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Hasta que vuelva a gritar que te he olvidado y sea mentira (página 2)


Partes: 1, 2

tuve

9.

Mi silencio hace un ruido infernal

*

y el beso viceversa que es nosotros o tú desde los dos

*

llevo la luz de tu piel en mis manos que saben a sombra

10.

¿Qué dejarte amiga mía ahora que parto

para ser más extenso que el olvido?

cruzarte la cintura tal vez por un camino

donde el beso ha errado tanto

¿cómo quedarme desde más allá contigo

cómo buscarte ahora que ya has sido y que me

alejo

si yo mismo soy en todo lo que dejo

Ahora que emprendo la orfandad del hijo?

…Tanto anduvimos por los días cortos…

Aunque en cada rostro del camino te descubra

Más allá de nosotros el mundo tiene todavía

por allí andaré alargando la tristeza

acortando por delante la tristeza que nos

queda

Hasta que vuelva a gritar que te he olvidado

y sea mentira.

11.

Te recojo de todas las cosas que me son esta tarde

has crecido de pronto donde el olvido no pudo nombrarte

Y aunque queda mañana por delante

Yo te guardo y no puedo guardarte

Esta tarde es tuya ¿cuántas tardes serán tuyas

Nos vamos por tu sombra donde mañana es

nunca

por eso quiero ahora que me escuchas

dejarte mi raíz que ya

no tendrá lluvia

Desde otro mañana que ya no será y no tendrá

espera

Un niño dice adiós para cambiar el

rostro a medias

Y porque siempre será en ti la primavera

yo te bendigo desde la tristeza.

12.

a la deriva del silencio

como la lluvia destapa las gargantas

de la tierra

me recorro las palabras

hoy

sobre tu tierra viva

se me cae una palabra muerta

pero el perdón es una flor

más alta que los ojos

13.

si tu pecho es una proa

cuando el mundo arrecia

venceremos juntos

no te detengas entonces

cuando griten

que siempre vendrá un dedo a señalarnos

y te dirán aquél es como el ave

que no tiene rumbo

y te dirán que no tengo raíces

y te acosarán

como el mar

obstina a lo que empuja sobre

las rocas el naufragio

todo lo dirán de nosotros

pero yo que creo en ti te guardaré

de verdad

14.

Me desperté y equivocado u olvidado

supe tocar el piano.

Temo despertar cada vez en una realidad

espantosa.

15.

háblame doblado el día

que toda mi tierra te reclama

vendrás a cantarme

con tu estrella hueca

con la íntima guitarra de la entraña

y a untarme en las manos un

sabor de lejanía

16.

Tengo en la ternura la ferocidad de la lluvia

voy a navegarte

soy tu capitán

y me tengo en las manos

para untarte mi sombra caliente

mar mío

capitán en tu estrella de sangre

apenas te he visto mirarme

y ya te digo mujer porque hasta conmigo.

17.

EL PESCADOR

A la orilla del silencio

con la mirada innumerable

la red tendida como el musgo crecido

de las manos

te piensan así poeta

18.

El corazón hizo una gárgara de sangre

como un molino roto que encalló

el viento,

Y el velamen del pájaro de barco

perdió la cuenta del empuje

y calló a la orilla de la sangre

detenido o quedado como un

andén.

19.

Te desteñías poco a poco como si te desafinaras

pálida

La noche me estranguló

20.

Levanto mi mano como un palomar de sombras

el silencio me vive;

¿qué me quitará la muerte?

21.

Quisiera que supieras que algún día

cuando la mañana se parece a tu mañana

retozas dorada y descalza

en el patio de mi alma

que se llena de mañana.

Hace mucho que llueve,

las olas borran los castillos de las playas

y acomodan la arena de los pasos

y se llevan el testimonio de las plantas

caminadas.

La sombra se esconde del sol detrás del

árbol

obediente y acorralada,

todavía al mirarte te parecerías a las

garzas,

y más que todo paloma mía blanca

te parecerías a mi alma.

Todo lo tuyo era fácil

menos recordarte sin tristeza y sin palabras.

Podrías llegar aún una mañana

Y yo no te preguntaría nada,

y tomaría tu mano nuevamente diaria

e iríamos a bebernos los dos juntos,

la dorada mañana de las plazas

22.

Todo te dice adiós en esta tarde de trenes partidos

y resignación de andén

las manos como casas inútiles con los

, vidrios rotos, de tanta historia ignota,

están cerradas como el frío obligatorio y

más intenso de los acurrucados pordioseros

en las puertas. Y la noche es fría para

algunos, desde afuera,

y la noche es fría desde adentro para

en esta tarde roja de trenes contra la

lejanía e inmensos territorios de

silencio y miedo

en los muelles a la espalda de los

que partieron.

Todo te dice adiós y te ama esta

tarde

esta última tarde del dogma

de las golondrinas

en que agrego la tristeza y las partidas

a las cosas — como las ventanas del inválido

suman al ocaso

las gotas quedadas de la lluvia ya callada —

23.

Las olas del viento rompen en mí

como una vez tus manos,

como pájaros moribundos

desesperados.

Las olas de tus manos ya no

rompen en mí

como pájaros

y yo

simplemente abandonado.

Iba a decir de ti que revoloteas

como un remanso sobre mis horas

Y dije: a veces tus manos caen a mis

olas como palomas heridas.

y su sangre se enreda con mis peces.

Iba a decir de tus manos, que tienen las

mejores páginas y dije:

en el fondo de tus ojos las alas de los

primeros se derriten.

Iba a decir de tus ojos: que son líquidos

como un susurro de tus manos,

y callé para no enturbiar la voz

del perfume que sale de los sótanos.

Y dije de tus ojos: hay en ellos un pez

adivinado como el árbol bajo el suelo

que se parece a nosotros.

24.

Una melancolía de vereda

trepa al alma como los gatos de una hiedra

al muro

No sé cómo es de verdad la tarde,

pero debo decirte en esta carta

que la tarde es de mensaje y última esperanza

Debo decirte que esta tarde tiene un sol ficticio

y está llena de palomas mensajeras

derretidas en la lejanía al cruzar el

acceso de mis ojos a la nada de las

tácitas cosas más allá de mis imágenes.

Quiero escribirte que la tristeza es desteñida

y amarilla como esta tarde pálida

y que tengo olor a puerto y eco de últimos

pitazos de partidas a la tarde

y el solo humo de los barcos que se enreda con las

nubes del horizonte,

metido en el hueco donde hallaba

el agreste jardín de los pájaros en el

verano

ahora que todas son desoladas regiones

de silencio espeso.

Voy raspando los ojos contra las baldosas,

y tal vez alguna mano sobre una

pared cualquiera de una mano,

donde la dejé olvidada en algún paso viejo,

mientras seguro revisando la buhardilla

de mi alma

te recordaba.

Tengo las manos a lo mejor más roncas

como las agrias o tal vez amargas nueces

por afuera

tengo los ojos más lavados y más pálidos

y la voz más sucia de tanto suburbio

de silencio

Tal vez en estas tardes el alma es mucho

más de sótano

con un acceso al sol medio vencido, en

una banderola,

tal vez para decir tu nombre, la voz llena

de pelusas,

ya no tenga la diaria costumbre de tu rostro

Por eso no sé cómo es de verdad la tarde

y te escribo en esta carta que la tarde

es triste.

Te quiero aún, aunque no sé de verdad si te

recuerdo sin equivocarme.

Es decir, algunas tardes opacas y afónicas como

ésta,

busco el último rostro en mis recuerdos

y le digo la última palabra rota

que ya olvido cuándo la dejé en la boca.

Tal vez atrás de todo tenga un beso viejo

eso tiene el hábito nocturno de la almohada.

Ya te he dicho, entonces, que te quiero todavía

¿acaso podría alguna vez decir: ya eres olvido?

Es verdad mi última palabra fue de amor

contra tu cara.

Sólo tendrás mi olvido, cuando en esas melancólicas es-

peras de la tarde

no mengüe tu silencio alguna carta.

25.

Las palabras nos van endureciendo

el tiempo que fuimos.

Y todo palabras

pero es tan fácil

antes del estático testigo

el infinito tal vez.

Así quedaremos

fijos en el tiempo que crecerá de nosotros

pero la eternidad nos guardaremos entre los

instantes

esperándonos los cerrojos descarnados.

26.

¿Por qué, si tenemos para olvidarnos, dos

tristezas?

Dime, ¿por qué dejamos crecer alrededor

el mundo y proponemos olvidarnos?

¿Cuántas palabras, dime, intentan

a veces acallar tu silencio ¿lo consiguen?

¿Cuántas veces tiemblas ante una carta

esperada largo tiempo?

Dime, entonces, ¿qué buscamos separándonos?

¿Qué razón me vuelve necesariamente

recordado?

Aunque tú no puedas interponer el

olvido entre el adiós y tú

¿Por qué decimos que la felicidad vale

más que todo?

y nos obligamos a llorar por algo secundario

que intenta aislarnos?

Decimos que el mundo inarreglablemente

tornó el nosotros y amputó al lejano.

¿Por qué volvemos a todo un enemigo?

Cuando podemos tomarnos de la mano

y caminar entre los otros amigos del

mundo y de todo.

Porque en verdad no sabemos de imposibles.

27.

Un día el mar

como un animal indómito de olor a pasto y

de canto de hormigas

dormirá como el zumbido de las flores

a tu piel

será mi piel de barro

Hembra mía

para la tuya luminosa

de trigo y de pan

Entonces serás abierta como los caracoles

sonarás como un árbol de mi tierra

el canto del relámpago de savia

Colmena mía

a ti todos los labriegos de la sangre

para la invasión del grito que se repartirá

en tu carne

como el olor de las frutas en el viento.

28.

Ésta es una carta.

De mis selvas arranco los mejores dolores

vegetales para tejer este barco.

voy a buscarte

Voy a tocar el amor con la savia del

silencio.

En algunas palabras duele aún el golpe

del hacha

29.

Es cierto que despertar un beso es encontrarnos.

crecemos del nunca en el asombro

de exceder el pensamiento.

30.

A veces sabemos por dónde seguirnos

pero nos dejamos dormir

por temor a no caber en la realidad

con nuestras verdades.

Por eso, garza mía

estoy dormido en tu cuerpo

gigante y salvaje como toda la tierra

pero yo mismo me dejo dormir

por temor a despertarte donde

duermes mi sangre.

31.

Yo giraba, como el agua

giraba los días.

a todo le respondía con la vida

como un espejo

pero en mí, cada cosa tenía la dimensión del

nunca

Y lamía el pecho del silencio

como un niño muerto de hambre

sobre la madre seca

Pero vivir como estar muerto

no me absolvía de vivir

mi tiempo mineral

32.

Quise hacer para ti la poesía

Como una casa de oro

para que vivieran tus manos

como yo las pusiera

y tus ojos fueran cerrojos

para escrutar

el otro lado de las ventanas infranqueables.

Pero tus manos fueron de palo

y tus ojos embalsamados

miraban rígidamente el interno

infinito que guardaban

Y vencido, me quedé dormido

con tu imagen ya casi equivocada.

Y soñé que descalzos

corríamos silvestres de la mano

sin hollarnos las espinas y las piedras

Y tenías el olor de mariposas

y tu pelo el ruido de las flores

sin jardín

y yo untaba la ternura de

las manos en tu pelo blando

Y tú corrías lacia como una gaviota o una garza

con tus manos de torcaza y de durazno

tan solo parecidas a tus manos

y tus ojos como sólo pueden ser tus ojos.

como,… como tus ojos

tal vez con un poco de cielo y de reloj pequeño

con algo de cebolla con el filo al medio

o de charco latiendo por la piedra

sorpresiva.

Entonces desperté y quise

hacerte una mañana verde y dorada

de poesía,

y te dije revoloteando como las mariposas

que tiemblan como las hojas lerdas.

Pero volabas epiléptica de mariposa

y la mañana falsa de farol y de

espejismo no tenía tu mañana

Entonces ya no volví a querer juntarte

la poesía.

Y solemos andar sin recogerla

muy cerca de la poesía aún no

acomodada, de las cosas simples

y callamos los dos a un silencio

como una manera

de poder aún el verso

33.

Olvidé la consigna de ser soñado como yo

y desperté al sueño, de mi doble sueño,

con otra realidad.

34.

Ah la boca de gaviota de sangre

los dientes de luna

35.

Ojos atrás de los hombres,

el mundo existe.

ojos afuera existe

sin medida.

Allí tú eres verdad a veces

como Dios cuando me alcanza el miedo

Por eso somos enormes

en la garganta súbita del sueño

Y ahora te regalo el tiempo,

alguna hora vacía

O como una colmena de piedra

donde las trincheras hacen miel

de sangre

36.

Perdón

antes que nada perdón y antes que todo

aquí antes que nadie contigo

37.

la música se

disipa

la sangre no puede

agregarse en un renglón de abajo

38.

Se afondan, enfundados en ti mis baldes.

Aljibe de mar te llenas de mis redes como manos,

guante sagrado

39.

Es simple y lacia

Eres azul y amarilla como las mañanas.

Ya es tuyo el tú. ¿lo ves?

Y fueron luego tuyos, el silencio

y algunas noches tristes

el verso rústico y frustrado

y la imagen sin rostro del sueño.

Ya eres lo que me falta para ser

nosotros.

creces y mueres, a cada instante como

las olas, como las mariposas,

como tus ojos.

Creces y tienes el sonoro resplandor

de una gruta iluminada con un grito

El hueco de tu mano es un rincón

vacío,

es un zaguán sin nocturno pordiosero

acurrucado.

Yo quisiera acurrucar un beso

como un pájaro, sobre los países

de tu piel, como la del durazno,

para que aprendiera a volar.

Me gustaría remar en tu boca,

con las olas del pájaro resumido

como un reloj o corazón.

mordido a cada lado por nosotros,

que éramos náufragos.

con una mano

mía, ronca como las nueces,

porque es áspera como la madera

seca,

Quisiera morder tu mano.

La hebra irrecogible del itinerario

de la gaviota, es un charco de sombra

en la arena de las playas.

a veces hace un nudo, lacia

terrible y voraz

(obsesión de tomar el agua de la

lluvia en la ventana,

desde mi encierro de la tarde)

muerdo un vidrio

como un solo sobreviviente que

araña el portal cerrado de la muerte.

último muerto, y muerdo un brillo

40.

Pude, tal vez, echar un ancla en tu tormenta,

resistir al mundo y la mentira ajena,

pero "ya todo pasó". Zozobraste entre tus propias olas

y ahora todo es muelles de abandonos a mi costa

Haché durante siglos la leña que quemamos.

te esperaba desde siempre, como un mandato presentido.

Ya has sido ahora lo sé, ibas a ser eso: lo perdido

que se guarda eternamente como amado.

no puede odiarte mi odio, nunca has sido tan querida

pero eso sí, el silencio podrá ser de tus cosas,

y la noche más oscura, tendrá tu lejanía,

y sólo tu recuerdo será melancolía.

Nadie es culpable de nada. Esto es parte de nosotros

Ahora el olvido infinito es la manera de guardarnos

aunque a veces el olor de tu verano y de los pájaros

te acarrea como a leños de un viejo barco roto

que llevan las olas a la playa solitaria

de una isla de un naufragio muy lejano

Tu nombre es mi pedazo de historia inaugurada

tu rostro es sin manera de olvido paulatino

tus manos dos tal vez palomas mensajeras no llegadas

que no llegaron, nunca a responder silencios

que aún cobijo

41.

Porque cuando miro el mundo como si fuese

un párpado

nada veo si no te he visto

quiero verte pues estoy ciego de ti,

quiero mis cerrados ojos abrirlos.

42.

No amarraré mis naves

habré llegado

y esa primera tarde

haré un fuego a la orilla del miedo

con el esqueleto de tus árboles desiertos.

Hasta despertarme con el sol mordiéndome

la frente

después de haber perdido la vigilia entre

tus sombras.

Apenas la arena caliente

y la ceniza de los leños que recogí.

Tal vez el mar se habrá llevado el bote.

Entonces, mucho tiempo después

seré amigo de los tigres que quise

ahuyentar con el fuego.

Aprenderé el idioma de tus pájaros

mediré el sol con mi sudor.

Y a cada aldea donde me haga

amigos

visitaré tus cementerios pero

no sabré rezar y no aprenderé

nunca. Y no quemaré tus tótems.

y no cazaré con las hachas de tus

hombres.

43.

Perseguiré tu alma

y cuando mía sea

buscaré tu beso

y cuando él venga

llamaré tu cuerpo

y cuando todo tenga

no tendrán mis pasos

en ti nueva meta.

Y si persiste acaso,

este vacío en mí

que te está llamando,

cuando el misterio oscuro

se haya iluminado

¿Qué tendrás tú

que me mantenga atado?

44.

Este silencio turbio

empañado de esta noche

este silencio sucio

sofocado con mil voces,

este silencio incompleto

este silencio sin frío

donde es un grito este

tu no estar conmigo

este silencio opaco

con el rictus de otras manos

este silencio mío

(porque viene de tus pasos)

con el gesto de tu ausencia

con el perfume vacío

de tu vacío lugar

que han llenado otras conmigo,

qué puedo decirte amor mío,

me da ganas de llorar

45.

Podría estar llorando

en una ventana cerca

del humo del visillo que resucita

de un vaso o un florero

o en mi cama lejos de ahora

pero no ahora lejos de luego

cerca de tu aprendida maternidad.

con las lágrimas

calientes desacostumbradas

como esta rara manera de un himno

de silencio que frota contra mis lugares

como la tristeza que no quiere que la olvide

46.

se apagó el mundo en

noche y en el cielo

otro mundo se ha encendido.

disperso —

47.

Una gaviota que planea. un instante

una gaviota que planea muere. Una

gaviota muerta que parece que

planea pero que está muerta.

Así es la sonrisa ahora que te has

ido. Con las puntas de las alas vencidas

48.

ah! tu pozo volcado

cerrojo de infinitos

donde guardas

la locura tan oportunamente

cuerda

pozo hacia fuera

hacia el cielo

49.

toma mi grito como un barco

tú tienes un arco

en la garganta

para levar anclas en la flecha

y liberar la paloma de tu alma

50.

Después de haber remado toda la luna.

entre los animales muertos y los gritos

rotos

en tu bocado despeñado de luz

íntimo precipicio del pez sobre

la arena

en el musgo caliente que rodea

tu garganta más hambre

latiremos en silencio

como los barcos dormidos en los puertos.

51.

El flujo de mi silencio rompe contra

los muelles de mi corazón

52.

Vendrá la estrella como el pájaro

vendrá la luna como el pez de barro

vendrá el día cuando lo lleguemos

a beber sobre los muertos

el sol.

53.

La melancolía hace buches

de capullos de música caliente

y el alma se llena de los turbios reflejos

de las ventanas con visillos o empañadas

en la tarde.

el ritual de las aves en los árboles

con la justa precisión de las seis de la

tarde

Y las estrellas que amanecen opacas

como los barcos de otras esperanzas

en el fondo de la mirada

contra la roja tarde

y las gaviotas que hacen nudos azules que

no atan.

54.

Allá en la noche en que mi mano

escrute los silencios de los suburbios

entre el musgo y la piel como las calas

en la confluencia de tus dos páginas redondas

con el olor de los pájaros con frío y el ruido de las flores

a la noche

Allá en la noche en que la palabra inexacta

dimitida

calle contra un silencio que es igual al alma

tal vez te encuentre solitaria,

tras de tantas horas de palabras

tras de tantos siglos de preguntas contestadas

más allá de tanto mandato presentido

hallado por fin en un rincón llenado,

en un zaguán para el mendigo acurrucado

y a lo mejor sepa decirnos

con la convicción de que eras lo que me faltaba

para ser nosotros.

 

 

 

 

 

Autor:

Jorge Lemoine y Bosshardt

Partes: 1, 2
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