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No Problem, No Castro

Enviado por Miguel L. Palomino


Partes: 1, 2

  1. Cuando llegó Colón
  2. ¿Miami es Cuba?
  3. El verdadero enemigo
  4. ¡No tengáis miedo, Don Karol!
  5. Se repite la historia

Cuando llegó Colón

El Almirante Colón hubiera descubierto a Miami, si a los dos meses de haber salido del puerto de Palos en España, el tercero de Agosto de 1492, no hubiera visto bandadas de pájaros volar en sentido suroeste, sospechando que iban buscando tierra. Claro que el nombre de la ciudad sería otro; probablemente La Española y no necesariamente Colombia, en detrimento del Almirante de los Mosquitos, por no haber traído las riquezas prometidas más que por la pretendida culpa de las atrocidades contra las aborígenes, pues ya se sabe que la crueldad sólo comenzaba su espiral. Malo que el "gran continente hasta ahora desconocido" fuera atribuído en nombre a otro señor italiano que lo había explorado nueve años después de Colón, porque bastaba para la Historia un descubridor genovés, un emperador de Córcega y un salvador de Roma. Que la colonización no fué genocidio sólo pueden decirlo los que no quieren verlo. Europa, que vino a cristianizar a los nativos acabó con cuatro de cada cinco de ellos, lo que trajo como consecuencia que toda la tradición oral desapareciera en aspectos tan importantes como la cría de sus animales, que fueron perdiendo calidad; las técnicas de irrigación y de cultivo, de construcción de puentes y terrazas; el tesoro cultural de razas milenarias. La civilización europea encontró nuevos cultivos en estas tierras, trajo otros que se adaptaron de modo inesperado, se llevó la fertilización, que salvó de la ruina a la agricultura en Europa, que no la conocía. La agricultura, matemática, escritura y astronomía habían sido desarrolladas antes de Cristo. No había ciudad en España mas populosa que Tenochtitlan. Los que vinieron a cristianizar cometieron actos bárbaros como quemar colecciones completas de libros mayas y cobrar rescate por Atahualpa y asesinarlo de todos modos (aunque, generosamente, ofreciéndole escoger entre estrangulamiento y hoguera), además de traerles enfermedades para los que no tenían anticuerpos. Sin hablar del oro y la plata que saquearon como bárbaros, convirtiendo en lingotes el fruto cultural de una civilización. Como dijo Bernal Díaz: "Vinimos aquí a servir a Dios y a hacernos ricos" , confesando así su sentimiento de complicidad divina. Ricos no sólo por el oro y la plata, que podía haberlos hecho la potencia más fuerte de Europa por mucho tiempo con la mitad de la inteligencia de los cristianizados, sino por los cultivos que se llevaron: papa, maíz, tomate, aguacate, ají, fresa, maní, calabaza, frijoles, piña, chocolate. Muchos de estos cultivos fueron expuestos por Castro como estrategia de lucha de los países pobres contra los ricos por la deuda externa.

¿Miami es Cuba?

Es decir que la vida no quiso que Miami fuera construída con "la belleza de los pueblos" en mente, según la "Ley de Indias" , sino más bien con la falta de planificación urbanística que resulta lógica de un crecimiento rápido determinado más por los intereses políticos que por la equilibrada y sagrada balanza de oferta y demanda. La administración norteamericana hace como que desea derrocar a Castro y la gran población medio-cubana de Miami hace como que puede lograrlo.Aquélla es una ciudad alucinante. Característica de la falta de identidad cultural. De las numerosas colonias de inmigrantes en los Estados Unidos, ninguna ha pretendido salirse del crisol de fundición; todas hablan un mismo idioma y muestran una misma cultura excepto los días de desfile conmemorativos nacionales; por lo demás, poco queda que se diferencie del comportamiento cotidiano regimentado por el Dios-Dolar. Sin embargo, la razón misma de la existencia de la comunidad determina que sea atípica. En todo conglomerado poblacional del país, ya sea gran ciudad o pequeño pueblo pueden trazarse grandes rasgos del perfil social: se trabaja por un salario con el que se consume el producto de parte del trabajo de otro que a su vez ha rendido una ganancia que nunca es compartida; se vive el albur de las agencias de seguro contra todo; se recrea una vida espiritual en las iglesias. No es que Miami escape a esta descripción somera, es que no se conforma. Allí se define el molde de lo que los americano-cubanos quieren para Cuba. Aunque es sabido que, como fórmula matemática, el salario es un número en el cálculo de costos del empleador, que se endosa al empleado a cambio de su trabajo, cambio que debe ser bastante desigual porque no hay un ente intermedio de arbitraje, significa una herejía en aquel lugar no "ser agradecido".

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