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El proceso de la terapia (página 2)

Enviado por Felix Larocca


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El cambio, cómo sucede

El cambio procede de modo progresivo y pausado. Dejemos que el galardonado con el premio Nóbel en medicina y psiquiatría, Eric Kandel lo haga para nosotros, en este caso refiriéndose a "monos terapeutas" (sí, monos terapeutas) laborando con otros primates en su laboratorio: "[las] características de un mono/terapeuta exitoso incluyen una obstinación persistente en ayudar su paciente, una insistencia absoluta en continuar la interacción con el prójimo retraído y aislado emocionalmente, hasta que éste responda con un ‘salto repentino e inesperado hacia la salud’, como si lo último lo hiciera en acto de desesperación".

Porque monos/terapeutas son necesarios para curar las lesiones producidas por el aislamiento sensorial y la perturbación del apego normal que se infligen a ellos durante el curso de su desarrollo, similar a lo que sucede a niños víctimas del PDD y de Asperger.

El cambio es reparador y restaurativo por medio de la interacción simbólica y afectiva, resultado de la relación terapéutica. Ya que monos poseen imaginación y rudimentos de fantasía, como asimismo sucede con algunos de nuestros animales domésticos.

El cambio, aquí constatado, implica el mismo grado de dedicación y perseverancia, acopladas con mucha paciencia que caracterizan la terapia humana.

Las razones que hacen de la terapia el instrumento eficaz que, en manos hábiles, puede ser…

Nuestra especie no es única en el uso de las interacciones interpersonales para lograr alivio a sus ansiedades, añadir entendimientos a sus miedos, remediar el dolor que los debilita y traducir los enigmas que hacen de la vida una experiencia tan enigmática como compleja. Lo que es sorprendente, cuando hacemos estas aserciones, es realizar que muchos de los experimentos que arrojarían la luz de la claridad en estos mecanismos, derivaría de los experimentos del psiquiatra Kandel en la babosa acuática, Aplysia californica.

Babosa marina

Como sucede con la babosa en cuestión, nuestros módulos natos, tantos como nuestros circuitos de aprendizaje y memorias, están programados, desde antes de que salgamos del seno materno, a responder a las señales afectivas y a la estimulación sensorial de quienes nos cuidan.

Los experimentos de tantos investigadores excepcionales y los estudios que se han hecho subrayan la importancia crucial del cuidado y estímulos maternos. Estímulos vitales cuya supresión puede conducir a la deficiencia mental y emocional, si no es que resulta de antemano en la muerta prematura. Porque la falta de amor materno puede causarnos la muerte

La terapia, como tantos de nuestros pacientes confirman, es un procedimiento de reponer los circuitos y las conexiones perdidas por medio de las síntesis proteínicas que existen en la sustancia del cerebro y que yacen aletargadas, en un esfuerzo a reparar el daño que la carencia de la madre infligiera en el bebé lesionado. La evidencia de este proceso está contenida en el cúmulo creciente de experimentos que lo soportan.

La terapia no es panacea ni tampoco es, el terapeuta, sacerdote

La terapia no cura todas las dolencias que nos afligen como tampoco posee la característica de la magia del curandero o del mago/clérigo, aunque las atenciones que éstos dispensan pueden ser terapéuticas.

La terapia, como proceso que yace en el dominio de las ciencias médicas y biológicas en su alcance, no es ilimitada, como tampoco está circunscrita a la charlatanería de quienes se ungen a sí mismos con el óleo de los estereotipos que tanto abundan.

La terapia es ciencia y es arte. Vayan a donde quieran, encontrarán muy pocos que saben hacerla y menos aun que saben como hacerla bien.

Como explicara en mi artículo El Hábito no Hace al Monje, un cardenal coronado con su tiara no es una eminencia magistral, aunque haga uso de la mitra para impresionar a su comparsa.

La terapia es instrumento muy noble para ser relegada al amateur o al novicio sin conocimientos. (Aquí recomendamos leer: Psychiatry, Psychoanalysis, and the New Biology of the Mind, por Eric R. Kandel).

Sigamos hacia adelante,

La parte de más importancia de esta ponencia que aquí nos ocupa es el mecanismo mismo del proceso terapéutico, el cual en seguida procederemos a ilustrar.

La terapia intensiva usando el modelo provisto por el psicoanálisis

Nosotros no tratamos la enfermedad, sino que a quien tratamos es a la paciente y a la enfermedad que en ella se anida. Y, como dos personas no son idénticas, la terapia de cada quien, se modela y se estructura de modo específico.

La técnica, elemento esencial de la terapia efectiva es fundamental. Mientras que las aplicaciones de la misma, expresa de modo, el más elocuente, los talentos del terapeuta, los que adquiriera durante su entrenamiento formal.

Siendo así, la terapia es tarea que demanda curiosidad e inteligencia, algo que como en el caso del pepino marino, muchos no pueden lograr, ya que sin uso para el mismo; el pepino, consume su cerebro cuando éste no le sirve de mayor utilidad.

Continuemos

En el caso en que aquí basaremos nuestro estudio, sin describirlo en detalle, por falta de espacio. Llegaremos a conocer el proceso de la terapia de una mujer joven, soltera, inteligente, atractiva física y personalmente, dotada de una capacidad introspectiva extraordinaria y nacida dentro de una familia de estabilidad excepcional.

Freud, la describiría como candidata envidiable para el psicoanálisis que él mismo concibiera.

La terapia adaptada de la paciente que arriba señaláramos

La terapia con pacientes que sufren de trastornos del comer, como la he concebido, siempre comprende la técnica de la participación del terapeuta en las colaciones cotidianas de la enferma. Lo hacemos así, porque desde que editara The Psychiatric Clinics of North America: Issue on Eating Disorders (1984), he confirmado la importancia crucial de la comunicación terapéutica que emerge cuando la paciente se convierte, mientras come, en coliseo humano para esa pugna entre titanes: La del instinto de alimentarse y sobrevivir vs el hechizo demoníaco que la obliga a rechazar la comida y morir — como si alimentarse representara todo el mal, que para la paciente, en este mundo existe.

El poder de la abstinencia a la comida se puede entender mejor si se estudian las vidas de tantas santas ascetas de la Iglesia Católica, que ofrecieron sus ayunos debilitantes al Señor, en aras de la purificación y en alejamiento de los placeres de la carne. Para la anoréxica y para quien ayuna por purificación o por el deseo de ser delgada en el extremo, la suspensión de la ingestión de comida produce cambios severos en el cerebro y en todos los sistemas del cuerpo. Un cerebro desnutrido, no responde al nivel de la sinapsis de modo efectivo, afectando aprendizaje, memoria y respuestas afectivas. El hambre las transforma en seres obsesivos, amargos y depresivos.

La terapia de la paciente empieza de modo predecible con horario puntual, todos los días al inicio de cada comida. Habiendo concluido el consumo de alimentos, ambos procedemos por una sesión adicional de terapia en una oficina amueblada cómodamente para los fines. Eso se hace, tres veces al día. Ni más (bueno, quizás más) ni menos.

Sueños, fantasías, memorias, asociaciones libres, narrativo de eventos, discusión de experiencias, miedos a engordar, comentarios sobre materiales didácticos, todo se activa de modo efectivo durante las sesiones que tienen lugar todo día de la semana, hasta que la cura (como lo explica la analogía de Kandel) se desencadena. Así lo hacemos, porque las enfermedades del comer no toman vacaciones.

Nada es prohibido de expresar en la terapia, todo se dice, todo se habla no tema es tabú. Los padres y los esposos participan asimismo en este proceso intensivo y riguroso. Instamos a la paciente a compartir con sus familiares cercanos todo cuanto les ocurra en la terapia, y que crea que a ellos les sería de interés. La terapia no es un proceso críptico y misterioso, la terapia es un renacimiento genuino para los muchos seres afortunados que la pueden utilizar.

Los resultados emergen de modo progresivo y acumulativo, dejando en su estela un torbellino de emociones en la paciente, que se tornan adaptables y menos inquietantes, hasta la alborada en que les llega el día feliz de la cura.

La terapia y las "terapias"

Por supuesto, que utilizando el modelo que arriba describiéramos no hace justicia a la terapia aplicada a otras entidades diagnósticas, y a otras pacientes que no siempre se amoldan a la persona superdotada que describiéramos someramente.

La terapia para el síndrome de Asperger y para el autismo es tan única como son la de la esquizofrenia, la de los trastornos de la personalidad, la de los desórdenes afectivos y la de las dependencias.

Y, para complicar nuestro campo, nos restan la terapia de los trastornos múltiples. Todo lo que constituye una panoplia de conocimientos altamente específicos que, por haber sufrido los terapeutas mismos, de la aflicción que pretenden tratar (como se jactan los terapeutas de las dependencias) o asistir a cursillos en países extranjeros, notorios por la simplicidad de sus conocimientos científicos. No bastan para impartir el conocimiento para hacer la terapia con la eficacia debida.

En conclusión

Aquí usamos de nuevo palabras provenientes del genio de Kandel: "Últimamente, todo trastorno psicológico refleja una alteración funcional y química del cerebro. Toda actividad cerebral, a su vez, refleja la eficacia de las conexiones sinápticas que afectan la actividad de cómo aprendemos. Como resultado, cuando yo le hablo a alguien y él o ella me escucha, nosotros no sólo hacemos contacto visual y contacto por medio de nuestras voces, sino que por medio de la acción de su maquinaria neuronal; nuestros cerebros están procediendo a través de permutas en el mecanismo y en la estructura de los mismos en la dirección de cambios que, espero, que sean de mucha duración. Yo diría que es por medio de estos cambios físicos que la terapia efectúa sus cambios, frecuentemente, espectaculares".

Dos psiquiatras en la historia del Premio Nóbel han sido galardonados con el mismo desde que éste se instituyera. Ambos lo ganaron por trabajos en el efecto en la mente de cambios físicos en el cerebro.

El otro fue, Julius Wagner von Jauregg.

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

Dr. Félix E. F. Larocca

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