Comunicación y resolución de conflictos
Enviado por Claudio Altisen
Con frecuencia cuando oímos hablar de «comunicación» pensamos en la misma como en una disciplina específica… Pero los estudios sobre la comunicación no se han consolidado como una disciplina, sino más bien como una transdisciplina. Esto significa que tales estudios sobre la comunicación definen un «campo de problemas», que se constituye abrevando en diferentes tradiciones teóricas, las cuales permiten relacionar los aspectos psicológicos y conductuales de la comunicación con el trabajo teórico de los lingüistas y de los semiólogos. De ahí se habilita la ductibilidad de los estudios en comunicación para ser contextualizados en múltiples problemáticas y en ámbitos diversos: la política, la empresa, la familia, los medios masivos, la publicidad y también la escuela… cada una con sus problemas peculiares.
Hoy nos ocupa en este Taller una problemática concreta en el ámbito educativo: el reflexionar juntos respecto de las herramientas posibles para la resolución de conflictos de manera colaborativa. Entonces, podemos decir que hablar de la «resolución de conflictos» es hablar también de «comunicación».
Veamos…
De acuerdo a su etimología latina, comunicar (en latín: communicare) quiere decir «poner en común», compartir una tarea (communio / munere). En efecto, se pone «algo en común» al hablar, al tratarse. En tal sentido, la comunicación es un nivel de la vida social… de la interacción humana.
Un aspecto clave es que la comunicación es el punto de partida de cualquier relación, afecta directamente la autoestima y es fundamental para desarrollarse en los ámbitos personales, escolares y en el futuro profesional. Las dificultades en la comunicación pueden afectar a la estructura de la personalidad.
La comunicación como una dimensión relacional del ser-social de la persona tiene que ver con las informaciones y las significaciones que se producen, reproducen y circulan en cualesquiera de los fenómenos de la vida social de los que se trate.
La cuestión central es que los problemas de la comunicación humana se encuentran estrechamente ligados a los de la significación y a la construcción de un sentido u orientación en la vida.
En otras palabras, los problemas de la comunicación tienen que ver con la manera en que las significaciones cambian de acuerdo a la combinación de códigos que se ponga en juego en distintos contextos histórico-sociales y en cada situación particular.
Esto plantea un problema de corte epistemológico; es decir, propio de una teoría general del conocimiento… En síntesis, intentamos señalar aquí que cualquier observación de «las cosas» está cargada de un bagaje previo de códigos interpretativos, de conceptos, de signos, de sentidos atribuidos que responden a una historia personal, y que no suponen un contacto «directo» ni «despojado» con las cosas mismas. Esto quiere decir, cuanto menos dos cosas:
1) Que hay diversidad de «miradas» sobre lo mismo que es «visto» por todos, y que cada «mirada» refiere al sentido construido sobre lo dado a la «visión».
2) Que la mirada se despliega desde múltiples «perspectivas» (pues dos pupilas no pueden estar en el mismo sitio, como decía Ortega y Gasset). Así, lo dado a la «visión» es dado a cada quien en su situacionalidad.
En suma, esto no nos arroja sin más al encierro en el subjetivismo y en el relativismo (que conducen al escepticismo), pues podemos observar a «las cosas mismas», pero no sin «nosotros mismos» que somos entre las cosas… En efecto, no queremos decir aquí que «nada es verdad ni es mentira, que todo es según el color del cristal con que se mira». Lo que queremos expresar es que la búsqueda de la verdad "especialmente en una casa de estudios" es una tarea compartida, es un diálogo nunca concluido, porque la verdad en pleno nunca por nadie puede ser del todo asida… La verdad no cabe toda entera ni en el más veraz de los hombres. En consecuencia, ese horizonte de búsqueda dialogada de la verdad, hace de la comunicación y de la calidad del trato, una dimensión de especial relevancia en los procesos de formación humana.
Aquí estamos intentando señalar que no hay un mundo sin el hombre, sino que hay un mundo para el hombre, que es-en-el-mundo.
Lo complejo, la «tarea compartida» es poder todos los hombres comulgar con «nuestro» compartido ser-en-el-mundo. El único camino es que el logos en nosotros se diga como dia-logo; comprendiendo, además, que nosotros mismos somos lo que emerge de un diálogo de tradiciones, lo que se recorta y adquiere su peculiar relieve en el horizonte de una comunicación extendida en el tiempo.
Lo contrario es la ilusión del repliegue solipsista, la encerrona del individualismo y de la afirmación unilateral que nos clausura en un mono-logo fragmentado del mundo en donde somos quienes somos. Pero no hay dia-logo sin disposición para «salir al encuentro» del otro… En ese quedar vallado en uno mismo, se encuentra la raíz de todas nuestras angustias, insatisfacciones y conflictos.
Desde esta perspectiva podemos afirmar que la comunicación es el eje para la resolución de todos los conflictos… Es más, la comunicación es aquello en lo que participamos en cada momento de nuestra vida, voluntariamente o no. Habilitamos o constreñimos el dia-logo, pero siempre estamos inmersos en un proceso comunicacional.
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