(1906-1911) Ricardo Flores Magón
- Primera carta anarquista
- Tierra
- La Cadena de los libres
- Libertad política
- La revolución
- Para después del triunfo
- El Movimiento Liberal
- La guerra social
- La lucha de clases
- El Derecho de Propiedad
En vida, los revolucionarios son perseguidos, encarcelados y asesinados. Cuando caen víctimas de los tiranos, éstos, les levantan monumentos y graban sus nombres en los recintos Parlamentarios burgueses, intentando apropiárselos ideológicamente, al mismo tiempo que castran y tratan de ocultar su pensamiento y sus ideas revolucionarias.
Ricardo Flores Magón es uno de ellos .
Después de leer y analizar una bibliografía de cuarenta y tres títulos dedicados a Ricardo, hemos llegado a la conclusión de que la mayoría de ellos, sobre todo los escritos por historiadores oficiales, falsos marxistas y pseudomagonistas, pretenden no sólo, ocultar, sino desvirtuar la esencia revolucionaria de Ricardo.
Es por lo anterior,, y como una continuación del anterior folleto RICARDO FLORES MAGON. SEMBLANZA BIOGRAFICA, hemos decidido difundir las ideas y pensamiento revolucionario de este insigne oaxaqueño.
Dejamos al lector la tarea de comprobar la vigencia de los artículos políticos de Ricardo . En especial acerca de la "DICTADURA PERFECTA" (del Partido de Estado burgués), del bipartidismo PAN-PRI, de la ausencia de democracia, de la prensa controlada oficialmente, de la maquinaria electoral fraudulenta, de la demagogia populista, que utiliza la caridad social para perpetuar en el poder político a los neoporfiristas que repiten (al estilo de Goebels) que hubo una revolución, que nunca existió, etc…).
13 de junio de 1908
PRIMERA CARTA ANARQUISTA
(Carta de la cárcel de Los Ángeles)
Esta carta la escribo hoy, trece de junio de mil novecientos ocho, queridos hermanos Práxedis y Enrique, para comunicarles un asunto que, a mi modo de ver, es de capital importancia. La idea que paso a mostrar a ustedes, se la expuse ya a nuestro compañero Librado, quien está de acuerdo con ella, vamos al grano.
Ustedes saben tan bien como yo, que ninguna revolución logra hacer prevalecer después del triunfo y hacer prácticos los ideales que la inflamaron y esto sucede porque se confía, que el nuevo gobierno hará lo que debió hacer el pueblo durante la revolución.
Siempre ha sucedido lo mismo, En todas parte se enarbola una bandera con reformas más o menos importantes; se agrupan alrededor de ellas los humildes; se lucha; se derrama más o menos abundantemente la sangre y si triunfa la revolución, se reúne un consejo encargado de reducir a la leyes los ideales que hicieron al pueblo tomar las armas y batirse. Al congreso van individuos de todas clases de ideales, avanzados unos, moderados otros más y en la lucha de todas estas tendencias, las aspiraciones de la revolución se marchitan, se desvirtúan y después de largos meses, cuando no después de largos años, se vienen aprobando leyes, en que ni siquiera se adivinan los ideales por los cuales dio su sangre, el desdichado pueblo. Pero supongamos que por un milagro se dicten leyes en las que brillen en toda su pureza los ideales de la revolución, cosa, que nunca se ha visto ciertamente, porque muy pocos diputados, tienen los mismos ideales que el pueblo que empuño las armas; supongamos que el milagro se realiza y que en el caso especial de nuestra lucha, el congreso ordena el reparto de las tierras, la jornada de ocho horas y el salario no menos de peso, ¿podemos esperar que los terratenientes se cruzarán de brazos, para dejar escapar lo que los hace poderosos y les permite vivir en la holganza?
Los dueños de toda clase de empresas donde se emplean brazos, ¿no cerrarán sus negocios o, al menos, disminuirán el número de obreros que emplean, para obligar al gobierno a revocar la ley, con la amenaza del hambre del pueblo, fingiendo que les es materialmente imposible pagar más o menos por horas de trabajo?
Agotados los recursos para la revolución, el pueblo se encontraría en una condición más difícil, que en aquella por la cual se vio obligado a rebelarse. El pueblo, sin pan, escucharía las palabras del os burgueses que dirían que se les había engañado y lo acaudillarían para derrocar al nuevo gobierno, con lo que se salvarían de perder sus tierras unos y de hacer concesiones a los trabajadores, los otros.
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