- La inversión en capital humano
- La teoría de la correspondencia entre el mundo escolar y el laboral
- La teoría de las Redes de Escolarización
Según la Teoría del Capital Humano, aunque es evidente que la persona adquiere conocimientos y habilidades, no lo es tanto el hecho de que esas habilidades y ese conocimiento sean una forma de capital, ni que en una parte importante de ese capital sea producto de una inversión deliberada, que haya crecido en las sociedades occidentales con mayor rapidez que el capital convencional (no humano) y que su crecimiento pueda ser el rasgo más distintivo del sistema económico.
Para esta visión, muchas veces se ha repetido que el incremento de los PBI nacionales han sido grandes en comparación con el de los factores de producción tradicionales (tierra, horas de trabajo humano, capital físico, etc.), y probablemente la inversión en capital humano nos proporcione la principal explicación de dicha diferencia.
Un aspecto que sostiene esta teoría es que los diferenciales de ingresos entre las personas se corresponden estrechamente con sus diferenciales respectivos en educación, es decir puede sugerirse que los unos son consecuencia de los otros.
¿Cómo se puede calcular la magnitud de la inversión en capital humano?, se preguntan estos teóricos. Para ellos, el secreto está en cuantificar las actividades más importantes que mejoran la capacidad humana y su productividad, que se pueden agrupar en cinco categorías principales:
- Equipos y servicios de salud, incluyendo todos los gastos que afectan a la expectativa de vida, fuerza , resistencia, vigor y vitalidad de un pueblo.
- Formación en el puesto de trabajo, incluyendo el aprendizaje al viejo estilo organizado por las empresas.
- La educación formalmente organizada en los niveles elemental, secundario y superior.
- Los programas de estudio para adultos que no están organizados por empresas.
- La emigración de individuos y familias para ajustarse a las cambiantes oportunidades de trabajo.
Desde esta visión, verdaderamente el rasgo más distintivo de nuestro sistema económico es el crecimiento en capital humano. Sin él, sólo habría pobreza y trabajo manual y duro, salvo para los que tuvieran rentas de propiedades.
Bowles y Gintis sostienen que existe una correspondencia entre la organización de la vida en la escuela y el modo de organizar el mundo del trabajo, particularmente en lo referido a las relaciones de dominación y subordinación que rigen en el mundo capitalista. La eficacia de esa relación se expresa en la producción de una fuerza de trabajo fragmentada y sumisa. Y ello no solamente a través de los conocimientos que se adquieren en la escuela, sino mediante el conjunto de las experiencias escolares.
El sistema educativo tiene vida propia, pero la experiencia laboral y la naturaleza de la estructura de clases son la base en que se forman los valores educativos, se valora la justicia social y se delinea el dominio de lo posible en la conciencia de la gente.
Está bien claro que la conciencia de los trabajadores (creencias, valores, concepto de sí mismos, tipos de solidaridad, formas de conducta y desarrollos personales) es fundamental para la perpetuación, validación y buen funcionamiento de las instituciones económicas. La reproducción de las relaciones sociales de la producción burguesa depende de la reproducción de la conciencia.
La iniciación de los jóvenes en el sistema económico se facilita aún más por una serie de instituciones, incluyendo familia y sistema educativo, que están estrechamente relacionadas con la formación de la personalidad y la conciencia.
En particular, la instrucción escolar fomenta y recompensa el desarrollo de ciertas habilidades y la manifestación de ciertas necesidades, a la par que frustra y castiga otras. El sistema educativo entonces, da forma a los conceptos de sí mismos, a las aspiraciones y a las identificaciones de clase social de los individuos, y a los requisitos de la división social del trabajo.
En primer lugar, la instrucción escolar produce muchas de las capacidades cognoscitivas y técnicas requeridas para un rendimiento laboral adecuado.
En segundo, ayuda a legitimar la desigualdad económica: la orientación objetiva y meritocrática de la educación reduce el descontento respecto de la división jerárquica del trabajo y del proceso mediante el cual los individuos alcanzan un puesto en ella. Tercero, la escuela produce, recompensa y etiqueta las características personales relevantes para la distribución de puestos en la jerarquía. Cuarto, el sistema educativo, a través del patrón de las diferencias de status que alienta, refuerza la conciencia estratificada en la que se funda la fragmentación de las clases económicas subordinadas.
Concretamente, para estos autores las relaciones sociales de la educación son una réplica de la división jerárquica del trabajo y la fragmentación del mismo se refleja en la competencia institucionalizada entre los estudiantes mediante una constante evaluación y clasificación ostensiblemente meritocráticas, de la misma manera que la división del trabajo tendría un antecedente en los niveles de enseñanza, las especializaciones, los centros diferenciados, etc.
La consecuencia de todo esto es que el sistema educativo se ha convertido en un elemento fundamental para reproducir la división social del trabajo y la estructura de clases.
El trabajo enajenado se refleja en la falta de control que tiene el estudiante sobre su educación, la enajenación de éste sobre el contenido de sus planes de estudio, y la motivación del trabajo escolar a través de un sistema de calificaciones y otras recompensas externas, en lugar de mediante la integración de los estudiantes ya sea en el proceso (aprendizaje) o en el resultado (conocimientos) del proceso de producción de la educación.
- La teoría de la correspondencia entre el mundo escolar y el laboral
- La teoría de las Redes de Escolarización
Según Baudelot y Establet, el sistema educativo, y concretamente la escuela primaria, divide a los individuos en dos redes escolares diferenciadas, que conducen a destinos formativos y sociales muy distintos: la red primaria-profesional (PP) y la red secundaria superior (SS). Para dichos autores, el objetivo de ambas es la inculcación de la ideología burguesa.
Dicha inculcación de la ideología burguesa se lleva a cabo sistemáticamente, y no siempre explícitamente, a través del conjunto de las prácticas escolares; y es así como se consigue someter a los individuos a aquella.
Esta ideología burguesa combate a la ideología proletaria, negándole un lugar en la escuela.
La división en dos redes asegura:
- por una parte, una distribución material, una repartición de individuos en los dos polos de la sociedad.
- por otra parte, una función política e ideológica de inculcación de la ideología burguesa.
En lo que respecta a la repartición de individuos en los dos polos de la sociedad, para esta teoría la cultura sólo se alcanza al concluir el ciclo final superior, todos los que se quedan en los escalones intermedios deben irremediablemente ubicarse en otras redes de escolarización.
La red PP conduce a un sector secundario del mercado laboral, tiene menos prestigio y es fundamentalmente para los sectores populares, mientras que la red SS, que es más completa pues cubre todos los niveles en que se enmarca la enseñanza reglada, tiene mayor prestigio y un carácter elitista y conduce a los puestos de dirección de la sociedad burguesa.
En lo que respecta a la función política e ideológica de inculcación de la ideología burguesa, se pueden observar las formas sublimes y matizadas inculcadas por la red SS, el culto del arte, de la ciencia pura, de la profundidad filosófica, de la sutilidad de los análisis psicológicos, de la complejidad de la destreza retórica, que contrastan con los saberes inculcados en la red PP, aunque ambos tipos de formaciones son necesarios para que, a todos los niveles de la división social del trabajo, cada uno actúe según las necesidades del trabajo, del derecho y de la política burgueses.
Para estos autores, las prácticas escolares y su ritual son un aspecto esencial del proceso de inculcación ideológica; deberes, disciplina, castigos y recompensas, tras su aparente función educativa, aseguran la función esencial de realizar en la escuela la ideología burguesa.
La escuela también contribuye a la reproducción de la calidad de la fuerza de trabajo mediante la transmisión de conocimientos y destrezas, aunque por las características de las prácticas escolares, éstas se alejan de las prácticas productivas. He aquí uno de los efectos principales de la división del trabajo en manual e intelectual, o de teoría y práctica, saber y técnica.
- Bibliografía preparada por la cátedra Sociología de la Educación, Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo, Mendoza.
TRABAJO REALIZADO PARA LA CÁTEDRA "SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN", DEL CICLO DE PROFESORADO PARA PROFESIONALES, FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS, UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO, MENDOZA, ARGENTINA
Autor:
Lic. Sebastián Laza
(economista y docente)
Junio de 2005