- Determinación del concepto: Historia y teoría
- La utopía. Determinaciones y condicionamientos
- Utopía y proyecto
- Utopía y realidad. Praxis y razón utópica
- Bibliografía mínima
Introducción
Sobre el concepto de utopía podría escribirse mucho. Significaciones varias ha tenido en el decurso de la historia, algunos incluso, denotaciones encontradas, en relación de antítesis.
Es objetivo central del presente trabajo hacer algunas reflexiones en torno al concepto utopía, sobre la base de un minucioso estudio de su devenir histórico y las múltiples interpretaciones de que ha sido objeto.
La utopía es parte constitutiva del devenir humano en su siempre creciente afán de superación. Es preludiar lo futuro en lo presente para ascender humanamente y realizar los proyectos del hombre.
¿ Quién que es, no es utópico? Todo hombre, en un grado mayor o menor, da riendas sueltas a su razón imaginativa, a sus deseos, fines y objetivos. No se aferra al presente incondicionalmente. Mira al pasado para enriquecer el presente, y a éste para transitar a lo por venir y superarse a sí mismo, trascendiéndolo.
Este ensayo, con sentido histórico- cultural, asume el tema de la utopía en sus varias mediaciones, que incluye la historia misma del concepto, sus discernimientos teóricos, determinaciones, condicionamientos; la relación utopía-proyecto; la conversión recíproca utopía-realidad, así como la mediación de la praxis en el proceso complejo de la razón utópica que permea todo discurso de alto vuelo cogitativo.
Determinaciones del concepto. Historia y teoría.
La historia del concepto de utopía, como de todo concepto no coincide con su objeto históricamente determinado. La realidad imaginada, por venir, que se apetece, no siempre se denominó utopía. Pero existió en las mentes soñadoras, en los sueños, por mejorar, por ascender a la plenitud humana.
La razón utópica está presente en toda la historia del pensamiento. Cobra relieve destacado en las ideas del "Siglo de oro", del poeta griego Hesíodo (s. VIII-VII a.n.e) Hay acuciante sentido utópico en la República de Platón (428-348 a.n.e), que Marx caracterizó como "idealización ateniense del régimen egipcio de casta", así como en la Ciudad de Dios, de San Agustín.
La palabra griega en sus orígenes (u, y topos) etimológicamente significa lugar, literalmente, lugar que no existe, pero podemos dirigirnos a él, algo así, como el nóumeno kantiano, en cuanto a posibilidades cognoscitivas: no se puede conocer, pero nos permite pensar en él. No se cierra el camino de acceso (…) Se abren cauces heurísticos de búsqueda (…), que posteriormente algunos intentaron clausurar, identificando la utopía como lo irrealizable, como simples quimeras de la razón. Pero por suerte estas connotaciones no se impusieron definitivamente.
Francis Bacon (1561-1626) en su "Nueva Atlántida (1617), presenta una sociedad ideal, rectorada por la ciencia y la técnica.
Tomás Moro (1428-1535), considerado entre los precursores del socialismo utópico, en su obra "Sobre la mejor condición del Estado y sobre la nueva isla Utopía" (1516), además de hacer una crítica al capitalismo y a la propiedad privada, se plantea una sociedad nueva, basada en la propiedad social, la igualdad, la democracia y el desarrollo integral del individuo, a través de la educación.
En esta misma dirección se ubica Campanella (1568-1639), gran humanista utópico que soñaba con la unidad y la prosperidad del género humano. En su utopía "La ciudad del Sol (1602), concibe una sociedad ideal, fundada en la propiedad social, bajo la guía de la comunión de la razón y las leyes de la naturaleza.
Estas ideas socialistas utópicas dan cuenta y son efectos de la realidad social capitalista, así como de su respuesta crítica. Desde el nacimiento del capitalismo, en la época del Renacimiento y de la Reforma, la razón utópica expresa su mirada crítica (J. Hus en Bohemia, Tomás Münzer en Alemania, Moro en Inglaterra, Campanella, en Italia y otros). En el devenir de las revoluciones burguesas en Europa, continúa este movimiento (Mellier, Mable, Morelli, el babuvismo en Francia, J Lilburne y Winstanley en Inglaterra, son ejemplos elocuentes de la exposición de ideas utópicas en pos de mejorar las condiciones del hombre y la sociedad.
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