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Valoración de escalas y criterios para la evaluación de guías de práctica clínica (página 2)


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Por todo ello, en los últimos años se está reconociendo la necesidad de evaluar y comparar el proceso y la metodología empleada en la elaboración de GPC. Se trataría de aportar un marco sistemático para la evaluación de la calidad de las GPC con el fin de ayudar: a) a quienes elaboran las GPC para que sigan una metodología estructurada y sistemática, b) a los proveedores de cuidados de salud para que evalúen las GPC antes de adoptar sus recomendaciones en la práctica clínica, y c) a los gestores de diferentes niveles y organismos para recomendar GPC para su uso en la práctica.

A partir de trabajos realizados en el marco de programas de elaboración de GPC5, 6 en Europa se pusieron en marcha iniciativas de colaboración internacional que tenían como objetivo armonizar los instrumentos y estrategias para la elaboración, evaluación de la calidad (Appraisal of Guidelines Research and Evaluation in Europe7, AGREE) e implementación (Changing Profesional Practice)8 de las GPC. Proyectos en los que han participado Agencias de Evaluación del Sistema Nacional de Salud (Osteba y AETSA), el Hospital Universitario Valme de Sevilla y la Biblioteca Fundación Josep Laporte. Este tipo de iniciativas se han desa- rrollado en el marco conceptual de la Medicina Basada en la Evidencia, sus propuestas abordan diferentes aspectos cruciales para elaborar GPC de calidad y hacen hincapié en que las recomendaciones que se emitan estén basadas en pruebas científicas que demuestren su efectividad.

Este estudio se ha desarrollado, en el marco de un proyecto de investigación más amplio para conocer el grado de desarrollo y la calidad de las GPC elaboradas en España, con el objetivo de realizar un inventario de escalas de valoración crítica e instrumentos para el análisis crítico de GPC y proponer una escala o un conjunto de criterios que sirva para evaluar su calidad.

METODOLOGÍA

Se realizó una búsqueda de escalas de valoración crítica de GPC en las siguientes bases de datos: Medline (ver estrategia de búsqueda en tabla 1) INAHTA y National Guidelines Clearinghouse. Dada la naturaleza de los instrumentos y de los documentos a recuperar, en su mayor parte en formato de literatura gris, se contactó con una serie de productores, evaluadores y compiladores de GPC de reconocido prestigio, cuyo listado se recoge en la tabla 2.

A las escalas identificadas y recuperadas se les aplicó los siguientes criterios de inclusión: que fueran instrumentos que abordaran la valoración crítica de guías, la validación o la elaboración de éstas o que fueran criterios propuestos para la inclusión de GPC en registros. La selección de los instrumentos se realizó por tres evaluadores de manera independiente.

Los instrumentos incluidos se agruparon para su clasificación y análisis posterior en tres grupos según su enfoque fuera dirigido a la calidad, implementación o inclusión en un registro (tabla 3). Para realizar el análisis de contenido de los instrumentos, el grupo de trabajo consideró de común acuerdo que las áreas del instrumento AGREE eran las más exhaustivas y establecían la taxonomía más adecuada para evaluar los aspectos de interés de las GPC. La Colaboración AGREE7 propuso en 2002 un conjunto de 23 criterios agrupados en 6 áreas relativas al: 1) alcance y objetivo, 2) participación de los implicados, 3) rigor en la elaboración, 4) claridad y presentación, 5) aplicabilidad, y 6) independencia editorial. Este instrumento ha sido validado internacionalmente y adoptado por un amplio grupo de organizaciones profesionales de investigación, gestión sanitaria y agencias de evaluación de tecnologías sanitarias.

 A las áreas del instrumento AGREE se añadieron dos más, no incluidas en éste y recuperadas de otros instrumentos, son las áreas de implementación e inclusión en registro (tabla 4).

El análisis comparativo de las diferentes escalas seleccionadas se realizó mediante la comparación uno a uno de los criterios respecto a la escala estándar de criterios y ámbitos del instrumento AGREE. Dicha selección de estándar se hizo tras comprobar que cuatro organizaciones analizadas y que previamente poseían criterios propios renunciaron a éstos para asumir el instrumento AGREE (tabla 3). Posteriormente se asignó un número a cada criterio de las escalas recuperadas. Se realizó un análisis de concordancia en base a la similitud de definiciones de cada uno de los criterios frente al estándar por tres evaluadores de forma independiente (tabla 4). En aquellas asignaciones en las que existía discordancia entre los evaluadores ésta se resolvió por consenso explícito.

RECUPERACIÓN Y ANÁLISIS DE ESCALAS DE VALORACIÓN CRÍTICA

El grado de respuesta de los 21 organismos consultados fue del 100%. Se han identificado las propuestas de escalas de valoración crítica y de grupos de criterios de 13 organismos (tabla 3). Ocho de trece se encontraron en una búsqueda de literatura gris. Este hecho refleja una baja inclusión de documentos sobre escalas y grupos de criterios en las bases de datos más reconocidas. Las únicas escalas de valoración crítica de GPC validadas han sido el Instrumento AGREE7, y el utilizado por Shaneyfelt et al9.

ESCALAS DE VALORACIÓN DE LA CALIDAD

Se recuperaron 11 escalas para la valoración de la calidad de las GPC, apreciándose solapamiento y cruces entre los instrumentos. Entre éstos es de destacar la propuesta de 1997 Appraisal Instrument for Clinical guidelines (AICG)10 del St George Hospital Medical School, ya que a partir de ella y con la participación de sus autores, se desarrolló más adelante el instrumento AGREE dentro de un proyecto multicéntrico europeo. Otros organismos como SIGN, AHRQ y NZGG que disponían de su propia escala han adoptado recientemente el instrumento AGREE. Por su parte, el National Health and Medical Research Council (NHMRC) de Australia11 al proponer el cumplimiento de sus principios de elaboración recomienda los criterios desarrollados por Field & Lohr en 199212 y SIGN en 19955.

El Evidence Medicine Working Group en 1995, utiliza los criterios basados en Users guides to Evidence-Based Medicine publicados en JAMA13, 14.

Hay que destacar que en 1999 el grupo de Shaneyfelt et al. publicó el «Guidelines Quality Assessment Questionnaire» (GQAQ)9. Este instrumento consta de 25 ítems de los cuales 10 evalúan el desarrollo y formato, otros 10 la identificación de la evidencia y su síntesis y finalmente 5 la formulación de sus recomendaciones. Fue utilizado para evaluar y valorar la calidad de más de 200 guías.

En cuanto al grupo de Alberta Clinical Practice Guidelines15 adopta las dimensiones publicadas por Battista y Hodge16, y Davis y Taylor-Vaisey17 y recomienda, asimismo, la propuesta elaborada por Cluzeau en 199918.

La Agency for Quality in Medicine Joint Institution of the German Medical Association and the National Association of the Statutory Health Insurance Physicians (ÄZQ)19 proponen un cuestionario con 21 ítems relacionados con el desarrollo, 16 ítems con el contenido y el formato y 4 ítems con la aplicabilidad de la guía. Para su realización utilizan instrumentos anteriormente elaborados por organizaciones alemanas e internacionales y de versiones previas del Instrumento AGREE.

El National Institute for Clinical Excellence (NICE) del NHS publica en 2001 The Guideline Development Process – Information for National Collaborating Centres and Guideline Development Groups20, con los atributos que se exigirán a las GPC. Utiliza los criterios identificados por el programa estadounidense del AHRQ 21.

Tanto Scottish Intercollegiate Guidelines Network (SIGN)5 como New Zealand Guidelines Group22 adoptan las áreas y criterios del Instrumento AGREE en 2002.

Finalmente, aunque fue excluido del análisis ya que no se consideró en nuestro estudio la comparación entre guías, la «National Guideline Clearinghouse» de la Agency for Health Research and Quality, AHRQ23 utiliza 27 campos para que los usuarios del registro las comparen entre sí.

ESCALAS DE IMPLEMENTACIÓN

Se ha identificado una propuesta para evaluar las GPC en relación con la implementación, Pilote L y Tager IB24. En ella se propone utilizar la investigación de resultados para evaluar las GPC.

ESCALAS PARA LA INCLUSIÓN EN REGISTROS

La National Guideline Clearinghouse de la AHRQ23, propone cuatro criterios básicos para considerar la inclusión de una GPC en su registro (tabla 3). Dichos criterios son diferentes y complementarios a los 27 criterios que utilizan para comparar la calidad de las guías entre sí.

CRITERIOS RECUPERADOS

Se identificaron 143 criterios pertenecientes a 9 escalas de valoración crítica (tabla 4). Del análisis de los criterios se desprende que el Instrumento AGREE cubre la mayor parte de criterios expresados en otras escalas de análisis y valoración crítica de Guías de Práctica Clínica, resultando la taxonomía más exhaustiva para clasificar los criterios por su capacidad para abordar los diversos aspectos de interés de las GPC.

Este hallazgo valida la decisión del grupo de trabajo que consideró como estándar la clasificación de dominios o áreas propuesta en el Instrumento AGREE para la comparación 1 a 1 de escalas de valoración crítica.

ANÁLISIS DESCRIPTIVO DE LAS ESCALAS DE VALORACIÓN CRÍTICA DE GPC ENCONTRADAS RESPECTO A LA TAXONOMÍA

En la comparación de las diferentes escalas o instrumentos evaluados, los criterios más repetidos se refieren a las siguientes 6 áreas del AGREE (tabla 4): 45 criterios para evaluar el Rigor en la elaboración, 21 para la Participación de los implicados, 20 criterios en relación con la Aplicabilidad y 18 relativos a la Claridad en la presentación. Por el contrario, las áreas Alcance y objetivos e Independencia editorial han sido las menos representadas en los diferentes instrumentos recuperados con 15 y 4 criterios respectivamente.

Respecto a los dos ámbitos no reflejados en el Instrumento AGREE, uno es el de la Implementación de las GPC que está representado por los 9 criterios de la propuesta de Pilote et al24. Otro es el relativo a la inclusión en un registro tal como propone el National Guidelines Clearinghouse que contiene 4 criterios. Esta organización es responsable de la base de datos de GPC más amplia del mundo.

COMENTARIOS

La definición de calidad de las GPC es la confianza en que se han evitado los sesgos potenciales producidos en su desarrollo, que las recomendaciones tienen validez interna y externa y que son útiles para la práctica clínica12. Por tanto a los instrumentos de evaluación de la calidad de las GPC se les exige valorar estos cuatro aspectos. El conjunto de criterios que mejor lo cumple es el Instrumento AGREE.

Aunque las otras 9 diferentes escalas encontradas y revisadas (tabla 3) sólo cumplen estos criterios parcialmente, consideramos que este hecho es un indicador del interés y esfuerzo realizado en los últimos años por diversas organizaciones para conseguir herramientas que les permitan decidir con rigor qué GPC van a implementar y cuáles no.

Sólo se han encontrado dos escalas que realizan un proceso de validación, la de Shaneyfelt et al, 19999 y el AGREE7. El primero considera 25 ítems procedentes de importantes sociedades norteamericanas (American Medical Association, Institute of Medicine y Canadian Medical Association), que utiliza para evaluar 279 guías desde 1985 a 1997. En el caso del Instrumento AGREE su validez fue evaluada por 195 personas en 100 guías de 11 países, obteniendo una alta fiabilidad en la mayoría de sus 6 áreas7. De esas dos escalas el Instrumento AGREE es el que hasta el momento cuenta con la máxima aceptación por diversos organismos elaboradores y compiladores de GPC, pues además está estructurado en un formato que facilita la cuantificación y la comparación de la evaluación.

Tras el análisis comparativo realizado consideramos que AGREE es un instrumento exhaustivo en la agrupación de criterios, excepto en lo relativo a la evaluación de la implementación de las GPC. Entendemos que AGREE ha descartado ese ámbito ya que se trata de un instrumento genérico y diseñado para ser utilizado en cualquier contexto de aplicación.

De alguna manera AGREE tiene en cuenta los aspectos relativos a la implementación, ya que exige tanto la realización de una prueba piloto antes de la difusión de la guía para probar su aceptación como la elaboración, por parte de los autores, de indicadores que faciliten la evaluación posterior de los efectos de su aplicación.

La implementación es un ámbito necesario en el caso de auditar a posteriori la utilización de las propias guías evaluadas o las diferencias en la aplicación de las guías en diferentes contextos25 y exige criterios específicos que se fundamenten en un conocimiento apriorístico de la propia GPC y del contexto local. En nuestro análisis hemos mostrado los criterios de implementación e inclusión en un registro por la información que aportan en el proceso continuo de evaluación de GPC.

Por otra parte es interesante observar que las diferentes escalas de valoración crítica analizadas dan menos importancia a los criterios que se agrupan bajo 3 de los epígrafes: «Alcance y objetivos», «Participación de los implicados» e «Independencia editorial». Estos ámbitos que podrían considerarse de tipo formal o de menor trascendencia que los criterios relacionados con la metodología de elaboración son, sin embargo, fundamentales a la hora de describir para qué sirve la guía, a quién se dirige (usuarios-profesionales), a quién se aplica (tipo de pacientes) y la posibilidad de que haya intereses espúreos tras los contenidos aparentes de la guía26.

Identificar la autoría de las guías es fundamental para establecer las responsabilidades, solicitar información adicional y adjudicar méritos. La ausencia de autores puede reflejar varias deficiencias, tales como la existencia de grupos de consenso con metodología no explícita, las traducciones encubiertas de guías o, relacionándolo con el área de la Independencia editorial, podría enmascarar la existencia de conflictos de intereses27.

La búsqueda bibliográfica de evidencia sobre escalas de valoración crítica de GPC ha sido un proceso complejo por las características del objeto de búsqueda y su baja indización. De hecho, en el presente trabajo y aunque se siguieron los criterios sistemáticos de búsqueda en bases de datos primarias (MEDLINE) y secundarias (INAHTA y National Guidelines Clearinghouse) se obtuvo un menor rendimiento de recuperación que en la búsqueda de literatura gris. Esto es debido a que las instituciones y programas de producción de GPC son las que tienen elaboradas herramientas de evaluación, y éstas pueden estar publicadas o no según el formato de artículo original. La exhaustividad en la búsqueda de literatura gris ha permitido encontrar más escalas que las que hubieran sido identificadas en la bibliografía, pero por supuesto no nos garantiza que haya otras escalas en uso, de las que desconocemos su existencia. En cualquier caso queda con nuestra búsqueda garantizada que las escalas más difundidas y aceptadas han sido evaluadas.

Una posible limitación de nuestro estudio es la ausencia de un gold estándar establecido de comparación de escalas de evaluación de GPC. Ante la inexistencia de un patrón aceptado el grupo de investigación ha optado por una doble aproximación: primeramente, extraer todos los criterios de las diferentes escalas y compararlos entre sí y como segundo paso seleccionar una escala sobre la cual establecer la comparación entre las publicadas, recuperadas y que han realizado un proceso de validación. Así, se encontraron dos: el Instrumento AGREE7 y el elaborado por Shaneyfelt et al, 19999.

Graham et al, 200026 en un estudio similar sobre comparación de escalas de valoración de calidad de GPC agrupó 44 criterios en 10 atributos procedentes de trece instrumentos y realizó un análisis de contenido. En su estudio sólo el instrumento de Cluzeau et al18, que fue la base del proyecto de la Colaboración AGREE, cubría los 10 atributos propuestos y tenía en cuenta 28 de los 44 criterios generados. Sin embargo no se realizó un estudio de comparación.

En nuestra investigación, se decidió seleccionar el Instrumento AGREE como estándar de comparación por dos razones: su riguroso proceso de mejora y validación finalizado en 2001 y su creciente grado de aceptación por parte de los organismos elaboradores, compiladores y evaluadores de GPC.

Disponer de una herramienta de valoración de guías no es una cuestión menor. La evaluación de guías adquiere una especial relevancia para la recomendación o selección de la GPC que se propone adoptar, adaptar e implementar en un contexto determinado. Hay que tener en cuenta asimismo el valor que tiene el propio proceso de elaboración como garante inicial de calidad28. Así, en algunos países están invirtiéndose energías y fondos para la elaboración de GPC, sin embargo, dichas iniciativas no se corresponden con una homogeneidad en la calidad de las GPC publicadas29. De hecho existe una amplia variabilidad dependiente de las entidades elaboradoras de las mismas y muchas veces derivada de la inexperiencia en la elaboración de GPC por parte de los autores30. Con el fin de garantizar la calidad mínima están surgiendo en estos momentos movimientos e iniciativas similares a las creadas en su día para regularizar la publicación de ensayos controlados y aleatorizados (CONSORT)31,32 y sobre los metanálisis33,34 que abordan aspectos para la publicación común de GPC. Así, The Conference on Guideline Standardization (COGS)25 en 2002 estableció por consenso un instrumento para estandarizar la publicación de GPC, promover su calidad y favorecer así su implementación.

Del mismo modo, la colaboración entre clínicos y metodólogos con experiencia en la elaboración de GPC, así como la existencia de programas locales de elaboración y evaluación de guías que nutran registros estatales es esperable que aseguren la calidad de dichos registros y los productos que en ellos se compilen.

Para concluir, nuestro estudio identifica una serie de escalas de valoración crítica de la calidad de las GPC, entre las que destaca el Instrumento AGREE por su exhaustividad y sistematización de los atributos exigibles a una guía. Además, por su fiabilidad demostrada y formato facilita la comparabilidad entre los evaluadores, individuales o institucionales de las guías.

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Rosa Rico Iturrioz (1), Iñaki Gutiérrez-Ibarluzea (1), José Asua Batarrita (1), Mª Asunción Navarro Puerto (2), Antonio Reyes Domínguez (2), Ignacio Marín León (2), Eduardo Briones Pérez de la Blanca (3) (1) Osteba. Servicio de Evaluación de Tecnologías Sanitarias. Gobierno Vasco. (2) Servicio de Medicina Interna. Hospital Universitario de Valme. Sevilla (3) Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de Andalucía. AETSA. Consejería de Salud. Correspondencia: Rosa Rico Iturrioz. Osteba. Servicio de Evaluación de Tecnologías Sanitarias. Departamento de Sanidad. Gobierno Vasco. Donostia-San Sebastián, 1. 01010 – Vitoria-Gasteiz. (*) El presente trabajo ha recibido financiación del Fondo de Investigaciones Sanitarias en la modalidad Evaluación de Tecnologías Sanitarias. Proyecto FIS: 01/1057 y forma parte de las actividades de la Línea 5 de la Red MBE, FIS: G03/090.

Partes: 1, 2
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