimentado un orgasmo viendo o recibiendo estimulación por parte de algún miembro de su propio sexo. Sin embargo, la incidencia del comportamiento homosexual varía considerablemente de unas sociedades a otras. En un informe publicado en 1952 se indicaba que la homosexualidad era común y estaba socialmente aceptada en 47 de 76 por ciento de sociedades estudiadas. En algunos casos, como en el de los melanesios de algunas islas del Pacífico, virtualmente todos los hombres se veían envueltos a lo largo de su vida en algún tipo de relación homosexual. En las 29 sociedades restantes, entre las que se incluían la mayor parte de las sociedades industrializadas occidentales, la actividad homosexual era poco frecuente y pesaba sobre ella algún tipo de tabú social.
A pesar de su amplia difusión, el comportamiento homosexual sigue siendo una de las manifestaciones más intrigantes de la sexualidad humana. Dentro de un contexto reproductivo, es fácil explicar la atracción que la mayoría de los seres humanos sienten por los hombres y las mujeres del otro sexo. En apariencia, este sería el orden "natural" de las cosas. ¿Cómo explicar entonces la heterogeneidad presente en la orientación sexual humana? ¿Se debe a una influencia genética, a un fenómeno de aprendizaje durante el desarrollo del individuo, a una modificación fisiológica o a una acción conjunta de todo ello? En la actualidad, seguimos sin conocer con exactitud los factores que determinan el hecho de que las personas dirijan sus comportamientos sexuales hacia los individuos del sexo opuesto (orientación heterosexual), hacia los del mismo sexo (orientación homosexual) o hacia los de ambos sexos (orientación bisexual), ya sea de forma simultánea o alternativa.
Sin embargo, tenemos claros indicios de que en la orientación sexual influyen ciertos fenómenos ocurridos durante el desarrollo prenatal de los individuos, cuando el cerebro se está diferenciando sexualmente bajo la influencia de los esteroides gonadales. De igual forma, sabemos que los genes desempeñan un importante papel en la orientación sexual humana, si bien todavía nos queda por descubrir si estos genes actúan influyendo sobre el nivel de esteroides sexuales antes del nacimiento, sobre la respuesta del cerebro a dichos esteroides o por otros mecanismos. También los factores medioambientales (interacciones con padres y hermanos durante la infancia, interacciones sociales y sexuales en la adolescencia y en la vida adulta, y otros factores de índole parecidos) ejercen su influencia sobre la orientación sexual del individuo.
¿PUEDE SER LA HOMOSEXUALIDAD UNA ADAPTACIÓN?
Con independencia de cuál sea el mecanismo responsable de la orientación sexual de un individuo en particular, los científicos han comenzado a plantearse la posibilidad de que el comportamiento homosexual sea un producto del proceso evolutivo explicable en términos de "valor adaptativo". A fin de cuentas, el fenotipo humano, como el de cualquier otra especie animal, está integrado por diversas pautas de comportamiento que tienden a maximizar el éxito reproductivo individual. Sin embargo, si aceptamos que la selección natural actúa sobre las poblaciones humanas, ¿cómo podemos explicar la aparición y el mantenimiento de comportamientos homosexuales que, al menos en apariencia, no contribuyen a la reproducción de los individuos que los exhiben? Son varias las hipótesis que se han propuesto para tratar de resolver este interesante dilema. Algunos autores han creído encontrar el valor adaptativo del comportamiento homosexual dentro de un contexto de selección por parentesco. Otros hablan de genes "gay" que sólo se expresan en condiciones de heterocigosis y que confieren ciertas ventajas que mejoran los resultados reproductivos de los individuos portadores. Se ha llegado incluso a plantear la posibilidad de que el comportamiento homosexual sea una forma de preparación para las cópulas heterosexuales y la competición espermática.
A pesar de la diversidad de hipótesis propuestas, de momento todavía carecemos de un marco teórico adecuado que permita una interpretación satisfactoria de la existencia del comportamiento homosexual. No debe extrañar, por tanto, que la cuestión de su valor adaptativo siga siendo objeto de debate. Una de las ideas más interesantes surgidas en los últimos años en relación a este argumento toma como punto de referencia la función que desempeña el comportamiento homosexual en las sociedades humanas.
La hipótesis básica sobre la que descansa esta idea es que la sexualidad humana puede tener otros propósitos aparte de los puramente reproductivos. De hecho, la historia escrita de la humanidad abunda en ejemplos que permiten apreciar con claridad el importante papel social reservado a la sexualidad, incluso en aquellas sociedades en las que se practicaba una prevención activa del embarazo por medio de los métodos anticonceptivos más diversos.
Con todo, el mayor apoyo a esta hipótesis proviene de la propia extensión que alcanza el comportamiento homosexual entre los primates no humanos. Al menos así parece indicarlo la información contenida en un artículo publicado en 1995 por el antropólogo Paul L. Vasey, de la Universidad de Montreal (Canadá). En este trabajo, en el que se revisan los datos procedentes de informes científicos y comunicaciones personales de diversos primatólogos, se demuestra que por lo menos 33 especies de primates, sin contar a la especie humana, exhiben comportamientos homosexuales.
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