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Coplas a la muerte de su padre – Jorge Manrique (página 2)

Enviado por Sof�a G. Frette


Partes: 1, 2

En la Danza de la Muerte, se sintetizan dos corrientes del teatro medieval: misterio y moralidad; la sátira aparece como un elemento subsidiario.

Manrique retoma la idea del poder igualitario de la Muerte, un tanto grotescamente desarrollada en la Danza, de una manera más poética y original.

En su libro "El otoño de la Edad Media" aporta Huizinga abundantes testimonios interpretables como indicios de que la muerte ha perdido su sentido y se la mira por la humanidad empavorecida, ni más ni menos que como a la enemiga del hombre, como la que acaba con su existencia. No se trata del dolor por la pérdida de personas amadas, sino de deplorar la propia muerte que se acerca y sólo significa mal y espanto.

Todo ello representa un retroceso en el estado espiritual de la humanidad, se le pone un signo negativo, se huye de ella.

Jorge Manrique tiene que pintarnos el último encuentro de su padre y cede a la tentación de abandonar el estilo narrativo y hacernos ver ese momento del morir.

"Llega el momento de tocar tierra, y se alzan en el escenario los muertos ilustres; los individuos que suceden a las sentencias. Y en el mismo momento en que termina la procesión de sus sombras se separa del cortejo de los muertos egregios, uno: Don Rodrigo, el último en la lista de ejemplares, pero el primero en el corazón del poeta."[2]

El autor personifica a la Muerte quitándole los terríficos atributos de la tradición macabra, la llama a defender su causa; crea así, en lugar del tono de debate, una atmósfera solemne y sobrenatural de misterio.

Llega oportunamente, cuando ya está cumplida la misión de don Rodrigo en esta vida. "No puede decirse que entre la muerte y el Maestre ocurra ningún dialogar. Ella exhorta al caballero a verla como es, le explica lo que la trae, le invita a acogerla dignamente, según corresponde a la dignidad de los demás actos de su vida, en un solo breve discurso"[3].

Es la religión cristiana la que cambiará por completo el sentido de la muerte. Al dar al hombre la fe en la otra vida, todo en esta vida se transforma.

De sus coplas se eleva un canto velado de optimismo. Si se desvaloriza lo terrenal es para ofrecernos la valoración de lo supraterrenal, de la otra vida.

Surge aquí, en la estrofa elegida, la XXXV, la copla medular de toda la composición; la que contiene la idea a la cual Manrique, tras larga reflexión, quería arribar.

"No se os haga tan amarga

la batalla temerosa

que esperáis"

…………………………………..

Abocado el Maestre a librar la última batalla de su vida, la posible amargura que pueda causarle abandonarla para siempre está atenuada, no sólo por la esperanza de la verdadera vida eternal, sino por la perduración en una tercera vida, la del recuerdo glorioso en este mundo, distinta y equidistante de las otras dos.

A lo largo de la copla elegida el autor concibe tres vidas distintas, cuya enunciación conforma, por los contenidos, una gradación:

 "pues otra vida más larga

de fama tan gloriosa

acá dejáis,

aunque esta vida de honor

tampoco no es eternal

ni verdadera;

mas con todo es muy mejor

que la otra temporal,

perecedera."

Vida Terrenal: finita

"Es la primera la vida del común de las gentes, la que a todos se da y la que perece con el hombre, más temporal que ninguna."[4]

Vida de Fama, de Honor (que también es terrenal): más larga.

"Sobre la vida terrenal se encuentra ésta, pero es mucho más larga que la anterior, porque sobrevive a la vida primera, ordinaria y corriente, y cuando el hombre muere ella queda, vuelta fama y gloria. La muerte en su discurso valora debidamente esa segunda vida de la fama. La califica de fugaz, "no es eterna", y de mentirosa, "ni es verdadera"."[5]

Cada una de las tres vidas sirve de sustento a la superior: en la común y elemental se da al hombre terreno para la segunda, la de las buenas obras, que a su vez le granjeará el acceso a la tercera, la eterna.

Vida Supraterrenal: eterna

La muerte se presenta con tanta dignidad ante el Maestre: es el ingreso al vivir tercero y supremo. Está plenamente justificada, porque se ofrece, ella, la aparentemente todopoderosa, como servidora del propósito del único Todopoderoso, que es hacer vivir. Por ella se accede a la inmortalidad. No se olvide que esta palabra, inmortalidad, es simbólica, en su composición: lleva la muerte dentro, en su centro, pero la lleva prisionera entre un prefijo y un sufijo, de suerte que en vez de ser como cuando andaba sola y suelta, autora de daños, es ella ahormada a la voluntad de Dios, palabra nueva.

El Maestre queda convencido y por eso habla como habla en las estrofas que continúan.

Conclusión

En resumen, por medio de esta estrofa, en la que está personificada la Muerte, el autor resuelve el problema de estar en la encrucijada entre dos tradiciones: la de la muerte macabra, con su visión aterrante, que se burla del hombre totalmente inerme ante su poder, y la otra, la cristiana, que apoyada en la fe ilumina con la luz de la esperanza su imagen y borra los aspectos impresionantes.

Por eso el poeta ha ido llevándonos a través de ese camino que arranca el gozoso pensar en la Muerte, como pórtico de la vida eterna.

La Muerte llega concebida por el enfoque cristiano del poeta, no espanta al moribundo, justifica su venida y lo prepara para el paso trascendental. Permite visualizarla como a una discreta dama que gentilmente invita al Maestre a seguirla.

Además, el autor introduce la idea de tres vidas, cada una más prolongada que la anterior; las primeras dos son perecederas, sólo la última es infinita.  Cada una de ellas es el trasfondo de la siguiente: si el hombre sembró "su jornada" de hechos meritorios cosechará fama y honor.

Sin embargo, no debe encandilarse con ese fulgor que también es perecedero aunque se prolongue más que el ciclo biológico. Solo debe dejarse seducirse por la luz auténtica de la vida eterna que habrá de ganar en la Tierra.

Bibliografía

* SALINAS, P. Jorge Manrique o tradición y originalidad. Ed. Sudamericana. Buenos Aires. 1962.

* ZORRILLA, A. y otros. Literatura IV. España en sus letras. Ed. Estrada. Buenos Aires. 1993.

* MANRIQUE, J. Coplas a la muerte de su padre. Sin Datos.

 

 

Autora

Sofía G. Frette

Profesor:

Rafael Costarelli

Establecimiento:

Instituto Superior "San José" I-27

2do. Año Prof. En Lengua

Año: 2008

[1]ZORRILLA, A. y otros. Literatura IV. España en sus letras. Ed. Estrada. Buenos Aires. 1993.

[2] SALINAS, P. Jorge Manrique o tradición y originalidad. Ed. Sudamericana. Buenos Aires. 1962. Pág. 180

[3] Op. Cit. Pág. 207

[4] Op. Cit. Pág. 210

[5] Op. Cit. Pág. 210

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